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Edward Snowden advierte que los enjuiciamientos de Assange y Greenwald jalonan una nueva etapa en el ataque a la libertad de prensa

En un artículo de opinión publicado el domingo en el Washington Post, el denunciante de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) Edwards Snowden advirtió de que las imputaciones de los EEUU contra el fundador de WikiLeaks Julian Assange y el enjuiciamiento en Brasil del periodista del Intercept Glenn Greenwald están encabezando una campaña por parte de gobiernos de todo el mundo por abolir la libertad de prensa.

Pidiendo que se unan todos los defensores de los derechos democráticos en la defensa de Assange y Greenwald, Snowden escribió: "El periodismo más esencial de cada época es precisamente aquel que un gobierno intenta silenciar. Estos enjuiciamientos demuestran que están dispuestos a parar las rotativas —si pueden".

La voz de Snowden lleva el peso y la autoridad de un individuo valiente que lo arriesgó todo para alertar a la población de los crímenes del gobierno. En 2013, Snowden reveló el espionaje masivo de la NSA a la población estadounidense y mundial, así como a los rivales políticos del imperialismo estadounidense, incluyendo a sus propios aliados formales, violando la constitución estadounidense y el derecho internacional.

Por estas acciones, el gobierno estadounidense y sus agencias de inteligencia lo vienen acosando constantemente. Su viaje con éxito a Rusia y su solicitud de asilo político allí fue llevado a cabo con la asistencia de WikiLeaks.

El llamamiento de Snowden llega en una etapa crucial en la lucha por liberar a Assange. Las audiencias en el tribunal británico para la extradición del fundador de WikiLeaks a los EEUU, donde se enfrenta a imputaciones bajo la Ley de Espionaje y la posibilidad de cadena perpetua, empiezan el 24 de febrero. Si se lo extradita, Assange sería juzgado por su papel en las actividades editoriales de WikiLeaks, incluyendo sus revelaciones de los crímenes de guerra en Irak y Afganistán y los abusos a los derechos humanos en la prisión militar estadounidense en la Bahía de Guantánamo.

El poder judicial británico, y todos los partidos políticos oficiales, ya han dado su luz verde a lo que solo puede llamarse operación de entrega extraordinaria. El Departamento de Justicia de los EEUU dejó claro que a Assange se le negarán las protecciones de la Primera Enmienda respecto a la libertad de prensa y de expresión, a pesar de que se lo incrimina bajo la ley doméstica estadounidense.

A Glenn Greenwald lo acusaron la semana pasada en Brasil de conspiración y delitos de hackeo por su papel en la revelación de cómo funcionarios brasileños usaron una investigación anticorrupción para avasallar a opositores políticos del presidente fascista del país Jair Bolsonaro en el período previo a las elecciones nacionales de ese país de 2018. Snowden describió el enjuiciamiento de Greenwald como "un intento franco de intimidar y tomar represalias contra Greenwald y el Intercept por informar de manera crítica" sobre el gobierno brasileño.

En su artículo, con el titular "Trump ha creado un compendio global para atacar a los que revelan verdades incómodas", Snowden comentó que este ataque era una aplicación directa del "antecedente de Assange".

El denunciante de la NSA escribió: "La teoría legal utilizada por los fiscales brasileños —que los periodista que publican documentos filtrados están implicados en una 'conspiración' criminal con las fuentes que ofrecieron dichos documentos— es casi idéntica a la que planteó la imputación de la administración Trump de [Assange] en una nueva aplicación de la históricamente dudosa Ley de Espionaje".

El arresto de Assange y el que se desvelara la imputación de EEUU contra él el año pasado también ha estado seguida de redadas policiales contra periodistas en Australia, y amenazas por parte del gobierno francés de enjuiciar a periodistas por revelar su complicidad en la guerra dirigida por los saudíes contra el Yemen.

La conexión entre los ataques de EEUU a Assange y la medida de Brasil contra Greenwald es probablemente todavía más directa. En comentarios esta semana, el periodista del Intercept comentó que el gobierno de Bolsonaro no habría iniciado el enjuiciamiento sin recibir el visto bueno de la administración de Trump. El Departamento de Estado de los EEUU no ha dicho nada sobre las acusaciones contra Greenwald. Dicho de otra manera, las mismas fuerzas políticas están encabezando la persecución de Assange y de Greenwald.

