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Una ‘camarada ejemplar’: el encubrimiento de 40 años de la espía estalinista Sylvia Callen por parte del Socialist Workers Party

En mayo de 1947, el Socialist Workers Party recibió información de que Sylvia Callen, la secretaria personal del líder del partido de muchos años , James P. Cannon, era una agente de la policía secreta soviética, la GPU. Callen, como pronto quedaría claro, había ocultado información personal crítica sobre su pasado estalinista cuando se unió al SWP en 1938. Por casi nueve años, Callen tenía un nivel alto e irrestricto de acceso a la información más sensible del partido. Sin embargo, en vez de exponer el papel homicida de Callen como espía dentro del movimiento trotskista, el SWP lanz ó un encubr imiento que duró casi cuarenta años. Aquí se presenta un repaso histórico de este encubrimiento y su exposición realizada por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional.

Sylvia Callen/Franklin/Caldwell/Doxsee

El sábado 8 de marzo de 1947, el Socialist Workers Party (SWP, Partido Socialista de los Trabajadores) escribió en el titular de su publicación Militant:

Exeditor del Daily Worker expone la culpa de Stalin en el asesinato de Trotsky: Budenz exhibe detalles sobre cómo se preparó el asesinato de 1940, implica a líderes del Partido Comunista en una conspiración de la GPU.[1]

El artículo presentó en detalle las revelaciones del exlíder estalinista estadounidense, Louis Budenz, en el libro This Is My Story (Esta es mi historia). El SWP adquirió una copia antes de su publicación y compartió sus contenidos por primera vez.

This Is My Story confirmó la insistencia de la Cuarta Internacional de que el asesinato de Trotsky había sido ordenado por Stalin y llevado a cabo por la GPU, la policía secreta del régimen estalinista en la URSS.

El artículo principal en la tirada del 8 de marzo del Militant, escrito por John G. Wright, explicaba: “Como testigo y participante directo, Budenz, quien sirvió al Kremlin por diez años, ahora ofrece evidencia concluyente de que altos funcionarios de la policía secreta de Stalin trabajaron por años en suelo estadounidense para preparar el asesinato de Trotsky”.[2]

Esto se produjo menos de siete años después de que un agente estalinista con el nombre falso de Frank Jacson asesinó a León Trotsky en Coyoacán, Ciudad de México, y tan solo una década después del ápice de los exterminios masivos durante el Gran Terror de 1936-39 dentro de la Unión Soviética.

Aparte del asesino de Trotsky, quien fue finalmente identificado como Ramón Mercader del Río, mientras sirvió una pena de veinte años por homicidio en una prisión mexicana, nadie más ha sido castigado ni encarcelado por los crímenes de la GPU. El libro de Budenz expuso la conspiración detrás del asesinato de Trotsky. No solo confirmó que fue ordenado desde Moscú. También nombró a los cómplices entre los líderes y miembros del Partido Comunista de Estados Unidos (CPUSA, siglas en inglés).

Budenz reveló que, en diciembre de 1936, un agente la GPU pidió reunirse con él en secreto en un restaurante cualquiera en East 14th Street.

“Fue relativamente temprano en mi carrera en el partido que ya me estaban citando para reunirme con miembros de la policía secreta soviética que trabajaban en suelo estadounidense”, escribió.[3]

El agente, quien habló con un denso acento ruso, se presentó como “Richards”. Se sentaron en un rincón, con el ruido de los platos de los comensales como fondo. “Mientras comíamos juntos, Richards me dijo en voz baja el propósito de verme. Su comisión estaba investigando la condición de los socialdemócratas y determinando cuáles de ellos y cuáles trotskistas y ‘fascistas’ estaban intentando entrar en la Unión Soviética”.[4]

Tan solo cuatro meses antes, en agosto de 1936, concluyó el primer juicio amañado de Moscú, conllevando 16 ejecuciones, incluyendo la de los viejos bolcheviques, Grigori Zinóviev y Lev Kámenev, acusados de participar en una “conspiración trotskista”. Durante la campaña posterior de asesinatos masivos para aterrorizar y destruir la oposición al régimen estalinista, cientos de miles fueron ejecutados o enviados a campos de trabajo forzado. La mera acusación de apoyar el trotskismo significaba una sentencia de muerte.

Cuando su discusión abordó el juicio de agosto, Budenz expresó su apoyo. La GPU estaba preparando ahora purgas a una escala internacional.

Mientras se reunían Budenz y “Richards”, Trotsky viajaba en un petrolero de Noruega a México, escapando de un continente cuyos Gobiernos rechazaron sus solicitudes de asilo. Ya que Trotsky se mudaba a México, la GPU estaba preparando a sus colaboradores norteamericanos para que llevaran a cabo su asesinato.

Después de esta reunión, Budenz comenzó su tarea:

¿Pero cuál era mi lugar en un proyecto para la protección de la Unión Soviética frente a conspiradores? Me lo dijeron inmediatamente. Recolectaría todos los datos que tuviera sobre los enemigos de la Unión Soviética en las filas de la Izquierda o de las organizaciones obreras, y específicamente los trotskistas. Se entregarían sus nombres y todo lo demás sobre ellos que pudiera ser pertinente para esta investigación.[5]

La GPU sabía que el SWP, la sección líder de la Cuarta Internacional, estaba a cargo de garantizar la seguridad de Trotsky en México. Como resultado, Budenz escribió, “se le daría particular atención a aquellos que viajaban mucho, especialmente al extranjero”.[6]

Budenz expuso que los líderes del CPUSA, Earl Browder y Jack Stachel, eran supervisores directos de la campaña de infiltración. Con su colaboración, Budenz pudo “viajar a través de Manhattan”, reuniéndose con agentes de la GPY y entregándole información sobre el SWP.[7]

En 1937, Budenz comenzó a trabajar con un agente llamado “Roberts”, también conocido como el Dr. Gregory Rabinowitz, un líder del círculo de espías estalinistas estadounidenses. A Rabinowitz se le había encomendado desarrollar una red de agentes para atrapar a Trotsky. Budenz le ayudaría tramar los detalles más íntimos. Rabinowitz le preguntó a Budenz, “¿Puedes decirme dónde reciben los trotskistas su correo de Trotsky en la Ciudad de México?”.[8] Budenz aceptó, averiguando por medio de sus fuentes y ayudándole a la GPU a llegar a las personas cercanas a Trotsky, siempre buscando información sobre la correspondencia internacional del SWP.

Budenz escribió:

Las fotografías también eran parte del área de investigación[de Roberts-Rabinowitz]. Comenzó a traerme un número, uno tras otro, y a preguntarme, “¿Conoces a este hombre? ¿O a este?” En su mayoría, parecían ser hombres y mujeres que solicitaban visas soviéticas. Luego me indagó sobre ciertos nombres en listas, indicando que eran “mensajeros trotskistas”. Uno de estos era un reportero inadvertido que trabajaba dentro y fuera de China y que luego, creo, se vinculó a Reuters. Otra fue Sylvia Ageloff, cuyo nombre se volvió famoso como la mujer que llevó al asesino de León Trotsky, “Frank Jacson”, a México.[9]

Budenz y la GPU construyeron una red de agentes para obtener información sobre el movimiento trotskista y las comunicaciones del SWP con Trotsky. Rabinowitz proponía a candidatos y Budenz conseguía información sobre ellos, ofreciéndole a la GPU su opinión sobre su lealtad política y habilidades para espionaje.

“Generalmente, él [Rabinowitz] me preguntaba sobre sus registros en el Partido y luego sobre cómo encajaría haciendo trabajo clandestino entre los trotskistas y otros grupos”; escribió Budenz. “Después de obtener el registro de un individuo, mi trabajo era medirlo a él o a ella de acuerdo a sus actitudes y vínculos pasados (si lo sabía)”.[10]

El propósito central de esta infiltración era matar a Trotsky. Budenz expuso cómo le ayudó a la GPU a contactar a Ruby Weil, quien orquestó la reunión entre su amiga Sylvia Ageloff, una miembro del SWP, y Mercader, el futuro asesino de Trotsky.

Rabinowitz le pidió a Budenz que “llevara a la señorita Y [luego identificada como Ruby Weil] una joven mujer que había descubierto que era amiga de Sylvia Ageloff”, a una reunión en un hotel de Chicago.[11] Weil luego procedería a trabajar con un agente de la GPU establecido en París, Mark Zborowski, cuyo nombre en el partido era “Etienne”, para darle a Mercader acceso a la casa de Trotsky en la Ciudad de México por medio de Ageloff. Zborowski era, en ese tiempo, miembro de la Cuarta Internacional.

El encuentro entre Mercader y Ageloff sucedió en París en 1938. A partir de 1939, ambos viajaron a la Ciudad de México juntos, donde Ageloff introdujo a Mercader, el hombre que conocía como Frank Jacson, en la casa de Trotsky.[12] El círculo estalinista en torno a Trotsky se estaba cerrando, preparando el escenario para su muerte.

El SWP exige un gran jurado para procesar a los espías estalinistas y a los líderes del CPUSA

La respuesta inmediata del SWP a las revelaciones de Budenz fue difundir la nueva información lo más ampliamente posible, exigiendo una investigación sobre el papel de los estalinistas en la infiltración en el movimiento trotskista y el asesinato de su fundador y líder.

Todo esto fue reportado en las páginas del Militant.[13] La portada del 8 de marzo de 1947 explicaba: “Louis F. Budenz ha revelado detalles siniestros y secretos relacionados al asesinato de León Trotsky a manos de un asesino a sueldo de Stalin”.[14]

Añadía que el libro de Budenz “ofrece evidencia conclusiva de que altos funcionarios de la policía secreta de Stalin operaron por años en suelo estadounidense para preparar el asesinato de Trotsky” y que “los estalinistas estadounidenses, incluyendo al propio Budenz, ayudaron a allanar el camino para la implantación insidiosa del asesino ‘Frank Jacson’ en la casa de Trotsky”.[15]

Luego, reportó con detalles la descripción del libro de la reunión de Budenz con el “titular de la GPU a cargo de las actividades ‘antitrotskistas’”, un agente conocido como “Richards”. Budenz “era consultado por un conjunto de espías para penetrar las filas trotskistas” y “contactaba a los dirigentes de la GPU por lo menos una vez por semana. Ninguna información les era demasiado irrelevante”.[16]

El artículo prosigue: “La máquina asesina de Stalin estaba particularmente interesada en reunir cada pizca de información sobre los trotskistas que viajaban al exterior. Estaban buscando a alguno a quien que pudieran involucrar en Europa en su complot asesino”. El libro de Budenz mostró cómo los estalinistas “habían sentado todas las bases preliminares en Estados Unidos en 1937 para el asesinato de León Trotsky en México en 1940”.[17]

El Militant proclamó, “Las revelaciones de Budenz son los hilos que faltaban en el tejido de evidencia que coloca la culpa del asesinato de León Trotsky en los hombros de José Stalin”.[18]

Con base en la versión de Budenz sobre la infiltración de la GPU y el complot para matar a Trotsky, el SWP inició una campaña pública para exponer a la GPU y el papel del CPUSA. El SWP inmediatamente demandó que un gran jurado citara a los estalinistas clave para que los responsables de orquestar la infiltración del movimiento trotskista se vieran obligados a rendir testimonio sobre la penetración del movimiento trotskista. Además, exigió que se expusiera a los agentes que permanecían en el movimiento.

Las revelaciones y demandas para una investigación tuvieron un impacto político inmenso en círculos más amplios de la izquierda política, a la cual el SWP intentó movilizar a través de una comisión para demandar un gran jurado que investigara el papel de la GPU y el CPUSA en la muerte de Trotsky.

El 17 de marzo de 1947, una coalición encabezada por el SWP que incluía al líder del Partido Socialista, Norman Thomas, presentó una petición al fiscal de distrito en Manhattan exigiendo la convocación de un gran jurado. El SWP movilizó a varias figuras políticas e intelectuales prominentes como el autor James T. Farrell y los académicos John Dewey y Sidney Hook, quienes reflejaron el enojo popular hacia las noticias del complot estalinista al mismo tiempo que atrajeron a un público amplio a la demanda del gran jurado que el Estado no pudo ignorar.

El 22 de marzo, el titular principal del Militant fue, “Pidan un gran jurado que investigue el asesinato de Trotsky —Delegación demanda indagación sobre agente estalinista que orquestó asesinato en Ciudad de Nueva York—”.[19] El Militant reportó que la delegación:

Sostuvo una reunión de 45 minutos con Jacob Grumet, fiscal adjunto de distrito, para exigirle una respuesta a las revelaciones sensacionales hechas por Louis F. Budenz en su reciente libro, This Is My Story. En su autobiografía, el exeditor del Daily Worker y miembro del Comité Nacional del Partido Comunista, atestiguó con base en conocimiento personal que varios agentes de la GPU, ayudados por los líderes del Partido Comunista de EE. UU., planearon aquí los pasos que acabaron en el asesinato de Trotsky en la Ciudad de México en 1940.

La delegación le entregó al fiscal de distrito una declaración firmada por muchísimos ciudadanos prominentes…[20]

Una parte de esta declaración entregada al fiscal adjunto de distrito el 17 de marzo de 1947 señalaba:

Earl Browder, Jack Stachel, el propio Budenz y todos los otros líderes del Partido Comunista tanto pasados como actuales, quienes se sabe que estuvieron involucrados en las actividades de la policía secreta soviética en nuestra comunidad, o que reconocieron tener conocimiento sobre dichas actividades deberían ser sometidos a un examen oficial y las acciones judiciales que ameriten los hechos.

…Budenz añade eslabones nuevos y que hasta ahora hacían falta en la cadena de evidencia presentada durante el juicio de Jacson en México, quien demostró ser un agente de la policía soviética.[21]

El Militant reportó que Norman Thomas también le pidió al fiscal distrital que emprendiera una investigación sobre otros asesinatos que se creía que los estalinistas habían perpetrado en la Ciudad de Nueva York, incluyendo la desaparición de 1937 de Juliet Stuart Poyntz, un miembro prominente del Partido Comunista sospechado de oponerse al terror estalinista, y al líder anarquista Carlo Tresca, matado a tiros en 1943.

“Hay muchos otros”, añadió Thomas. “El supuesto ‘suicidio’ del [desertor soviético Walter] Krivitsky en Washington —¡una farsa como ninguna!—. Está el asesinato de Ignace Reiss en Suiza; la serie de asesinatos de secretarios y miembros de la familia de Trotsky. Creemos que esta situación es tan grave que es imperativa una acción inmediata para detener estos asesinatos políticos”.[22]

La relevancia de las revelaciones de Budenz y el peso de su palabra como cómplice obligó a la Fiscalía distrital a reconocer que “el libro de Budenz podría ‘ofrecer muchas pistas’”, escribió el Militant.[23]

El SWP amplió su campaña con la publicación el 3 de mayo de 1947 de un artículo escrito por la viuda de Trotsky, Natalia Sedova, intitulado, “La culpa de Stalin —libro de Budenz ofrece vínculo en asesinato de Trotsky por parte de la GPU”.[24]

Sedova indicó:

Todo lo que hemos dicho sobre la muerte violenta de L.D. Trotsky está siendo completamente confirmado hoy por las confesiones de Louis Budenz, un exlíder del Partido “Comunista” estalinista estadounidense, en su libro This Is My Story, publicado en marzo de este año…

Las confesiones de Louis Budenz colocan bajo el foco toda la actividad del “Aparato” estalinista secreto que ha usurpado el poder y que actúa con sangrienta arbitrariedad.

