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La administración Trump consideró la posibilidad de utilizar un arma de microondas de "rayos de calor" contra los migrantes que cruzan la frontera entre los Estados Unidos y México

La semana pasada, el New York Times informó que en una reunión en 2018 con los principales líderes del Departamento de Seguridad Nacional, los funcionarios sugirieron el despliegue de un arma de microondas de "rayo de calor" a lo largo de la región fronteriza con México, para detener y disuadir a los inmigrantes entrantes; el arma sugerida es capaz de quemar la piel de sus víctimas.

Lo que originalmente fue desarrollado como un dispositivo de dispersión de multitudes por el ejército de los EE.UU., y eventualmente considerado demasiado inhumano para ser desplegado y utilizado en la guerra, ha sido activamente discutido en los más altos círculos del gobierno de los EE.UU. para su uso como un arma antiinmigrante.

Aunque los funcionarios afirman que la implementación del Active Denial System "nunca se consideró", el hecho de que tal cosa se sugiriera bajo la administración de Trump no es sorprendente. La crueldad innecesaria de esta arma no debería ser una sorpresa particular, dada la inhumanidad general que ha dado forma a las políticas antiinmigrantes de Trump y sus predecesores, que han convertido los desiertos del suroeste de los EE.UU. en un vasto cementerio.

Active Denial System (Sistema de negación activa) del arma "Rayo de calor" en el camión del Cuerpo de Marines de los EE.UU. (Crédito de la imagen USMC)

Según la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos, más de 8.000 inmigrantes indocumentados han muerto tratando de cruzar el Desierto de Sonora —que se extiende a ambos lados de la frontera entre el noroeste de México y los estados de Arizona y California— hacia los Estados Unidos desde 1998. Esto equivale a una muerte diaria durante más de dos décadas.

Estas cifras oficiales son sólo la punta del iceberg. El número real de los que mueren tratando de cruzar la frontera sudoccidental de los Estados Unidos es mucho mayor, como han sostenido durante mucho tiempo los activistas de inmigración y humanitarios que trabajan sobre el terreno. Un sheriff de Texas dijo al New York Times en 2017 que "Por cada uno [de los cuerpos] que encontramos, probablemente nos faltan cinco", lo que significa que el número total de muertos probablemente sea de decenas de miles.

La perspectiva de muerte es muy real para los inmigrantes cuando se embarcan en su viaje hacia el norte para cruzar la frontera. La razón por la que los trabajadores arriesgan sus vidas no es difícil de entender dadas las condiciones socioeconómicas imperantes en sus países de origen —condiciones materiales de las que los intereses imperialistas de los Estados Unidos son muy responsables.

Sin embargo, lejos de tratar de mejorar esas situaciones, el gobierno de los Estados Unidos y la administración Trump, en particular, han intensificado la demonización y la criminalización de los inmigrantes y han aumentado la seguridad de las fronteras.

Son las cada vez mayores medidas de seguridad fronteriza —muros, vallas, cámaras de vigilancia y aviones— especialmente a lo largo de los principales centros urbanos de la frontera, implementadas tanto por demócratas como por republicanos, las que han obligado a los inmigrantes a tomar rutas más remotas y arriesgadas para entrar en los EE.UU., como el desierto de Sonora.

Los inmigrantes, especialmente los que vienen de Centroamérica, son extremadamente vulnerables durante todo su viaje, no sólo cuando intentan cruzar, ya que tienen que lidiar con la frontera sur de México, así como con una miríada de puestos de control y funcionarios del gobierno.

Cuando las personas deciden emprender el largo y peligroso camino hacia el norte, tienen que ponerse en contacto con contrabandistas —conocidos como "coyotes"— que cobran cantidades tan elevadas como $10.000. A menudo las familias tienen que hipotecar sus casas o vender sus tierras para poder pagar esas cuotas. En el transcurso del viaje, dadas las redes que conectan a los coyotes con la delincuencia organizada, los inmigrantes suelen ser objeto de secuestros, agresiones sexuales y asesinatos. Pero muchos corren este riesgo porque viajar sin la cuestionable protección de los coyotes a las ciudades del norte de México es aún más peligroso en las regiones con una importante presencia de cárteles de la droga.

Los cárteles han absorbido el negocio clandestino del contrabando de personas en su mayor parte; capturan a los inmigrantes recién llegados al norte de México y les hacen un trato que no pueden rechazar —tienen que cruzar siendo una mula de droga o morir donde están. Entre los cárteles, el implacable terreno mortal, y las fuerzas de seguridad de la frontera de EE.UU., las posibilidades de muerte son peligrosamente altas.

El gobierno mexicano bajo el presidente Andrés Manuel López Obrador ha utilizado a estos inmigrantes desesperados como moneda de cambio con la administración Trump, y en el proceso ha puesto en peligro las vidas de miles de miembros vulnerables de la clase trabajadora. La burguesía mexicana, siempre a la disposición de su vecino del norte, se ha alineado con las demandas de Trump y ha implementado una mayor represión de la inmigración en su frontera sur.

Trotsky dijo en mayo de 1940 que la burguesía había convertido el mundo en una "prisión asquerosa", y en 2020 sigue siendo una descripción acertada de las condiciones actuales.

"El mundo del capitalismo en decadencia está superpoblado. La cuestión de admitir unos pocos cientos de refugiados adicionales se convierte en un gran problema para una potencia mundial como los Estados Unidos. En una era de aviación, telégrafo, teléfono, radio y televisión, los viajes de un país a otro están paralizados por los pasaportes y los visados. El período de desgaste del comercio exterior y la disminución del comercio interno es al mismo tiempo el período de la monstruosa intensificación del chovinismo, y especialmente del antisemitismo. ... En medio de la vasta extensión de tierra y las maravillas de la tecnología, que también ha conquistado los cielos tanto para el hombre como para la tierra, la burguesía ha logrado convertir nuestro planeta en una asquerosa prisión".

(Artículo publicado originalmente en inglés el 2 de setiembre de 2020)

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