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Perspectiva

Los republicanos se agrupan detrás de Trump

El martes, 45 de los 50 senadores republicanos en EE.UU. votaron a favor de poner fin al juicio político de destitución contra Donald Trump. La moción fue introducida por Rand Paul de Kentucky, un libertario de extrema derecha, quien hizo la afirmación legal falsa de que el juicio en el Senado, cuya fecha de inicio programada es el 9 de febrero, es inconstitucional porque Trump ya no está en el cargo.

Paul dijo que el juicio “arrastrará nuestro gran país a la alcantarilla del rencor y los insultos, de una manera inédita en la historia de nuestra nación”. Lo tildó de “desquiciado”.

El recién electo senador de Alabama, Tommy Tuberville en el lobby del Hotel Internacional de Trump en Washington DC con otros confabuladores el 5 de enero, el día antes del golpe (fuente: Instagram)

Marco Rubio, el fanático anticomunista de Florida le dijo a Fox News que el juicio era “estúpido”. Afirmó que su voto en defensa de Trump estuvo motivado por un deseo de unir el país, citando el indulto de Gerald Ford a Richard Nixon como un ejemplo positivo para permitir que el país “siga adelante”.

Mitch McConnell, quien recientemente reconoció que Trump “provocó” a los insurrectos que invadieron el Capitolio el 6 de enero y que fue aclamado por el propio presidente Joe Biden, votó a favor de la moción de Paul sin ofrecer ninguna explicación.

Este abrumador voto por parte de los senadores republicanos —solo cinco de ellos uniéndose a los 50 demócratas que se opusieron a la moción de Paul— se produjo tan solo tres semanas después de que miles de fascistas armados instigados y apoyados abiertamente por Trump, irrumpieran en el Capitolio con el objetivo de tomar a los legisladores y posiblemente el vicepresidente Mike Pence como rehenes, utilizando el asedio para frenar la certificación de la victoria electoral de Joe Biden, que coincidió con el ataque.

Mientras Trump y su familia miraban con aprobación los videos en las noticias de los insurgentes superando el puñado de policías desplegados para proteger el Capitolio y ocupando la cámara del Senado y las oficinas legislativas, los congresistas y su personal huían en busca de refugio temiendo por sus vidas.

Fue un golpe de Estado fascista, un evento sin precedente en la historia estadounidense, y estuvo a segundos de tener éxito.

Sus facilitadores no solo incluyen a Trump y sus coconspiradores en la policía y el ejército, sino la gran mayoría del Partido Republicano, incluyendo el entonces líder de la mayoría en el Senado, McConnell, y el líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, quien ofreció el marco político para el golpe de Estado promoviendo las mentiras de Trump de que fue robada la elección. A pocas horas de que los insurrectos fueran retirados del Capitolio, 138 republicanos en la Cámara de Representantes y siete en el Senado votaron en contra de la certificación de la victoria electoral de Joe Biden.

Si los fascistas hubieran tenido éxito en tomar rehenes, habrían exigido detener la certificación y anular el voto en los estados clave que Trump disputaba. Se habrían producido negociaciones y la gran mayoría de los republicanos, en nombre de evitar un baño de sangre mayor y “unir” el país”, habrían apoyado las demandas de los fascistas. No cabe duda de que los demócratas al final habrían aceptado algún acuerdo podrido para permitir que las asambleas legislativas estatales controladas por los republicanos anularan el voto popular en sus estados y le regresaran la Presidencia a Trump.

En cualquier sistema políticamente sano, el Partido Republicano habría acabado irreparablemente desacreditado y desprestigiado. Sin embargo, menos de tres semanas después, ha reafirmado arrogante y desafiantemente su defensa a Trump y sus partidarios fascistas.

¿Cómo se puede explicar esto? Es producto de la total inutilidad del Partido Demócrata. Con sus interminables llamados de “unidad”, Biden le está garantizando a Trump y el Partido Republicano, sus patrocinadores en Wall Street y coconspiradores en el ejército, la policía y las agencias de inteligencia que no tendrán que enfrentar ninguna consecuencia tras intentar derrocar la Constitución y establecer un Estado policial.

Biden y los demócratas temen que los eventos del 6 de enero hagan estallar el polvorín social en EE.UU., donde las muertes causadas por la política de inmunidad colectiva impuesta por la clase gobernante se acercan rápido al medio millón, mucho más que lo que temen el derrocamiento de lo que queda de los procesos democráticos.

A esto se deben la defensa de Biden de un Partido Republicano “fuerte” y su oposición a cualquier medida que haga rendir cuentas a Trump y los republicanos. Ha dejado en claro que no tiene el apetito para un juicio político, mientras los líderes demócratas del Congreso han prometido un juicio breve y meramente simbólico en el Senado, quizás prescindiendo incluso de testigos.

