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Los incendios australianos van a peor y plantean la necesidad de una acción urgente respecto al cambio climático

El riesgo a la vida y a la propiedad planteado por los incendios que están quemando grandes franjas del continente australiano aumentará a lo largo de los días venideros debido a una combinación de calor extremo, tormentas eléctricas y el uso extensivo de servicios de emergencia brindados en gran medida por voluntarios.

En el Estado de Victoria, las autoridades emitieron advertencias de evacuación ayer a residentes y unos 30.000 turistas en todo el distrito East Gippsland —un área que, como comentó el Guardian, ocupa la mitad de la superficie de Bélgica. Se prevé que el Estado isleño sureño de Tasmania experimente su día más caluroso en mucho más de un siglo y posiblemente desde que se tenga registros. El estado de South Australia se cocerá una vez más en temperaturas de esta ola de calor de mucho más de 40 grados Celsius (o 104 grados Fahrenheit).

Bombero en incendio que se acerca a un hogar en Blackheath, New South Wales, Australia, domingo 22 de diciembre de 2019 (Twitter @NSWRFS vía AP)

Sydney, en el Estado de New South Wales, también se enfrentará a temperaturas de más de 40 grados C. La ciudad de cinco millones de habitantes está rodeada de incendios que están activos, en algunos casos, desde septiembre. El espectáculo pirotécnico de Nochevieja internacionalmente admirado en el puerto de Sydney puede que se cancele, sin embargo, debido al elevado riesgo de incendio. En partes del país, incluyendo a la capital Canberra, ya se han cancelado festivales de música y espectáculos de pirotecnia.

La "emergencia de incendio", como se la ha apodado, ha puesto en un marcado contraste las consecuencias del cambio climático causadas por emisiones de dióxido de carbono a largo plazo por combustión de combustibles fósiles. Para millones de trabajadores, especialmente jóvenes, el asunto ya no se considera tema de debate legítimo. Ellos no solo quieren acción para prepararse y responder a desafíos inmediatos, exigen los cambios para el largo plazo y a nivel mundial necesarios para reducir la amenaza planteada por el calentamiento global.

Las temperaturas globales han aumentado en aproximadamente un grado Celsius desde el fin del siglo XIX, y el aumento más pronunciado ocurrió desde mediados del siglo XX. Los climatólogos no afirman que el calentamiento global sea la "causa" de los acontecimientos meteorológicos que impactan dramáticamente la vida de millones de personas —ya sea sequía, incendios, inundaciones, tormentas de nieve, viento, o huracanes, tifones y ciclones. Ellos insisten, sin embargo, en que está amplificando la escala, intensidad y capacidad destructora de esos acontecimientos, y sus advertencias están siendo corroboradas.

Aunque el continente australiano siempre ha sido seco, caliente y proclive a los incendios, está teniendo lugar un cambio fundamental en el clima. En 2018, nueve de los 10 años más calurosos de los que se tienen registros han ocurrido desde 2005. Este año continuó la tendencia, y el récord diario más cálido fue roto el 16 de diciembre y luego fue roto una vez más el 17 de diciembre, con una temperatura media en todo el país de 41,9 grados Celsius (107,4 grados Fahrenheit).

Los promedios de las precipitaciones han bajado en el suroeste del continente, donde vive la mayor parte de la gente, lo que ha llevado a sequías más intensas y a una temporada de incendios más larga. En contraste, en el norte tropical, los promedios de las precipitaciones han aumentado, llevando a monzones más intensos. En solo 12 días en enero y febrero de 2019, cayeron más de 2.000 milímetros de lluvia en partes del Estado norteño de Queensland, lo que ha causado inundaciones devastadoras.

En las áreas afectadas por la sequía del continente, se declararon importantes incendios desde finales de agosto y principios de septiembre, incluso en las selvas tropicales del sur de Queensland y del norte de New South Wales donde generalmente no hay incendios. A medida que el año se acerca a su fin —y con los meses veraniegos más calurosos y más peligrosos de la temporada de incendios aún por llegar— mucho más de tres mil millones de hectáreas de selva se han perdido a causa de las llamas y más de 1.000 hogares fueron destruidos. Sydney y otras ciudades densamente pobladas han sido cubiertas repetidamente por humo tóxico durante días con implicaciones a largo plazo para la salud todavía desconocidas.