Continuó:

La participación de los líderes del Partido “Comunista” de EE. UU. en un complot contra Trotsky atestiguado por Louis Budenz, justifica citar a una corte al propio Budenz junto a Browder y Stachel y colocarlos en manos de las autoridades jurídicas mexicanas.[25]

A pocas semanas de la publicación de las revelaciones de Budenz, la campaña del SWP a favor de un gran jurado obligó al fiscal distrital a citar a Budenz para que rindiera testimonio. Por primera vez desde el asesinato de Trotsky, el SWP había logrado que una persona con un conocimiento íntimo sobre cómo la GPU asesinó a Trotsky apareciera bajo juramento en una corte estadounidense. La oportunidad para exponer los crímenes de los estalinistas y arrojar luz sobre la infiltración del movimiento trotskista nuca había sido tan grande.

Pero, justo cuando parecía probable una investigación real, ocurrió un evento que hizo que el SWP abortara su campaña, acusara a Budenz de mentiroso y abandonara todos los esfuerzos para exponer a los agentes estalinistas dentro del movimiento trotskista.

Una visita de Max Shachtman y Albert Glotzer

Siete años habían transcurrido desde que Max Shachtman y Albert Glotzer se separaron del SWP para fundar el Workers Party (Partido Obrero) cuando ambos entraron en la oficina del secretario nacional del SWP, James P. Cannon, en 116 University Place, Nueva York, en mayo de 1947. A pesar de sus diferencias políticas con el SWP, ambos tuvieron una larga historia con el movimiento trotskista y defendían el principio de compartir información relacionada a cuestiones de seguridad política.

Shachtman y Glotzer traían noticias devastadoras. Le dijeron a Cannon que habían recibido información fiable que implicaba como agente de la GPU a su secretaria personal, Sylvia Callen, cuyo nombre del partido era Sylvia Caldwell.

Shachtman y Glotzer afirmaron que la fuente era confiable y que les había dado información correcta en el pasado. La fuente les informó a Shachtman y Glotzer que los estalinistas habían enviado a Callen de Chicago a Nueva York en 1939 para infiltrarse en la oficina de Cannon. Su fuente dijo que Sylvia había estado en una relación con un joven estalinista de una familia estalinista cuyo padre era doctor.

La Comisión de Control de 1947

Callen era la asistente personal de Cannon. Manejaba todos sus asuntos políticos y personales. Organizaba el horario de Cannon, tenía acceso a todos los registros, finanzas y correspondencia internacional del partido, y escribía al dictado sus cartas, memorándums y reportes políticos. Si Callen era agente, significaba que la GPU había irrumpido severamente en la seguridad del SWP y la Cuarta Internacional. Toda la información importante que había pasado por el escritorio de Cannon había sido leída por la GPU y transmitida al Kremlin, incluso los detalles de la seguridad de Trotsky en Coyoacán.

Además de la evidencia sobre el papel de Callen, Shachtman y Glotzer también le informaron a Cannon que su fuente les había dicho que había un agente del FBI en la dirigencia del SWP.

El 26 de mayo de 1947, Cannon convocó a la Comisión de Control, el órgano del partido encargado con investigaciones internas. El CICI accedió a las minutas del 26 de mayo de 1947 y de las ulteriores reuniones de la comisión en el Instituto Hoover de la Universidad de Standford y las publica en este libro (ver apéndice B):

Reunión de la Comisión de Control, 26 de mayo de 1947.

Reporte de Martin [Cannon]:

Por varios años el WP [Workers Party] nos ha estado enviando reportes de que tienen información que indicaría que el FBI tiene un agente en nuestro partido, alto en la dirigencia. Afirman que su fuente de información ha tenido razón en varias ocasiones y que consideran que esta fuente es fiable.

Recientemente Shachtman y Gould [Glotzer] hablaron con Cannon y le dijeron que la misma fuente les había informado lo siguiente:

Los estalinistas tienen a una mujer en el SWP y que su nombre es S.

Vino de Chicago en 1939 y allá trabajaba en la oficina de un doctor.

Tiene o tenía un novio cuyo nombre es Irving.

Gould insistió en que vino de los YCL [Young Communist League; Liga de Jóvenes Comunistas, el movimiento juvenil del Partido Comunista estalinista].

Esta información apunta a la camarada S.

MOCIÓN: Que el caso sea íntegramente investigado por la Comisión de Control.

Que tengamos una sesión con S. para obtener su biografía y luego llamar a Shachtman y a Gould para que comparezca.

Aprobada.

Primera reunión con S. programada para la tarde del jueves 29 de mayo de 1947.

Tres días después, el 29 de mayo, Callen apareció ante la Comisión. Los hechos en su historial confirmaban sustancialmente la información ofrecida por Shachtman y Glotzer. Había quedado claro que Callen había ocultado varios aspectos críticos sobre sus antecedentes y vínculos personales y políticos, incluyendo que estaba casada y que su marido, Zalmond Franklin, era un líder estalinista de una familia prominente asociada con el Partido Comunista en Wisconsin.

Las minutas de la reunión del 29 de mayo indicaban:

Caso de la camarada S.

29 de mayo de 1947.

En respuesta a las preguntas que le hicieron los miembros del Secretariado y la Comisión de Control en una sesión conjunta, se dio el siguiente perfil biográfico:

El nombre de mi padre es John Callen. Ha sido un comerciante por muchos años. Ni él ni otros miembros de mi familia tienen o han tenido puntos de vista políticos distintos a los del ciudadano promedio.

Personalmente, no sabía que existiera algo así como un movimiento radical hasta que tuve unos 19 años, en la universidad.

Viví en Milwaukee hasta aproximadamente 1932. Fui a Madison, Wisc., para asistir la Universidad de Wisconsin. Ahí conocí a Zalmond Franklin y nos casamos en febrero de 1935. Estuvimos juntos de forma intermitente durante un año. Me gradué en junio de 1935 y me fui de la universidad. Franklin se quedó en la universidad. Después de graduarme, busqué trabajo y finalmente hallé un trabajo en una farmacia en Milwaukee y trabajé ahí por un tiempo como vendedora.

En el otoño de 1935 o la primavera de 1936, fui a Chicago a vivir con mis padres. Ahí ingresé en la Universidad de Chicago para estudiar servicio social. Estuve ahí por cuatro cuatrimestres, trabajando un verano en un lugar de servicios sociales judío ahí, y luego fui a trabajar para la Administración de Asistencia Social de Chicago, donde trabajé hasta que vine a Nueva York.

En el verano de 1937, me uní a un círculo de la YPSL [Young Peoples’ Socialist League; Liga Socialista de los Jóvenes—movimiento juvenil del Partido Socialista, en la que el SWP actuaba en ese entonces—] en Chicago.

Vine a Nueva York en mayo de 1938 para trabajar en la Asociación Hebrea para los Sordos. Trabajé a tiempo parcial ahí y ayudaba en la Oficina Nacional del SWP en mi tiempo libre. En diciembre de 1939 [aquí hay un tachón sobre el último “9” y una línea al margen con la corrección “1938”], me pidieron que aceptara el trabajo a tiempo completo en la Oficina Nacional del SWP porque la secretaria estaba yéndose para aceptar un empleo en la industria.

Cuando Cannon la interrogó directamente, estas fueron las respuestas:

Mi primer contacto con el radicalismo fue en la Universidad de Wisconsin, donde había un grupo de la National Students’ League [Liga Nacional Estudiantil]. Mi marido se unió a la League, semestre de 1935, y yo me uní también solo porque él lo hizo. Pero, realmente no sabía de qué se trataba todo. No sé si la YCL tenía una fracción ahí en el momento, pero había un grupo radical, tipos bohemios, —mi esposo era uno de ellos— y que eran considerados los “comunistas” en el campus. Nunca supe si mi marido tenía afiliaciones comunistas, pero sabiá que sus opiniones eran radicales y y puede que hubiera sido miembro. Sí sé que sus padres eran comunistas en ideología o solo en los márgenes del Partido Comunista. Una vez hicieron una fiesta en su casa para Friends of the Soviet Union [Amigos de la Unión Soviética].

Hace algunos años, escuché que mi exesposo había estado en España durante los días revolucionarios ahí. Así que me imagino que debió hacerse miembro de la YCL después de nuestra separación. O es muy posible que lo hubiera sido antes. No sabía lo suficiente en ese entonces para detectar eso y nunca me confió ninguna información sobre sus actividades.

“¿Alguna vez fuiste parte de la YCL?”

No, nunca. Sabía que tal organización existía pero me repelían emocionalmente por el carácter bohemio de la gente en torno a mi esposo que se consideraban “comunistas”. Pero realmente no entendía qué era el comunismo.

“¿Cómo es que llegaste a unirte a la YPSL? ¿Tenías algún pariente interesado en el socialismo?”

No, ningún familiar ha tenido opiniones radicales. Llegué a unirme a la YPSL por principios, supongo, porque estaba muy solaningún familiar ha tenido o tiene opiniones radicales. Llegué a unirme a la YPSL principalmente, supongo, porque estaba tan sola. No encajaba con los amigos de mi familia y no tenía un círculo propio. En la Universidad de Madison, tuve mi primer contacto con el radicalismo y de una forma indefinida llegué a sentir que el socialismo es una cosa buena. Escuché a Norman Thomas hablar en el Club Socialista de la Universidad de Chicago y me impresionó profundamente. Quería saber más sobre el socialismo, así que en mi soledad, consulté el directorio telefónico de Chicago en busca de la dirección de alguna organización socialista y hallé la Librería Socialista.

En ese entonces, estaba trabajando como trabajadora en Chicago. El trabajo que estaba haciendo, por cierto, no me ayudaba del todo. La actitud condescendiente hacia los pobres me parecía muy desagradable. Bueno, entonces fui a la librería del Partido Socialista para buscar su literatura. Ahí conocí a Lydia Beidel. Me habló sobre la Young People’s Socialist League en mi comunidad y me invitó a una reunión. Fui. Se reunieron en la casa de Belle. Ahí conocí a varias personas. Me parecieron tan diferentes a las que había conocido y me hicieron sentir tan bienvenida que regresé a varias reuniones y luego me uní al Círculo. Eran diferentes de los otros tipos de radicales que conocí en la universidad y me caían bien como personas. En el verano de 1937 me uní al círculo de la YPSL en el norte de Chicago.

Paul Picquet era el organizador del círculo. La mayoría de los miembros de este círculo ya eran trotskistas. Me influyeron.

Varios meses después de la Convención Fundadora del Socialist Workers Party. [ sic ] Me uní al partido. El órgano local al que me uní tenía a Goldman, Belle, Helen Judd, Shirley S. Irving Bern y a todos los otros Landaus.

Cuando me fui a Nueva York, me transfirieron. Aquí me unieron al órgano local de Village que se reunía en la casa de Luttinger. En este órgano local estaban Rose Karsner, Frieda Moore, Billie Ramloff.

“¿Alguna vez trabajaste para un doctor en Chicago o Milwaukee?”

No, nunca. El único doctor que conocía en ese entonces era el padre de mi marido. Pero nunca trabajé para ningún doctor.

“¿Alguna vez tuviste un novio llamado Irving?”

Quizás pude conocer casualmente a algún estudiante con ese nombre, pero no recuerdo a ninguno. Pero nunca tuve a ningún amigo cercano con ese nombre.

Callen admitió haber sido miembro de la National Student League, la cual estaba alineada con los estalinistas, y que su marido, Zalmond Franklin, combatió como estalinista en la guerra civil española y provenía de una familia estalinista. Hasta ese momento, después de ocho años trabajando en la oficina nacional, los líderes del SWP no sabían que Callen estaba casada, ni mucho menos con un estalinista. Esta fue la primera vez que el partido supo sobre su participación en la National Student League estalinista, pero el SWP se agarró de un clavo ardiendo cuando concluyó que la referencia de Shachtman y Glotzer al novio “Irving” de Callen socavaba las afirmaciones de la fuente. Todos los otros detalles corroboraron tanto a la fuente como las revelaciones de Budenz. En 1950, el segundo libro de Budenz, Men Without Faces [Hombres sin cara], utilizó el nombre “Irving” para referirse a Zalmond.

Los hechos que ahora reveló Callen no dejaban campo para dudas de que había mentido sobre sus lazos estrechos con el Partido Comunista. Zalmond Franklin no era meramente un miembro de las bases del CP o un inocente miembro de la YCL. Existía información fácilmente disponible cuando la Comisión de Control fue convocada que mostraba que el esposo de Callen era un representante prominente y público del Partido Comunista y que formaba parte de una familia estalinista reconocida.

Ambos, Zalmond David Franklin (1909-1958) y su padre Samuel Nathan Franklin (1882-1958), participaron en la guerra civil española. Samuel Franklin era un doctor elegido como magistrado instructor de condado en Milwaukee en 1918 cuando era miembro del Partido Socialista. Desde hacía mucho tiempo activo en la política, Samuel Franklin lideró al Buró Médico de Milwaukee del Comité Norteamericano para Ayudar a la Democracia Española, el cual era liderado por los estalinistas, durante la guerra civil.[26]

Según los registros de viajes por barco, Franklin padre estuvo en España con la brigada Abraham Lincoln como asesor médico entre julio de 1937 y febrero de 1938.[27] La propia Callen admitió el 29 de mayo de 1947 que el padre de su esposo era doctor.

Zalmond Franklin era el hijo del medio de los tres de Samuel Franklin. Un estudiante de bacteriología en la Universidad de Wisconsin, sirvió como agente de la GPU en España entre julio de 1937 y marzo de 1938. Su pasaporte muestra un domicilio de Chicago.[28] Un artículo intitulado “Zalmond Franklin, ‘en alguna parte de España’” en la tirada del 11 de octubre de 1937 en el Wisconsin State Journal alude al joven estalinista:

Zalmond Franklin, un exestudiante de la Universidad de Wisconsin, está con su padre, el Dr. Samuel N. Franklin, Milwaukee, en una base hospitalaria estadounidense “en alguna parte de España”. Zalmond dejó atrás sus estudios de bacteriología aquí más temprano este año para ir a España, siendo seguido por su padre, titular del buró médico de Milwaukee del Comité Norteamericano para Ayudar a la Democracia Española.[29]

En un artículo publicado en el Wisconsin Jewish Chronicle el 6 de mayo de 1938, Zalmond Franklin fue descrito como un reconocido portavoz de los estalinistas y defensor de sus crímenes en España. Señala:

Zalmond Franklin, estudiante de posgrado en bacteriología, dejó la Universidad de Wisconsin en junio del año pasado para servir la causa de la democracia en la España republicana. Estaba a cargo de todo el trabajo de laboratorio en cuatro hospitales estadounidenses en España. Dejó España en febrero, y llegó a Nueva York hace un mes.

