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Perspectiva

La debacle de las primarias en Iowa

El retraso de un día en reportar los resultados de las primarias demócratas de Iowa el lunes por la noche es un evento sin precedentes, incluso para los estándares de la política capitalista estadounidense.

Por aproximadamente 20 horas después de que aproximadamente 175.000 personas participaran en las reuniones o “caucus”, el Partido Demócrata de Iowa se rehusó a reportar ni un solo voto, atribuyéndolo a dificultades técnicas en la aplicación utilizada para reportar los totales de cada recinto a la sede del partido.

El candidato presidencial y senador demócrata, Bernie Sanders en Des Moines, Iowa, 3 de febrero de 2020 [crédito: AP Photo/ Pablo Martínez Monsivais]

Cuando los totales parciales finalmente fueron publicados a las 4 p.m. el martes, hora local de Des Moines, solo incluía el 62 por ciento de los casi 1.800 recintos El presidente estatal del partido, Troy Price se rehusó a explicar cómo fue que se seleccionó el 62 por ciento y qué lo distinguía del 38 por ciento aún por reportar. No respondió a interrogantes sobre cuándo estaría listo el conteo final.

Independientemente de las intenciones específicas de los líderes estatales del partido en Iowa, todas sus acciones durante la crisis de las primarias han sido en detrimento del senador de Vermont, Bernie Sanders y para el beneficio del exalcalde de South Bend, Pete Buttigieg. La prensa ha declarado al exoficial de la inteligencia naval el ganador de los “caucus” porque, en los resultados tabulados para el 62 por ciento de los recintos, obtuvo el primer lugar en la categoría sospechosa de “equivalente a delegados estatales”, una medida destacada por el partido en Iowa.

En la misma tabulación, Sanders ganó la mayor cantidad de votos, tanto en el conteo inicial como en la segunda ronda —después de que los candidatos “no viables”, aquellos con menos del 15 por ciento de apoyo, son eliminados—. Además, gran parte de los votos no reportados provienen de ciudades universitarias o fabriles, donde el senador de Vermont ha tenido sus mejores resultados. Es muy posible que Sanders también obtenga el mayor número de equivalentes a delegados una vez que se reporte el conteo final.

En los previos “caucus” de Iowa, los resultados se habían tabulado y publicado en dos horas tras la llegada de los votantes al recinto. Los candidatos proclamados ganadores de los último cuatro “caucus” de ganaron la nominación del partido: Al Gore en 2000, John Kerry en 2004, Barack Obama en 2008 y Hillary Clinton en 2016. Pero no hubo ningún titular el lunes por la noche o el martes por La mañana sobre el hecho de que Bernie Sanders recibió el mayor número de votos en Iowa en 2020.

Tampoco hubo titulares destacados sobre la debacle del exvicepresidente Joe Biden, considerado alguna vez el favorito para la nominación demócrata y que acabó con un mal cuarto lugar según el conteo el martes por la tarde. Biden podría incluso caer al quinto lugar en el conteo final, ya que la senadora Amy Klobuchar le seguía por un pequeño margen.

Aún es imposible decir a qué se debió el retraso en los reportes de Iowa. Sin embargo, la afirmación de que solo hubo una “avería” en la aplicación —producida por una empresa tecnológica prominentemente conectada al Partido Demócrata— crea más preguntas de las que responde. La prensa, la cual acepta fácilmente las historias increíbles de “injerencia” rusa en la política estadounidense, denunció pronto cualquier cuestionamiento de los motivos detrás del retraso como “teorías conspirativas”.

Todo el proceso es sumamente sospechoso, y vulnerable a manipulaciones políticas. El retraso en los resultados de Iowa se produjo apenas dos días después de la cancelación de la última encuesta en el Des Moines Register, después de que la campaña de Buttigieg se quejara de que al menos a un encuestado por teléfono no se le dijo el nombre de su candidato. Se tenía previsto que esta influyente encuesta mostrara una importante ventaja para Sanders en todo el estado.

Sería ingenuo separar las presuntas “averías técnicas” en los informes sobre la votación de Iowa del contexto político más amplio. Las semanas previas a los “caucus” de Iowa estuvieron dominadas por una campaña concertada contra Sanders que incluyó intervenciones de Hillary Clinton, John Kerry y otras figuras de la cúpula del partido, así como de la prensa, en las que afirmaron que la nominación de un autoproclamado “socialista democrático” tendría consecuencias desastrosas.

La campaña contra Sanders demuestra que la élite del Partido Demócrata es igual de hostil contra Donald Trump que contra la creciente militancia en la clase obrera y el aumento del apoyo al socialismo entre trabajadores y jóvenes. No se trata de Sanders en sí, sino de este giro en las masas que constituye una pesadilla para todas las facciones de la élite gobernante capitalista.

