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Equipo universitario del Reino Unido predice que se duplicará o triplicará el número de muertes en EE.UU. en los próximos dos meses

Un informe publicado ayer por el Equipo de Respuesta COVID-19 del Colegio Imperial ofrece un sorprendente análisis de la expansión de la pandemia en los Estados Unidos como resultado de la rápida reanudación de actividad social y económica exigida por la administración de Trump y las grandes empresas, prediciendo que el número de muertos a finales de julio podría alcanzar dos a tres veces lo que es hoy, o casi 300.000 vidas perdidas.

El informe del Colegio Imperial estima que la prevalencia nacional de coronavirus es del 4,1 por ciento de la población, con amplias variaciones entre los estados, añadiendo:

“Nuestras estimaciones sugieren que la epidemia no está bajo control en gran parte de los EE.UU.: a partir del 17 de mayo de 2020, el número de reproducciones está por encima del umbral crítico (1,0) en 24 estados. Las cifras de reproducción más altas se agrupan geográficamente en el sur y el medio oeste, donde la epidemia aún se está desarrollando, mientras que estimamos cifras de reproducción más bajas en los estados que ya han sufrido una alta mortalidad por COVID-19, como el noreste. Estas estimaciones sugieren que hay que tener cuidado en aflojar las restricciones actuales si no se aplican medidas adicionales efectivas”.

Mapa de los casos de COVID-19 de los Estados Unidos 21 de mayo de 2020

Escriben que con la relajación del distanciamiento social, la transmisión de la comunidad se acelerará de nuevo. Estiman que en un período de dos meses, las muertes acumuladas podrían ser de 2 a 3 veces más altas que las cifras actuales, manteniendo todas las cosas constantes. También resaltan que los EE.UU. necesita establecer un robusto programa de salud pública donde las pruebas rápidas, el rastreo de contactos y la vigilancia de los comportamientos sociales pueden compensar el resurgimiento con la “relajación del distanciamiento social”.

En su resumen, comentan, “En general, mostramos que si bien todos los estados de EE.UU. han reducido sustancialmente su número de reproducciones, no encontramos evidencia de que ningún estado se esté acercando a la inmunidad de rebaño o que su epidemia esté cerca de terminar”.

Los Estados Unidos tiene actualmente más de 1,6 millones de casos, con más de 25.000 casos nuevos ayer. Se espera que el número de muertes exceda los 100.000 para este fin de semana. Muchos en los medios de comunicación han tomado nota del aumento de las muertes diarias que han superado las 1.000 en los últimos cuatro días consecutivos. El Financial Times también hace la misma observación que el informe del Colegio Imperial, que la tasa de reproducción en la mitad de los estados está por encima del valor de uno, lo que indica que la pandemia está creciendo y se aceleraría en estas regiones. Las tasas más altas registradas están en Arizona, Colorado y Texas.

El alcalde de Montgomery, Alabama, dijo en una conferencia de prensa el miércoles, “Ahora mismo, si eres de Montgomery, y necesitas una cama en la UCI, estás en problemas”. El gobernador republicano Kay Ivey ha permitido que los negocios e iglesias reabran este mes.

El presidente Trump hizo declaraciones el jueves por la tarde en la planta de piezas de Ford Rawsonville en Ypsilanti, Michigan, en un intento de apuntalar su posición en el crítico estado de reelección en el que va detrás del demócrata Joe Biden según la mayoría de las encuestas. Su discurso fascista continuó inflamando las relaciones entre China y EE.UU. al culpar al gobierno chino de la pandemia.

Sin embargo, su intento de posicionarse como el campeón de los trabajadores de la industria automotriz, enviándolos de vuelta al trabajo, es una propuesta mortalmente peligrosa para la clase obrera. Las fábricas, almacenes y edificios de oficinas proporcionan el ambiente perfecto para el resurgimiento de COVID-19. Esta vez, sin embargo, no habrá llamado a un nuevo cierre si las muertes aumentan.

El miércoles, los 50 estados habían comenzado el proceso de levantar las restricciones, no porque las condiciones hayan mejorado de ninguna manera, o porque la orientación proporcionada por los expertos en salud sugiera que ahora es seguro volver al trabajo, sino puramente por la necesidad de restaurar la capacidad de obtener ganancias de la América corporativa.

