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Perspectiva

Trump anuncia plan para detener toda la inmigración a EE. UU.

El lunes por la noche, Donald Trump anunció por Twitter que, debido al coronavirus, el Gobierno frenaría toda la inmigración a Estados Unidos, un paso sin precedente en la historia del país.

Esta atroz acción propia de un Estado policial es un intento desesperado del Gobierno de Trump para distraer de la criminalidad de la respuesta de la clase gobernante al coronavirus.

Todo elemento de la respuesta oficial, incluyendo ignorar las advertencias iniciales, regalarles billones a las corporaciones y los esfuerzos desquiciados de apurar a los trabajadores a volver al trabajo, ha pretendido proteger a Wall Street y garantizar las ganancias corporativas sin importar el costo humano. El resultado ha sido un colapso económico y muertes a una escala masiva. Ayer fue uno de los días más mortales en el registro, mientras EE. UU. se acerca a 50.000 muertes totales sin un final a la vista.

El presidente Donald Trump habla en una sesión informativa en la Casa Blanca, lunes 20 de abril de 2020. (AP Photo/Alex Brandon)

La propuesta de Trump de una “pausa” de 60 días en la inmigración incluiría todas las solicitudes de visas de inmigración y residencia permanente. No obstante, excluiría las visas por invitación para los jornaleros agrícolas, acorde a las demandas de las grandes empresas agrícolas.

El terreno social del país se vería drásticamente alterado por tal acción, que establecería efectivamente una subclase de personas permanente sin posibilidad de acceder jamás a programas sociales, beneficios por desempleo o empleos con salarios dignos.

Mientras decenas de millones de estadounidenses se enfrentan a un futuro indefinido de desempleo masivo, colas por alimentos y pobreza, el anuncio de Trump es un esfuerzo peligroso y calculado de utilizar a los sectores más oprimidos de la clase obrera como chivo expiatorio respecto a las devastadoras consecuencias sociales de la respuesta bipartidista de la clase gobernante.

Como es usual, Trump anunció su nueva política a la ligera, por medio de un tuit tarde en la noche con casi tantas mentiras como palabras.

“En vista del ataque del Enemigo invisible, así como la necesidad de proteger los empleos de nuestros GRANDIOSOS Ciudadanos Estadounidenses, estaré firmando una Orden Ejecutiva para suspender temporalmente la inmigración a Estados Unidos”.

En la rueda de prensa de ayer, Trump alegó absurdamente que los inmigrantes son responsables por la falta de suministros médicos, utilizándolos como chivo expiatorio por la inhabilidad del Gobierno de proveer la cantidad adecuada de recursos médicos, respiradores y equipo de protección para los trabajadores de salud. Prohibir la inmigración es necesario para “ayudar a conservar los recursos médicos vitales para los ciudadanos estadounidenses”, dio Trump, insinuando que las personas sin ciudadanía merecen morir sin asistencia médica.

Trump también culpó a los inmigrantes por el hecho de que 22 millones de personas solicitaron beneficios por desempleo en semanas recientes, diciendo que su veto a la inmigración busca “colocar a los estadounidenses desempleados primeros en la línea de los empleos al reabrir”.

Dos muchachos miran a través del muro fronterizo que separa Ciudad Juárez, México, de El Paso, Texas, 2017 (WSWS Photo)

La referencia de Trump a la “reapertura” de los lugares de trabajo traiciona un propósito inmediato de su anuncio: utilizar el chovinismo racial y nacional como una herramienta para distraer y suprimir la oposición social a los esfuerzos de la clase dominante para abrir negocios y lugares de trabajo por el objetivo propuesto por Trump del 1 de mayo.

Varios estados, entre ellos Georgia y Carolina del Sur, ya han comenzado a abrir negocios no esenciales antes de la fecha propuesta por Trump, a pesar de las abrumadoras pruebas médicas de que tales medidas provocarán la muerte de incontables miles de personas más.

Pero Wall Street está exigiendo el derecho a explotar a la clase obrera sin restricciones y sin prestar atención a cuántos morirán. Mientras que millones de trabajadores despedidos todavía están esperando sus cheques de estímulo y desempleo, se transfirieron de la noche a la mañana billones de dólares a los bancos y corporaciones bajo la Ley bipartidista CARES.

La América Corporativa se está preparando para que millones vuelvan a trabajar protegiéndose legalmente contra cualquier responsabilidad por el próximo aumento de muertes.

