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Push: una denuncia sobre el parasitismo financiero y la crisis mundial de la vivienda

Push es un documental del cineasta sueco Fredrik Gertten que sigue a Leilani Farha, relatora especial de la ONU sobre el derecho a una vivienda digna, mientras viaja por el mundo tratando de entender por qué la vivienda se hizo tan costosa. Los precios de la vivienda están aumentando en todas partes.

Las hipotecas y los alquileres consumen una proporción cada vez mayor de los salarios, que cayeron en términos reales desde la crisis financiera mundial en 2008. En Toronto, por ejemplo, los precios de la vivienda subieron tres veces en relación al aumento de los sueldos en los últimos 30 años.

En Londres, se requieren cuatro ingresos para alquilar un apartamento de dos habitaciones. El costo alto de la vivienda está llevando a las personas a la pobreza y la falta de hogar. Muchas de esas personas sin hogar son familias con niños.

Londres [Crédito: Sasha Snow]

En los países más pobres, el número de personas que viven en hogares informales (incluidos asentamientos no planificados, ocupados y marginales, viviendas no convencionales, estructuras no permanentes, viviendas inadecuadas, barrios marginales, viviendas que no cumplen con las normas de planificación y construcción, etc.) excede los mil millones, la séptima parte de la población mundial.

Esto es una prueba de la violación flagrante de los gobiernos del derecho internacional, que consagra el derecho a la vivienda en virtud del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966.

El director del filme, Gertten (nacido en 1956), trabajó durante varias décadas como periodista antes de dedicarse a la producción de películas para televisión. Más recientemente, su trabajo se centró en problemas e injusticias globales. Bicicletas vs. coches (2015) analizó el conflicto entre ciclistas y automovilistas en ciudades de todo el mundo; Bananas! (2009), con la que Gertten ganó varios premios, registró la batalla de los trabajadores nicaragüenses de la fruta con la corporación internacional Dole. Big Boys Gone Bananas!(2011) se ocupó de los problemas legales por el intento de Dole, retirado dos meses después, de demandar a Gertten y a su productora, Margarete Jangård.

Dir Fredrik Gertten [Crédito: Gerhard Jörén]

Push es importante porque rechaza la gentrificación como fuente, en lugar de efecto, del problema. En cambio, Gertten trata de entender la razón de la falta de vivienda asequible y de las injusticias que surgen desde una perspectiva económica más amplia. Proporciona un retrato devastador del papel criminal de la industria financiera, ayudada e incitada por un ejército de abogados, asesores y gobiernos en el desalojo de personas y el aumento de los alquileres después de dar a las propiedades un cambio de imagen superficial.

Estrenada el año pasado, la película se exhibe actualmente en varias ciudades del Reino Unido. Está disponible para ser proyectada en eventos bajo petición a los distribuidores.

El filme muestra a Farha, una enérgica y apasionada abogada canadiense y directora de una ONG de lucha contra la pobreza en Ottawa, realizando extensas investigaciones y entrevistas sobre cómo y por qué las personas son expulsadas de sus hogares en Valparaíso, Londres, Barcelona, Estocolmo, Toronto, Hong Kong, Tokio y Seúl. En algunas ciudades esto lo hacen matones contratados por los propietarios corporativos.

Leilani Farha en misión oficial a Corea [Crédito: Janice d'Avila]

Ella pregunta por qué 72 residentes de la Torre Grenfell, en el distrito más rico de Londres, fueron asesinados. Uno de los inquilinos, Nick Burton, cuya esposa murió por las heridas sufridas en el incendio, describe los hechos de esa noche de manera conmovedora. Él habla sobre su rescate después de una espera de dos horas y media y del horror de tener que dejar a su perro detrás y pasar encima de los cuerpos a medida que bajaba por la escalera. Burton señala que muchos de los que se quedaron sin hogar seguían en situación de alojamiento temporal en el momento de la filmación.

Farha describe el infierno de Grenfell como “una representación física del desplazamiento de una comunidad. Para mí esa es la narrativa del mundo ahora”. El problema, dice ella, va más allá de la gentrificación: el gran capital “ha financierizado” la vivienda.

Ella dice: “Creo que hay una gran diferencia entre la vivienda como mercancía y el oro como mercancía. El oro no es un derecho humano, la vivienda sí”.

Leilani Farha se encuentra con residentes en Barcelona [Crédito: Janice d’Avila]

En una entrevista, Saskia Sassen, profesora de sociología en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y autora de Global City, dice: “Esto no es sobre la vivienda. Los edificios funcionan como activos”. Describe las inversiones en vivienda como acaparamiento de tierras de alta gama y explica que un apartamento vacío es a veces un mejor activo que su uso como hogar. “El valor de todos los bienes inmuebles que funcionan como activo es $217 billones, más del doble del PIB de todos los países del mundo”.

Sassen argumenta que el quid de la cuestión está en la industria financiera, que “vende algo que no tiene” y, entonces, “necesita inventar instrumentos brillantes que le permitan invadir otros sectores”.

En una metáfora reveladora, ella compara el sector financiero con la minería: “Una vez que ha extraído lo que necesita [de la vivienda], no le importa lo que le suceda al resto”. El corolario es que quienes son expulsados son desecho.

Leilani Farha en misión oficial a Chile [Crédito: Janice d'Avila]

Joseph Stiglitz, antiguo economista del Banco Mundial y profesor de economía en Columbia, explica el papel de la crisis financiera mundial de 2008 y del gobierno de EE.UU. en permitir que el capital privado y los fondos de inversión se conviertan en propietarios mundiales.