Actualmente está dando giras en el centro del país para hablar sobre la fantástica lucha en España y sus propias experiencias inusuales. Se presentará en el Centro Judío, 1025 N. Milwaukee Street, este sábado 7 de mayo a las 8 p.m.[30]

Cuando Callen admitió que ocultó su matrimonio con este estalinista, el SWP tenía suficiente información para determinar que ella era espía. Todo lo que el SWP tenía que hacer era investigar la familia Franklin, tomando el teléfono y llamando al órgano local en Milwaukee o preguntándole al respecto a Harry Milton, un miembro del SWP que combatió en España con el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) cuando los Franklin estaban ahí. Los periódicos locales tenían reportes accesibles que presentaban a los Franklin como figuras de alto perfil del Partido Comunista. Callen le dio información al SWP que no dejaba la menor duda de quién era ella.

Pero, cuando la Comisión de Control del partido se reunió por última vez una semana después, el 5 de junio de 1947, encubrió la evidencia del matrimonio de Callen con Zalmond Franklin. El reporte estenográfico de la reunión, intitulado “Caso de la camarada S.”, se publica completo:

Caso de la camarada S.

5 de junio de 1947

Reunión conjunta de la Com. De Control y el Secretariado.

PROPÓSITO de la reunión: escuchar un reporte de los miembros del WP [Workers Party] sobre los rumores sobre la camarada S que fueron traídos a su atención.

Reporte de Shachtman:

Aproximadamente una, dos o tres semanas después de la publicación del libro de Budenz, THIS IS MY STORY, un amigo confiable nuestro vino y nos contó que un agente del FBI le pidió que consiguiera alguna información. Durante esta conversación, el hombre del FBI le dijo a nuestro amigo Jones que los estalinistas tienen a una agente en el SWP. Luego le preguntó si Jones conocía a una cierta “S” en el SWP que vino de Chicago en 1939, consiguió un trabajo en la oficina del SWP y luego se convirtió en la secretaria privada de Cannon. En Chicago, trabajó para un doctor. Tenía un novio estalinista llamado Irving.

Los camaradas del WP [Workers Party] luego escucharon el resumen biográfico que nos dio “S”.

El camarada G del WP describió la primera vez que conoció a “S” en una reunión de miembros en el noroeste de Chicago, aproximadamente en 1937.

Los miembros del WP nos aseguraron que no habían hablado con nadie sobre el tema y que no lo harían. Acordaron que no había nada en la información que tenían excepto la declaración de un hombre del FBI, pero que sintieron el deber de reportarnos la situación.

Cannon señaló que los únicos hechos sobre los cuales el hombre del FBI basó su conclusión de que ella es una agente estalinista en el SWP eran:

1- Que la camarada S vino a Nueva York desde Chicago en 1939

2- Que trabajó para un doctor en Chicago

3- Que obtuvo un trabajo como estenógrafa en la oficina del SWP y luego se convirtió en la secretaria personal de Cannon

4- Que tuvo o tiene un novio llamado Irving.

Siguió una discusión y el consenso general de opinión fue que los puntos mencionados no constituyen hechos a partir de los cuales se puede dar credibilidad alguna al rumor o a más acciones.

Después de que los miembros del WP se fueron, la discusión prosiguió y se planteó y aprobó la siguiente moción:

MOCIÓN: Que no hay ningún fundamento en las declaraciones del hombre del FBI para sospechar de la camarada S y que se lo notificaremos a la camarada S.

Que no se mencione el caso a nadie y que les solicitemos a los camaradas del WP que no hablen sobre esto tampoco.

Que estemos pendientes de evidencia de cualquier chisme sobre este tema y, en caso de que emerja tal chisme, que actuemos pronto según las circunstancias dictadas por los nuevos acontecimientos.

Rose Karsner

Comisión de Control

La respuesta del SWP fue un encubrimiento deshonesto. Shachtman y Glotzer le habían provisto a la Comisión de Control hechos claros y procesables. La información pública sobre el papel de la familia Franklin como defensores públicos del estalinismo comprobaban en definitiva que Sylvia Callen había mentido sobre sus lazos con el Partido Comunista.

El SWP habría estado en todo su derecho exigir que se convocase un gran jurado para investigar el papel de Callen, así como lo hizo con Louis Budenz. El 5 de junio de 1947, el mismo día de la segunda reunión de la Comisión de Control del SWP, Budenz apareció finalmente frente a un gran jurado en Nueva York. Los dirigentes del SWP habían estado en contacto frecuente con la fiscal de distrito de Manhattan, a quien le habían entregado las peticiones de una imputación de un gran jurado. Ahora, el SWP tenía evidencia de que la GPU había infiltrado en la dirección del partido con una agente que tenía acceso a materiales internos de alto nivel. Este era un importante avance en la campaña para exponer la infiltración de la GPU en el movimiento trotskista.

Pero el SWP no hizo nada para investigar el papel de Callen. El partido debió expulsar a Callen por mentir y ocultar sus antecedentes. El Militant debió haber hecho pública esta información, añadiendo a las revelaciones de Budenz y la avalancha de información en torno a la infiltración de la GPU en el SWP y su papel en orquestar el asesinato de León Trotsky. En cambio, la dirección del SWP la dejó ir y aprobó una moción “de que no se mencione el caso a nadie y que le solicitamos a los camaradas del WRP que no hablen sobre esto tampoco”. La Comisión de Control resolvió, “en caso de que emerja tal chisme, que actuemos pronto según las circunstancias dictadas por los nuevos acontecimientos”. La esposa de Cannon y amiga cercana de Callen, Rose Karsner, fue la única signataria del reporte estenográfico del 5 de junio.

Al retener esta información crucial, el propio SWP estaba obstruyendo la investigación que había exigido.

No cabe duda de que la exposición de Callen por parte de Budenz constituía un devastador golpe político y personal para Cannon. Debió reconocer inmediatamente las implicancias políticas de la traición de Callen. Se había vulnerado de forma letal la seguridad del SWP. Callen tenía acceso a los documentos, registros y correspondencia internacional del partido. Cannon se enfrentaba a una pesadilla sumamente real. No obstante, Cannon y la Comisión de Control tenían el deber político insoslayable de averiguar la verdad. En cambio, injustificablemente, decidieron organizar un encubrimiento del papel de Callen como espía estalinista.

Callen dejó el movimiento inmediatamente después de la Comisión del Control del SWP y se mudó de Nueva York. Nunca se les reportó ni explicó a los miembros esta desaparición repentina. La aparición de Budenz ante el gran jurado apenas fue mencionada en el Militant y el SWP pronto dejó de reportar las revelaciones de Budenz del todo.

Men Without Faces de Budenz y el Comité de Actividades Antiestadounidenses

En 1950, Louis Budenz publicó un segundo libro, Men Without Faces (Hombres sin cara), donde detalló aún más la descripción de la agente que se había infiltrado en la sede nacional del SWP.

Budenz escribió: “Justo antes de irme a Chicago en 1937 para convertirme en editor del Midwest Daily Record, Roberts [Dr. Gregory Rabinowitz, líder espía de la GPU] me instruyó hallar a una camarada dedicada a penetrar la organización trotskista ahí”.[31]

A pesar de utilizar el pseudónimo “Helen” en lugar del verdadero nombre de pila de la espía, Sylvia, Budenz no dejó lugar para dudar que estaba contando la historia del reclutamiento de Sylvia Callen a la GPU y su infiltración exitosa en la sede nacional del SWP.

Desde las filas de la YLC de Chicago vino una joven pareja que llamaremos Helen e Irving. …[A los dos] se les asignó trabajo secreto y peligroso. Helen, callada y discreta, fue asignada penetrar los grupos trotskistas. Irving, quien fue a España como miembro de la brigada Abraham Lincoln, fue utilizado como un agente especial, bajo Steve Nelson y el severo George Mink, para detectar y eliminar a “enemigos del partido”.

…A Helen se le instruyó que se mudarse a Nueva York, a fin de infiltrarse entre los trotskistas a escala nacional. …Yo estaba entonces en Chicago y fui yo el que organizó esta mudanza, según las órdenes del representante de la policía secreta soviética con quien estaba trabajando y a quien solo conocía como “Roberts”.[32]

Budenz describió su primera reunión con Callen:

Nuestra primera conferencia fue en la casa de [el líder de la YCL en Chicago, Jack] Kling, en el oeste de Chicago. Con las cortinas cerradas para que nadie viera quién estaba ahí, arreglamos las maneras y formas de comunicarme con ella. Expresó ganas de trabajar a una escala más amplia para el partido y entre los trotskistas y, antes de saber qué involucraba la misión, ofreció con gusto sus servicios.[33]

A Budenz le impresionó Helen-Sylvia por su “voz suave y manera conservadora de vestir, que eran apropiados para su posición como trabajadora social, mejorando su aptitud como agente en la clandestinidad”. Budenz “organizó reuniones privadas en diferentes lugares del sur de Chicago, en donde hacía gran parte de su trabajo social”. La convenció para que se mudara a Nueva York “[c]uando quedé satisfecho con su lealtad y capacidades”.[34]

Budenz explicó que Rabinowitz le dio a Callen “$300 en efectivo para cubrir su viaje en primera clase a Nueva York y sus gastos iniciales ahí. Luego le informó sobre cómo proceder. Tendría un apartamento en el medio de Manhattan; y se hicieron arreglos para su supuesto empleo con una doctora que era una fiable miembro del partido. Esto explicaría su ingreso regular y sus horas irregulares. Podría entonces ofrecerse como voluntaria para hacer trabajo estenográfico y administrativo en la sede nacional trotskista en la esquina de University Place y 13th Street”.[35]

Se pusieron ciertas condiciones. “[E]ra una regla inquebrantable que Irving nunca fuera, por ninguna razón, a su apartamento ni que los vieran juntos en público”.[36] Los estalinistas estaban precavidos sobre el perfil público de Zalmond Franklin y el papel ampliamente conocido de su familia como líderes del Partido Comunista en Milwaukee. Sabían que si el SWP descubría la identidad del esposo de Callen, quedaría expuesta como espía de la GPU. Callen acató esta regla y le ocultó su matrimonio al SWP.

Los arreglos se hicieron a máxima velocidad: Helen se fue a Nueva York e Irving pronto se mudó al Bronx. Y Helen se congració tanto con los dirigentes trotskistas que se volvió amiga cercana de James Cannon, el líder estadounidense trotskista, y su esposa Rose Karsner. …Tenía un acceso pleno a las oficinas trotskistas, se convirtió en secretaria de Cannon y puso a disposición de la policía secreta soviética toda la correspondencia con Trotsky en la Ciudad de México y con los otros trotskistas en todo el mundo.[37]

Callen dicta la respuesta del SWP a Men Without Faces

La descripción de las actividades de Callen en Men Without Faces de Budenz era detallada e irrefutable. Sin embargo, los líderes del SWP intentaron mantener la pretensión pública de que Callen era una camarada dedicada y diligente.

Pero la presión de responderle a Budenz fue abrumadora. En agosto de 1950, los líderes del partido enviaron a Farrell Dobbs para que se reuniera con Callen en su hogar en Chicago para preguntarle a ella cómo debía responder el partido.

En una carta del 21 de agosto Dobbs le reportó a Cannon sobre su reunión con Callen. Escribió:

Chicago, Ill.

21 de agosto de 1950

Estimado Jim,

Vi a S. Cuando le mostré el fragmento en el libro de Budenz y le conté sobre los balbuceos de los shachtmanistas, reaccionó con un enojo contra sus detractores entremezclado con ansiedad por su familia.

Me dijo que el FBI la estaba hostigando a ella y a su familia. Como resultado, su padre casi pierde su trabajo y le dijo que si seguían las investigaciones lo despedirían. El FBI intentó indagarla sobre el partido, pero se rehusó a darles información.

Su familia ahora sabe toda la situación y la han presionado para mantenerla alejada del movimiento.

No quiere estar involucrada ni directa ni indirectamente en la cuestión de la respuesta a Budenz. Le pregunté si estaría dispuesta a sentarse con Mike y yo para que nos ayude a recopilar algunos hechos necesarios para refutar a Budenz, los cuales se utilizarían sin involucrarla abierta o directamente. Dijo que no quería verse involucrada en esto de ninguna manera.

Le dije que considerábamos absolutamente necesario responder a las acusaciones de Budenz. Ella preguntó si no podíamos simplemente emitir una declaración anunciando que se realizó una investigación íntegra sobre sus acusaciones hace tres años que comprobó que su historia es falsa y denunciando su difamación. Preguntó si la declaración no podría ser general, es decir, que no se refiera a nadie en específico al refutarlo, sino que afirme que ninguna persona como la descrita por por él ha estado en la oficina del partido.

Parece gozar de buena salud, se la vio feliz de verme y me preguntó por todos. No se había enterado de lo de Oscar [Coover, un antiguo líder del SWP que había muerto ese año]".

Por lo que veo, no hay por qué intentar presionarla más al respecto. Parece mejor seguir lo acordado cuando discutimos la cuestión en el secretariado después del pleno.

(firmado) Farrell (ver apéndice B)

El SWP envió a Dobbs para que se reuniera con Callen porque querían saber si había hablado con el FBI sobre el partido y su dirigencia. El bizarro y dostoevskiano carácter de la carta se debía a que el SWP estaba siguiendo el juego a una historia que había creado pero sabía que era mentira. Impidiendo cualquier investigación sobre los lazos de Callen con el Partido Comunista y calificando las revelaciones de Budenz, así como las advertencias de Shachtman y Glotzer, de “rumores” y “chismes”, crearon una narrativa falsa que sentían que debían mantener.

Callen le dijo con absoluto descaro al SWP cómo debían responder a las revelaciones de Budenz. Le dio instrucciones a Dobbs de que simplemente negara la existencia de alguien con el perfil de “Helen” y que mencionara la Comisión de Control de 1947 como prueba de que las acusaciones en su contra eran infundadas. Los dirigentes del SWP, en una decisión tan cobarde como artera, acataron las instrucciones de Callen.

