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Mando del Pentágono en “alerta roja” por plan golpista de Trump

El alto mando militar estadounidense está operando en lo que equivale a un estado de alerta máxima ante un posible intento de golpe de Estado del presidente Donald Trump durante el próximo mes con el objetivo de anular los resultados de las elecciones presidenciales de noviembre.

El presidente Donald Trump y el vicepresidente Mike Pence participan en una ceremonia de bienvenida de las Fuerzas Armadas para el nuevo presidente del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, el lunes 30 de septiembre de 2019, en la base conjunta Myer-Henderson Hall, Virginia [Crédito: Foto AP/Evan Vucci]

Esta mayor percepción del peligro provino de una extraordinaria entrevista el 17 de diciembre otorgada por el general (retirado) Michael Flynn, el primer asesor de seguridad nacional de Trump y ahora un criminal indultado, a Newsmax, el medio de televisión por cable de extrema derecha que ha respaldado fielmente las fraudulentas acusaciones de Trump de que la elección fue robada.

Flynn reafirmó el poder del presidente para declarar ley marcial y sugirió que podría desplegar “capacidades militares” en los estados disputados donde perdió para “básicamente repetir la elección”. En otras palabras, los votantes en Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Georgia y otros estados en los que ganó el candidato demócrata Joe Biden serían llevados de regreso a las urnas a punta de bayoneta para asegurar que Trump se mantenga en control de la Casa Blanca.

Lo que es aún más inquietante, el general retirado de tres estrellas fue invitado a la Casa Blanca al día siguiente, junto con Sydney Powell, la antigua abogada de Trump en torno a la acusación de fraude electoral que impulsó las teorías de que la votación había sido manipulada, entre otros, por el fallecido líder venezolano Hugo Chávez. La posibilidad de imponer ley marcial fue objeto de un acalorado debate.

Una serie de reportes de los comentaristas en la prensa con estrechos lazos al aparato militar y de inteligencia hizo evidentes las extraordinarias tensiones dentro del mando uniformado del Pentágono.

Entre estas advertencias destaca una columna de David Ignatius en el Washington Post intitulada “Hasta que se certifique la victoria de Biden, Estados Unidos sigue siendo vulnerable”. Ignatius ha servido durante mucho tiempo como un conducto para la información que el Pentágono y la CIA quieren que se filtre al público.

Estados Unidos “estará en la zona de peligro hasta la certificación formal de la victoria electoral de Joe Biden el 6 de enero, porque una posible agitación nacional o extranjera podría darle al presidente Trump una excusa para aferrarse al poder”, escribe Ignatius.

El 6 de enero, el Congreso tiene programado contar formalmente los votos del Colegio Electoral, en los que Biden ganó 306 a 232, y certificar su elección como presidente de los Estados Unidos. Trump ha pedido a sus partidarios republicanos en la Cámara de Representantes y el Senado que descarrilen este proceso, mientras que convocó a sus partidarios de extrema derecha a tomar las calles de Washington el mismo día. “Una gran protesta en DC el 6 de enero. ¡Estén allí, será salvaje!”, tuiteó, invocando la posibilidad de violencia.

Unos enfrentamientos violentos en las calles de la capital estadounidense, advierte Ignatius, podrían proporcionarle a Trump el pretexto para “invocar la Ley de Insurrecciones para movilizar a los militares”.

Ignatius también menciona la depuración de Trump de los principales líderes civiles del Pentágono y la instalación de una camarilla de leales fascistizantes. El secretario interino de Defensa, Mark Esper, fue despedido tanto por su renuencia a apoyar un ataque militar contra Irán como por su oposición pública a la propuesta de Trump de invocar la Ley de Insurrecciones y desplegar tropas regulares del ejército en las calles para atacar las manifestaciones contra la violencia policial el verano pasado.

“Las últimas semanas de Trump en el cargo también serán un polvorín debido al peligro de disturbios en el extranjero”, escribe Ignatius, señalando los recientes ataques con cohetes contra el extenso complejo de la Embajada de Estados Unidos en la Zona Verde de Bagdad y la amenaza tuiteada de Trump de represalias contra Irán. También cita el aniversario del 3 de enero del asesinato por un dron estadounidense el año pasado del alto líder iraní Qasem Soleimani y del comandante de una milicia iraquí Abu Mahdi al-Muhandis.

La realidad es que Estados Unidos está aumentando constantemente sus amenazas militares contra Irán. En la última acción, la Marina de los Estados Unidos envió el submarino de propulsión nuclear USS Georgia, armado con misiles de crucero, junto con los buques de guerra que lo acompañan, al golfo Pérsico, uniéndose al grupo de ataque del portaaviones USS Nimitz ya desplegado allí.

