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Perspectiva

El sindicato UAW: una conspiración criminal contra la clase obrera

El lunes, General Motors presentó documentos a un tribunal mostrando que Fiat Chrysler (FCA) les dio a los oficiales del sindicato United Auto Workers (UAW) decenas de millones de dólares en sobornos que no habían sido reportados como parte de una operación criminal masiva.

Los investigadores privados trabajando para GM descubrieron evidencia de cuentas bancarias offshore o extraterritoriales en Suiza, Panamá, Singapur, Liechtenstein y las Islas Caimán creadas para beneficiar a los altos funcionarios del UAW, incluyendo a sus últimos cinco presidentes. Las cuentas secretas eran parte de un esquema sofisticado de Fiat Chrysler para transferirle varios millones de dólares en pagos ilegales a los oficiales sindicales por sus servicios en traicionar a los trabajadores.

Estas revelaciones evidencian una escala y alcance de corrupción dentro del UAW incluso mayor a la de los hallazgos de la investigación federal sobre sobornos. Hasta ahora, dicha investigación ha producido sentencias para doce personas, principalmente oficiales gerenciales del UAW y Fiat Chrysler.

La lista de oficiales del UAW que están cumpliendo penas de cárcel incluye al expresidente del UAW, Gary Jones, y los exvicepresidentes del UAW, Joe Ashton y Norwood Jewell. El presidente en funciones del UAW, Rory Gamble, también es objeto de investigaciones federales por aceptar sobornos.

GM inició la investigación como parte de un intento para reabrir su demanda legal contra FCA, la cual alega que los pagos al UAW le dieron a su rival una ventaja injusta en las negociaciones contractuales. Si GM sintió que debía acudir a los tribunales, es porque la corrupción del UAW se volvió tan grande que estaba socavando sus propios intereses empresariales.

La nueva documentación judicial incluye evidencia de que Ashton sirvió como un agente directo para FCA cuando participaba en la Junta de Directores de GM, como parte de un plan bajo el código “Operation Cylinder” cuyo objetivo era forzar a GM a fusionarse con FCA.

No obstante, la verdadera víctima de esta conspiración no fue GM, sino los trabajadores, quienes sufrieron pérdidas devastadoras de empleos y otras concesiones.

Lo que revelan estos documentos es el hecho de que el UAW no es simplemente un agente de la gerencia en la explotación de la clase obrera, sino que son participantes y beneficiarios directos de ella.

La operación de sobornos ocurrió a una escala enorme. Se encausaron varios millones de dólares en un sistema sofisticado para ocultar las transacciones. Las personas a cargo no eran principiantes. Para una operación tan grande y sofisticada, corrupción es un término inadecuado.

Estos documentos exponen al UAW como una organización criminal. Si son capaces de llevar a cabo crímenes a esta escala, ¿quién sabe de qué más son capaces? Basta decir que en 2018 un trabajador de 21 años llamado Jacoby Hennings entró en una oficina del UAW para presentar una queja y no salió vivo.

La criminalidad se origina del propio ser social de la organización. Estos sobornos no fueron ningún accidente, cual verruga en una organización que de lo contrario está sana. Estos crímenes ponen de manifiesto todo un sistema de opresión y explotación.

Tan pronto como en 1984, la Workers League (Liga Obrera) —predecesora estadounidense del Partido Socialista por la Igualdad (PSI)— apuntó al desarrollo del corporativismo en el UAW, advirtiendo sobre los paralelos a los sindicatos de Mussolini en la Italia fascista. En ese entonces, el UAW ya acogía abiertamente el principio de colaboración entre los sindicatos y la gerencia.

Esto llevó a la creación de varios programas conjuntos y centros de capacitación conjuntos a mediados y fines de los años ochenta, sirviendo como conductos para transferir dinero corporativo a los cofres del UAW en cantidades de cientos de millones de dólares.

El corporativismo creció naturalmente del programa nacionalista y procapitalista de los sindicatos. Ante el carácter cada vez más integrado globalmente de la producción, la estrategia arraigada a nivel nacional de buscar reformas demostró ser inútil. Como respuesta, el UAW utilizó una demagogia racista contra los extranjeros, en combinación con un apoyo desaforado por el capitalismo estadounidense. El UAW suprimió huelgas y cualquier forma de resistencia de los trabajadores a la intensificación de la explotación.