Una semana después de la carta de Dobbs, el 28 de agosto de 1950, Cannon publicó un artículo en el Militant reconociendo que el partido había recibido un reporte de una posible agente de la GPU en su sede nacional. Describió a Budenz como un “conocido perjurador profesional” y dijo que las referencias a “Helen” en Men Without Faces eran falsas:

Conocemos esta historia desde hace más de tres años, publicada por Budenz por primera vez a mediados de 1950. En 1947, recibimos una “pista” originada supuestamente de redes cercanas al FBI, de que una de las secretarias en la Oficina Nacional, identificada por nombre y específicamente por su ocupación previa y varios detalles biográficos, era una agente de los estalinistas.[38]

Tras caracterizar imprecisamente el cargo de Callen solo como una “secretaria” y no su secretaria personal, Cannon afirmó que “[e]ste reporte fue entregado prontamente a la Comisión de Control del partido para una investigación según los principios establecidos del movimiento revolucionario obrero” y que dicha investigación “concluyó que la ‘información’ dada para identificar a la camarada acusada respecto a su biografía, su ocupación previa y su vida personal, era falsa. Se nos hizo evidente que la acusación estaba basada o en una identidad equivocada o era una historia fabricada deliberadamente y diseñada para crear un susto de espías en la organización”.[39]

Esta reseña era una mentira de principio a fin. La Comisión de Control encubrió el hecho de que el testimonio corroboraba el reporte de la fuente de Shachtman y Glotzer y que ella había mentido sobre estar casada a un líder estalinista. Concluyó comprometiendo a los presentes a guardar silencio, mientras que el informe fue firmado por la amiga personal de la acusada, Rose Karsner. Lejos de probar de que la información de la fuente era falsa, las audiencias de la Comisión de Control confirmaron que ella se había mudado de Chicago en 1939 y habían develado que no le había dicho al partido que había estado casada con un estalinista y que estuvo personalmente en el movimiento juvenil estalinista. Dejó el SWP justo cuando había sido desenmascarada. Dadas las circunstancias, no existía ninguna explicación inocente.

Siguiendo las instrucciones de Callen, Cannon añadió que las acusaciones de Budenz “no se aplican a esta persona en particular ni a nadie más que haya trabajado en la Oficina Nacional del Socialist Workers Party”. Dijo, falsamente, que “la Comisión de Control había rechazado la acusación y exonerado a la camarada acusada, quien cooperó plenamente con la investigación, respondió todas las preguntas que le hicieron y le ofreció a la Comisión de Control todos los datos relacionados a su biografía y ocupaciones previas, las cuales fueron sometidas a verificación”.[40]

De hecho, ninguna de las afirmaciones de Callen había sido verificada ni había habido una investigación real. Entre la visita inicial de Shachtman y Glotzer y la publicación de los hallazgos de la Comisión de Control, transcurrieron poco menos de dos semanas. Callen no había cooperado con el SWP.

Budenz tampoco había finalizado su exposición de Callen. El 11 de noviembre de 1950, Budenz emitió una declaración jurada ante el Comité de Actividades Antiestadounidenses de la Cámara de Representantes que incluía nuevos detalles sobre el papel de Sylvia Callen-Caldwell. Esta vez, Budenz dejó de utilizar el nombre ficticio “Helen”.

“Otra persona a quien le presenté a Roberts”, dijo Budenz en su testimonio, refiriéndose al alias del Dr. Gregory Rabinowitz, “fue Sylvia Caulwell [sic] y cuyo nombre de soltera era algo como Sylvia Kallen [sic]”.

Su esposo, Irving Franklin, había estado en España haciendo trabajo secreto y había sido enviado a Canadá para ayudar con las actividades de espionaje ahí… Sylvia Franklin, bajo la dirección de Roberts-Rabinowitz, se volvió poco a poco indispensable para James Cannon, el entonces líder de los trotskistas estadounidenses. Se volvió su secretaria y sirvió en esa función por algún tiempo. Roberts-Rabinowitz me informó de que ella había demostrado ser invaluable.[41]

El SWP no respondió a este testimonio.

Joseph Hansen y el encubrimiento del SWP

Durante los próximos años, la evidencia contra Franklin se acumuló y el SWP siguió defendiéndola en línea con lo que Franklin había presentado en su reunión con Dobbs y que Cannon había repetido en su artículo del 28 de agosto de 1950.

En 1954 y nuevamente en 1958, Franklin rindió testimonio ante grandes jurados federales que investigaban el espionaje soviético en Estados Unidos. En su primera audiencia, Franklin ejerció su derecho de guardar silencio bajo la Quinta Enmienda a la Constitución. Sin embargo, en 1958, admitió que era, de hecho, agente de la GPU. Este testimonio no se daría a conocer hasta 25 años después.

Pero, el periodista Isaac Don Levine publicó en 1959 un relato de Ramón Mercader y el asesinato de Trotsky a manos de la GPU, The Mind of An Assassin (La mente de un asesino), donde corroboró el testimonio de Budenz.

Levine escribió:

Él [Budenz] hizo posible que el NKVD [la GPU] abriera con vapor y hurtara el correo entre Trotsky y sus seguidores en Nueva York. Consiguió que una chica del Partido Comunista, una trabajadora social de Chicago, se mudara a Nueva York y ofreciera sus servicios como voluntaria a James Cannon, el líder trotskista estadounidense: “Tenía un acceso pleno a las oficinas trotskistas, se convirtió en secretaria de Cannon y puso a disposición de la policía secreta soviética toda la correspondencia con Trotsky en la Ciudad de México y con los otros trotskistas en todo el mundo”, testificó.[42]

El líder del SWP, Joseph Hansen, intentó convencer a Levine que abandonara el tema. Hansen le escribió a Cannon el 24 de octubre de 1958 sobre una discusión que tuvo con Levine sobre el libro:

Lo que quería de mí era información sobre cualquier espía o evidencia de espías bajo sueldo soviético que trabajaran dentro o alrededor de nuestro movimiento. Al no tener esta información, no le pude ayudar; de hecho, cuando habló sobre Sylvia Caldwell, espero haberle dado más consideraciones para ayudar a silenciar ese rumor.[43]

El 19 de marzo de 1960, Hansen respondió a una nota urgente de Gerry Healy, el entonces secretario nacional de la Socialist Labour League, la sección británica del Comité Internacional de la Cuarta Internacional. Healy le preguntó a Hansen si sabía algo sobre la mención en el libro de Levine de otro agente de la GPU llamado “Etienne”, el nombre partidario de Mark Zborowski, un agente de la GPU que vivía en Paris y fue crucial en darle información a la policía secreta estalinista que utilizó para los asesinatos del hijo de Trotsky, Lev Sedov; el secretario político de Trotsky, Erwin Wolf; el secretario en potencia de la Cuarta Internacional, Rudolph Klement; y el desertor de la GPU, Ignatz Reiss, quien dejó la Unión Soviética para unirse a la Cuarta Internacional.

Refiriéndose a su propia reseña del libro de Levine, Hansen intentó desviar el interés de Healy en Etienne, afirmando que el SWP no dispondría de nadie para que fuese al juicio de Etienne-Zborowski sobre un perjurio en 1958, donde el agente fue sentenciado a prisión por mentir bajo juramento sobre sus lazos con Jack Soble, un controlador a cargo de la red de agentes de la GPU en Estados Unidos. En realidad, Hansen y el SWP no tenían ningún interés en reportar sobre un juicio que pudiera exponer detalles sobre la infiltración de la GPU en la Cuarta Internacional.

Hansen manifestó que, “decidió no darle mucho espacio al caso de Etienne” en su reseña de The Mind of An Assassin porque, en sus palabras, Levine era un anticomunista. Hansen dijo que consideró hacer referencia “al reporte de que la secretaria personal de Cannon era agente de la GPU” como ejemplo del falso material de Levine, añadiendo: “Pero esto necesitaría un artículo sobre nuestra propia investigación hace años sobre la calumnia y la reseña habría quedado desbalanceada”.

Continuó: “Una de nuestras principales preocupaciones era no darle el mínimo impulso al punto de vista que Levine intenta implantar, de que nuestras organizaciones están repletas de espías. Tal punto de vista es mortalmente venenoso y podría hacer un daño incomparablemente mayor que el ocasional soplón que aparece en cualquier organización”.[44]

Semanas después, en abril de 1960, Cannon escribió una carta desde Los Ángeles a su esposa, Rose Karsner, publicada aquí por primera vez. En un tono desmotivado, Cannon escribió:

No he querido escribir, pero estoy enviando esta nota para que no te preocupes de que algo pueda andar mal.

… Pero, espiritualmente, estoy cansado y no tengo ninguna ambición para hacer nada. Paso el tiempo leyendo cosas que son fáciles de leer, pensando poco, pero más que todo contemplando y recordando y reflexionando. La mayor parte de mi pensamiento y recuerdo estos días es triste y eso paraliza la disposición para trabajar o incluso para planear trabajar más adelante.

Los recuerdos del trabajo que ya he hecho en el pasado —no hablar y escribir, que era la parte más fácil y probablemente todo lo que los otros realmente notaron, pero llevando a otras personas a la espalda— me dan una reacción atrasada de cansancio espiritual. Siento que he hecho todo el trabajo pesado que puedo o incluso que quiero hacer otra vez para cualquiera…

No quiero hacer nada por nadie—de hecho, no puedo—y no quiero que nadie intente hacer nada por mí excepto cosas técnicas de rutina. Lo que más quiero ahora de la gente es que me deje solo, que no me jale ni intente empujarme y, ante todo, que no espere que yo los levante e inspire o intente resolver sus problemas.[45]

Ese mismo año, Sylvia Callen fue nombrada como una coconspiradora no imputada en la acusación contra el espía de la GPU, Robert Soblen, el hermano de Jack Soble. En el juicio de Soblen, apareció nueva información que probaba el papel de Callen. Soble dijo en su testimonio, “Me adentré más en el terreno de Trotsky y trabajé con la secretaria de Cannon, Sylvia… también me la presentaron los mismos rusos que ya habían trabajado con ellos antes… Ella recolectaba material en el secretariado de Cannon y me lo daba… puro material de Trotsky”.[46]

El SWP nuevamente no cubrió el juicio y no reportó este testimonio. La ausencia de cualquier reporte en el Militant sobre el juicio de Soblen —que estuvo en la portada del New York Times — es todavía más incriminatorio, dado que otro exmiembro prominente del SWP, Floyd Cleveland Miller, también fue puesto en la lista de coconspiradores de la GPU.

El encubrimiento del papel de Callen como agente de la GPU se volvió la política oficial de la dirección del SWP. En una manera que desafía cualquier explicación inocente, el SWP hizo lo que estaba a su alcance para defender la imagen de honestidad de Callen, perpetuando el mito de la altruista secretaria de Cannon y denunciando a Budenz como perjuro.

El 12 de noviembre de 1966, Cannon le escribió a Reba Hansen, la esposa de Joseph Hansen, sobre una propuesta de un miembro del partido para cambiar el funcionamiento de la Comisión de Control del SWP. Comunicó la cuestión de una forma completamente deshonesta.

Cannon explicó que la Comisión de Control del partido era responsable de un “propósito doble” de mantener la seguridad del partido y “proveer las máximas garantías de que cualquier miembro individual del partido que sea objeto de acusaciones o rumores de ser indigno de su membresía pueda estar seguro de la más exhaustiva investigación…”.[47]

Para defender su posición, Cannon citó el caso de Callen sin identificarla por nombre. Señaló que, en ese entonces, “un rumor difundido por los shachtmanistas y otros fuera del partido contra la integridad de una trabajadora secretarial de la Oficina Nacional fue investigado a fondo por la Comisión de Control, la cual, después de tener testimonios con registro estenográfico de todas las fuentes disponibles, declaró que los rumores eran infundados y dio el visto bueno para que la miembro del partido acusada continuara su trabajo”.[48]

Esta carta a Reba Hansen claramente fue escrita para el consumo del público, con el propósito de suprimir las dudas sobre la versión oficial, particularmente entre los miembros de mayor edad del SWP que cuestionaban la razón por la cual Sylvia Callen dejó el partido de golpe.

La carta de Cannon no explicó que Callen no era cualquier “trabajadora secretarial de la Oficina Nacional”, sino su secretaria y asistente personal e íntima amiga de su esposa. Ocultó que había dejado el partido poco después de supuestamente recibir el visto bueno para “continuar su trabajo”. La Comisión de Control de 1947 no investigó la cuestión “a fondo” ni recibió testimonios de “todas las fuentes disponibles”, como afirmó. Las mentiras de Callen fueron expuestas por Budenz, Levine y Soble, mientras que la Comisión de Control del SWP encubrió su papel real.

El SWP defiende a Hansen y Franklin

En mayo de 1975, el Comité Internacional inició su propia investigación sonre Seguridad y la Cuarta Internacional. Los hallazgos iniciales incluyeron evidencia sobre las reuniones de Hansen con el FBI y el Departamento de Estado, así como información sobre el papel de Callen como agente de la GPU.

Hansen denunció las revelaciones como un “Geiser de lodo”. Escribió que “los healyistas no indican en ninguna parte el fundamento de su acusación de que McGregor era ‘un agente del FBI que estaba operando bajo una cobertura diplomática en la Embajada de Estados Unidos’. …es suficiente señalar cómo los healyistas utilizan esta etiqueta para sugerir que, en Coyoacán, yo estuve en ‘asociación’ con un agente del FBI”.[49]

Hansen rechazó el llamado del CICI a formar una comisión para investigar el asesinato de Trotsky, añadiendo:

Sylvia Caldwell (ese era su nombre partidario) trabajó muy duro en su tarea bastante difícil de manejar la oficina nacional del Socialist Workers party, lo que incluía ayudarle a Cannon en funciones secretariales. De hecho, todos los camaradas que compartieron estas tareas frecuentemente irritantes con ella la consideraban como alguien ejemplar. Se enojaron tanto como ella por esta calumnia repugnante difundida por Budenz.[50]

En la tirada del 8 de diciembre de 1975 de la revista Intercontinental Press del SWP, George Novack, un miembro prominente del partido, atacó las “acusaciones imprudentes e indiscriminadas” de Healy contra “Sylvia Caldwell, la secretaria de Cannon”, adicionando que “Todo les parece válido en los esfuerzos frenéticos para arrojar una malla de sospechas en torno a Joseph Hansen y sus colegas”.[51]

A principios de 1976, el SWP publicó un compendio de ensayos rindiendo tributo a la vida de James P. Cannon, quien falleció en agosto de 1974. Bajo el título James P. Cannon As We Knew Him (James P. Cannon como lo conocíamos), el volumen está compuesto por ensayos escritos por miembros del SWP, incluyendo uno de la esposa de Joseph Hansen, Reba Hansen, que contenía este extraordinario homenaje:

Durante aquellos años, Sylvia Caldwell servía como secretaria en la oficina nacional, un trabajo que incluía trabajar con Jim, quien tenía el puesto de secretario general. Ella fue la segunda secretaria a tiempo completo del partido. La primera fue Lillian Roberts.

Jim nos contaba frecuentemente sobre los “viejos días” cuando era difícil llevar a cabo cosas sin asistencia secretarial. Dijo que apreciaba cualquier ayuda que pudiera recibir y siempre le mostró a Sylvia su agradecimiento por su ayuda.

A Jim le gustaba contar la historia sobre cómo Sylvia fue a una escuela de negocios para aprender taquigrafía cuando se le propuso que trabajara en la oficina nacional. Esto era antes de los días de la grabadora, y la taquigrafía era esencial para tomar minutas adecuadas en las reuniones y el dictado de cartas y artículos. Sylvia la aprendió rápido y bien. Sus caracteres de Gregg eran como grabados en cobre, su mecanografía sin tachones ni borrones desordenados.

