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Trump intensifica la campaña de regreso al trabajo

La reunión abierta virtual del presidente Donald Trump anoche marcó una nueva etapa en el impulso de su Administración para obligar a la población estadounidense a volver a trabajar en medio de la pandemia cada vez más extensa de coronavirus. El hecho de que se celebró en el Monumento a Lincoln, que honra la lucha por la igualdad que encarnó el decimosexto presidente, le dio al evento un carácter aún más políticamente obsceno.

El objetivo principal del evento, titulado “Estados Unidos Unido: regresando al trabajo” y moderado por los presentadores de Fox News, Bret Baier y Martha MacCallum, era dar una justificación para obligar a los trabajadores a volver a trabajar sin ninguna protección real contra el virus mortal. Se llevó a cabo después de un fin de semana de reuniones en Camp David con los principales asesores de Trump, entre los que se incluyen Ivanka Trump, Jared Kushner, el director del Consejo Económico Nacional, Larry Kudlow, y la secretaria de prensa Kayleigh McEnany, para trazar el giro de la Administración desde el desastre de salud pública hacia la reanudación de la generación de lucro corporativo.

Sin anunciar medidas para combatir la pandemia, que continúa extendiéndose por todo el país, Trump abrió afirmó, “Creo que tendremos una vacuna para fin de año”, sugiriendo que es seguro exponerse al virus. Ni Trump ni los moderadores mencionaron las advertencias de los expertos médicos a nivel internacional de que una vacuna probablemente tardaría al menos 18 meses en desarrollarse.

El presidente Donald Trump habla durante una asamblea virtual de Fox News frente al Monumento a Lincoln (AP Photo/Evan Vucci)

Luego procedió a exigir que las escuelas, colegios y universidades se reabran en septiembre, y se jactó de su orden ejecutiva de mantener abiertos los frigoríficos incluso cuando la pandemia infecta y mata a un gran número de trabajadores. Cuando se le preguntó acerca de los empleados preocupados por infectarse, dijo: “Los empleados deben querer trabajar. Si no quieren trabajar, eso es una cosa. Pero están trabajando y necesitan el dinero”.

Trump vinculó cualquier posibilidad de apoyo federal a los estados y municipios que enfrentan un colapso económico con un recorte de impuestos sobre la nómina, y lo calificó de “esencial” para cualquier legislación que firmara. Un recorte de impuestos sobre la nómina proporcionaría simultáneamente ganancias inesperadas para las corporaciones y los ricos, y recortes a los ingresos que sostienen el Seguro Social y el seguro médico Medicare. La destrucción de estos programas sociales básicos ha sido durante mucho tiempo un objetivo de la oligarquía financiera y la derecha republicana.

No hubo ninguna sugerencia del presidente, los moderadores ni los encuestados grabados en video y cuidadosamente vetados de que las medidas de distanciamiento social deberían mantenerse y las empresas no esenciales verían permanecer cerradas hasta que la enfermedad sea contenida.

Sin embargo, el aumento continuo de casos confirmados de coronavirus en todo el país subraya el hecho de que no hay una base científica ni médica para el impulso de Trump de obligar a las personas a volver al trabajo. La cantidad de casos nuevos en los estados, incluidos Colorado, Georgia, Indiana, Iowa, Minnesota, Nebraska, Texas y Wyoming, tiende a aumentar incluso a medida que se reabren, mientras que la cantidad de casos nuevos en Alabama, Florida, Maine, Mississippi, Missouri, Dakota del Norte, Oklahoma, Carolina del Sur, Dakota del Sur, Tennessee, Utah y Virginia Occidental se han mantenido relativamente constantes.

Ningún estado ha visto una reducción constante en el número de nuevos casos de COVID-19 en los últimos 14 días, que supuestamente es el criterio para reabrir bajo las pautas oficiales de Trump.

Así como el número de casos ha seguido aumentando en los Estados Unidos, que actualmente es de casi 1,2 millones, el número de muertes también ha seguido aumentando, actualmente en más de 68.500. Esto incluye más de 3.000 fallecimientos durante el fin de semana. A nivel internacional, hay más de 3,5 millones de casos confirmados oficialmente y casi 250.000 muertes registradas.

Estas cifras son la razón por la cual el Dr. Mike Ryan, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), insistió el viernes en que relajar de manera segura las medidas de distanciamiento social y reabrir las empresas necesita una capacidad de realizar pruebas generalizadamente, rastrear contactos y aplicar cuarentenas, algo que no existe en ningún lugar de los Estados Unidos. Ryan también dijo que abandonar las “medidas de salud pública y sociales ... requiere un proceso muy cuidadoso y bien planificado que se basa, primeramente, en entender la epidemiología exacta de la enfermedad en su país o a nivel subnacional; ¿entiendes el problema, entiendes dónde está el virus?”.