Ninguna región ni Estado-nación del planeta es inmune al impacto del cambio climático.

El informe anual de este mes de la organización Christian Aid sobre "desastres climáticos", por ejemplo, identificó 15 acontecimientos en 2019 que causaron más de mil millones de dólares en daños. Incluyen inundaciones en Sudamérica, Australia, Estados Unidos, Irán, China, norte de la India y España; vendavales, huracanes y tifones que causaron estragos en el sur de África, el subcontinente indio, el norte de Europa, China, Japón, el Caribe y el sureste de los EEUU; y, en el más estrecho paralelo con la situación actual en Australia, los incendios que devastaron California.

Los incendios también consumieron millones de hectáreas de bosque en Siberia este año, así como grandes áreas de selva tropical en el Amazonas y Borneo.

Las estadísticas publicadas sobre el alcance del deshielo en el Ártico y el Antártico están entre las más alarmantes, debido a las implicaciones para el aumento del nivel del mar y la inundación potencial de regiones pobladas por cientos de millones de personas. Informes preliminares publicados en los días pasados por parte de la Universidad de Liege sugieren que el período noviembre-diciembre de 2019 ha sido testigo de los mayores deshielos de superficie diarios en la Antártida desde que se tienen registros.

Los desafíos y la amenaza planteados por el cambio climático solo se volverán más agudos a lo largo de los años venideros. A pesar de décadas de advertencias e interminables promesas de tomar medidas, las clases capitalistas y sus gobiernos siguen presidiendo sobre un aumento continuo de emisiones de carbono. Si no se paran las tendencias actuales, el consenso entre los científicos es que el planeta seguirá calentándose rápida y exponencialmente.

Un estudio científico ha establecido lo que hace falta para contener el calentamiento global en niveles gestionables. El uso de combustibles fósiles como la principal fuente de generación de energía y transporte tiene que reducirse radicalmente, combinado con la reforestación y el despliegue a gran escala de medios artificiales de capturar el carbono —ejemplos prometedores de los cuales están ya en etapas avanzadas de pruebas.

Los obstáculos para llevar a cabo lo que es necesario a escala mundial también son identificables. El principal es la subordinación de la vida económica a la acumulación de la ganancia privada de la clase capitalista. El futuro de miles de millones de personas está siendo puesto literalmente en riesgo por los intereses a corto plazo de la oligarquía financiera y corporativa que posee y controla las fuerzas productivas.

El más reciente índice de multimillonarios de Bloomberg estima que la fortuna de los 500 individuos más ricos aumentó este año en un total de $1,2 billones, un aumento del 25 por ciento respecto a 2018. Su valor neto conjunto ahora asciende a $5,9 billones. Gran parte de esa riqueza no ganada se deriva, directa o indirectamente, de los aproximadamente 100 conglomerados energéticos transnacionales que son responsables del 70 por ciento de todas las emisiones de gas de efecto invernadero y que han usado su influencia para obstaculizar o directamente bloquear una transición a formas de generar energía y de transporte que no utilicen carbono.

Al mismo tiempo, la división obsoleta del mundo en Estados-naciones rivales ha bloqueado el desarrollo de un plan internacional y científico para abordar los peligros del cambio climático. Cada Estado-nación, y particularmente las principales potencias dirigidas por los EEUU, ha estado trabajando en cambio para proteger la rentabilidad de "sus" corporaciones y élites adineradas a costa de sus rivales.

Una de las expresiones más claras de la irracionalidad del sistema capitalista del Estado-nación es la destinación de vastos recursos científicos y billones de dólares a los preparativos de guerra, mientras que cumbre tras cumbre sobre el cambio climático termina con medidas simbólicas, recriminaciones, angustia y parálisis.

La fuerza social que es capaz de tomar el control de las fuerzas productivas a escala mundial de manos de la oligarquía capitalista y sus sirvientes políticos —antes de que arrastren a la humanidad hacia el abismo— es la clase trabajadora internacional. Mediante la planificación socialista y la reorganización de la vida económica y una vasta redistribución de la riqueza para satisfacer las necesidades humanas y no la ganancia privada, se puede hacer frente a los desafíos planteados por el cambio climático.

(Publicado originalmente en inglés el 30 de diciembre de 2019)

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