Sin pelos en la lengua, él señala: “En lugar de ayudar a los propietarios que perdían sus hogares, [el gobierno] se puso del lado de los bancos. Alentaron las ejecuciones hipotecarias para limpiar los libros y entregaron el dinero a los fondos de inversión y las empresas de capital privado, que luego compraron los activos problemáticos para ganar dinero. Así es como la crisis de 2008 jugó un papel importante en el aumento de la desigualdad”.

Farha entrevista a Roberto Saviano, el escritor italiano y autor de Gomorra, que reveló el funcionamiento de la mafia y, más generalmente, del crimen organizado. Desde la publicación del libro en 2006, cuando recibió amenazas de muerte de la mafia, Saviano ha vivido con protección policial.

Activistas locales de vivienda en Valparaíso, Chile [Crédito: Janice d'Avila]

Saviano explica el papel de los paraísos fiscales en el negocio del lavado de activos inmobiliarios: “Los paraísos fiscales son el lugar donde el capitalismo criminal y el capitalismo legal se encuentran y fusionan. Las organizaciones mafiosas fueron las primeras en crear y facilitar mecanismos de lavado de dinero mediante paraísos fiscales”.

“Usted compra cosas con dinero legal (un restaurante, hotel o casas), luego vende esas propiedades a su empresa en un paraíso fiscal. Si quiere trasladar su dinero sucio a su país, simplemente se lo compra a sí mismo a un precio mucho más alto de lo que pagó”.

Y agrega: “Las empresas no quieren bienes inmuebles de bajo costo. Quieren pagar tanto como sea posible para poder esconder más dinero”. Como él señala, Londres (que tiene algunas de las residencias más caras del mundo, muchas de ellas desocupadas) se ha convertido en la capital mundial del lavado de dinero.

Leilani en misión oficial en Valparaíso, Chile [Crédito: Janice d'Avila]

Push cita las actividades de la firma de capital privado Blackstone como uno de los mayores propietarios corporativos de viviendas, incluidas las antiguas urbanizaciones públicas. Desde la crisis financiera, Blackstone ha gastado unos $9.6 mil millones comprando cientos de miles de casas de bajos ingresos en EE.UU. con grandes descuentos, aumentando los alquileres, desalojando a los inquilinos por falta de pago y destruyendo las comunidades locales. El presidente de Blackstone, Jonathan Gray, admitió en una entrevista archivada que la crisis financiera de 2008 fue la fuente de un enorme grupo de “activos” baratos en forma de viviendas, cuyos propietarios habían incumplido con sus hipotecas.

Farha va a Uppsala, Suecia, donde según ella Blackstone aumentó los alquileres en un 50 por ciento mientras mejoraban una urbanización, algo que la compañía niega. De manera reveladora, el dueño de Blackstone, Stephen Schwarzman, cancela una reunión con Farha a último momento y no la reprograma —para evitar cualquier indagación— admitiendo el reclamo de la película.

Farha reconoce que no puede revertir la situación ella sola y por ello ha organizado la campaña “The Shift” (El Cambio) como un movimiento global con el fin de proteger el derecho humano fundamental a la vivienda —de la vivienda como activo a “la vivienda como un lugar para vivir con dignidad, criar familias y participar en la comunidad”.

Agente de bienes raíces en Toronto [Crédito: Iris Ng]

Su concepción, empero, es muy limitada. A pesar de todas las pruebas que ha reunido, incluida la negativa del jefe de Blackstone a reunirse con ella y la responsabilidad de la compañía en la destrucción de la selva amazónica, con el fin de facilitar el cultivo y la exportación de granos y soja, Farha dice: “No creo que el capitalismo en sí mismo sea muy problemático”. Pero agrega: “¿Es problemático el capitalismo desenfrenado en un espacio que es un derecho humano? Sí”. La película termina con una mesa redonda de alcaldes que se comprometen a mejorar un poco las cosas.

Hay muchas cosas valiosas y apasionantes aquí, pero hay que distinguirlas de la perspectiva política incongruente de una película que aboga por reformas—como el control de alquileres en Berlín—de gobiernos que han favorecido a estas corporaciones rapaces a expensas de la clase trabajadora, o por aplicar presión sobre los fondos de pensiones para dejar de invertir en los fideicomisos de inversión inmobiliaria (los REIT).

La película también destaca—por omisión—la impotencia de la ONU y las limitaciones del enfoque de “derechos humanos internacionales”. El relator especial de la ONU sobre el derecho a una vivienda digna fue creado por los Estados miembros de la ONU para “examinar, controlar, asesorar e informar públicamente” sin otorgar al titular del cargo ningún poder coercitivo sobre los Estados miembros. Por lo tanto, lo único que el relator puede hacer es “crear conciencia”, hacer recomendaciones a las autoridades y pedir a las personas que pongan presión sobre los Estados para defender los derechos humanos.

Esta película apasionada e informativa debe ser vista por todos. Ofrece el caso más convincente para la construcción de vivienda de calidad, tan esencial para la humanidad, en función de la necesidad social, sin fines de lucro, disponible para todos. Pero no se puede alcanzar esto sin una lucha social y política contra la desigualdad y el sistema de ganancias capitalista.

(Publicado originalmente en inglés el 7 de marzo de 2020)

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