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Perspectiva

Cómo lucró la oligarquía estadounidense de la muerte

Estados Unidos marcó dos hitos el miércoles: 1.503 personas fallecieron de COVID-19, el mayor nivel en tres meses, y el índice bursátil S&P 500 alcanzó su máximo nivel al medio día.

Una hora después de que cerraron los mercados el miércoles, el presidente Donald Trump, el arquitecto de la respuesta estadounidense a la pandemia que ha dejado a más de 170.000 personas muertas, dedicó casi toda la rueda de prensa diaria de la “fuerza de trabajo” sobre coronavirus a presumir sobre el auge de la bolsa de valores. En sus comentarios, Trump resumió la teoría que rige la respuesta a la pandemia por parte de la Casa Blanca, la cabina de mando del capitalismo estadounidense.

Apuntando a una serie de diapositivas preparadas por Lawrence Kudlow, director del Consejo Económico Nacional de EE.UU., Trump relacionó el aumento en la bolsa de valores al hecho de que la contracción económica por los cierres en EE.UU. fue menor que en otros países.

“El mercado bursátil aumentó casi 300 puntos otra vez hoy”, dijo Trump. “Nuestra economía se está desempeñando mejor que Europa, algo que la gente ha entendido muy firmemente; de hecho, está desempeñándose mejor que cualquier otro mercado en cualquier parte del mundo”.

Trump alegó que se han creado $9 billones en riqueza financiera desde marzo y que las bolsas de valores habían aumentado cerca de 50 por ciento. “Esa es una cifra que nadie había escuchado jamás”, dijo, llamando las cifras “increíbles”.

Procediendo a la siguiente diapositiva, Trump añadió, “Verán que la contracción económica inducida por el virus en Estados Unidos ha sido mucho menos severa de lo que fue en nuestros homólogos y naciones pares”.

Según las cifras que presentó Trump, el PIB real cayó en Estados Unidos 10,6 por ciento en los primeros seis meses del año, comparado con 16 por ciento en la zona euro. Lo que Trump omitió fue el hecho de que, a pesar de una contracción económica más leve, el desempleo saltó en EE.UU. a un nivel sumamente mayor que en Europa.

Las estadísticas que Trump presentó torpemente fueron consistentes con las observaciones del epidemiólogo Michael Osterholm, quien explicó el hecho de que Estados Unidos es el epicentro mundial del COVID-19 porque el país levantó los cierres mucho más temprano que en los países que contuvieron más efectivamente la enfermedad.

Osterholm señaló:

Simplemente, nosotros [EE.UU.] abandonamos nuestros esfuerzos de cierres para controlar la transmisión del virus mucho antes de que el virus estuviera bajo control. Muchos otros países no cedieron hasta que el número de casos se redujera mucho, incluso en lugares que tuvieron brotes extensos en marzo y abril…

Desde el 31 de marzo, Estados Unidos registró su promedio de siete días más bajo el 28 de mayo, cuando era de 21.000 casos o 6,4 casos nuevos por cada 100.000 personas por día. Esta tasa era entre siete veces y diez veces mayor que las tasas en los países que contuvieron con éxito sus nuevos contagios.

Como resultado, EE.UU. ha sufrido cinco veces más casos de COVID-19 que la Unión Europea.

En otras palabras, Trump estaba describiendo una política de permitir deliberadamente la muerte de más de 170.000 personas para garantizar que la bolsa de valores siguiera aumentando. Como lo señaló recientemente un grupo de expertos en salud pública, “Pudimos haber prevenido el 99 por ciento de esas muertes por COVID-19. Pero no lo hicimos”.

Los comentarios de Trump el miércoles tornan escalofriantemente directa su declaración la semana pasada de que, ante la realidad de más de mil muertes cada día, “Están muriendo, eso es cierto, y es lo que es”.

