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Perspectiva

La cobardía demócrata deja ilesos a los republicanos que conspiraron con Trump

El equipo de defensa de Donald Trump en su juicio político ante el Senado planteó todo su caso en solo dos horas y media el viernes por la tarde. El Senado procedió a la fase de preguntas para ambos bandos legales, que se espera que finalice hoy. Esto lo seguirá una votación sobre los cargos, que probablemente no alcanzará los 67 votos necesarios para una condena.

La defensa de Trump insistió con los mismos argumentos que ha avanzado a lo largo del proceso. Sus abogados alegaron que Trump meramente hizo uso de su derecho a la libre expresión consagrado en la Primera Enmienda cuando se pronunció en un mitin antes de la insurrección del 6 de enero. Afirmaron que la única intención de su llamado a la turba a que “peleara como el diablo” antes de la invasión del Capitolio fue animar una protesta pacífica. Dijeron que el hecho de que el intento de golpe de Estado fue el resultado de una larga planificación exonera de alguna manera a Trump por incitarlo.

Desde la izquierda, David Schoen, Bruce Castor y Michael van der Veen, los abogados de Trump en su segundo juicio político, 11 de febrero de 2021, Capitolio, Washington (AP Photo/Jose Luis Magana)

Su equipo legal mintió descaradamente y demostró un claro desdén hacia todo el procedimiento. En un punto, un abogado de Trump afirmó que el primer alborotador arrestado el 6 de enero era un miembro de Antifa, una mentira completa. El equipo de Trump presentó un video de 11 minutos de demócratas y otros utilizando la palabra “pelea”, como si esto se pudiera comparar con los meses en que Trump intentó anular los resultados de la elección y que culminaron el 6 de enero.

Como siempre, los republicanos sacaron partido del servilismo de los demócratas, el cual es impulsado fundamentalmente por su estrategia política y las fuerzas de clase que representan. Los demócratas son un partido de Wall Street y el ejército. Su principal preocupación durante todo el Gobierno de Trump y en todo momento de la crisis electoral y postelectoral, ha sido bloquear el crecimiento de oposición en la clase obrera que amenazaría los intereses de la oligarquía financiera.

Esto ha definido la manera en que han llevado a cabo el juicio político. El propósito del juicio debió ser exponer lo que Philip Roth habría llamado “El complot contra Estados Unidos”. Tal juicio no habría buscado exponer únicamente el papel de Trump, sino toda su red de coconspiradores en el Partido Republicano y el aparato estatal. Habría arrojado luz en las fuerzas políticas y los intereses sociales detrás del plan golpista y habría explicado el objetivo de la operación anular las elecciones de 2020 y establecer una dictadura presidencial.

Lo más llamativo que faltó en el caso de los demócratas fue cualquier referencia a la conspiración que tuvo como producto el 6 de enero. El complot de Trump fue presentado falsamente como una conspiración solitaria que excluyó a los 147 congresistas republicanos, incluyendo la mayoría en la Cámara de Representantes que lo acompañaron en intentar anular el resultado de la elección presidencial de 2020.

Los demócratas nunca intentaron explicar lo que Trump buscaba lograr ni lo que habría resultado de ello. El viernes, cuando un senador preguntó qué habría ocurrido si Trump tenía éxito en anular el conteo electoral, el diputado Joaquín Castro, uno de los administradores demócratas del juicio, ignoró la pregunta en su respuesta.

El caso de los demócratas iba completamente dirigido hacia los senadores republicanos en la cámara, es decir, los mismos individuos que promovieron las mentiras utilizadas como cubierta política para los eventos del 6 de enero.

Ni un solo demócrata tuvo el valor de apuntar su dedo a los senadores republicanos, quienes estaban haciendo garabatos en sus cuadernos y subiendo sus pies en el escritorio mientras los administradores de la Cámara de Representantes presentaban su caso inicial, y afirmar francamente: “Todos ustedes que aceptaron y legitimaron las mentiras de Trump, que apoyaron su afirmación de que le robaron la elección, funcionaron como sus cómplices políticos en la preparación del golpe de Estado”.

Lejos de exponer a los republicanos, una porción significativa del juicio fue dedicada a ensalzarlos. “Un extraño nuevo respeto hacia Mike Pence”, comentó la junta editorial del Wall Street Journal el jueves. “Él es un ‘patriota’, un hombre de fe y valentía, dicen ahora los demócratas”. El periódico citó los comentarios de Joaquin Castro, quien llamó a Pence, “un hombre que respeta su juramento, su fe, su deber y, ante todo, defiende la Constitución”.

