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Perspectiva

Los trabajadores de Fiat Chrysler se enfrentan al UAW, una “empresa controlada por FCA”

Los oficiales locales del sindicato United Auto Workers se reunirán hoy en Detroit para dar su visto bueno al nuevo contrato tentativo del UAW con Fiat Chrysler (FCA), el cual se basa en los acuerdos podridos alcanzados con General Motors y Ford. Así comienza lo que el UAW espera que sea la última etapa de su trabajo sucio de imponer contratos proempresariales a los 155.000 trabajadores de GM, Ford y FCA.

La batalla contractual en FCA se produce en condiciones extraordinarias. El presidente del UAW se vio obligado a renunciar por malversar millones de dólares de las cuotas sindicales para pagarles juegos de golf, estancias en villas y comidas lujosas a los oficiales del UAW. Nueve dirigentes del UAW y la viuda del vicepresidente del UAW que encabezaba el departamento para FCA han sido imputados o sentenciados por aceptar sobornos o robar activos del sindicato. Según los fiscales federales, apenas van por la mitad de la investigación.

En una denuncia federal presentada por GM contra FCA, su archirrival obtuvo una ventaja competitiva injusta porque “el FCA Group, por medio de un patrón de chantajes, adquirió y mantuvo un interés en y/o control del UAW”.

Gary Jones (izquierda), expresidente del UAW, y Mark Stewart, CEO de Fiat Chrysler Automobiles North America hablan al inicio de las negociaciones contractuales en Auburn Hills, Michigan [crédito: AP Photo/Paul Sancya]

La negociadora principal del UAW con FCA, Cindy Estrada, ya fue vinculada al esquema de corrupción en el Centro de Recursos Humanos del UAW-GM.

Todo un conjunto de organizaciones pseudoizquierdistas insiste que, sin importar lo que haga el UAW, los trabajadores automotores no tienen otra opción más que aceptar su autoridad como su supuesto “representante”. Estos grupos nunca se cansan de denunciar al Partido Socialista por la Igualdad por llamar a los trabajadores a formar comités de base en las fábricas, independientes del UAW, para que luchen por sus intereses.

La pregunta que surge es: ¿exactamente qué debe hacer el UAW para dejar de ser considerada una “organización obrera”? Uno no juzga a una organización por lo que se haga llamar, sino por lo que es y por lo que hace. En todas sus acciones, el UAW ha demostrado ser una organización criminal y un brazo de las gerencias corporativas.

A cambio de sobornos, los líderes del UAW han entregado los empleos, salarios y condiciones laborales de los trabajadores automotores, causándoles un sufrimiento incalculable a los trabajadores y sus familias.

Durante los últimos 40 años, comenzando por el rescate de Chrysler en 1979, cuando el presidente del UAW se unió a la junta de directores de la empresa, el UAW ha negociado un contrato entreguista tras otro. Ha reducido los salarios reales en más de 50 por ciento, permitido la destrucción de 600.000 empleos y la devastación de ciudades industriales como Detroit, Cleveland, Dayton, entre otras.

El UAW ha hecho todo lo posible para suprimir la resistencia de la clase obrera, imponiendo contratos por medio de amenazas y fraudes. Cuando se vio obligado a convocar una huelga, como con la huelga de 40 días contra GM este año, no fue para luchar contra la empresa, sino para desgastar a los trabajadores con un sueldo de huelga miserable y así aplicar las demandas de la gerencia.

El UAW sistemáticamente enfrenta a unos trabajadores contra otros en distintos países, empresas, plantas, edades y “escalas salariales”. No une a los trabajadores, los divide.

El sindicato ha autorizado la victimización de los trabajadores, incluyendo e despido de docenas de trabajadores inmediatamente después de la huelga de GM, algunos con más de 20 años en la empresa, por “actividades relacionadas a la huelga”, incluyendo publicaciones en redes sociales. El UAW ha guardado silencio sobre el despido de siete trabajadores de GM en Silao, México, por rehusarse valientemente a aceptar trabajo adicional durante la huelga en GM.

