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Perspectiva

El índice Dow Jones llega a 25.000 puntos, mientras las muertes pandémicas a 100.000

La sala de mercado de la Bolsa de Valores de Nueva York ha reabierto el martes por la mañana por primera vez desde el 23 de marzo. Uno de los espectadores para celebrar el campanazo de partida fue el gobernador neoyorquino Andrew Cuomo, quien puso de lado su conducta sombría reservada para sus actualizaciones diarias sobre el coronavirus y saludó de codo a los inversores de Wall Street. Durante las siguientes seis horas y media, la comunidad financiera siguió su celebración de la racha alcista pandémica.

Cuando cerró la sala de mercado en marzo, el índice Dow Jones Industrial Average (DJIA) había caído a 18.000. Desde entonces, se ha disparado aproximadamente 40 por ciento. Con los billones de dólares del rescate suministrado por la Ley CARES, el DJIA aumentó otros 530 puntos o 2,2 por ciento desde su cierre el viernes anterior.

En los primeros 15 minutos tras el campanazo, el presidente Trump tuiteó con entusiasmo: “La bolsa subió EN GRANDE, DOW supera los 25.000. El S&P500 más de 3000. La Transición a la Grandeza ha comenzado antes de lo programado. Habrá altibajos, ¡pero el próximo año será el mejor!”.

El gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, suena el campanazo de apertura para marcar la reapertura de la sala de mercado en la Bolsa de Valores de Nueva York, el martes 26 de mayo de 2020, Nueva York (Bolsa de Valores de Nueva York vía AP Images)

En el mundo habitado por la gran mayoría de la población, al acabarse el fin de semana del Día de los Caídos y el inicio semioficial del verano, comienza la transición a una nueva temporada de muerte y extrema inseguridad, incertidumbre y peligros reales. En la cifra de muertes, solo habrán “alzas”. Para cuando se acabe el verano de 2020, el número de víctimas por COVID-19 superará las 200.000.

Trump es un mentiroso depravado y político criminal. Es demasiado estúpido para ser plenamente un Hitler y no cuenta con el apoyo de masas para un movimiento fascista auténtico. No hay nada auténticamente popular en su programa. La verdadera base de apoyo de Trump es la élite corporativo-financiera socialmente parásita. Sin tapujos o límites, él da expresión a sus sentimientos más profundos: que el Dow llegue a 25.000 es mucho más importante que las muertes por coronavirus lleguen a 100.000.

Uno de los muchos factores detrás de la euforia en Wall Street es la creencia de que cualquier esfuerzo sistemático y coordinado nacionalmente para contener la propagación de la pandemia a expensas de los intereses de Wall Street ha llegado a su fin. El Dr. Anthony Fauci es un hombre de ayer. Los intentos de la comunidad científica y de salud pública para educar al público e implementar un programa nacional de muestreo, rastreo de contactos y distanciamiento social han sido drásticamente socavados por la persistente e insidiosa campaña del Gobierno de Trump y secciones importantes de la prensa para desacreditar a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, la Organización Mundial de la Salud y la comunidad científica en su conjunto.

Intentando contrarrestar la ilusión de que lo peor de la pandemia ya pasó, el Dr. Mike Ryan, un director ejecutivo de la OMS, declaró el lunes, “En este momento no estamos en una segunda ola. Estamos en el medio de la primera ola globalmente”.

Las encuestas de opinión muestran que una mayoría significativa de la población no está de acuerdo con apurar la “reapertura de la economía”. Sería un error concluir a partir de las escenas de aglomeraciones masivas durante el fin de semana del Día de los Caídos que exista un apoyo popular amplio a la política de “inmunidad de rebaño”, es decir, permitir la propagación irrestricta del virus en toda la población. Muchas de estas reuniones fueron motivadas por un deseo entendible, si bien equivocado, de disfrutar algún grado de alivio del periodo largo y sin precedentes de aislamiento social.

Pero también hay ciertas tendencias profundamente arraigadas en la historia y la cultura de EE.UU. que están influyendo. Hay una larga tradición de desconfianza y hostilidad hacia la autoridad estatal que se remonta a la consigna popular de la era revolucionaria “No me pises” [Don’t tread on me]. También hay un fuerte elemento de individualismo que rechaza los esfuerzos que busquen dictar el comportamiento personal.

No obstante, estas características sociales y culturales, en ausencia de una consciencia de clase y una orientación política socialista bien desarrolladas, frecuentemente han sido explotadas y manipuladas —particularmente en la forma de anticomunismo— por la élite gobernante para propósitos reaccionarios.