Cuando la carga de trabajo en la oficina nacional era pesada y Sylvia necesitaba ayuda, yo le daba una mano, trabajando muy de cerca con ella. Su eficiencia me impresionaba. Sabía hacer todo lo necesario para administrar con fluidez una oficina de una persona. Su devoción al movimiento y su disposición a contribuir largas horas de trabajo duro nos inspiraban a todos.

Sylvia y yo nos volvimos cercanas colaboradas y buenas amigas personales. Era un ser humano caluroso.

Cuando Sylvia dejó Nueva York en 1947 por obligaciones familiares, Jim me pidió que tomara su lugar en la oficina nacional. Ya que esto involucraba trabajar de cerca con Jim, me sentía un tanto nerviosa, pero Sylvia me ayudó con la transición de administradora de negocios del Militant a mi nueva tarea.

En ese entonces, Rose y Jim vivían en 126 West Eleventh Street, séptimo piso. El edificio de apartamentos era moderno —tenía un ascensor— y los cuartos eran grandes para el estándar neoyorquino. La antesala, que se orientaba a la Eleventh Street, era lo suficientemente grande como para tener dos escritorios, varios archivadores y una mesa de trabajo. Sylvia me llevó ahí para trabajar con ella y aprender los gajes del oficio.

Pero Jim no pudo cambiar fácilmente de una secretaria a la otra. Y fue algún tiempo después de que Sylvia se hubiera ido que Jim se sintió lo suficientemente cómodo conmigo trabajando en la oficina nacional que me pidió que fuera a West Eleventh Street.[52]

No hay ninguna explicación inocente para incluir este homenaje mentiroso de Sylvia Callen en un libro supuestamente elaborado para rendir homenaje a Cannon.

Reba Hansen sabía muy bien que Callen había desaparecido de repente de la oficina nacional del SWP en 1947 por haber quedado expuesta como agente de la GPU y no por “obligaciones familiares”. Su tributo gratuito a la secretaria de Cannon, quien había manejado la oficina nacional por casi una década, hace caso omiso a las acusaciones de Budenz, la Comisión de Control de 1947, la descripción más detallada de las actividades de Callen hecha por Budenz en 1950 y su clasificación por parte del Gobierno estadounidense como coconspiradora en el juicio de 1960 del agente soviético Robert Soblen.

El CICI localiza a Sylvia Callen

La defensa de Callen por parte del SWP volvió crítico localizar a la exagente. En 1976, la Workers League (predecesora del Partido Socialista por la Igualdad), inició la búsqueda de Calen. Sin el beneficio de los motores de búsqueda modernos, fue necesario reconstruir la biografía de esta dedicada y despiadada agente estadounidense de la GPU, quien fue capaz de espiar y traicionar sin remordimientos a personas con las que trabajó día a día por casi una década. Era absolutamente indiferente al impacto humano, el cual incluyó asesinatos, de sus acciones.

A fin de localizar a Callen, fue necesario descubrir el nombre con el que estaba viviendo. La imputación federal de noviembre de 1960 que la describió como coconspiradora en la red espía de la GPU encabezada por Robert Soblen y Jack Soble la identificó por su apellido de soltera, Callen. Sin embargo, por medio de un examen de los documentos de la corte, David North, el secretario general de la Workers League, pudo determinar que Callen vivía en el momento de su imputación en Wheaton, Illinois.

Callen dejó Wheaton poco después de que concluyera el juicio de Soblen, pero dejó un rastro documental que podía ser seguido. A principios de los años cincuenta, Callen se divorció de su marido y colega agente de la GPU, Zalmond Franklin, quien falleció en 1958. Callen se casó con su segundo esposo, James Doxsee, un miembro o simpatizante del Partido Comunista que trabajaba para ABC. Tuvieron tres hijos que criaron en Wheaton. Su vida placentera de clase media solo se veía perturbada por las frecuentes visitas del FBI y dos extensos testimonios ante grandes jurados federales, en 1954 y 1958.

Después de vender su hogar en Wheaton, James y Sylvia Doxsee se mudaron a un cercano suburbio en el oeste de Chicago. La domesticada Sra. Doxsee procuró ocultar su pasado. No permitía que su familia y pocos amigos le tomaran fotografías. A mediados de los años setenta, los Doxsee vendieron su hogar y compraron una caravana, que se convirtió en su residencia móvil. Dedicaron gran parte de su tiempo a viajar por Centroamérica.

Sin embargo, en mayo de 1977, los Doxsee regresaron a Wheaton para visitar a la anciana madre de James. North pudo determinar el nuevo apellido de Callen. Descubrió que los Doxsee planeaban visitar Wheaton, donde habían reservado un espacio para su casa rodante. Él y Alex Mitchell, quien era entonces editor del News Line, la publicación del Workers Revolutionary Party (WRP, Partido Revolucionario de los Trabajadores, la sección británica del CICI), hallaron a Sylvia Callen-Franklin-Caldwell-Doxsee en ese parque de casas móviles en Wheaton.

El 9 de mayo de 1977, North y Mitchell fueron a la casa móvil de los Doxsee y se enfrentaron a la exespía de la GPU.

Ante las preguntas sobre su pasado político, Doxsee (también conocida como Callen, Caldwell, Franklin) reconoció que trabajó como secretaria de Cannon, pero buscó restar importancia a sus años en el SWP como un pequeño episodio de su vida. El Bulletin, el periódico de la Workers League, reportó el 31 de mayo de 1977 que Doxsee dijo: “No entiendo por qué es importante. Nunca estuve verdaderamente involucrada en la política. Nunca leí nada. Nunca lo entendí. Solo era una niña inmadura, eso es todo lo que puedo decir… Es como si lo borrara de mi mente. Todo ese periodo de mi vida”.[53]

Con respecto a James P. Cannon, con quien había trabajado de cerca a diario por casi una década, Doxsee dijo con un desdeño indisimulado: “No era un hombre importante, en mi opinión. ¿Lo fue? ¿Cuál papel desempeñó en el mundo?”.

Cuando North y Mitchell la presionaron para que explicara por qué había sido imputada como coconspiradora en una red de espías de la GPU, Doxsee fingió amnesia. Este intercambio fue reportado en el Bulletin:

Pregunta: Este es un documento oficial. Gran jurado, 1960, en el cual se menciona tu nombre aquí, Sylvia Callen.

Franklin: ¡Son cargos de un gran jurado!

Pregunta: Sí, todo lo que nos gustaría preguntarte es ¿por qué se encuentra tu nombre en esta imputación? Eso es todo lo que me gustaría preguntarte.

Franklin: ¡No lo puedo creer!

Se le mostró otro documento.

Pregunta: Aquí está tu nombre en la lista de testigos que el Gobierno iba a llamar.

Franklin: ¡Mi Dios!

Pregunta: No tienes ninguna explicación de eso.

Franklin: No, pero el FBI vino a verme.

Pregunta: ¿Por qué vino a verte?

Franklin: No lo sé. Tuve una crisis mental después así que debió haber sido muy malo.

Pregunta: Entonces por qué…

Franklin: No lo sé. No lo sé. No quiero ni pensarlo.

Pregunta: ¿Tienes un bloqueo mental que comienza después de que ocurrieron supuestamente todos estos eventos?

Franklin: No lo sé. Quisiera que no intentaran hacerme recordar porque voy a tener una crisis mental. No lo puedo recordar. Han pasado muchos años y lo he sacado de mi mente.

Pregunta: ¿Es posible que estuvieras en el Partido Comunista y simplemente se te olvidó todo al respecto?

Franklin: No lo sé. No lo sé. Podría ser de una manera. Podría ser de otra manera. No puedo creer que esa persona haya sido yo. No puedo creer que trabajara en esa oficina. Que fuera su secretaria. No puedo creer.54

Después de la publicación de la entrevista con Sylvia Doxsee-Franklin-Caldwell-Callen el 3 de mayo de 1977, Hansen respondió con un artículo de la Intercontinental Press el 20 de junio de 1977 intitulado “Los healyistas intensifican su montaje contra líderes trotskistas”. En el artículo, Hansen intentó poner en cuestión lo que llamó la “presunta” entrevista, afirmando que el CICI había “intensificado sus calumnias contra la dirigencia del Socialist Workers Party”.55

Hansen atacó la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional, haciendo referencia a la Comisión de Control de 1947:

Los miembros de este cuerpo selecto de cazadores de brujas [es decir, el CICI] se han consagrado a una calumnia a la que antes apenas habían mencionado; a saber, que la comisión de control establecida por el Socialist Workers party en 1947 para examinar los rumores que circulaban sobre Caldwell estaba “amañada”.

Continuó:

Si hubiera habido un encubrimiento, si la comisión de control estuviera amañada, si no hubiera existido en absoluto ninguna comisión de control —como ahora alegan los healyistas— entonces la principal culpa recae claramente en James P. Cannon, uno de los fundadores de la Cuarta Internacional. De acuerdo con la lógica de la Gran Mentira practicada por los healyistas, Cannon debería ser incluido como otro “cómplice de la GPU”, si no peor.

Este es solo el comienzo. Si Cannon fuera un “cómplice” o “agente” de la GPU, entonces toda la cúpula dirigente del SWP asociada con él también debería incluirse de manera similar, por haber participado obviamente en tramar el supuesto fraude de la comisión de control, ayudando a amañarla o, si no fue convocada del todo, pretendiendo —junto a Cannon— que fue convocada.

¿Cuándo comenzaron tales prácticas fraudulentas? ¿Fue Cannon un cómplice o agente de la GPU cuando fundó el trotskismo estadounidense? ¿Cuando colaboró con Trotsky en la fundación de la Cuarta Internacional? ¿Fue una farsa su larga batalla contra el estalinismo? ¿Fueron sus relaciones estrechas con Trotsky un encubrimiento de una conexión secreta con Stalin? ¿A quién utilizó Cannon como herramientas dispuestas a trabajar para la GPU, por ejemplo, en la supuestamente falsa comisión de control?[56]

El 25 de junio de 1977, North respondió a Hansen en un artículo intitulado “La Gran Mentira de Hansen sigue creciendo” y publicado en el News Line. Tras citar los párrafos arriba, North escribió:

¡Todo esto viene directamente del lapicero de Joseph Hansen! Lo acusan de encubrir las actividades de los agentes de la GPU, ¡así que responde intentando asustar a los miembros del SWP con la sugerencia de que su propia culpabilidad convierte a Cannon en un agente estalinista! Está intentando intimidar a los miembros del SWP y forzarlos a guardar silencio diciéndoles cuán terribles serán las consecuencias si los cargos del Comité Internacional en su contra fueran comprobados.

Hansen trata a sus miembros como si fuera un secuestrador de aviones con una bomba en la mano, sacudiéndola sobre la cabeza y gritándoles a los pasajeros: “¡Si alguien me intenta detener, volaremos todos en pedazos!”.

Lo que queda claro es que Hansen está dispuesto a todo para salvar su propio cuello político. Hansen no está protegiendo a Cannon; lo está utilizando para salvarse a sí mismo.[57]

El hecho de que Hansen recurriera a este desesperado método precisamente en la cuestión de la Comisión de Control de 1947 muestra lo esencial que era para la “narrativa” de Hansen. Como escribió North:

Este es Hansen con sus trucos nuevamente. No da una respuesta directa, corroborada con evidencia, a la interrogante: ¿estaba o no amañada la comisión de control del SWP? En cambio, arrastra a James P. Cannon para esconderse detrás de su tumba. ¿Por qué no deja a Cannon fuera del asunto? El Comité Internacional no ha realizado ninguna acusación contra Cannon. ¡Hemos acusado a Hansen! Es el truco favorito de Hansen invocar inmediatamente el fantasma de Cannon no bien lo desafían.[58]

La publicación de la entrevista del CICI con Sylvia Callen-Doxsee y el hecho de que se cuestionara la Comisión de Control de 1947 generó ansiedad entre la dirección del SWP y la burocracia estalinista. Los involucrados en penetrar el movimiento trotskista tenían buenas razones para creer que la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional publicaría mayores revelaciones exponiendo la infiltración de la GPU en el movimiento trotskista.

Hansen respondió adoptando los métodos de intimidación estalinista, intentando crear un ambiente amenazante y provocativo en contra del CICI. Al no poder contrariar las implicaciones condenatorias de la entrevista de Callen, Hansen escribió, “[L]os healyistas son bien capaces de emplear violencia contra otros sectores del movimiento obrero…”. En el mismo artículo, amenazó al Comité Internacional, advirtiendo que Seguridad y Cuarta Internacional le traería “consecuencias mortales”.[59]

Menos de cuatro meses después, el 16 de octubre de 1977, Tom Henehan, un miembro de veintiséis años del Comité Político de la Workers League, fue asesinado en la Ciudad de Nueva York a manos de dos asesinos profesionales mientras Henehan supervisaba un evento público del partido. A pesar de que los asesinos fueron identificados rápido, la policía neoyorquina se rehusó a arrestarlos. No fue hasta después de una campaña de tres años realizada por la Workers League que los tiradores fueron arrestados, enjuiciados y sentenciados en julio de 1981 por homicidio de segundo grado. Después del juicio, el detective privado que investigó el caso para el abogado de la defensa le informó a North que “lo que se dice en la calle” es que el asesinato fue un “hit” o un asesinato que dio en el blanco.

Las transcripciones del gran jurado de Callen

En agosto de 1977, Alan Gelfand, un miembro del SWP y defensor público en Los Ángeles, obtuvo copias de los documentos de Seguridad y la Cuarta Internacional circuladas por miembros de la Workers League fuera de la Convención Nacional del SWP en Oberlin, Ohio.[60]

Gelfand les preguntó a los otros miembros del SWP sobre los documentos y particularmente los memorándums del Departamento de Estado y el FBI de 1940 que hacían referencia a las reuniones de Hansen con la GPU y el Gobierno estadounidense.

Le respondieron con varias explicaciones. Algunos miembros del SWP le dijeron que los documentos habían sido falsificados por la Workers League o el FBI. Otros creían que los documentos eran legítimos pero asumían que debía haber una explicación razonable para ellos. No obstante, el secretario nacional del SWP, Jack Barnes, se tomó la molestia de acercarse a Gelfand, verificarle la autenticidad de los documentos y explicarle que se referían a cuando el partido le instruyó a Hansen que contactara al Gobierno para poder aprovechar todas las fuentes de información sobre el asesinato. Además, le dijo a Gelfand que Hansen publicaría su explicación pronto. Ni Hansen ni ningún otro líder del SWP publicó tal respuesta.

Tras meses sin respuesta, Gelfand presentó sus inquietudes a los miembros en Los Ángeles. Varios dirigentes partidarios le dijeron que todas las acusaciones del Comité Internacional habían sido respondidas a fondo en un boletín interno del partido con el título provocativo Healy’s Big Lie, (La gran mentira de Healy).

