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Perspectiva

La navidad de 2019: más de medio millón de personas sin hogar en EE. UU.

Esta navidad aproximadamente 568.000 personas en EE. UU., una población equivalente a la del estado de Wyoming, pasará estas fiestas en albergues, campamentos de tiendas o en la intemperie.

Algunas de las personas sin hogar no llegarán a Navidad, según crece la cifra de muertos. En el condado de Los Ángeles, un foco de la crisis social, se estima que mil de las 44.000 personas sin hogar han muerto en 2018 y 2019, casi tres por día, justo en medio del brillo de Hollywood y la riqueza y privilegio de Beverly Hills.

Un hombre camina frente a un mural de alas de ángel llamado "Alas de África" de la artista Colette Miller en el área Skid Row de Los Ángeles, donde se encuentra la mayor concentración de personas sin hogar en el país, viernes 1 de septiembre de 2017. (AP Photo/Jae C. Hong)

Este año marcará el tercero consecutivo en que el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano registró un aumento en el número de personas sin techo en su pesquisa de enero. Esta cifra seguramente subestimará de manera significativa la magnitud real dado que se realiza en el momento más frío del año y con voluntarios que no pueden sondear las áreas done las personas buscan sobrevivir sin albergue.

No se sabe cuántos morirán por exposición a los elementos y otras causas durante las fiestas, pero la realidad es que miles están muriendo en las calles, campamentos, casas abandonadas y lotes baldíos en las ciudades de todo el país cada año. Decenas de miles dormirán en las calles en víspera de navidad y posiblemente docenas no despertarán la mañana siguiente,

Hubo vigilias anuales y marchas de protesta el jueves por la noche en cientos de ciudades de EE. UU. para recordar a los hombre y mujeres sin hogar que murieron este año. En lo que va del año, en Washington D.C., 117 personas sin hogar perdieron su vida en la capital del país, un enorme aumento comparado con los 54 de 2018. En el condado de Santa Clara, California, donde se encuentra Silicon Valley, hubo 161 muertes. El condado Riverside, California, registró 95 muertes; Portland, Oregon, 43 muertes, el número más alto en la ciudad desde 2015; Salt Lake City, Utah, que eliminó recientemente 400 camas de albergues, 94 muertes; Boulder, Colorado, 28 muertes, el doble que en 2018; y Springfield, Illinois, la capital del estado, 13 personas perdieron su vida en las calles.

En un momento en que la élite gobernante está celebrando el continuo aumento del mercado bursátil y felicitándose sobre las cifras históricamente bajas de desempleo, el número de personas siendo lanzadas a las calles está en aumento. Esta no es una contradicción: los récords de Wall Street provienen en última instancia de la intensificada explotación de los trabajadores por medio de nuevas tecnologías y esfuerzos para recortar los salarios, incluyendo la creación de una capa cada vez más desesperada empujada al límite absoluto.

Las oscuras cifras sobre personas sin hogar son solo un aspecto del recrudecimiento de la crisis social en EE. UU. a fines de 2019. La crisis de sobredosis de opiáceos, la violencia con armas y el aumento en las tasas de suicidios están reduciendo la expectativa de vida, un evento sin precedentes en las principales economías y en la propia historia de EE. UU.

La recuperación económica desde la recesión de 2008 ha visto la proliferación de empleos de bajos salarios como parte de la economía casual, dejando a millones al borde de la destitución ante una emergencia o accidente. Los trabajadores dependen de aplicaciones como Uber y GrubHub, que ofrecen empleos tenues con bajos salarios, o de empresas como Amazon, donde pueden ser obligados a trabajar al punto de agotamiento o muerte en almacenes por $15 por hora.

La brecha social y económica entre el 90 por ciento más pobre y el 10 por ciento más rico nunca ha sido más ancha. Existen dos Estados Unidos muy diferentes dentro de las fronteras del país. Las ganancias empresariales récord y las recompras de acciones continúan llenando los bolsillos de los ricos, mientras que los trabajadores se ven obligados a apretarse el cinturón y trabajar más por menos.

Un reciente análisis de Pew Trusts con datos del censo halló que la tasa de pobreza aumentó 30 por ciento en todos los condados de EE. UU. entre 2016 y 2018, impactando a trabajadores negros, blancos, hispanos, indígenas, entre otros.

El uno por ciento más rico de estadounidenses, quienes pueden acceder al mejor cuidado médico que el dinero puede comprar, viven más de una década por encima de la esperanza de vida para el uno por ciento más pobre, incluyendo a los que han muerto viviendo en las calles. Y las condiciones de vida en la cima nunca han sido mejores. Las tres familias más ricas, los Walton, Koch y Mars, que han amasado una fortuna de $349 mil millones, más de 4 millones de veces el patrimonio neto de una familia promedio de EE. UU.

Las 400 personas más ricas en EE. UU. tienen una riqueza combinada mayor que el 64 por ciento más pobre. Bajo el presidente Donald Trump, se han recortado los impuestos sobre las ganancias y herencias, garantizando que se transfiera aún más dinero a lo más alto de la sociedad. El año pasado, 91 de las empresas más grandes pagaron cero impuestos federales o recibieron reembolsos de impuestos y, por primera vez, los individuos más ricos pagaron una tasa menor de impuestos que los más pobres.

A pesar del retrato presentado por la prensa y ambos partidos políticos de que las cosas nunca han sido mejores, señalando las montañas de riqueza de los más ricos, la realidad para la mayoría de los estadounidenses es una crisis social más profunda.

Cabe notar que las primarias demócratas han ignorado el número cada vez mayor de índices que apuntan a la crisis social, ni han causado un tono de urgencia en la prensa. Mientras Trump promete “Volver a hacer a EE. UU. grande” (para los superricos), los demócratas simplemente ignoran las condiciones desesperadas que enfrenta la clase obrera a favor de apelar a aquellos en el 10 por ciento más rico por medio de la política de identidades.

En el debate presidencial demócrata la semana pasada en Los Ángeles, el epicentro de la crisis nacional de falta de vivienda, el tema fue evitado por los candidatos. Ninguno se refirió al hecho de que la cifra de muertos entre las personas sin hogar en Los Ángeles se está acercando a los mil. Esto incluyó al autodenominado “socialista democrático”, Bernie Sanders, cuya política es la de un liberal moderado en los años sesenta.

En camino al año nuevo, la desatención e insensibilidad de la clase gobernante estadounidense respecto a las condiciones de vida de millones de trabajadores hace parecer a los aristócratas franceses antes de 1789 como clarividentes y paragones de la generosidad.

El uno por ciento más rico y los políticos demócratas y republicanos que los representan están sentados sobre un polvorín social. El año pasado estuvo marcado por un resurgimiento de la lucha de clases en todo el mundo, desde Francia a Sudan, Argelia, Chile, México y los propios Estados Unidos, donde está aumentando el número de huelgas.

Es inevitable que la oposición de millones de personas hacia las condiciones cada vez más intolerables estallará en forma de luchas de masas en Estados Unidos, pero los grandes problemas sociales, incluyendo la falta de vivienda y pobreza, solo se resolverán bajo la dirección de un partido político d ela clase obrera que luche conscientemente por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 24 de diciembre de 2019)

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