Un conjunto de estudios valiosos que documentan los esfuerzos de la prensa para manipular la opinión pública y socavar cualquier intento de contener la propagación del COVID-19 ha sido publicado por el Instituto Becker Friedman de la Universidad de Chicago. Una investigación intitulada “Desinformación durante la pandemia” de los profesores Leonardo Burszteyn (Universidad de Chicago), Aakaash Rao (Universidad de Harvard), Cristopher Roth (Universidad de Warwick) y David Yanagizawa-Drott (Universidad de Zurich), declara:

Los esfuerzos para contener la pandemia dependen crucialmente en que los ciudadanos tengan creencias exactas. Sin embargo, la propagación del nuevo coronavirus (COVID-19) en 2020 estuvo acompañada por la propagación de noticias minimizando la amenaza y restándole importancia las medidas diseñadas para contener la epidemia. En particular, Fox News, la red de cable más vista, ha enfrentado críticas amplias por propagar desinformación sobre la pandemia.

El reporte se centra en las declaraciones del comentarista de Fox, Sean Hannity, y establece un vínculo empírico entre el tamaño de la audiencia y la hostilidad a las políticas de quedarse en casa. También demuestra que la propaganda de Hannity y otros derechistas resuena con sectores de la población que han sido golpeados fuertemente por la pérdida de empleo e ingresos.

Más allá de lo interesantes que sean los hallazgos empíricos del Instituto Becker Friedman, no ofrecen un entendimiento sobre el ambiente social, político, cultural e intelectual subyacente que facilita la propagación de propaganda reaccionaria y anticientífica. Evade un examen de los intereses socioeconómicos y de clase a los que sirve Fox News. Mientras que el papel de Fox y Hannity se documenta apropiadamente, el reporte ignora el rol nocivo de los representantes más respetados de la prensa en la promoción de la imprudente campaña del regreso al trabajo.

De hecho, tanto el Washington Post como el New York Times han dado legitimidad política a los esfuerzos para debilitar las medidas para contener la pandemia. Tan temprano como marzo, el columnista más influyente del Times, Thomas Friedman, comenzó promoviendo la política de “inmunidad de rebaño” de Suecia como un ejemplo para imitar. La misma línea ha sido avanzada por el Post en los artículos editoriales y de opinión. Las pequeñas manifestaciones organizadas en Lansing, Michigan, y otras ciudades en oposición al distanciamiento social y la suspensión de ciertos negocios fueron publicitadas ampliamente por la prensa. Pero tales protestas no han adquirido las dimensiones de un movimiento de masas.

En la medida en que la clase obrera no tenga un programa y una perspectiva, que solo se pueden desarrollar sobre bases explícitamente anticapitalistas, socialistas e internacionalistas, la campaña del “regreso al trabajo” apela a una frustración cada vez mayor. Pero esta frustración se puede dispersar.

La tarea del movimiento revolucionario socialista es avanzar un programa y una perspectiva dentro de la clase obrera que muestre el camino a seguir.

El brote de la pandemia ha expuesto una brecha infranqueable entre la oligarquía capitalista y la clase obrera. Para la élite gobernante, no se puede permitir que la respuesta a la pandemia afecte sus intereses económicos. Exige un retorno al trabajo, independientemente del costo en vidas humanas, para que el proceso de explotación y extracción de ganancias del poder laboral de la clase obrera se reanude.

El punto de vista de la clase obrera prioriza en primer lugar y de forma irreprochable la defensa de la vida humana. Dentro de la clase obrera, la oposición está aumentando a reabrir las fábricas y centros laborales donde el contagio pone vidas en riesgo. La realidad de los frigoríficos y plantas automotrices con brotes suscita demandas a favor de acciones colectivas para cerrar los lugares de trabajo inseguros.

El Partido Socialista por la Igualdad respalda dichos esfuerzos y hará todo lo posible por asistir a los trabajadores en el desarrollo de una lucha contra la subordinación de las vidas a las ganancias. Reafirmamos nuestro llamado a la construcción de comités de base de seguridad, los cuales son necesarios para tomar la defensa de las vidas de trabajadores fuera de las manos de la gerencia corporativa.

La lucha contra la pandemia es, en el último análisis, una lucha política contra el sistema capitalista. Exige un renacimiento en la clase obrera en EE.UU. e internacionalmente de una conciencia y cultura política socialistas y poderosas, como el cimiento para un movimiento revolucionario para abolir el sistema capitalista.

(Publicado originalmente en inglés el 27 de mayo de 2020)

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