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Perspectiva

La Casa Blanca prohíbe TikTok y WeChat: una gran intensificación de la censura del internet

En una gran escalada de la campaña contra China antes de las elecciones, la Administración de Trump anunció el viernes que estaba cumpliendo con sus órdenes ejecutivas del 6 de agosto y prohibiendo que las aplicaciones de las redes sociales TikTok y WeChat fueran descargadas de las tiendas de aplicaciones de EE.UU. el domingo.

La medida es un asalto frontal a la libertad de expresión y un esfuerzo por consolidar el control de Internet por un puñado de corporaciones masivas asociadas con el Gobierno estadounidense. TikTok es usado por millones de personas cada día para conectarse con amigos y familiares, compartir ideas y comunicarse, y ha sido usado para organizar protestas sociales. WeChat es un importante vínculo de comunicación entre los Estados Unidos y China.

Una declaración oficial publicada por el secretario de Comercio, Wilbur Ross, dijo que las descargas y las nuevas versiones de ambas aplicaciones móviles estarán prohibidas en las tiendas de aplicaciones de Apple y Android a partir del 20 de septiembre.

Con respecto a WeChat, la declaración del Departamento de Comercio prohíbe todos los pagos electrónicos y transferencias de fondos, así como auspiciar y transferir tráfico de Internet o la “utilización del código constitutivo de la aplicación móvil” dentro de los Estados Unidos. WeChat, “para todos los propósitos prácticos... se cerrará en los EE.UU., pero sólo en los EE.UU., a partir de la medianoche del lunes”, dijo Ross.

TikTok se enfrenta a una prohibición similar en EE.UU. el 12 de noviembre, a menos que la Administración de Trump apruebe la propuesta hecha el fin de semana pasado por el gigante estadounidense de software Oracle Corporation para convertirse en un “socio tecnológico de confianza” con ByteDance, la empresa china que es actualmente su propietaria.

La transferencia de TikTok a la propiedad estadounidense tendría como objetivo crear las condiciones para que pueda estar sujeto al mismo tipo de censura respaldada por el Gobierno que ya ha sido implementada por Google, Facebook, Twitter y otras empresas de redes sociales con sede en los Estados Unidos.

TikTok es la décima plataforma de redes sociales más popular del mundo, con 500 millones de usuarios, 100 millones de los cuales están en los EE.UU.

WeChat es la quinta plataforma de redes sociales más grande del mundo, con 1,06 mil millones de usuarios, de los cuales 3,3 millones están en los EE.UU. Descrita como la “aplicación para todo” de China, WeChat es una aplicación multipropósito de mensajería instantánea, redes sociales y pagos móviles, propiedad de Tencent Holdings.

El impacto de este cierre fue explicado por la Alianza de Usuarios de WeChat, un grupo sin fines de lucro fundado por cinco abogados chinos-estadounidenses después de que se anunciara la orden ejecutiva de Trump: “WeChat es una aplicación de mensajería que utilizan comúnmente varios millones de chinos-estadounidenses en los Estados Unidos. Muchos otros que no son chinos-estadounidenses también la utilizan para comunicarse con sus amigos, clientes o socios comerciales cuya primera lengua es el chino. La prohibición total de WeChat afectará gravemente la vida y el trabajo de millones de personas en los EE.UU. Tendrán dificultades para hablar con familiares, parientes y amigos en China”.

Michael Bien, un abogado de San Francisco que representa a la organización, dijo que WeChat es la principal forma que tienen muchos de sus usuarios estadounidenses de comunicarse, organizar grupos sociales, dirigir empresas y participar en actividades políticas. Bien dijo: “Sostenemos que [la prohibición] viola la Constitución, ya que no se puede censurar una parte tan fundamental de la comunicación, especialmente cuando afecta a un grupo particular que históricamente ha sido una minoría que ha sido objeto de discriminación en los EE.UU., por ley o en la práctica”.

Las acciones de la Administración de Trump contra TikTok y WeChat son un ataque a la capacidad de la clase obrera para expresarse políticamente y comunicarse libremente en la vida diaria.

Cada trabajador y joven en los EE.UU. debe rechazar el intento de la Administración de Trump de azuzar sentimientos reaccionarios antichinos sobre la base de afirmaciones sin fundamento de amenazas a la “seguridad nacional”.

No se ha presentado ni una sola prueba que respalde las afirmaciones del Gobierno de los Estados Unidos de que TikTok o WeChat han participado en una “recolección maliciosa de datos personales de ciudadanos estadounidenses” y son participantes activos en la “fusión civil-militar de China” en una “cooperación obligatoria con los servicios de inteligencia” del Partido Comunista Chino, como afirma Ross.