Incluso mientras se ha reducido el número de trabajadores en el UAW en cientos de miles, los activos de la organización se han expandido. Las empresas automotrices han transferido miles de millones de dólares tanto en sobornos legales como ilegales a sus cuentas bancarias.

León Trotsky, el gran internacionalista marxista, escribió en 1937 que, mientras los sindicatos, a pesar de su defensa de la propiedad privada capitalista, encabezaran la lucha de los trabajadores por “el aumento —o al menos en contra de la disminución— de su participación en el ingreso nacional”, todavía podían ser llamadas “organizaciones obreras”.

Sin embargo, si los sindicatos “defendieran el ingreso de la burguesía ante los ataques de los trabajadores; si llevaran a cabo una lucha contra las huelgas, contra los aumentos en salarios, contra la ayuda a los desempleados, entonces lo que tendríamos sería una organización de rompehuelgas, no trabajadores”.

¿No ha quedado claro que esto es precisamente lo que hace y consecuentemente es el UAW? Más allá, el UAW es meramente un ejemplo particularmente flagrante de una norma general que aplica para la AFL-CIO en su conjunto, así como todos los sindicatos oficiales en todo el mundo. Los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, siglas en inglés) y las otras organizaciones que insisten en que los trabajadores deben aceptar el dominio sofocador de los sindicatos no lo hacen a pesar de sino debido a su papel en suprimir la lucha de clases.

Las capas de la clase media-alta que forman la base de estas organizaciones se han beneficiado enormemente del surgimiento del mercado bursátil como resultado de la caída en los niveles de vida de los trabajadores. Y siempre está la posibilidad de puestos lucrativos dentro del propio aparato sindical.

Para los trabajadores, la cuestión es: ¿qué se debe hacer? No faltarán los intentos de revivir la credibilidad del UAW a través de una toma de control gubernamental o cambios internos.

A pesar de que los trabajadores acojan justificadamente el enjuiciamiento de los oficiales corruptos del UAW, deben estar atentos sobre las maniobras del Gobierno de Trump, cuya intervención no procura fortalecer a los trabajadores ante estos ataques.

Esto fue puesto de manifiesto en una entrevista en el Detroit News esta semana con el fiscal estadounidense Matthew Schneider, el oficial nombrado por Trump para que encabece la investigación de corrupción. Alguna forma de tutela federal “no debe ser quitada de la mesa”, dijo, dejando claro que el objetivo del Departamento de Justicia es reestructurar el UAW para que defienda los intereses de las empresas de manera más efectiva.

Como un modelo de cooperación sindical, Schneider apuntó al papel de los sindicatos durante la bancarrota forzada de Detroit, cuando acortaron a ataques sin precedentes contra las pensiones de los empleados públicos.

La promoción de un disque reformistas a la cabeza del UAW no cambiaría la naturaleza de la organización. Su transformación en una herramienta sobornada de la gerencia es el resultado de las décadas de colusión con la patronal automotriz, su defensa del sistema capitalista y su reaccionario programa nacionalista.

Los trabajadores automotores necesitan nuevas organizaciones, comités de base en las fábricas, encabezados por los trabajadores con mayor consciencia de clase y militancia, quienes estarán sujetos al control democrático de los propios trabajadores. Estos comités no aceptarán el “derecho” de las empresas a cerrar plantas, despedir y victimizar trabajadores. En cambio, reafirmarán la voluntad colectiva de los trabajadores y lucharán por la democracia industrial y el control obrero sobre la producción y las condiciones de seguridad.

El Boletín de los Trabajadores Automotores del WSWS llama a los trabajadores de FCA a que formen estos comités ahora para preparar y organizar la oposición al contrato que el UAW intenta forzarles.

Para avanzar una lucha auténtica contra las corporaciones transnacionales, cuya estrategia para atacar a los trabajadores es global, los trabajadores automotores necesitan su propia estrategia global para unirse más allá de las fronteras y coordinar sus luchas. Esto debe aunarse a la lucha por construir un movimiento socialista de las masas obreras para poner fin a la explotación capitalista y reorganizar la economía mundial con base en la producción y distribución para la satisfacción de las necesidades humanas, no de las ganancias privadas.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 4 de diciembre de 2019)

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