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Presupuesto australiano basado en cimientos inestables

Como han señalado muchos comentaristas, el presupuesto australiano, reducido el martes por la noche, se basó en lo que se denominan supuestos "heroicos" sobre la pandemia de COVID-19, así como la economía australiana y mundial.

El ejemplo más claro de tales suposiciones guarda relación con la pandemia. Según los documentos presupuestarios preparados por el Tesoro, "se supone que durante el período de pronóstico se producen brotes materiales de COVID-19, pero están en gran parte contenidos" y que "se supone que un programa de vacunación contra el COVID-19 en toda la población estará completamente implementado a finales de 2021".

Tesorero Josh Frydenberg en una conferencia con el Consejo Coordinador Empresarial de Australia. (Crédito: @JoshFrydenberg, Twitter)

Esto me recuerda un viejo chiste sobre la economía burguesa. Un físico, un químico y un economista están atrapados en una isla con latas de comida, pero sin herramientas. El físico y el químico desarrollan planes para abrirlas, pero el economista desarrolla un "modelo" para resolver el problema diciendo, "suponga un abrelatas".

La suposición del Tesoro se ha hecho en condiciones en las que el virus continúa propagándose sin control a escala mundial, aún no se ha desarrollado ninguna vacuna y persisten considerables incertidumbres. Aunque se desarrolle una vacuna eficaz, no existe un plan asegurado para su adquisición y distribución.

Los supuestos sobre la economía son igualmente endebles. El pronóstico del Tesoro es que en el año calendarístico 2020 el PIB real de Australia caerá un 3,75 por ciento, antes de aumentar un 4,25 por ciento en 2021. Pero esto se basa en la premisa de que el crecimiento mundial, después de caer un 4,5 por ciento este año, se recuperará un 5 por ciento en 2021.

Hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI), que generalmente trata de poner la mejor cara a una mala situación —sus pronósticos de crecimiento global en los años previos a la pandemia fueron constantemente exagerados— es más cauteloso.

En un blog reciente, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, advirtió de que existía un "riesgo de graves daños económicos por la pérdida de puestos de trabajo, las quiebras y la interrupción de la educación". Debido a esta pérdida de capacidad económica, Georgieva escribió que la producción mundial se mantendrá "muy por debajo" de los pronósticos previos a la pandemia, lo que provocará una caída en los niveles de vida de casi todos los países.

El Tesoro se ve obligado a reconocer que "el alcance de los efectos más duraderos de la pandemia de COVID-19, tanto a nivel nacional como mundial, es difícil de predecir".

La característica central del presupuesto fueron las principales donaciones a las empresas, con una columna en el Australian Financial Review que describe el "tsunami de dinero que se dirigirá al sector empresarial en los próximos años" como "absolutamente asombroso".

Las asignaciones de inversión a las principales empresas a un costo de $26,7 mil millones durante dos años les permite cancelar en su totalidad cualquier activo depreciable elegible a efectos fiscales, sin límite. Esta medida ha sido promocionada por el gobierno como un impulso al empleo, el tema central de su propaganda presupuestaria, junto con recortes de impuestos sobre la renta y subsidios para mano de obra juvenil barata.

Pero la pregunta crucial es si realmente se realizará tal inversión, que depende de una mayor demanda en la economía. Incluso antes de que estallara la pandemia, la economía australiana estaba marcada por años de crecimiento salarial insignificante, ingresos familiares estancados y el menor crecimiento de la productividad jamás registrado. Esta situación llevó al Banco de la Reserva de Australia a recortar su tasa de interés base a un mínimo histórico incluso antes de que golpeara la pandemia.

La evaluación de la inversión por parte del Tesoro está algo en desacuerdo con el escenario optimista presentado por el tesorero Josh Frydenberg el martes por la noche.

Señaló que se esperaba que la inversión en nuevas empresas cayera un 9,5 por ciento en 2020-2021, "impulsada por un deterioro significativo en las perspectivas para la inversión no minera". El Tesoro pronosticó un crecimiento del 6 por ciento en 2021-2022.

Dijo que el "entorno altamente incierto" creado por la pandemia vería una "fuerte caída en la inversión en maquinaria y equipo en el corto plazo" y una "escorrentía gradual en la construcción de inmuebles" a medida que la demanda de nuevos proyectos disminuya y se completen las obras ya en marcha.

El repunte en 2021-2022 se basa en el supuesto de que "aliviar las restricciones, mejorar la confianza y las políticas gubernamentales recientemente introducidas para apoyar a las empresas impulsarán la recuperación de la inversión empresarial, en particular en maquinaria y equipo". Aquí hay un todos contra todos. El gobierno basa sus acciones en los pronósticos del Tesoro, mientras que esos pronósticos se basan a su vez en supuestos sobre los efectos de la acción del gobierno.

Pero aunque se realizara la inversión prevista, esto no daría lugar a un aumento de empleos bien remunerados. Esto se debe a que una de las principales razones por las que las empresas realizan gastos en maquinaria y equipo nuevos es el reducir los costos laborales mientras luchan por mantener las ganancias en condiciones de caída de la demanda general. Cualquier aumento de puestos de trabajo se producirá en el trabajo a tiempo parcial y mal remunerado, con la ayuda de subsidios gubernamentales para mano de obra juvenil más barata.

Una de las características más significativas de las previsiones del Tesoro es la exclusión de cualquier mención de las condiciones financieras globales y la amenaza de otra crisis financiera a medida que la deuda, tanto empresarial como gubernamental, alcance nuevos récords.

(Publicado originalmente en inglés el 10 de octubre de 2020)

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