Gelfand estudió cuidadosamente el boletín interno y concluyó que las respuestas eran desmentidas por los documentos revelados en la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional tras su publicación.

Gelfand continuó solicitando una discusión sobre las conexiones de Hansen con la GPU y las agencias estadounidenses, y las de Callen con la GPU. La dirección del SWP le prohibió varias veces hablar con los otros miembros sobre sus preocupaciones. Gelfand se dio cuenta de que el encubrimiento debía estar relacionado con las actividades de agentes estatales de alto nivel que aún operaban dentro del partido.

En diciembre de 1978, Gelfand presentó un informe amicus curiae en apoyo a la demanda del SWP relacionada con el espionaje del FBI dentro del movimiento a través del programa COINTELPRO. Este pleito, iniciado por el SWP principalmente como una forma para recaudar fondos, no tenía el objetivo de exponer a agentes pasados o activos dentro del partido. De hecho, el Gobierno estadounidense al final resolvió el caso pagándole una compensación al SWP de cientos de miles de dólares sin identificar a ningún agente que se había infiltrado en el partido. Durante el juicio, el FBI admitió que, entre 1960 y 1970, tenía 300 informantes como miembros del SWP.

El escrito de Gelfand, sin embargo, aludió a la historia de infiltraciones del FBI y la GPU en el movimiento y las más recientes revelaciones sobre Callen y Hansen para demostrar aún más que la corte necesitaba ordenarle al Gobierno a que identificara a los agentes que había enviado al SWP.

Esta demanda enfureció a los dirigentes del SWP, que acusaron a Gelfand de violar la disciplina del partido. El 5 de enero de 1979, el secretario nacional del SWP, Jack Barnes, acusó a Gelfand de “un comportamiento indisciplinado y desleal”. Seis días después, el 11 de enero, el Comité Político del SWP expulsó a Gelfand. Esta fue la última reunión del Comité Político del SWP a la que asistió Joseph Hansen. Murió en la Ciudad de Nueva York exactamente una semana después, el 18 de enero de 1979. Hansen tenía 68 años.

En una carta al Comité Político del SWP con la fecha 29 de enero de 1979, Gelfand declaró que había sido depurado del SWP con el propósito de bloquear la exposición de agentes dentro del partido. “Esta depuración”, escribió, “es el resultado de mi batalla persistente y de principios durante los últimos dieciocho meses por obtener respuestas y explicaciones satisfactorias a varias interrogantes suscitadas por la relación de Joseph Hansen y Sylvia Franklin con el FBI y la GPU”.

El 18 de julio de 1979, Gelfand presentó una denuncia en una corte federal en Los Ángeles, alegando que el Gobierno había violado sus derechos de la Primera Enmienda a la Constitución infiltrando agentes en el SWP que lo expulsaron del partido político de su elección. Gelfand nombró como defensores a varios altos oficiales del Gobierno estadounidense —incluyendo al fiscal general y los directores del FBI y la CIA— así como a dirigentes del Socialist Workers Party.

El SWP presentó inmediatamente una moción para desestimar la denuncia de Gelfand. Se presentaron los alegatos orales ante la jueza distrital de EE. UU., Mariana R. Pfaelzer, el 19 de noviembre de 1979.

En junio de 1980, Pfaelzer rechazó la moción del SWP. Halló que la denuncia de Gelfand planteaba ciertas cuestiones constitucionales fundamentales. Escribió que “la manipulación del Gobierno y la toma de control del partido político que se alega… es una interferencia drástica en los derechos de asociación de sus adherentes y no puede cumplir con las normas constitucionales”.[61]

Gelfand y sus abogados tomaron declaraciones de muchos miembros antiguos y actuales del SWP. La primera persona a quien solicitaron rendir testimonio fue Sylvia Callen, quien se había mudado a una vecindad exclusiva en la “Costa dorada” de Chicago. Durante sus declaraciones invocó 231 pérdidas de memoria. Sin embargo, admitió durante sus declaraciones que apareció previamente en al menos dos grandes jurados federales. Haciendo referencia a su testimonio ante el gran jurado, Callen tuvo este intercambio:

Pregunta: ¿Se acogió a la Quinta Enmienda [rehusar a contestar] en alguna de las preguntas?

Respuesta: En algunas.

P: ¿Cómo supo que podía ejercer su derecho en virtud de la Quinta Enmienda?

R: De leer los periódicos sobre la cosa de McCarthy. Lo copié, incluso qué decir.

P: ¿Le hablo a alguien sobre cuándo utilizar la Quinta Enmienda?

R: No. Probablemente debí hacerlo, pero simplemente soy tan tonta.

P: ¿En qué tipos de temas se acogió de la Quinta Enmienda?

R: Oh, no lo recuerdo.

P: Bueno, ¿sería apropiado decir que estuvo dispuesta a responder a ciertas preguntas?

R: No recuerdo.

P: Bueno, ¿respondió a alguna pregunta?

R: Eso tampoco lo recuerdo. Quizás no respondí a ninguna pregunta. No lo sé.[62]

A pesar de que los procedimientos de los grandes jurados generalmente se mantienen sellados, los abogados de Gelfand le solicitaron a una corte federal en Nueva York que publicara los transcriptos de los testimonios de Sylvia Callen en 1954 y 1958. Esta solicitud fue opuesta enconadamente por el SWP, que pidió que se mantuvieran secretos con base en que “los testimonios ante los grandes jurados son completamente irrelevantes respecto a cualquier cuestión material en este litigio” y “no deberían ser revelados”.

El juez en Nueva York le envió las transcripciones a la jueza Pfaelzer en Los Ángeles. Pfaelzer, una demócrata liberal, estaba manejando el caso con extrema cautela.

Su fallo en junio de 1980 había aceptado que la expulsión de Gelfand del SWP sería inconstitucional si la hubieran ingeniado agentes gubernamentales para prevenir su propia expulsión. No obstante, según procedió el caso, Pfaelzer, el SWP y el Gobierno buscaron bloquear el acceso de Gelfand a la evidencia que necesitaba para probar que su derecho de Primera Enmienda había sido atropellado por agentes del Gobierno que lo expulsaron del SWP.

Como lo escribieron Gelfand y sus abogados en sus reflexiones finales en procedimiento sumario:

Legalmente, este caso presenta una doble paradoja. Para el tribunal, está la tensión entre aplicar los derechos de la Primera Enmienda por un lado y el deber de proteger los intereses de la seguridad nacional por el otro. Al negar las mociones de desestimación, el tribunal afirmó en términos rotundos el derecho a la asociación política libre de la interferencia gubernamental. No obstante, al defender la afirmación del Gobierno del privilegio de informantes en la moción del denunciante para compeler, el tribunal ha demostrado su sensibilidad hacia las inquietudes compensatorias. Es muy inusual que un caso requiera la reconciliación de principios legales tan fundamentalmente opuestos.

El denunciante se enfrenta al otro lado de la misma moneda. Por un lado, le dicen que, si puede comprobar que los líderes del partido son agentes del Gobierno estadounidense, comprobará la violación de sus derechos democráticos. Pero el método más directo de comprobarlo —el examen de los documentos gubernamentales relevantes y respuestas directas a las preguntas dirigidas a las agencias gubernamentales— se le denegó.[63]

Pfaelzer parecía preocupada de que la búsqueda de evidencia de Gelfand lo llevaría a la publicación de secretos estatales sobre la penetración en el SWP. Cuando rechazó la solicitud de que Zborowski rindiera testimonio, la jueza dijo:

Ahora, siento que el Sr. Zborowski, dada la naturaleza de este caso desde que fue entablado, ante una ley conocida como la Protección de Cierta Información de Seguridad Nacional, que acaba de ser promulgada este año, se arriesga o correría un posible riesgo de infringir la sección 601(a) de esa ley, si le pidieran que identifique por nombre o descripción o cualquier otra cosa que podría llevar a la identidad de posibles agentes de inteligencia que estén participando superficialmente en el Socialist Workers Party.

Y esa ley dispone específicamente que cualquier persona con dicha información y que la revele a sabiendas, independientemente del motivo, pueda ser enjuiciada, multada con $50.000 y encarcelada hasta 10 años. Y, por ende, siento que su invocación de la Quinta Enmienda en esa área, que quizás es el eje central de esta denuncia, tal vez, no obstante sea una preocupación legítima del testigo y su abogado que debe ser honrada por esta corte. Y, consecuentemente, en la medida en que hasta ahora se haya afirmado cualquier invocación de la Quinta Enmienda en esta declaración, no le ordenaré responder más.[64]

Los niveles más altos del Gobierno y el aparato militar y de inteligencia de Estados Unidos estaban monitoreando de cerca el caso. Un memorándum del 11 de junio de 1982 del consejero general de la CIA, Stanley Sporkin, al director de la CIA, William J. Casey, se refiere al caso Gelfand como un “elemento de gran interés” para la CIA.

Aludiendo a la solicitud de Gelfand y sus abogados de que la CIA y las otras agencias estatales revelen la identidad de agentes en el partido, el memorándum de la CIA, el cual fue desclasificado recientemente, señala:

En Gelfand v. Fiscalía General, DCI [siglas en inglés para Director Central de Inteligencia], y otros, Gelfand afirma que presuntos agentes de la CIA y el FBI en el Socialist Workers Party (SWP) lo expulsaron del partido. En un descubrimiento prejuicio, Gelfand presentó un interrogatorio al DCI sobre si 19 miembros nombrados del SWP son o han sido agentes de la CIA y si la CIA sabe si un individuo nombrado es un agente de la inteligencia soviética. El DCI se rehusó a responder el cuestionario argumentando de que responder tendería a revelar actividades, fuentes y métodos de inteligencia. El Tribunal Distrital de EE. UU. que está presidiendo el caso defendió la negativa del DCI a responder, sosteniendo que la responsabilidad reglamentaria del DCI de proteger sus fuentes y métodos de inteligencia y la exención reglamentaria de la CIA de tener que develar nombres o funciones del personal de la CIA justifican la negativa a responder.[65]

Bajo la presión del Gobierno, Pfaelzer buscó restringir el enfoque del juicio al tema restrictivo de procedimiento de si Gelfand había violado técnicamente las normas del partido al seguir exigiendo respuestas sobre las exposiciones de Hansen y Callen después de que la dirección del SWP le dijera que no lo hiciera.

Antes del juicio, el abogado de Gelfand, John Burton, le pidió a la jueza Pfaelzer que hiciera públicos las transcripciones del gran jurado de Callen que le enviaron desde Nueva York. La jueza replicó que luego decidiría al respecto. Desestimaría varias solicitudes más sobre la publicación de las transcripciones, antes y durante el propio juicio. Su comportamiento brusco y aparente hostilidad hacia Gelfand daba la impresión que al final le denegaría la solicitud.

En el último día del juicio, el 9 de marzo de 1983, el secretario nacional del SWP, Barnes, fue llamado al estrado. Aparentemente seguro de que Pfaelzer no haría públicos las transcripciones del gran jurado, Barnes concluyó su testimonio con un extraordinario homenaje a este agente de la GPU:

Pregunta: Cuando la recibió [la carta de Gelfand], ¿era su opinión de que no había pruebaa del todo que indicara que Sylvia Franklin era agente de la GPU?

Respuesta: Toda la evidencia apunta a lo contrario. Su comportamiento entero, no solo cuando estaba en el movimiento, sino todo lo que ha sucedido desde que lo dejó, indica que es exactamente lo que fue: una miembro leal, laboriosa y modelo de nuestro movimiento.

P: ¿Esta sigue siendo su opinión hoy?

R: Bueno, mi opinión hoy es que ella es una de mis heroínas después del hostigamiento y por lo que ha pasado en los últimos dos años. Incluso más que en ese entonces, sentiría más firmemente eso sobre ella, su carácter.

P: Ahora, ¿fue Sylvia Franklin el sujeto de una investigación de la Comisión de Control del SWP?

R: No. Sylvia Franklin no fue un sujeto de una Comisión de Control del SWP. Sylvia Caldwell fue invitada a la audiencia de la Comisión de Control del SWP para discutir el hecho de que los shachtmanistas estaban difundiendo este rumor. La comisión de control tuvo su audiencia y luego aprobaron una moción que decía, en primer lugar, que hay cero evidencias de que haya algo conectado a este rumor que pudiera ser verdad y, número dos, que por supuesto es lo principal por lo que se reunieron, que le pedirían a los shachtmanistas que dejaran de difundir ese rumor debido a ello.[66]

Estas mentiras quizás fueron demasiado lejos para Pfaelzer. Después del testimonio de Barnes y después de que los abogados de Gelfand anunciaran que no tenían más evidencia para presentar, Pfaelzer repentinamente publicó las transcripciones de las audiencias de ambos grandes jurados, de 1954 y 1958. A pesar de que Pfaelzer protegió a Barnes y previno que fuera expuesto en el estrado, estas transcripciones respondieron decisivamente, con las propias palabras de Callen, a la cuestión sobre su papel como agente de la GPU dentro del SWP.

En su testimonio de 1954, Callen utilizó la misma táctica que emplearía cuando North y Mitchell la confrontaron en 1977 y durante su declaración en 1980, es decir, pérdida de memoria. En 1954, Callen confirmó que estuvo casada con Franklin y que asistieron a reuniones de la Young Communist League estalinista. Pero en respuesta a ciertas interrogantes cruciales, como si se reunía con Louis Budenz, Callen declaró “No puedo responder eso por una posible autoincriminación”, invocando su privilegio bajo la Quinta Enmienda.[67]

En su segunda aparición ante un gran jurado, el 18 de junio de 1958, Callen fue más comunicativa. Se dio cuenta de que el gran jurado estaba preparando imputar por espionaje a su antiguo supervisor de la GPU, Robert Soblen, y que ella misma se enfrentaba a una larga sentencia en prisión, sino la pena capital, bajo cargos de traición.

El abogado del Gobierno estadounidense comenzó su interrogatorio recordándole a Callen (ahora llamada “Sra. Doxsee”) sobre los problemas que surgieron durante su aparición en 1954:

Pregunta: ¿Recuerda rendir testimonio ante un gran jurado?

Respuesta: Oh, sí.

P: ¿Y recuerda, Sra. Doxsee, que en ese momento su memoria no era tan buena como lo podría ser?

R: Sí.

P: ¿Y desde entonces ha intentado mejorar su memoria lo más posible?

R: Sí, lo he hecho.

P: ¿Y ha hablado sobre el tema con su esposo?

R: Sí.

P: Y siente que está comenzando a recordar algunas cosas que le costó recordar antes.

R: Sí.[68]

Callen contó su historia sobre su papel como agente dentro del SWP. Recordó cómo le pagaban para recopilar información confidencial del escritorio de James Cannon y entregársela a dos espías líderes de la GPU, el Dr. Gregory Rabinowitz —el “Roberts” con quien trabajó Budenz— y Jack Soble, el hermano de Robert Soblen. Parte de la transcripción de su testimonio bajo cuestionamiento del abogado estatal indica:

Pregunta: Si puedo hacer un pequeño resumen a este punto, Sra. Doxsee, dice que se unió a la Young Communist League a mediados de la década de 1930, pero después de unirse a la Young Communist League y ante la sugerencia de alguien dentro del Partido Comunista, se unió a una organización que era parte de la organización Social Workers [sic]. ¿Es esto correcto?