Como advirtió el World Socialist Web Site en una perspectiva del 17 de noviembre titulada “En medio de un complot golpista electoral, Trump amenaza con una guerra catastrófica contra Irán”:

Un ataque contra Irán y las inevitables represalias iraníes, incluyendo la posible muerte de un gran número de tropas estadounidenses, proporcionarían a Trump el pretexto para imponer ley marcial y negarse a rendir la Casa Blanca. Cuando faltan 62 días para la inauguración presidencial prevista, el peligro de tal provocación es omnipresente.

Ignatius concluye su ominosa columna asegurando que “Trump no logrará subvertir la Constitución, pero puede hacer un daño enorme en las próximas semanas”. La solución, dice, es que los republicanos vayan a la Casa Blanca y le digan a su presidente: “Esto debe terminar”.

Mientras tanto, CNN informa que “hay una creciente ansiedad” dentro del ejército por lo que Trump pueda hacer en las semanas previas a la fecha de traspaso. “¿Ordenará el presidente alguna acción militar inesperada, como un ataque a Irán, o de alguna manera arrastrará a los militares detrás de sus esfuerzos por anular los resultados de las elecciones?”, son las preguntas que preocupan al Pentágono, según la red.

Citando a casi una docena de oficiales superiores en servicio activo, que hablaron bajo condición de anonimato, el informe afirma que los oficiales han estado elaborando “listas” de todas las acciones potenciales que Trump podría tomar durante el próximo mes, como más purgas de altos funcionarios, incluyendo personal uniformado.

El informe cita una declaración emitida por el general James McConville, jefe de personal del ejército, y Ryan McCarthy, el secretario del ejército designado por Trump, que afirma: “El ejército estadounidense no tiene ningún papel en la determinación del resultado de una elección estadounidense”. Los oficiales superiores entrevistados por CNN señalaron que, en la memoria viva, nadie se ha sentido obligado a emitir tal declaración, lo que equivale a una garantía de que el ejército estadounidense no llevará a cabo un golpe.

CNN citó a varios oficiales que afirman que, “durante el resto de su mandato, si Trump emite alguna orden, la clave será si se determina que es legal. Si no son legales, y no se puede disuadir al presidente de no hacer posibles órdenes ilegales, podría plantear preguntas difíciles sobre lo que harán los altos mandos militares a continuación”.

Por su parte, el columnista republicano anti-Trump Bill Kristol informó a través de Twitter que le habían “dicho de manera confiable que los altos funcionarios militares en el Pentágono están más, no menos, alarmados de lo que estaban hace unas semanas cuando Mark Esper fue despedido. El nuevo grupo de leales a Trump en los puestos civiles más importantes no parece estar allí solo para pulir sus currículos, como dijo una persona. Están tratando de averiguar, en coordinación con la gente de la Casa Blanca, ‘cómo hacer que suceda algo’”. Las discusiones que tienen lugar dentro de los altos mandos, dijo, “no tienen precedentes”.

Mientras tanto, el Washington Post publicó un editorial el 26 de diciembre que indica que las acciones de Trump durante las próximas semanas “podrían hacer que el resto de su caótica presidencia parezca apacible”. Añadió: “Las posibilidades incluyen órdenes extrañas a las fuerzas armadas ...”.

Citando la declaración del jefe de personal y secretario del Ejército de que los militares no determinarían el resultado de las elecciones, el Post afirmó: “Los estadounidenses pueden apreciar estas declaraciones, aunque se sientan horrorizados de que sean necesarias. Es necesario que los altos mandos del Ejército digan que los militares no ayudarán a organizar un golpe”.

Esta no es la única razón para sentirse horrorizado. Mientras el Estado Mayor Conjunto puede ver la agitación del general Flynn como una amenaza para la estabilidad nacional, así como para la cohesión y disciplina de las propias fuerzas armadas, no hay razón para dudar de que Flynn tiene contactos y simpatizantes dentro del cuerpo de oficiales que comparten su ideología fascistizante. Sean o no suficientes en número y organización para lanzar un golpe, se ha cruzado un umbral. Un golpe militar en los Estados Unidos ya no es simplemente imaginable, sino que constituye un peligro real y presente.

En un artículo de Newsweek titulado “El discurso de Donald Trump sobre la ley marcial tiene a los militares en alerta roja”, el veterano analista de asuntos militares William Arkin informó que “los oficiales de alto rango han discutido lo que harían si el presidente declarara la ley marcial. Y los mandos militares responsables de Washington DC están involucrados en planes secretos de contingencia en caso de que las fuerzas armadas tengan que mantener o restaurar el orden civil durante el período de inauguración y traspaso”.

