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Perspectiva

La respuesta del capitalismo estadounidense a la pandemia: nada para la salud, dinero ilimitado para Wall Street

Durante el fin de semana la pandemia de coronavirus siguió expandiéndose por todo el mundo. Los casos en Italia y EE. UU. se duplicaron y se han reportado infecciones en 146 países.

El domingo, Italia anunció las cifras impactantes de 3.950 nuevos casos y 368 nuevas muertes, mientras que EE. UU. añadió 834 nuevos casos y 12 nuevas muertes. A nivel mundial, el total de casos llegó a 170.000, con más de 6.500 muertes.

Durante el fin de semana, Anthony Fauci, el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, advirtió que “es posible” que millones mueran en EE. UU. por la pandemia.

Se está desarrollando un desastre de dimensiones sin precedentes en EE. UU. y todo el mundo. Se desperdicia el tiempo valioso y vidas por el fracaso de los Gobiernos para responder a la crisis.

Personas pasan una pantalla electrónica con el índice bursátil de Hong Kong fuera de un banco local en Hong Kong, martes 3 de marzo de 2020 (AP Photo/Kin Cheung)

En toda Europa y EE. UU., el mensaje es el mismo: los enfermos están siendo rechazados de los hospitales. La detección del virus, la única forma de contener seriamente la pandemia, no está disponible para la mayoría que lo solicita. Ha habido menos de 15.000 pruebas en EE. UU.

Un sinfín de declaraciones en redes sociales de todo el país documentan el dilema que enfrentan los doctores y pacientes que suplican por pruebas para el coronavirus y les responden que no pueden tener pruebas porque no han estado en contacto con alguien que salió positivo.

Más allá de preocuparse de no infectarse de la mortal enfermedad, millones de familias en el país están preocupadas sobre quién cuidará a sus hijos con el cierre de escuelas en gran parte del país y cómo alimentarán a sus familias dado que se agotó lo que había en las tiendas.

A medida que crece la pandemia, dos acontecimientos el fin de semana dejaron en claro la prioridad real de la respuesta de la clase capitalista a la crisis.

El viernes, la legisladora Nancy Pelosi afirmó falsamente que la Cámara de Representantes aprobó leyes que “garantizan… dos semanas de licencias remuneradas por enfermedad y licencias médicas remuneradas para aquellos afectados por el virus”.

De hecho, el miserable proyecto de ley no hace nada por el 80 por ciento de los trabajadores debido a que exenta a los empleadores grandes o las pequeñas empresas que aleguen tener dificultades. Los legisladores argumentaron que permitir licencias remuneradas por enfermedad incentivaría a que los empleados enfermos se queden en casa —precisamente el propósito del programa—. Consecuentemente, los trabajadores serán obligados a elegir entre ir enfermos a trabajar y poner en peligro a sus compañeros de trabajo u obligar a que sus familias sufran hambre.

No se hará nada para los trabajadores amenazados por la mortal pandemia. Pero cuando se trata de rescatar los bancos y apuntalar los precios de las acciones, no hay límites en los recursos que el Gobierno está dispuesto a movilizar.

El domingo, el presidente estadounidense Donald Trump anunció que la Reserva Federal había recortado las tasas de interés a cero por ciento, en otro obsequio para la oligarquía financiera. “Pensaría que hay muchas personas en Wall Street muy felices y yo lo estoy”, celebró Trump.

Desde el principio, el Gobierno de Trump, en nombre de toda la élite política estadounidense, dejó en claro que no ve la pandemia como una crisis de salud pública, sino como una amenaza para la riqueza de la oligarquía financiera.

Con esta perspectiva, la Casa Blanca y la Reserva Federal han provisto fondos efectivamente ilimitados para Wall Street, mientras no hacen nada para realmente combatir la enfermedad o asistir a los trabajadores que se enfermen.

Además de recortar las tasas de intereses uno por ciento —más rápido que cualquier recorte anterior— la Reserva Federal también anunció que reinstituiría su programa de expansión cuantitativa, inyectando medio billón de dólares adicionales a los mercados financieros.

El paso se produjo después de un recorte de 0,5 por ciento a principios de este mes, que a su vez fue seguido 10 días después por el bombeo de $1,5 billones adicionales para los mercados financieros el jueves, una cifra dos veces mayor que el rescate bancario original de 2008.

El mensaje a Wall Street fue claro: la Casa Blanca y la Reserva Federal harán lo que sea necesario para respaldar la bolsa de valores. Sin importar el costo, se compensará a los inversores.

Como es usual, Trump no expresó ninguna simpatía por las 700 personas que fallecieron el domingo a nivel mundial. No expresó simpatía por los que sufren por la enfermedad, los que han perdido a seres queridos y les dijo a las personas desesperadas en busca de provisiones en las tiendas vaciadas que “se relajen”.

El World Socialist Web Site argumentó el viernes, las clases gobernantes están llevando a cabo una política de “negligencia maligna” en respuesta a la pandemia:

En la superficie, esta respuesta parece ser caótica, desorganizada e improvisada. Todo esto es cierto. Pero de este caos aparece una política definida que se puede describir como negligencia maligna. Es decir, los Gobiernos están realizando una decisión deliberada de minimizar su respuesta y adoptar una actitud de indiferencia ante la propagación del virus.

Durante el fin de semana, el Gobierno británico explicitó esta política cuando sir Patrick Vallance, el principal asesor científico del primer ministro Boris Johnson declaró: “No es posible prevenir que todos se infecten y tampoco es deseable”.

Esto va en línea con el número cada vez mayor de declaraciones en la prensa que instan a que se infecten más personas. El columnista del diario británico Telegraph, Jeremy Warner declaró que el “COVID-19 quizás incluso se demuestre como moderadamente beneficial a largo plazo al sacrificar desproporcionalmente a los dependientes de mayor edad”.

El domingo, William Hanage, un profesor de epidemiología de Harvard, excorió la política del Gobierno británico, comentando: “Su casa está en llamas y las personas a quienes han encargado para cuidarlos no las están intentando apagar”.

Pero cuando se trata de la crisis financiera desatada por la pandemia, el Gobierno está llevando a cabo una intervención masiva y sin precedentes, poniendo a disposición de la clase capitalista toda la riqueza de la sociedad.

Los acontecimientos del domingo dejaron en claro la urgente necesidad de que los trabajadores intervengan políticamente en la crisis actual. La clase obrera necesita exigir que los billones siendo encauzado a las bolsas de valores y bancos se utilicen para financiar una expansión masiva en las pruebas y una inversión sin precedentes en la salud pública. Es urgente que se asignen los recursos necesarios para construir hospitales, producir respiradores y garantizar que los trabajadores médicos y el personal asistente trabajen en un entorno seguro.

La pandemia está exponiendo el capitalismo ante millones de trabajadores y jóvenes como un sistema cuyo único objetivo es enriquecer a una minoría capitalista a expensas de la gran mayoría.

Sin embargo, en el debate presidencial demócrata del domingo entre Bernie Sanders y Joe Biden, el cual estuvo dominado por una discusión sobre la pandemia, ninguno iteró las dos palabras cruciales para entender la enfermedad y su impacto: “capitalismo” y “socialismo”.

El hecho es que la demanda de un esfuerzo serio para combatir la pandemia es inseparable de la lucha por poner fin al sistema capitalista y reorganizar la sociedad sobre una base socialista.

(Publicado originalmente en inglés el 16 de marzo)

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