Respuesta: Creo que eso es.

P: ¿Así que finalmente entró en la oficina de James Cannon y se convirtió en su secretaria?

R: Sí.

P: Ahora, durante el tiempo en que estuvo trabajando en la oficina del Sr. Cannon, ¿alguna vez discutió lo que descubría ahí con alguien más?

R: Sí.

P: ¿Recuerda con quién discutía eso?

R: Bueno, iba al apartamento de mi exesposo, el apartamento de Zalmond.

P: ¿Se reunió con alguien?

R: Me reunía—no todas las veces que iba ahí —pero había conocido a un hombre que yo llamaba Jack [Jack era el alias que utilizaba Gregory Rabinowitz— también conocido como Roberts, durante sus reuniones con Sylvia Franklin]. No sé cuál es su nombre.

P: Según dice, ¿fue Louis Budenz quien la presentó a este hombre, Jack?

R: Sí.

P: ¿Y eso ocurrió en Chicago?

R: Sí, así lo recuerdo.

P: ¿Recuerda alguna vez conocer a una mujer a quien le dio información?

R: Sí, el apartamento de una mujer.

P: ¿Y ese apartamento es distinto al apartamento que describiste anteriormente?

R: Sí.[69]

Callen se estaba refiriendo al apartamento de la agente estalinista, Lucy Booker. Luego, testificaría que, “Yo iba ahí y también escribía reportes a máquina como lo hacía en el apartamento de mi esposo, y a veces, según recuerdo, ella estaba ahí y a veces no, como lo recuerdo”.

Ahí, a veces se encontraba con Jack Soble, a quien conocía como “Sam”. Él le pagaba por sus servicios.

P: ¿Recuerda cómo sabía —comenzó a ir a este apartamento que está describiendo— el apartamento de la mujer?

R: No lo recuerdo.

P: ¿Alguien le dijo que fuera ahí?

R: No, no había pensado en eso. No sé si alguien me llevó. No recuerdo si me dieron una dirección, realmente no recuerdo eso, la secuencia ahí.

P: Ahora bien, describió el material mimeografiado que les dio. ¿Recuerda los contenidos del material que escribió a máquina?

R: Bueno, recuerdo que simplemente lo escribía a máquina —fue principalmente durante los conflictos entre facciones del partido y las reuniones del Comité Político, quién estaba en conflicto con quién, y luego, si veía cartas de León Trotsky, intentaba recordar lo que aparecía en las cartas y lo escribía todo, quien iba con quién y ese tipo de cosas, cosas personales como eso, recuerdo, cuánto dinero tenían— sabía sus, ya sabes, balances bancarios y ese tipo de cosas.[70]

Callen y la GPU tenían acceso a todo: la correspondencia internacional, los documentos de discusiones internas de los movimientos trotskistas en todo el mundo, toda la correspondencia de Cannon y la información personal sobre sus miembros.

La publicación de las transcripciones del gran jurado hizo añicos el encubrimiento de la penetración de la GPU en el SWP, y justificó plenamente la investigación perseguida por el Comité Internacional.

Pero la jueza Pfaelzer, guiada por el deseo de prevenir que Gelfand expusiera el grado de involucramiento del FBI en el SWP, denegó su solicitud de que hiciera pública la información sobre agentes específicos en el partido.

Pfaelzer falló en contra de Gelfand, exigiendo un nivel claramente inalcanzable de pruebas.

Pfaelzer afirmó que Gelfand no podía probar su caso con una “preponderancia de evidencia” si existían otras explicaciones —independientemente de cuán imposibles— para las acciones de los defensores del SWP. La jueza reconoció que la conclusión de Gelfand de que los líderes del SWP eran agentes “podría ser una inferencia permisible a la cual se podría llegar, pero no puedes prevalecer con una preponderancia de evidencia al respecto porque es igual de posible que simplemente se sentaron ahí sin investigar porque tenían una fe ciega. No puedes ganar con base en una preponderancia de evidencia basada solo en el hecho de que los cargos eran ciertos ” (subrayado nuestro).[71]

En un intercambio más con el abogado de Gelfand, Pfaelzer afirmó:

Asumamos que ustedes probaran que todo lo que dijo el Sr. Gelfand fuera cierto y que no cabe duda de que Hansen estuviera trabajando con el FBI y bien podría haber sido un agente del FBI en algún punto, y que Sylvia Caldwell fue agente de la GPU, y que sin duda sus sospechas estuvieran bien fundamentadas y que ellos cometieron el error, el partido cometió el error de creer en los contenidos de Healy’s Big Lie (La gran mentira de Healy).

Ahora bien, digamos que todo eso fuera probado, ¿cuál inferencia aceptable podría extraerse de eso si eso es todo lo que tienes?

Burton dijo, “Su señoría, no puede ser examinado fuera de contexto”.

A esto, Pfaelzer respondió: “Oh, no. Puede examinarse fuera de contexto”.[72]

Este razonamiento no cumple con un análisis legal básico. Como todo estudiante de primer año de derecho sabe, el estándar de “preponderancia de evidencia” solo requiere que la parte civil demuestre que hay más de un 50 por ciento de probabilidad en que la evidencia presentada pruebe la acusación, no que todas las otras posibles inferencias sean desmentidas. La evidencia circunstancial siempre se evalúa en su contexto y frecuentemente la evidencia incriminatoria puede perder su significado si fuera vista de forma aislada.

Como lo señaló correctamente la Workers League, “El pilar central de la defensa del SWP —de que Gelfand estaba propagando una ‘campaña de difamación’ inventada por el Comité Internacional— fue completamente destruido. La publicación de las transcripciones completó la destrucción de la credibilidad de la defensa”.[73]

Joseph Hansen y la Comisión de Control

Joseph Hansen, quien falleció en 1979, no pudo ser sometido a rendir testimonio ni ser interrogado durante el caso Gelfand. Hasta su fin, Hansen defendió activamente a Callen, habiendo organizado una campaña internacional para difamar a cualquiera que pusiera en tela de juicio lo que terminó siendo verificado, que fue una agente de la GPU.

¿Por qué dedicaron tales esfuerzos Hansen, y el SWP tras su muerte, para defender a Callen? ¿Por qué simplemente no admitieron, incluso antes de la publicación de los transcritos del gran jurado, que la secretaria de James P. Cannon fue una agente de la GPU entre 1939 y 1947? Para 1975, cuando el Comité Internacional inició su investigación Seguridad y la Cuarta Internacional, habían pasado casi 30 años desde que Callen había dejado el SWP.

La interrogante obvia es: ¿por qué Hansen y Barnes se aferraron tan desesperadamente a la mentira transparente de que Callen había sido una camarada “ejemplar?” ¿No habría sido más fácil para Hansen admitir que el SWP se había visto engañado por la aparente inocencia de Callen y que la investigación de la Comisión de Control de 1947 había sido inadecuada?

La única respuesta es que las actividades de Callen y Hansen estaban sumamente entrelazadas. Hansen se vio obligado a mentir sobre Sylvia Callen porque —como lo comprobaría un documento obtenido por los abogados de Gelfand cerca de la conclusión del litigio— estaba encubriendo su propio papel como un agente dentro del SWP.

En las fase final del litigio, la jueza Pfaelzer ordenó al SWP entregar una carta enviada a Hansen por su íntimo amigo, Vaughn T. “Irish” O’Brien.

En esta carta, fechada 8 de junio de 1976, O’Brien describió un encuentro a fines de los años cuarenta o principios de los cincuenta —el periodo general de la Comisión de Control y la publicación de los libros de Budenz— con Pearl Kluger, un exmiembro del American Workers Party (Partido de los Trabajadores Estadounidenses) liderado por A.J. Muste que conocía personalmente a Budenz. O’Brien escribió, “No había visto a Pearl por un tiempo considerable, pero inmediatamente dijo, ‘Budenz dice que tu amigo Joe Hansen trabajó con la GPU’”.[74]

Esta extraordinaria revelación —que el mismo hombre que expuso originalmente a Sylvia Callen también había identificado a Joseph Hansen como agente de la GPU— fue corroborada por el mismo Socialist Workers Party. Apenas un mes después de la conclusión del juicio de Gelfand, en la tirada del 15 de abril de 1983 del Militant, un líder del SWP, Larry Seigle, escribió que Budenz “no solo acusó a miembros del CP [Partido Comunista], sino a varios miembros del SWP, como agentes soviéticos. Entre ellos, se encontraban Joseph Hansen, un líder central del SWP hasta su muerte en 1979, y Sylvia Caldwell, quien fue secretaria en la oficina nacional del SWP”.[75]

Es evidente que, en el periodo inmediato tras el juicio de Gelfand, hubo desacuerdos dentro de la dirigencia del SWP sobre cómo manejar la evidencia que incriminaba a Hansen como agente de la GPU. El reconocimiento público de Seigle de que Budenz expuso tanto a Caldwell como a Hansen —confirmando las acusaciones hechas por Gelfand— fue evidentemente visto como un gran error político.

Justo un día después de que apareciera el artículo de Seigle en el Militant, la dirigencia del SWP formuló un plan para revertir el daño de la admisión. Las minutas de la reunión del Comité Político del SWP del 16 de abril de 1983 mostraban que la conducción bajo Barnes conspiró para denunciar las transcripciones del gran jurado como falsificaciones e intensificar su ferviente defensa de Callen-Caldwell:

Deberíamos escribir un artículo presentando la posición del partido sobre las acusaciones contra Sylvia Caldwell. El artículo debería presentarle al partido y al movimiento internacional nuestra postura sobre la responsabilidad del partido de defenderse de operaciones de tipo “informante” de COINTELPRO como la que se lleva a cabo contra Sylvia Caldwell y el SWP. Es especialmente necesario explicar nuevamente, para aquellos que nunca lo supieron o se les olvidó, que la dirección de un partido revolucionario de los trabajadores tiene la responsabilidad de defender lealmente a cada uno de sus miembros contra tales campañas de difamación.

El artículo examinará la nueva “evidencia” presentada por el FBI en el tribunal de Pfaelzer y circulada por el WL/WRP, que consiste en presuntas transcripciones de testimonios dados por Sylvia Caldwell ante dos grandes jurados investigando “espionaje” soviético en los años cincuenta. No tenemos cómo saber cuánto se han manipulado las transcripciones. Más allá, cualquier testimonio bajo estas condiciones —ante un gran jurado, sin un abogado y bajo la amenaza de ser imputada como una espía soviética en la sombra de los asesinatos judiciales de Ethel y Julius Rosenberg— no puede ser visto como algo verdadero por ningún líder obrero serio.[76]

Las minutas también revelan que la publicación de las transcripciones del gran jurado, que exponen el encubrimiento de Sylvia Franklin, había generado gran ansiedad entre los miembros y aliados internacionales del SWP:

Por la inexperiencia y algo de confusión en estos puntos, en el partido y el movimiento internacional, sería útil un artículo así.[77]

El 5 de agosto de 1983, el Militant publicó un reporte pronunciado por Jack Barnes en mayo, varias semanas después de la reunión del Comité Político, ante el Comité Nacional del SWP. Barnes reanudó la defensa de Callen-Caldwell:

Otra cosa que ocurrió en el juicio necesita subrayarse. Y eso es lo que el Gobierno y el WL-WRP hicieron respecto a nuestra camarada Sylvia Caldwell, a quien acusan de ser agente de la policía secreta soviética durante varios años cuando era miembro de nuestro partido, entre mediados de los años treinta hasta fines de los cuarenta. Como lo sabemos, Sylvia fue envilecida por el alborotador y soplón del FBI, Louis Budenz. La acosó el FBI durante los años de la cacería de brujas. Fue arrastrada a grandes jurados federales que investigaban en los años cincuenta el “espionaje” soviético, como el que imputó a los Rosenberg. Ahora ella tiene al WL-WRP siguiendo esto como una forma de avanzar esta operación disruptiva contra nuestro movimiento, aquí e internacionalmente.[78]

Esta diatriba era una mentira de principio a fin. Si “nuestra camarada Sylvia Callen” hubiera sido, como afirma Barnes, sometida a una feroz persecución durante los años cincuenta, ¿por qué el SWP no montó una campaña pública en su defensa? ¿Por qué no se escribió ni una sola palabra en el Militant sobre la “camarada Sylvia” siendo “arrastrada a grandes jurados federales que investigaban en los años cincuenta el ‘espionaje’ soviético, como el que imputó a los Rosenberg”? ¿Por qué el SWP y el Militant no denunciaron públicamente que Sylvia Callen fuera enumerada entre los coconspiradores de la GPU en la imputación federal de 1960 contra Robert Soblen?

Barnes procedió a sugerir que la transcripción de 1958 era una falsificación, refiriéndose a esta como “lo que el FBI afirma que es una transcripción de su testimonio ante un gran jurado en 1958”. Continuó:

Esta es supuestamente la prueba perfecta —una transcripción oficial, en la que la propia mujer confesó bajo juramento hacer las cosas de las que la acusaban—. (Pongo de lado el hecho de que no aparece en la transcripción ninguna mención de la policía secreta soviética ni de alguna actividad que Sylvia llevara a cabo a instancias de ellos. Solo la citan diciendo que estaba reuniendo información para el Partido Comunista [CP]. Es revelador que, tanto para el WL-WRP como para el FBI, ser miembro del CP y ser agente de espionaje soviético sean lo mismo).[79]

La intensa participación del Partido Comunista en las operaciones de la GPU —y especialmente en su infiltración en la Cuarta Internacional y el SWP y en la organización del asesinato de Trotsky— es un hecho histórico indisputable y masivamente documentado. Los propios escritos y testimonios de Budenz dejaron muy claro que él y a quienes reclutó para llevar a cabo actividades de espionaje contra los trotskistas habían estado trabajando para la GPU. El argumento de Barnes de que la admisión de “Sylvia” de que “estaba reuniendo información para el Partido Comunista” no pruebe que estaba trabajando para la GPU evidencia tanto a su desesperación como la inescrupulosa deshonestidad de Barnes. Las razones de su desesperación se hallan en la evidencia develada durante el caso Gelfand y la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional.

El significado de la carta de Vaughn T. O’Brien, y las declaraciones de Seigle y Barnes sobre la publicación de la transcripción de 1985, lo resumió David North en un artículo intitulado “Barnes todavía defiende a Sylvia Franklin”, publicado en el Bulletin, el periódico de la Workers League, el 9 de septiembre de 1983. North escribió:

Las transcripciones muestran que los hechos presentados por Louis F. Budenz, exeditor del estalinista Daily Worker, en su declaración jurada de noviembre de 1950 exponiendo a Franklin, eran absolutamente verdaderos. Franklin admitió explícitamente en su testimonio que ella había sido miembro del Partido Comunista y que había sido reclutada por Louis Budenz para trabajar como espía dentro del SWP.