Arkin agregó que mientras los altos funcionarios insistieron en que no se unirían a un golpe para anular las elecciones, “les preocupa que los militares puedan verse arrastrados por una crisis provocada por Trump, particularmente si el presidente intenta reunir a milicias privadas y paramilitares pro-Trump en un esfuerzo por interrumpir la transición y causar violencia en la capital”.

Arkin citó a un excomandante anónimo del Comando Norte (NORTHCOM) que dijo: “Aunque estoy seguro de que el mando militar uniformado tiene la cabeza bien puesta, tal locura no tiene precedentes y las posibilidades son infinitas”.

Refiriéndose a una declaración hecha por Trump en marzo de que tenía “derecho a hacer muchas cosas que la gente ni siquiera sabe”, Arkin informó que durante las deliberaciones sobre la declaración de emergencia por la pandemia de coronavirus, Trump fue “informado por su equipo de seguridad nacional sobre una amplia gama de poderes extraordinarios disponibles para él, incluyendo planes militares secretos para reprimir disturbios civiles en la 'Región de la Capital Nacional' y poderes extraordinarios contenidos en los planes ultrasecretos de continuidad gubernamental, ambos revelados por primera vez en Newsweek”. También se incluyen documentos secretos de acciones de emergencia presidencial (PEAD) redactados durante la era de la Guerra Fría que permiten la declaración de una “emergencia nacional sin límite”.

En un artículo intitulado “Los últimos días de Trump intentan convertir a las fuerzas armadas en un peón político” publicado en el sitio web de The Hill, Dov S. Zakheim, exsubsecretario de defensa de George W. Bush, advirtió que mientras que varios altos funcionarios militares han declarado que no interferirán en las elecciones, “Trump podría optar por invocar la Ley de Insurrecciones o emitir alguna otra orden que sea menos claramente ilegal pero que pondría a los militares en las calles de Estados Unidos”.

Haciendo referencia a Siete Días en Mayo, la novela más vendida de 1962, y la película posterior, sobre un golpe militar en los Estados Unidos, Zakheim escribe: “Hoy, sin embargo, son las fuerzas armadas las que constituyen un baluarte crítico de la democracia estadounidense y de control civil cuando la era de Trump llega a sus últimos días”.

El hecho de que el ejército sea exaltado como garante de la “democracia y el control civil” es testimonio de la desintegración de las formas democráticas de gobierno en los Estados Unidos bajo el impacto de unas guerras interminables, ataques incesantes a los derechos democráticos y niveles de desigualdad social sin precedentes. El intento de Trump de derrocar la Constitución de Estados Unidos es el resultado de este proceso, no su causa.

Ha sido ayudado e azuzado por los demócratas y los medios corporativos, que han tomado una decisión deliberada de restar importancia y ocultar al público las profundas amenazas y conspiraciones que emanan de la Casa Blanca.

Biden y los demócratas han optado por ignorar la negativa de Trump a conceder la derrota electoral y sus reuniones en la Casa Blanca para discutir la viabilidad de imponer la ley marcial y permanecer en el cargo.

El lunes, Biden pronunció un discurso en el que se quejó de que la camarilla de leales fascistizantes instalados por Trump en el Pentágono estaba imponiendo “obstáculos” a su equipo para “obtener toda la información que necesitamos de la Administración saliente en áreas claves de seguridad nacional”. Su preocupación, dijo, era evitar “cualquier ventana de confusión o puesta al día que nuestros adversarios puedan intentar aprovechar”.

Hace caso omiso deliberadamente a que el equipo de transición de Biden está siendo excluido del Pentágono porque las personas designadas por Trump están intentando convertirlo en la cabina de mando de un golpe extraconstitucional para anular las elecciones.

La principal preocupación del Partido Demócrata no es exponer y derrotar las conspiraciones de Trump, sino evitar que las masas de trabajadores se vuelvan políticamente conscientes del peligro y entren en lucha contra éste. Los demócratas ven tal revuelta desde abajo como una amenaza intolerable para los intereses de Wall Street y el imperialismo estadounidense que defienden.

Si Biden logra asumir control de la Casa Blanca el 20 de enero gracias a las garantías que ha hecho al Pentágono y a la oligarquía gobernante de que defenderá sus intereses, el asalto a los derechos democráticos y la amenaza de dictadura que ha quedado expuesta por los complots de Trump solo continuarán y se profundizarán.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 29 de diciembre de 2020)

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