Como explicó el World Socialist Web Site, la respuesta de la clase gobernante estadounidense a la pandemia no estuvo impulsada por un esfuerzo para proteger las vidas de la población, sino por el objetivo obtuso de defender y expandir la riqueza de su oligarquía financiera. En la medida en que la pandemia influyera de alguna manera en la política social, fue como pretexto para transferir unos $6 billones a Wall Street y las mayores corporaciones, lo cual fue apoyado de manera casi unánime por los demócratas y los republicanos.

La responsabilidad de Trump por estas muertes es estremecedora. Pero jamás habría podido perpetrar este crimen sin cómplices. Mientras alentaba la reapertura prematura del país, la Casa Blanca dejó la decisión de reabrir a los gobernadores, y todos, tanto los demócratas como los republicanos, reabrieron los negocios en sus estados antes de que la pandemia estuviera contenida. Muchos gobernadores demócratas, incluidos los de Maine, Carolina del Norte, Kansas y Colorado, de hecho reabrieron los negocios en desafío a las guías de la propia Casa Blanca.

Ahora, la campaña para obligar a los maestros a volver al trabajo está siendo encabezada por el gobernador demócrata de Nueva York, Andrew Cuomo, quien declaró la semana pasada que todas las escuelas del estado reabrirían, abriendo la puerta a un nuevo rebrote en la pandemia. Para la clase gobernante, los niños deben volver a las aulas para que sus padres puedan volver a trabajar y generar ganancias para pagar el rescate de Wall Street.

El “éxito económico” proclamado por Trump es únicamente un éxito para los ricos. Para la gran mayoría de la sociedad estadounidense, los primeros seis meses del año han sido un desastre. La cifra de muertes se está acercando rápido a 200.000. Unos 30 millones de personas están desempleados. Después de que expiraran los beneficios federales por desempleo, decenas de millones se enfrentan a la pobreza y a desahucios.

Sin embargo, nueve de los diez milmillonarios estadounidenses más ricos se volvieron aún más ricos que hace un año, según el índice de milmillonarios de Bloomberg. Estos diez individuos han recibido colectivamente $200 mil millones durante el último año. Su riqueza combinada alcanzó $906 mil millones, 22 por ciento más que hace un año.

Al frente de la manada está Jeff Bezos, cuya fortuna ascendió $71 mil millones en el último año, llegando a $187 mil millones. El director ejecutivo de Microsoft, Bill Gates ganó $8 mil millones; el director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, $20 mil millones; y el director ejecutivo de Tesla, Elon Musk $48 mil millones.

El incremento en los mercados se ha producido en paralelo al incremento en las muertes. El 23 de marzo, el día en que el mercado bursátil llegó a su punto más bajo, apenas habían muerto 693 personas por COVID-19 en todo EE.UU. Desde entonces, casi 170.000 personas más han fallecido.

Para los trabajadores, es vital sacar lecciones de los últimos meses, según la pandemia crece fuera de control en EE.UU. Durante el próximo mes, millones de niños y docentes serán arreados a las escuelas, alimentando un resurgimiento masivo de la pandemia que podría incluso volver optimistas los pronósticos de 300.000 muertes para fin de año.

La clase gobernante está perfectamente dispuesta a aceptar cientos de miles de muertes más si eso significa que los valores de sus acciones seguirán aumentando. Es por eso por lo que la situación no se puede dejar en sus manos.

Por todo el país, está creciendo la oposición entre los maestros a un regreso prematuro a las aulas. Esta lucha debe vincularse a la batalla de los trabajadores en las fábricas y otros lugares de trabajo en todo el país para garantizar condiciones laborales seguras y un freno a la producción no esencial hasta que se contenga y erradique la pandemia.

Ante todo, la macabra cosecha de vidas humanas ha revelado la esencia homicida del capitalismo y puesto claramente de manifiesto que su reemplazo urgente por el socialismo es una cuestión de vida o muerte.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 14 de agosto de 2020)

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