Durante los años ochenta, el UAW y los otros sindicatos —United Steelworkers (siderúrgicos), United Mineworkers (mineros), Teamsters (camioneros), United Food and Commercial Workers (alimentarios y comerciales)— aislaron y traicionaron una huelga tras otra y aprobaron contratos con concesiones masivas. Para principios de los años noventa, era claro que había ocurrido un cambio cualitativo en la relación entre los sindicatos y la clase obrera.

La Workers League concluyó que los sindicatos ya no podían llamarse “organizaciones obreras”. El líder revolucionario ruso León Trotsky, escribiendo en los años treinta, afirmó sobre los líderes de la vieja Federación Estadounidense del Trabajo (American Federation of Labor, AFL): “Si estos caballeros… defienden el ingreso de la burguesía de los ataques por parte de los trabajadores; si conducen una lucha contra las huelgas, contra aumentar los salarios, contra ayudar a los desempleados [en otras palabras, lo que el UAW y todos los sindicatos hacen hoy día], entonces tendríamos una organización de rompehuelgas, no un sindicato”.

Este es precisamente el papel del UAW y los sindicatos en general en la actualidad. Son en el sentido más verdadero “una organización de rompehuelgas”.

Por exponer esta realidad, el World Socialist Web Site y el Partido Socialista por la Igualdad han recibido ataques incansables de todos los grupos pseudoizquierdistas de la clase media como los Socialistas Democráticos de EE.UU. (Democratic Socialists of America, DSA), la publicación Jacobin Magazine y Labor Notes.

Aquellos que se refieren al UAW y otros sindicatos como organizaciones obreras no solo demuestran su alejamiento total de la realidad, sino que también exhiben su indiferencia a la situación crítica de los trabajadores que se hayan bajo el pulgar de estos gánsteres.

Todos los apologistas de clase media de los sindicatos han quedado expuestos por la corrupción del UAW. Tienen su propia relación insidiosa con este sistema de explotación. En un sentido objetivo, beneficia sus intereses.

Las nuevas revelaciones también confirman aún más la urgente necesidad de construir comités independientes en cada centro laboral y fábrica bajo el control democrático de los trabajadores.

El UAW está colaborando con las empresas automotrices para suprimir la oposición a volver a una producción plena en las plantas automotrices norteamericanas, en medio de una pandemia mortal, incluso cuando la gerencia ha abandonado los protocolos mínimos de seguridad. Esto ha resultado en cientos de contagios y el conteo real está siendo encubierto por la gerencia y el UAW. Más de dos docenas de trabajadores han muerto de las plantas operadas por las empresas automotoras basadas en Detroit.

Los trabajadores deberían recordar el hecho de que el cierre temporal de la producción automotriz norteamericana a fines de marzo solo sucedió gracias a las huelgas salvajes de los trabajadores en EE.UU., Canadá y México en desafío a los sindicatos.

La lucha por construir comités de seguridad de base independientes en cada planta y lugar de trabajo debe expandirse. Los trabajadores deben seguir la iniciativa asumida por los trabajadores automotores de Fiat Chrysler en el área de Detroit, en las plantas de ensamble Jefferson North, Sterling Heights y Toledo Jeep y la planta de camionetas Ford en Dearborn, donde ya fueron establecido comités de seguridad.

Es necesario formar una red nacional y global de estos comités uniendo a los trabajadores automotores con los trabajadores de logística, transporte, docentes, del sector de servicios y todas las secciones de la clase obrera para preparar una huelga general por condiciones laborales seguras y el cierre de la producción no esencial hasta que se contenga la pandemia.

La lucha contra la política homicida de la clase dirigente en relación con la pandemia exige una lucha contra el capitalismo. Esto significa un enfrentamiento con el Gobierno de Trump y todo el sistema político bipartidista y patrocinado por las corporaciones en EE.UU.

En esta lucha, los trabajadores enfrentan a sus más enconados oponentes en los gánsteres del UAW.

(Publicado originalmente en inglés el 7 de agosto de 2020)

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