Snowden señaló hacia la manera en la que la administración Trump ha acelerado un prolongado ataque del gobierno a la libertad de prensa.

El denunciante de la NSA comentó que aunque el anterior presidente estadounidense Barack Obama inició la vendetta dirigida por EEUU contra Assange, su administración no hizo públicos cargos contra el fundador de WikiLeaks por sus actividades editoriales, temiendo desencadenar una crisis constitucional. En cambio, la administración Obama usó a los aliados de los EEUU, incluyendo a Suecia y Reino Unido, para inventar una incriminación por mala conducta sexual contra Assange que fue utilizada para ensuciar su nombre y privarlo de su libertad.

El intento de enjuiciar a Greenwald de manera similar representó una rápida intensificación, después de que una orden en agosto de 2019 de un juez del Tribunal Supremo brasileño le prohibiera a la policía siquiera investigar al periodista.

El artículo de Snowden llegó tras un artículo de opinión en el New York Times por el reportero del Intercept James Risen, que advertía de que "los casos contra Julian Assange y Glenn Greenwald pueden ser modelos de represión". Comentaba que las imputaciones contra Greenwald eran "siniestramente parecidas" a las de la acusación contra Assange bajo la Ley de Espionaje estadounidense.

Risen escribió: "Ambos casos se basan en parte en un nuevo concepto procesal —que se puede demostrar que el periodismo es un crimen a través de enfocarse en las interacciones entre los periodistas y sus fuentes. Los fiscales están escudriñando los procesos por los cuales las fuentes obtienen información clasificada o privada y luego la ofrecen a periodistas. Ya que esas interacciones hoy en día son electrónicas en gran medida, los fiscales están buscando criminalizar el periodismo acudiendo a leyes contra el hackeo para implicar a los periodistas en la supuesta actividad criminal de sus fuentes en obtener acceso a datos en computadoras o teléfonos móviles sin autorización".

Comentó que si este modelo tuviera éxito, le daría al gobierno un "desvío" alrededor de las protecciones de la Primera Enmienda de la constitución estadounidense y pondría en peligro a los periodistas de todo el mundo.

La publicación de artículos en defensa de Assange en dos de los más grandes diarios de los EEUU pone de relieve los temores de las principales corporaciones mediáticas de que esta campaña pudiera alterar la colaboración que dura décadas con los gobiernos y autoridades estatales y sus lucrativos modelos de negocios.

Desde hace años, el New York Times, el Washington Post y otras publicaciones prevalecientes han estado ayudando en el ataque a la libertad de prensa, incluso repitiendo las calumnias oficiales utilizadas para desacreditar a Assange. Estas dos publicaciones promocionaron las alegaciones suecas inventadas de mal comportamiento sexual contra él.

El Times colaboró con Assange en el 2010 en las propias publicaciones por las cuales se incrimina ahora a Assange. Para 2011, sin embargo, habían tirado al fundador de WikiLeaks a los lobos y habían socavado sus protecciones de la Primera Enmienda afirmando falsamente que él había hecho de "fuente" y no de coeditor.

El artículo de Risen, aún mientras advertía contra las implicaciones de la persecución a Assange, daba asistencia a las afirmaciones infundadas del Partido Demócrata y las agencias de inteligencia de que hizo de agente del gobierno ruso en 2016.

En realidad, las publicaciones de WikiLeaks en 2016 demostraron que el Comité Nacional Demócrata había intentado amañar las primarias del Partido Demócrata contra Bernie Sanders en favor de Hillary Clinton, violando sus propias reglas. Demostraban que Clinton había prometido a banqueros multimillonarios que ella gobernaría en interés de ellos y apoyaría intervenciones militares estadounidenses más predatorias.

Risen lleva mucho tiempo promoviendo la desacreditada teoría de la conspiración del "Russiagate", incluso calumniando a Assange. Esto destaca el hecho de que no habrá ninguna defensa genuina del fundador de WikiLeaks, ni de los derechos democráticos, desde la prensa corporativa, que está completamente integrada en el aparato estatal. Demuestra que la lucha por liberar a Assange y a todos los presos de la guerra de clases, y para defender a Greenwald, requiere el desarrollo de un movimiento político independiente de la clase trabajadora.

(Publicado originalmente en inglés el 30 de enero de 2020)

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