Un momento después, el Sr. Castro llamó al Sr. Pence “un patriota”. Otros demócratas estuvieron de acuerdo. “El vicepresidente Pence tuvo la valentía para enfrentarse al presidente, decirle al público estadounidense la verdad y defender nuestra Constitución”, dijo Stacey Plaskett, la delegada de las Islas Vírgenes. “ Eso es patriotismo”. El diputado Ted Liu dijo que el Sr. Pence, “defendió su posición como los otros oficiales valientes defendieron su posición”. Añadió, “El vicepresidente Pence nos mostró lo que significa ser un estadounidense, lo que significa mostrar valor”.

Los grotescos encomios de los demócratas para el reaccionario de Pence, quien mantuvo un papel decisivo en apoyar a Trump hasta el 6 e enero, va en línea con toda la estrategia política del Gobierno de Biden. En más de cinco semanas desde el 6 de enero, la principal preocupación de Biden ha sido prevenir que la intentona golpista cause algún daño prolongado al Partido Republicano. Era necesario tener un Partido Republicano “fuerte”, insistió en una rueda de prensa el 8 de enero. Sus comentarios el Día de la Inauguración estuvieron dominados por llamados a la “unidad” y el bipartidismo.

El viernes, después de que los fiscales presentaron su caso, Biden reiteró su deseo de que los senadores republicanos “se pongan de pie” y voten a favor de una condena. “Tan solo estoy ansioso de ver si —qué harán mis amigos republicanos—, si se ponen de pie”, dijo Biden.

Tanto los demócratas como los republicanos se han dedicado a garantizar que el juicio en el Senado sea lo más corto posible. “Los senadores de ambos lados parecen ansiosos por terminar el juicio pronto”, señaló Vox el jueves. Los demócratas tomaron la decisión de no llamar testigos para que declararan bajo juramento, ni en la Cámara de Representantes cuando preparaban los cargos ni durante el juicio en el Senado.

Ningún demócrata ha intentado ni planteado la posibilidad de citar como testigos a los dirigentes de los grupos fascistizantes que ayudaron a organizar los eventos del 6 de enero, a los oficiales republicanos que los promovieron o a los sectores del ejército y la policía que se mostraron en apoyo con los fascistas.

Lo que han demostrado los demócratas es que, si los fascistas hubieran tomado rehenes, ellos habrían aceptado negociar “una solución pacífica” con sus “amigos y colegas al otro lado del pasillo”, habrían negociado con su cobardía habitual y hecho concesiones sin límite, lo que probablemente habría resultado en aceptar la anulación de la victoria electoral en los estados clave y la entrega de la elección a Trump. Durante tales negociaciones, Trump hubiera permanecido en la Casa Blanca, habría declarado un estado de emergencia, gobernando por decreto.

El juicio político en el Senado finalizará sin que ninguno de los líderes políticos de la camarilla en la Casa Blanca y el Congreso tengan que rendir cuentas, incluyendo el propio Trump. Además, es sumamente dudoso que los demócratas organicen futuras audiencias sobre el golpe de Estado.

Los demócratas limitaron el juicio político a su teoría de la política estadounidense del “Trump malo” porque cualquier evaluación seria de las condiciones sociales y políticas que empujaron a EE.UU. al borde de una dictadura exigiría exponer no solo al Partido Republicano, sino las consecuencias de los niveles inauditos de desigualdad social, las guerras interminables y la política homicida de la clase gobernante ante la pandemia, que ha dejado a casi medio millón de personas muertas.

La principal lección del segundo juicio político de Donald Trump es lo mismo que concluyó el World Socialist Web Site tras la negativa de los demócratas de oponerse al robo de las elecciones de 2020: no existe ninguna base de apoyo importante para los derechos democráticos dentro de la clase gobernante. Esto es aún más cierto hoy que hace dos décadas.

La defensa de los derechos democráticos y la oposición al fascismo son inseparables del desarrollo de un movimiento de la clase obrera contra el capitalismo. Como insistió Rosa Luxemburgo, no puede haber socialismo sin democracia y no puede haber democracia sin socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 13 de febrero de 202l1)

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