La empresa de pronósticos de Wall Street, HIS Markit, predice que el producto interno bruto de EE.UU. en el segundo trimestre se hundirá en un 40 por ciento. Según algunas estimaciones, la mitad de las pequeñas empresas se quedarán sin dinero en un mes. Jonathan Parker, profesor de finanzas en el MIT, dijo a CNBC, “Si una segunda ola de infecciones golpea, estaremos saliendo de un mal cierre del PIB con una alta tasa de desempleo y una relación deuda-PIB superior al 100 por ciento y los déficits proyectados para este año ya son de 5.000 dólares por cada hogar estadounidense. Una segunda ola de infecciones sería, creo, un desastre económico aún más grande que el actual”.

En su intento de abrir la economía, también hay un esfuerzo simultáneo para suprimir las estadísticas reales de la pandemia que la gente ha estado siguiendo cuidadosamente para dar sentido a la magnitud del desastre. El despido de Rebekah Jones en Florida, una científica que creó la base de datos de rastreo de coronavirus para el estado, no fue una excepción sino un procedimiento operativo estándar para censurar esta información.

En un artículo publicado el martes, titulado "Estados acusados de manipular las estadísticas de COVID-19 para hacer que la situación se vea mejor", la Associated Press escribió: “A medida que grandes partes de los EE.UU. alivian su encierro contra el coronavirus, los funcionarios de salud pública de algunos estados están siendo acusados de torcer las estadísticas de infección o incluso de usar deliberadamente un pequeño juego de manos para hacer que las cosas se vean mejor de lo que son”. Virginia, Texas, Vermont y Georgia han sido citados como estados involucrados en tal charlatanería.

A modo de ejemplo, Georgia, uno de los primeros estados en levantar las restricciones, publicó un gráfico que implica la disminución de los casos de COVID-19 en los condados más afectados. Sin embargo, estas entradas se ordenaron en magnitudes descendentes en vez de en orden cronológico. Esto se hizo para sugerir una desviación de dos semanas hacia abajo en sus números. La representante del estado de Georgia, Jasmine Clark, que tiene un doctorado en microbiología, llamó acertadamente al gráfico un “ejemplo de mala conducta. La ciencia importa y la manipulación de datos no sólo es peligrosa sino que conduce a la desconfianza en nuestras instituciones".

En un intento de proporcionar una apariencia de experiencia, el director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Robert Redfield, dio una rueda de prensa el martes, asegurando a los periodistas que el país está listo para abrir. Sin ninguna evidencia creíble o fundamento científico, sugirió que la actual propagación del coronavirus en el hemisferio sur se basa en las variaciones estacionales y advirtió que “los EE.UU. tendría que aumentar su capacidad de rastreo de enfermedades rápidamente en los próximos meses para evitar otra crisis de salud pública, ya que la gripe estacional coincide con una segunda ola de COVID-19”.

También admitió que no le preocupaba que varios estados se movieran más rápido de lo que indicaban sus directrices. Sin embargo, de acuerdo con su admisión, el CDC carece actualmente de la infraestructura para un sistema de datos modernizado, así como de la capacidad para supervisar el rastreo de contactos y la distribución de vacunas. Según Redfield, los estados deben presentar un plan para finales de mayo para continuar las pruebas y el rastreo de contactos.

El CDC está buscando aumentar el personal de rastreo de contactos en toda la nación entre 30.000 y 100.000. Pero cuántos rastreadores de contacto hay siguen siendo desconocidos en los Estados Unidos, debido al carácter fracturado y descentralizado de sus sistemas de salud pública, que carecen de fondos suficientes. Sin embargo, la afirmación de Redfield de que “el gobierno federal probablemente necesitará invertir entre tres y seis billones de dólares adicionales en preparativos para combatir una posible segunda ola” es una admisión de la escala alarmante de la próxima “segunda ola”, para la que ni el gobierno federal ni ninguno de los estados están preparados. Bajo la política de buscar la “inmunidad de rebaño”, la clase obrera está siendo enviada a ser masacrada.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de mayo de 2020)

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