Cualquier evaluación objetiva de las dos aplicaciones contradice completamente los ataques de la Administración de Trump contra TikTok y WeChat y muestra que el surgimiento de las plataformas de redes sociales basadas en China es parte de la globalización e integración de la economía mundial que se ha acelerado en las últimas cuatro décadas.

Las plataformas de redes sociales como Facebook, Twitter y YouTube surgieron como consecuencia de la convergencia de los teléfonos inteligentes y las tabletas con los servicios de Internet de banda ancha inalámbrica a nivel internacional en el primer decenio del siglo XXI. Los primeros años de este desarrollo mundial —Facebook se lanzó en 2004, el acceso inalámbrico a Internet de cuarta generación (4G) estuvo disponible por primera vez en 2006 y el primer modelo del iPhone de Apple se lanzó en 2007— estuvieron dominados por empresas estadounidenses.

La adopción de estas tecnologías se extendió rápidamente por todo el mundo durante la siguiente década. Por ejemplo, en 2007 solo el 1 por ciento de la población de países en desarrollo tenía suscripciones de banda ancha móvil. Hoy en día este número se acerca al 85 por ciento.

Durante este período, la integración de los EE.UU. y China en el desarrollo y la producción de estas tecnologías se expandió dramáticamente. La relación de Apple con las taiwanesas Foxconn y Pegatron –ambas con instalaciones en Shenzhen, China, donde cientos de millones de iPhones han sido ensamblados por trabajadores fabriles altamente explotados— es sólo un ejemplo de este proceso.

La globalización ha integrado a los Estados Unidos con China a nivel económico, científico, académico y cultural. El número de inmigrantes chinos en los EE.UU. se ha multiplicado por siete desde 1980, alcanzando los 2,5 millones de personas en 2018. El esfuerzo del Gobierno de Trump por demonizar a China atacando las aplicaciones inmensamente populares de las redes sociales expresa un nivel de desesperación temeraria dentro del Gobierno.

En medio de la creciente oposición social y política dentro de los Estados Unidos, acelerada por el desastre provocado por la pandemia del coronavirus, la clase dirigente está tratando de desviar las tensiones hacia el exterior provocando un conflicto internacional con China.

El objetivo central de los ataques económicos a China es tanto la clase obrera en casa como el “enemigo” externo. Como demuestra la prohibición de TikTok y WeChat, el conflicto entre los Estados Unidos y China ya se ha convertido en la ocasión de importantes embestidas contra la libertad de expresión, y la escalada del conflicto crearía un pretexto para nuevos ataques a los derechos democráticos.

Nadie debe hacerse ilusiones de que los demócratas se oponen a la agresión de Trump contra China. Ellos han aceptado plenamente el marco establecido por la Casa Blanca y han afirmado que Trump es “blando” con China.

Como dijo Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, al Wall Street Journal el 10 de septiembre, “Independientemente de quién gane, la política de EE.UU. hacia China va a ser más dura en los próximos cinco años que en los últimos cinco años. China ha cambiado, y el pensamiento de EE.UU. sobre China ha cambiado”.

El martes, el historiador económico Chris Miller escribió en el New York Times una columna de opinión titulada “América va a decapitar a Huawei”, en la que advierte que el liderazgo mundial de EE.UU. en tecnología está disminuyendo. “La decapitación digital de Huawei es una impactante muestra del poder americano. Con los caprichos del presidente americano, cualquier otra compañía tecnológica china podría sufrir tal destino. Imagínense si una potencia extranjera pudiera hacer lo mismo con Google o Amazon”.

Los ataques a Huawei, TikTok y WeChat son todas demostraciones de la criminalidad del imperialismo estadounidense, pero también, en última instancia, una expresión de la debilidad y el declive del hegemón mundial que surgió después de la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos está usando su influencia geopolítica para destruir a los competidores de las empresas de redes sociales con sede en los EE.UU.

Solo la clase obrera internacional tiene la capacidad de detener la marcha de los antagonismos nacionalistas, que está pasando de las guerras económicas a los conflictos militares y a una nueva Tercera Guerra Mundial. La unidad objetiva de la clase obrera a través de las fronteras nacionales es la base de la lucha por el socialismo que debe ser asumida en los EE.UU., China y todos los países del mundo.

(Publicado originalmente en inglés el 19 de septiembre de 2020)

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