Mientras tanto, a diario aparece más información sobre el gran alcance de la conspiración que culminó en el ataque al Congreso y sobre la participación directa de Trump, su familia, sus asesores y los legisladores republicanos en la preparación y organización de la insurrección fascista.

El periodista independiente Seth Abramson publicó un artículo el martes que incluye fotografías de redes sociales, documentando el hecho de que 15 personas cercanas a Trump se reunieron en su residencia privada en el Trump International Hotel en Washington DC la noche del 5 de enero para discutir los eventos del día siguiente.

Los participantes incluían a Donald Trump, Jr., Eric Trump, Rudy Giuliani, Michael Flynn (quien llamó públicamente a Trump a declarar ley marcial y obligar una repetición del voto en los seis estados clave disputados), Peter Navarro (quien declaró que el vicepresidente Mike Pence tenía un poder unilateral para anular los resultados electorales), el senador republicano de Alabama, Tommy Tuberville, los exasesores de campaña Corey Lewandowski y David Rossie, Adam Piper (director ejecutivo de la Asociación General de Abogados Republicanos), Daniel Beck (director ejecutivo de Txtwire) y Michael Lindell (director ejecutivo de MyPillow). También se encontraban presentes varios organizadores del mitin del 6 de enero y la marcha al Capitolio.

Beck publicó una declaración en Facebook que afirma: “Quince de nosotros nos reunimos en la noche con Donald Trump, Jr., Kimberly Guilfoyle, Tommy Tuberville, Michael J, Lindell, Peter Navarro y Rudy Giuliani… ¡¡TRUMP VA A MANTENER LA PRESIDENCIA!!”.

El Washington Post publicó el martes una entrevista con el comandante de la Guardia Nacional en Washington DC, el general William J. Walker, en la que reveló que, en los días anteriores al ataque del 6 de enero en el Congreso, el Pentágono le arrebató la autoridad para despachar tropas y proteger el Capitolio. Walker le dijo al Post que se vio obligado a esperar la aprobación del secretario del Ejército, Ryan McCarthy, y del secretario de Defensa en funciones Christopher Miller, quien acababa de ser nombrado. Esto le previno a Walker enviar fuerzas por varias horas en contra de la invasión del Capitolio.

El Partido Republicano se ha vuelto una incubadora de fuerzas fascistizantes y un medio para integrarlas en la élite política. Es un partido que acoge a neonazis, supremacistas blancos y antisemitas, mientras los promueve a cargos poderosos.

El nuevo diputado de Carolina del Norte, Madison Cawthorn, publicó fotografías en su Instagram mostrando su visita en 2017 a la casa vacacional de Adolfo Hitler en Alemania, conocida como el “Nido del Águila”. El pie de foto se refiere a Hitler como el “Fuhrer” y dice que la visita estaba en su “lista de deseos por mucho tiempo” y “no fue una decepción”.

Las legisladoras de la Cámara de Representantes, Marjorie Taylor Greene de Georgia y Lauren Boebert de Colorado, son simpatizantes abiertos de la conspiración fascista QAnon y regularmente intentan introducir armas en la cámara legislativa.

Biden y los demócratas argumentan que han intentado unirse a los republicanos para que su agenda sea aprobada. Eso presenta la interrogante: ¿qué tipo de agenda requiere el apoyo de fascistas y sus aliados?

La cobardía y complicidad deplorables de los demócratas sirven para adormecer la conciencia de las masas, barnizar la imagen de Trump y los republicanos, y propagar la fatal ilusión de que todo está en orden. Todos aquellos que buscan minimizar el asalto fascista contra el Capitolio, incitado y respaldado por el comandante en jefe de EE.UU., son culpables de desarmar políticamente a la clase obrera y fortalecer a la derecha neofascista.

Estos acontecimientos subrayan la urgencia de exigir una investigación exhaustiva y pública sobre los eventos del 6 de enero, así como de la conspiración a la cual pertenecieron y que sigue en marcha. La clase obrera necesita intervenir en la crisis política como una fuerza independiente. No se confiar de ninguna manera en que el Partido Demócrata se opondrá al peligro del fascismo.

El Partido Socialista por la Igualdad llama a los trabajadores a exigir una investigación plena y abierta sobre el golpe de Estado del 6 de enero, que involucre audiencias legislativas televisadas a nivel nacional y transmitidas en línea, en la que se nombren los nombres, se revelen las comunicaciones y se den a conocer los motivos políticos de los que dirigieron la conspiración. Aquellos involucrados, comenzando por Trump y sus facilitadores en el Partido Republicano, deben ser expulsados de sus cargos, enjuiciados penalmente y encarcelados.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 27 de enero de 2021)

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