Esta es la pregunta básica que aún se desconoce en gran medida en todo el mundo y especialmente en los Estados Unidos. Un hecho que los medios de comunicación rara vez mencionan es que, a medida que las pruebas se extienden, la proporción de casos positivos al número de pruebas se ha mantenido constante. Esto indica que la pandemia aún se está extendiendo y que el nivel actual de pruebas no captura el alcance total de la pandemia en el país.

Esto no ha impedido que toda sección de la élite política y la prensa estadounidenses apoye la campaña de reapertura. El Wall Street Journal publicó el viernes un editorial titulado “Las pruebas no lo son todo”, con el subtítulo “No expulsará el coronavirus, y no es una excusa para no volver a abrir”, contradiciendo directamente el consejo de la OMS estado dando por meses.

El Washington Post, alineado con los demócratas y propiedad del multimillonario Jeff Bezos de Amazon, publicó un editorial el domingo bajo el título, “Gestionando la reapertura”.

En una conferencia de prensa reciente, el gobernador de Colorado, Jared Polis, un demócrata, arremetió contra un periodista que preguntó si el estado tenía o no suficientes pruebas para reabrir. Replicó: “Todavía estás obsesionado con las pruebas”. Luego exigió que las personas se concentren en “la necesidad de usar máscaras, el distanciamiento social y la protección de nuestros más vulnerables”, para encubrir el hecho de que la pandemia todavía se está extendiendo en el estado.

La posición de la propia Administración de Trump fue explicada muy explícitamente por el yerno del presidente, Jared Kushner, el miércoles pasado, cuando afirmó a Fox que “Estamos al otro lado del aspecto médico de esto y creo que hemos logrado todos los diferentes hitos que se necesitan. Así que el Gobierno federal aceptó el desafío, y esta es una gran historia de éxito y creo que eso es realmente lo que hay que contar”.

¿Cuál historia de éxito? Ayer, en una discusión con Chris Wallace de Fox, la coordinadora de respuesta de la Mesa de Trabajo sobre el Coronavirus de la Casa Blanca, Deborah Birx, retrocedió de la declaración anterior del Gobierno de que solo habría 60.000 muertes por la pandemia, afirmando que “nuestras proyecciones siempre han estado entre 100.000 y 240.000 vidas estadounidenses perdidas”. Agregó que la estimación aplica solo “con mitigación completa”.

Ni Birx ni Wallace miraron a la asombrosa cifra, que es más que el número de muertes estadounidenses en la Primera Guerra Mundial y aproximadamente la mitad de las de la Segunda Guerra Mundial. Y, como Birx admite abiertamente, esta proyección se mantiene solo si se mantiene el distanciamiento físico.

Las políticas defendidas por Birx, Polis, Kushner y Trump equivalen a desarrollar alguna forma de “inmunidad de rebaño”. Al no realizar pruebas ni rastrear contactos para saber dónde está el virus, al tiempo que se les ordena a todos a que vuelvan a las fábricas, oficinas y lugares de trabajo, el Gobierno está condenando a la mayoría de la población a exponerse al contagio mortal.

Incluso bajo los escenarios más optimistas, millones probablemente morirán. Las estimaciones más conservadoras de la infecciosidad del virus indican que la mitad de la población necesitará infectarse y combatir con éxito el virus antes de que no pueda propagarse más. Con una tasa de mortalidad de solo el 1 por ciento, aproximadamente 1,2 millones de personas morirían, casi el doble del número de soldados muertos en la Guerra Civil.

Al mismo tiempo, esto supone que todos recibirán la atención médica adecuada. Si bien la infraestructura médica en los lugares más afectados en los EE. UU., Nueva York y Nueva Jersey, aún no se ha derrumbado totalmente, sin duda lo haría si el número de casos aumentara repentinamente dos, cinco o diez veces. En tal situación, los datos de Italia y Wuhan sugieren que hasta el cinco por ciento de los pacientes mueren porque no hay suficientes ventiladores ni otros suministros críticos para todos. En este escenario, 6 millones morirían.

Además, si un paciente recuperado permanece o no inmune al coronavirus sigue siendo una pregunta abierta. La inmunidad de la pandemia de SARS en 2002–2004 duró en promedio dos años, lo que significa que la única razón por la cual el virus no se convirtió en estacional es porque estaba contenido. Existe preocupación entre los epidemiólogos de que la pandemia actual de coronavirus se volverá estacional, y debido a que no hay inmunidad o vacuna, matará a un cierto porcentaje de la población cada año.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 4 de mayo de 2020)

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