Durante su conferencia de prensa del lunes, Trump dijo que su administración iba a proporcionar una protección general a las corporaciones de las demandas presentadas en nombre de los trabajadores que se enferman o mueren en el trabajo: “Estamos tratando de quitarle la responsabilidad a estas compañías”, dijo Trump. “No queremos eso porque queremos que las compañías se abran y se abran fuerte”.

En condiciones en las que los trabajadores ya están involucrados en huelgas y protestas contra el trabajo no esencial en los Estados Unidos y a nivel internacional, la orden de “volver al trabajo” amenaza con desencadenar una explosión social.

El Washington Post indicó con preocupación en un artículo el 19 de abril: “Mientras más de la mitad de la gente en el mundo se ahoga bajo alguna forma de confinamiento forzoso, la agitación política y social apunta a una nueva fase potencialmente turbulenta en el esfuerzo mundial para frenar la pandemia de coronavirus. Ya han estallado protestas impulsadas por el colapso de la actividad económica en lugares dispersos de todo el mundo”.

Al mismo tiempo, el anuncio en pánico de Trump sobre la inmigración subraya las profundas divisiones dentro de la clase dominante en cuanto a la mejor manera de suprimir la oposición social y mantener las ganancias corporativas en medio de la crisis del coronavirus.

Trump está inmerso en una disputa continua con una serie de gobernadores estatales demócratas, incluido el gobernador de Washington, Jay Inslee, quien dijo que Trump estaba “fomentando una rebelión interna” al promover pequeñas protestas de la derecha que exigen el fin de las regulaciones de permanencia en el hogar.

El mes pasado, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, dijo que la amenaza de Trump de implementar una cuarentena forzosa en todo el estado equivaldría a una “declaración de guerra federal” contra los estados, llamándola “una discusión propia de una guerra civil”. El gobernador de California, Gavin Newsom, ha llamado repetidamente a California un “Estado nación” en las últimas semanas y ha formado el “Pacto de los estados del oeste” con Oregón y Washington, cuyo propósito explícito es promover una “visión compartida para reabrir sus economías”.

La oposición a Trump por parte de los gobernadores de estos estados –donde se ubican Wall Street, Silicon Valley y Amazon— no representa una alternativa progresista a Trump. Los gobernadores del Partido Demócrata no están menos decididos a obligar a los trabajadores a volver al trabajo en contra del consejo de los expertos médicos. El Partido Demócrata ha sido tan agresivo como Trump en convertir a China y al pueblo chino en chivos expiatorios de la propagación de la enfermedad.

La prohibición de Trump de la inmigración es parte de un proceso internacional. En todo el mundo, cada burguesía nacional está respondiendo a la crisis erigiendo barreras comerciales y limitando la inmigración, “protegiéndose”, como escribió León Trotsky, “detrás de un muro aduanero y un seto de bayonetas”.

Pero la naturaleza de la crisis del coronavirus exige una respuesta internacional, no limitada por el marco del sistema del Estado nación, que la propia enfermedad no respeta.

Justo al otro lado de la ya cerrada frontera entre Estados Unidos y México, miles de trabajadores mexicanos en maquiladoras y almacenes en ciudades como Tijuana, Matamoros y Ciudad Juárez están protestando para exigir el cese de la producción no esencial y el pago completo del tiempo de ausencia del trabajo. Estas demandas son las mismas que las de sus homólogos en los EE. UU., Europa y otros lugares. Expresan objetivamente los anhelos de miles de millones de personas, independientemente de su identidad nacional o estatus de ciudadanía, que no están dispuestas a morir de coronavirus para ayudar al balance final de la empresa.

Las fosas comunes llenas de personas que no debieron morir son un monumento al sistema capitalista y a la clase dominante mundial que ha utilizado la enfermedad para enriquecerse aún más. La xenofobia de Trump es un intento de dividir a la clase trabajadora y distraerla del creciente número de muertes, de las líneas de bancos de alimentos, del desempleo, y de la mortalidad de un regreso al trabajo. Los Gobiernos desesperados toman medidas desesperadas.

El hecho de que las demandas de los trabajadores en huelga sean visas como tan evidentemente razonables para miles de millones de trabajadores pero que sean inaceptables para la aristocracia financiera significa que las demandas son imposibles de lograr bajo el capitalismo. Tomar las fuerzas productivas del control de los ricos y reorganizar la sociedad para atender las necesidades humanas es una cuestión de vida o muerte.

(Publicado originalmente en inglés el 22 de abril de 2020)

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