Estas transcripciones hicieron trizas el encubrimiento de varias décadas sobre el verdadero papel de Franklin en el SWP. El sinfín de mentiras de Joseph Hansen, Barnes y su cómplice George Novack para defenderla (“una camarada ejemplar”, “un ser humano caluroso”, “la inmunda calumnia de Budenz”, “la Gran Mentira de Healy”, etc.) quedó expuesto de una vez por todas.

Además, otra evidencia introducida en el juicio [de Gelfand] estableció el significado pleno del encubrimiento de Franklin. Sucede que Budenz también identificó a Hansen como agente de la GPU en el mismo momento en que identificó a Franklin. Este hecho lo contenía una carta escrita el 8 de junio de 1976 dirigida a Joseph Hansen de su amigo muy cercano, Vaughn T. O’Brien. [80]

Después de citar el artículo de Seigle del 15 de abril de 1983 que indicaba que Budenz también delató a “varios miembros del SWP”, incluyendo Joseph Hansen, como agentes de la GPU, North continuó:

A pesar de que expuso públicamente a Franklin, Budenz nunca publicó lo que sabía sobre las actividades de Hansen vinculadas a la GPU. Esto es porque el FBI le instruyó que no lo hiciera. Estaba protegiendo a un agente sumamente valioso dentro del SWP, al propio Joseph Hansen, quien, como lo corroboraría otra evidencia, buscó y consiguió establecer una relación encubierta con el FBI en 1940.[81]

Para el encubrimiento del SWP, era esencial calificar a Budenz de “calumniador”, “chivato” y “perjurador” por ser la fuente de la acusación de que Callen y Hansen eran agentes. Más allá, si Hansen y el SWP hubieran admitido que Callen era agente, le habrían dado credibilidad a la fuente de Shachtman y Glotzer en 1947. Esta fuente no solo les advirtió sobre Callen, sino también, en las palabras de Cannon, de “que el FBI tiene a un agente en nuestro partido, alto en la dirigencia”. Cannon dijo que el Workers Party de Shachtman le había advertido al SWP sobre un agente del FBI “durante años”.

La investigación Seguridad y la Cuarta Internacional descubrió documentos que revelaron que Hansen se reunió en secreto con el Departamento de Estado justo después del asesinato de Trotsky. En estas reuniones, Hansen admitió haber tenido una relación con la GPU exactamente en el momento en que los estalinistas estaban infiltrando a agentes como Franklin en el SWP. Pidió, y obtuvo, información para reunirse posteriormente con el FBI en la Ciudad de Nueva York. El Comité Nacional del SWP no supo de estos hechos hasta que fueron publicados por la Cuarta Internacional.

A pesar de que estar claro que Hansen era un agente, aún se desconocen los detalles completos de sus operaciones con la GPU y las agencias estadounidenses. Tenía múltiples motivos para ponerse en contacto con el Departamento de Estado y el FBI. Hansen temía que necesitaría una coartada si los oficiales estadounidenses se daban cuenta de sus contactos con la GPU. Esto fue lo que les dio a los agentes con que se reunió después del asesinato de Trotsky. También esperaba desviar cualquier escrutinio sobre sus conexiones pasadas con la GPU en las investigaciones sobre el asesinato de Trotsky.

Hansen comenzó a trabajar para el FBI, pasándole información de la investigación interna del SWP sobre el asesinato, incluso dándole al Gobierno estadounidenses una copia del “Memorándum W”, una lista de nombres de agentes de la GPU que el SWP había recibido de un exmiembro del Partido Comunista, Whittaker Chambers.

A cambio de esta y otra información interna del partido, Hansen pudo evitar ser enjuiciado cuando, en 1941, el Departamento de Justicia, a instancias del FBI, procesó a 29 miembros del SWP en el juicio de la Ley Smith en Minneapolis, bajo cargos de sedición y conspiración para derrocar el Gobierno. Como lo detalla el libro Trotskyists on Trial de Donna Haverty-Stacke, la ausencia de Hansen de la lista de acusados era por lo demás inexplicable dado su cargo como secretario de Trotsky en la Ciudad de México entre 1939 y 1940.

Los documentos publicados por el CICI muestran el inicio de la relación entre Hansen y el FBI en 1940, pero no indican que la relación haya finalizado.

El SWP tuvo la oportunidad de revelar la verdad sobre Callen y Hansen. Si la Comisión de Control del SWP en 1947 hubiera intentado realmente investigar las acusaciones de infiltración del FBI y la GPU hechas por la fuente de Shachtman y Glotzer, las cuales siguieron a las revelaciones de Budenz, habría expuesto a los agentes, incluido Hansen, que le causaron daños inestimables al SWP durante las décadas siguientes. A lo largo de la denuncia del SWP contra el FBI por COINTELPRO, el Gobierno se vio obligado a admitir que había infiltrado a cientos de agentes en el SWP, componiendo una sección sustancial de los miembros del partido. Los documentos y cables de los espías soviéticos que obtuvo la agencia de Inteligencia de Señales del Ejército estadounidense por medio del programa VENONA, los cuales fueron publicados a mediados de los años noventa, mencionan explícitamente a Callen —con el nombre en clave “Satyr”— como agente soviética.

Por el contrario, la Comisión de Control dejó pasar la cuestión e hizo que los presentes juraran guardar silencio. Se le permitió a Callen dejar el movimiento sin que el partido hiciera una declaración pública explicando su repentina partida. El SWP dejó totalmente de reportar las revelaciones de Louis Budenz precisamente cuando el Gobierno actuaba en la solicitud del SWP de que un gran jurado interrogara a Budenz. Cuando Budenz publicó su segundo libro en 1950, Men Without Faces, el SWP trabajó con la propia Callen, quien le dictó a Farrell Dobbs cómo debía responder el SWP a las alegaciones de Budenz.

Hansen realizó varias maniobras para proteger a Callen, como lo evidencian sus intercambios con Isaac Don Levine en 1958 y con Gerry Healy en 1960. El SWP no reportó sobre el juicio de Robert Soblen de 1960 ni el testimonio de Jack Soble que identificó nuevamente a Callen como una agente. Cannon, en su carta de 1966 a Reba Hansen, también retrató falsamente la Comisión de Control de 1947, afirmando que investigó la cuestión y permitió que Callen “continuara su trabajo”.

Como resultado, Hansen mantuvo su puesto de liderazgo con acceso a la información sobre las actividades y miembros del movimiento mundial. Durante los años sesenta y setenta, Hansen se volvió a la figura política dominante en el SWP, ingeniando la ruptura política con el Comité Internacional en 1963 y su reunificación con el Secretariado Unificado proestalinista de Michel Pablo. Hansen también presidió el reclutamiento de Jack Barnes y un grupo de doce estudiantes de Carleton College, una universidad privada y rural de Minnesota, y ayudó a orquestar su rápido ascenso hasta la dirección del partido.

La investigación Seguridad y la Cuarta Internacional del CICI fue una labor y un hito enormes en la historia del movimiento trotskista. El CICI condujo esta lucha bajo condiciones en que la burocracia estalinista y el aparato pablista contaban con una influencia considerable en el movimiento obrero y buscaban desacreditar y aislar al CICI.

A pesar de estas circunstancias desfavorables, el CICI luchó por exponer los crímenes de la burocracia estalinista en orquestar el asesinato de Trotsky e infiltrarse en el movimiento trotskista.

Puede que al lector contemporáneo le cueste comprender el encono de las denuncias de la investigación que se soltó contra el CICI por emprender esta investigación. La oposición a la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional por parte de las distintas organizaciones pablistas y estalinistas tenía dos motivos. En primer lugar, los agentes estatales dentro del SWP y las organizaciones internacionales pablistas estaban decididos a prevenir ser expuestos por la investigación del CICI. En segundo lugar, y más fundamentalmente, la exposición de Seguridad y la Cuarta Internacional de la historia contrarrevolucionaria y el papel del estalinismo socavaba la agenda política de los pablistas y sus aliados estalinistas.

Sin embargo, durante los últimos cuarenta años, la publicación de la nueva evidencia ha confirmado la veracidad de las acusaciones del CICI. Incluso hoy día, muchos citan la información hecha pública por medio de Seguridad y la Cuarta Internacional sin reconocer la investigación en sí o el papel del CICI.

Perduran las mentiras para defender a Hansen y desacreditar la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional. Por ejemplo, la profesora de St. Mary’s y expablista, Susan Weissman, llamó la investigación “una campaña difamatoria bizarra y sectaria contra Joseph Hansen”. Cuando David North la desafió a retractar sus calumnias en una carta abierta el 10 de noviembre de 2015, Weissman se escondió detrás de un deshonesto silencio.

Para los historiadores honestos, así como para los trabajadores y jóvenes que están entrando en lucha contra el sistema capitalista, la investigación es una fuente invaluable para entender la naturaleza del Estado, el carácter contrarrevolucionario de la burocracia estalinista y la necesidad de proteger al movimiento revolucionario de los agentes del Gobierno. El significado histórico de Seguridad y la Cuarta Internacional sigue vigente.

Notas (nuestras traducciones al español)

[1] The Militant, 8 de marzo, 1947. Disponible en: https://www.marxists.org/history/etol/newspape/themilitant/1947/v11n10-mar-08-1947.pdf.

[2] Ibid.

[3] Budenz, Louis, This Is My Story, (Nueva York: McGraw-Hill, 1947), p. 244.

[4] Ibid., p. 245.

[5] Ibid., p. 245.

[6] Ibid., p. 245-46.

[7] Ibid. p. 246

[8] Ibid., p. 257.

[9] Ibid., p. 258.

[10] Ibid., p. 259.

[11] Ibid.

[12] Ibid., p. 262.

[13] Militant, 8 marzo, 1947. Disponible en: https://www.marxists.org/history/etol/newspape/themilitant/1947/v11n10-mar-08-1947.pdf.

[14] Ibid.

[15] Ibid.

[16] Ibid.

[17] Ibid.

[18] Ibid.

[19] Militant, 22 marzo, 1947. Disponible en: https://www.marxists.org/history/etol/newspape/themilitant/1947/v11n12-mar-22-1947.pdf.

[20] Ibid.

[21] Ibid.

[22] Ibid.

[23] Ibid.

[24] Militant, 3 de mayo, 1947. Disponible en: https://www.marxists.org/history/etol/newspape/themilitant/1947/v11n18-may-03-1947.pdf.

[25] Ibid.

[26] “Samuel Nathan Franklin,” Abraham Lincoln Brigade Archive, disponible en: http://www.alba-valb.org/volunteers/samuel-n-franklin

[27] Ibid.

[28] “Zalmond David Franklin”, Abraham Lincoln Brigade Archive, disponible en: http://www.alba-valb.org/volunteers/zalmond-david-franklin

[29] “Zalmond Franklin, ‘En alguna parte de España’”, 11 de octubre, 1937, Wisconsin State Journal, p. 2.

[30] “Experiencias en la guerra Española para contar” 6 de mayo, 1958, Wisconsin Jewish Chronicle.

[31] Budenz, Louis, Men Without Faces (Nueva York: Harper and Brothers, 1950), p. 124.

[32] Ibid., p. 123–24.

[33] Ibid., p. 125.

[34] Ibid.

[35] Ibid.

[36] Ibid., p. 126.

[37] Ibid.

[38] Militant, 28 de agosto, 1950, disponible en: https://www.marxists.org/history/etol/newspape/themilitant/1950/v14n01-jan-02-1950-mil.pdf.

[39] Ibid.

[40] Militant, 28 de agosto, 1950, disponible at https://www.marxists.org/history/etol/newspape/themilitant/1950/v14n01-jan-02-1950-mil.pdf.

[41] The Sylvia Franklin Dossier (Nueva York: Labor Publications Inc., 1977).

[42] Ibid.

[43] Joseph Hansen a James P. Cannon, 24 de octubre, 1958, Wisconsin Historical Society .

[44] The Indictment Stands (Nueva York: Labor Publications, Inc. 1976).

[45] James P. Cannon a Rose Karsner, abril de 1960, Wisconsin Historical Society.

[46] The Gelfand Case vol. 1 (Detroit: Labor Publications, 1985) p. 58.

[47] Building the Revolutionary Party, an Introduction to James P. Cannon (Chippendale, Australia: New Course Publications, 1997) p.70.

[48] Ibid., p. 71

[49] Intercontinental Press, 24 de noviembre, 1975, vol. 13 no. 42, p. 1643

[50] Ibid.

[51] George Novack, “La acusación falsa de Healy contra Joseph Hansen”, Intercontinental Press, 8 de diciembre, 1975, vol. 13 no. 44, p. 1710.

[52] James P. Cannon as We Knew Him (Nueva York: Pathfinder Press, 1976) p. 232–33.

[53] The Sylvia Franklin Dossier, (Nueva York: Labor Publications Inc., 1977).

[54] Ibid.

[55] Joseph Hansen, “Los healyistas escalan sus acusaciones falsas contra líderes trotskistas”, Intercontinental Press, 20 de junio, 1977, vol. 15 no. 23, p. 700.

[56] Ibid.

[57] The Sylvia Franklin Dossier

[58] Ibid.

[59] Intercontinental Press, 20 de junio, 1977.

[60] Para ver una cronología completa del periodo previo al Caso Gelfand, ver The Gelfand Case, vol. 1 (Detroit: Labor Publications, 1985), p. 35–102.

[61] Ibid., p. 111.

[62] Testimonio de Sylvia Doxsee, 22 septiembre, 1980, Gefand v. S mith et al., p. 104.

[63] The Gelfand Case, vol. 1, pp. 174–75.

[64] The Gelfand Case, vol. 2 (Detroit: Labor Publications, 1985), p. 469.

[65] Memorándum desclasificado de la CIA del consejero general de la CIA, Stanley Sporkin, al director William Casey, 11 de junio, 1982.

[66] The Gelfand Case, vol. 2, pp. 635–36.

[67] The Confession of Sylvia Franklin (Detroit: Labor Publications Inc., 1983) p. 19.

[68] Ibid., p. 23

[69] Ibid., pp. 25–27.

[70] Ibid., p. 29.

[71] The Gelfand Case, vol. 2, p. 569.

[72] Ibid., p. 568-569

[73] Ibid., p. 571.

[74] Ibid., p. 651-654.

[75] Militant, 15 de abril, 1983. Disponible en: http://www.themilitant.com/1983/4713/MIL4713.pdf

[76] Minutas de la reunión del Comité Político del SWP, 16 de abril, 1983.

[77] Ibid.

[78] Militant, 5 de agosto, 1983, p.13 Disponible en: http://www.themilitant.com/1983/4729/MIL4729.pdf

[79] Ibid.

[80] Barnes Still Defends S ylvia Franklin, p. 2.

[81] Ibid.

(Publicado originalmente en inglés el 14 de agosto de 2018)

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