Las primarias demócratas han visto la formación de dos grupos de candidatos, uno a la izquierda encabezado por Sanders y la senadora Elizabeth Warren, y otro a la derecha compuesto por Biden, Buttigieg y Klobuchar. Cada lado se ha ganado el apoyo de aproximadamente la mitad de los posibles votantes del partido.

La clase gobernante estadounidense utiliza ambos grupos de candidatos para distintos propósitos. El ala Sanders-Warren busca contener el giro a la izquierda de los trabajadores y jóvenes y desviarla de vuelta bajo el control del sistema bipartidista. El ala de Biden-Buttigieg-Klobuchar maneja el verdadero poder del partido, recibirá la nominación y servirá como reemplazo de Trump si la clase gobernante determina que dicho cambio sea necesario.

La evidente crisis de la campaña de Biden ha llevado a intentos cada vez más invasivos para desarrollar algún tipo de alternativa a la facción derechista: la enorme recaudación de fondos para Buttigieg, la promoción mediática de Klobuchar y, lo que es más importante, la entrada del milmillonario Michael Bloomberg en la contienda, cuya campaña entera procura reemplazar a Biden y bloquear la nominación de Sanders o Warren.

Cabe notar que cuando se volvió evidente la magnitud de la debacle de Biden en Iowa, Bloomberg, quien ya gastó más de $300 millones en anuncios de campaña, anunció que duplicaría su compra de anuncios y su personal pagado antes del “Súper Martes” de primarias y “caucus”, el 3 de marzo. Bloomberg bien podría gastar $1 mil millones de su fortuna de $58 mil millones para garantizar suficientes delegados para alcanzar un lugar prominente en la convención de nominación demócrata.

Los eventos en torno al “caucus” de Iowa demuestran la bancarrota de la afirmación de Sanders de que es posible reformar el Partido Demócrata e incluso convertirlo en un vehículo de reforma social y un arma para disputar la influencia política de los milmillonarios. La verdad es que el Partido Demócrata no es menos un instrumento político de la clase capitalista que el Partido Republicano. No es más posible “reformar” el Partido Demócrata que “reformar” la CIA, el Pentágono o el propio Wall Street.

El papel de Sanders en 2020 no es fundamentalmente distinto al que desempeñó en 2016, cuando su campaña “insurgente” acabó respaldando a Hillary Clinton, la candidata preferida de los banqueros y la CIA.

Su respuesta a los intentos del Partido Demócrata de Iowa de manipular los resultados del “caucus” fue notablemente de bajo perfil. Les dijo a los reporteros que “no era justo” sugerir que el procedimiento seguido por el partido estatal fuera sospechoso.

Su asistente de campaña más cercano, Jeff Weaver, denunció a la campaña de Biden por cuestionar la conducta del partido estatal. “Quiero urgirles a las personas, en aras de no desacreditar el partido, que las personas que solo están intentando retrasar los reportes de esto por su posición relativa en los resultados anoche, creo que eso es un poco deshonesto”, dijo Webber. “Esos resultados deberían ser presentados apenas los recibimos”.

El grado de complacencia promovido por la campaña de Sanders es sorprendente. El hecho es que el 4 de febrero, nadie sabía cuáles eran los resultados de la primera contienda por la nominación presidencial demócrata. No es difícil imaginar una situación en la que el 4 de noviembre, en apenas nueve meses, los resultados de la elección general estadounidense no se conocieran o estuvieran siendo cuestionados o desafiados por un presidente que ha declarado repetidamente su intención de quedare en el cargo más allá de sus dos términos constitucionales.

Lo más significativo sobre la crisis de los “caucus” de Iowa es lo que refleja del nivel de crisis dentro del aparato estatal. Estados Unidos parece ser incapaz de tener una elección. Mientras inician las primarias demócratas, el juicio político de Trump está a punto de acabar, un proceso que ha revelado conflictos extraordinarios dentro de la clase gobernante sobre política exterior.

Detrás de todo hay un nivel de antagonismo social que no se puede resolver electoralmente. Las tensiones sociales son tan extremas que los mecanismos tradicionales de la democracia se están resquebrajando.

Independientemente del resultado y, del nominado elegido por el Partido Demócrata, no resolverá nada. Todo esfuerzo de la clase obrera para avanzar sus intereses en este proceso es inútil.

Solo hay una campaña en las elecciones de 2020 que busca alertar al pueblo estadounidense sobre estos peligros y movilizar a la clase obrera y a los jóvenes en una lucha política contra la clase capitalista en defensa de empleos, niveles de vida y derechos democráticos y en oposición a las guerras imperialistas. Esa es la campa ña del Partido Socialista por la Igualdad y sus candidatos, Joseph Kishore para presidente y Norissa Santa Cruz para vicepresidenta.

(publicado originalmente en inglés el 5 de febrero de 2020)

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