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Perspectiva

Cumbre del G7 amenaza a China y Rusia

Los Gobiernos de las naciones más ricas del mundo (Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Japón y Canadá) terminaron el domingo tres días de deliberaciones en una cumbre del G7 en Cornualles, Inglaterra. Las potencias del G7 han hecho hincapié en el “multilateralismo” y han restado importancia a las profundas diferencias surgidas en el seno del G7 con el predecesor del presidente estadounidense, Joe Biden, Donald Trump. Sin embargo, solo fueron capaces de ponerse de acuerdo en un comunicado de la cumbre que equivalía a una amenaza de guerra contra China.

El comunicado de la cumbre, de 25 páginas, respaldaba la provocación de la teoría del laboratorio de Wuhan, insinuando que China buscó ocultar su producción del virus COVID-19 en un laboratorio y que luego lo dejó escapar. El documento pedía “investigar, informar y responder a los brotes [pandémicos] de origen desconocido”, y añadía: “También pedimos que se lleve a cabo un estudio de fase 2 sobre el origen del COVID-19 convocado por la OMS [Organización Mundial de la Salud], que sea oportuno, transparente, dirigido por expertos y basado en la ciencia, y que incluya, como recomienda el informe de los expertos, a China”.

Casi 4 millones de vidas se han perdido a causa de la actual pandemia de COVID-19, con más de un millón en las naciones del G7, según las cifras conservadoras recopiladas por los Gobiernos a nivel mundial, con casi 176 millones de infectados. Por lo tanto, la exigencia de que China “confiese” proporcionaría por sí sola un casus belli para la agresión contra China. Pero las cosas no se quedaron ahí.

El punto 49 del comunicado apunta a una guerra comercial entre las potencias imperialistas y Beijing. Afirmando la “responsabilidad particular de los países y economías más grandes en la defensa del sistema internacional basado en normas y el derecho internacional”, afirma: “Con respecto a China... seguiremos consultando sobre los enfoques colectivos para desafiar las políticas y prácticas no comerciales que socavan el funcionamiento justo y transparente de la economía mundial”.

El punto 49 finaliza con la amenaza de que “promoveremos nuestros valores, incluso pidiendo a China que respete los derechos humanos y las libertades fundamentales, especialmente en relación con Xinjiang y con los derechos, las libertades y el alto grado de autonomía de Hong Kong consagrados en la Declaración Conjunta Sino-Británica y en la Ley Básica”.

Xinjiang alberga a la población uigur de China y ha sido el principal foco de acusaciones de Washington y otras capitales de abusos de los derechos humanos por parte de China.

El punto 60 afirma las ambiciones de las potencias imperialistas de enfrentarse militarmente a China en su propia puerta, declarando: “Reiteramos la importancia de mantener un Indo-Pacífico libre y abierto, inclusivo y basado en el estado de derecho. Subrayamos la importancia de la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán y alentamos la resolución pacífica de las cuestiones en ambos lados del estrecho. Seguimos muy preocupados por la situación en los mares de China Oriental y Meridional y nos oponemos firmemente a cualquier intento unilateral de cambiar el statu quo y aumentar las tensiones”.

El trasfondo militarista de estas declaraciones de “preocupación” por las maniobras supuestamente “unilaterales” de China para consolidar su dominio de las vías marítimas mundiales fue puesto de relieve cuando el presidente estadounidense, Joe Biden, y el primer ministro británico, Boris Johnson, se fotografiaron en una playa de Cornualles con uno de los nuevos portaaviones británicos de 3.000 millones de libras, el HMS Prince of Wales, y otros buques de guerra a la vista detrás de ellos. El otro portaaviones del Reino Unido, el HMS Queen Elizabeth, es el buque principal de un grupo de ataque de portaaviones, que incluye un destructor y marines estadounidenses y que se dirige al mar de China Meridional, donde realizará ejercicios militares.

Además, el G7 se comprometió a combatir la iniciativa china “ Un cinturón, una ruta” a través de la cual está llevando a cabo numerosos proyectos de infraestructuras mundiales para facilitar el comercio. Esto lo busca hacer por medio del lanzamiento de un proyecto de desarrollo liderado por Estados Unidos, Build Back Better World (B3W; Reconstruir un mundo mejor).

Rusia también fue el blanco de las hostilidades. El punto 51 dice: “Reafirmamos nuestro llamamiento a Rusia para que ponga fin a su comportamiento desestabilizador y a sus actividades malignas, incluida su injerencia en los sistemas democráticos de otros países”. Pide a Rusia que retire “las tropas y el material militar en la frontera oriental de Ucrania y en la península de Crimea. Seguimos pensando firmemente que Rusia es una parte del conflicto en el este de Ucrania, no un mediador”.

Biden llegó a la cumbre declarando que Estados Unidos ha vuelto. Para la población mundial, esto se traduce en una escalada del peligro de guerra. Como dijo Biden a las tropas estadounidenses estacionadas en RAF Mildenhall, la “única obligación verdaderamente sagrada” de Estados Unidos es “preparar y equipar” a sus fuerzas armadas. El mes pasado, la Administración de Biden dio a conocer su propuesta presupuestaria para el próximo año, centrada en un presupuesto militar récord de 753.000 millones de dólares, incluidos 24.700 millones para la modernización de las armas nucleares.

Alemania, Francia y Reino Unido han aumentado el gasto militar, y el gobierno de Johnson ha incrementado su arsenal de ojivas nucleares en un enorme 40 por ciento.

La obscenidad de la campaña bélica de varios millones de dólares se ha puesto de manifiesto por la decidida negativa de la cumbre a hacer algo para combatir seriamente la creciente amenaza de la pandemia.

Mientras difunden la mentira del origen en un laboratorio chino, los Gobiernos del G7 se empeñan en seguir permitiendo que las variantes cada vez más mortíferas del COVID-19 se propaguen sin control mientras canalizan los recursos del mundo hacia las cuentas bancarias de los oligarcas y las empresas transnacionales.

El coste de la vacunación de la población mundial se ha estimado en tan solo 66.000 millones de dólares, pero las naciones más ricas del mundo no lo van a recaudar. El G7 se compromete a donar solo una pequeña parte de las vacunas necesarias. Se pondrán a disposición 1.000 millones de dosis, pero la mayoría de ellas no se distribuirán hasta finales de 2022, con poca infraestructura para llevar a cabo la tarea. Esto equivale a menos del 10 por ciento de los 11.000 millones de dosis que se necesitan urgentemente en todo el mundo para luchar contra la pandemia. Incluso esta promesa de titular es una mentira. La oferta de EE.UU. de donar 500 millones de dosis de la vacuna de Pfizer y BioNTech SE reemplaza los 2.000 millones de dólares que prometió al programa de vacunación mundial COVAX, con una financiación total de EE.UU. que asciende a solo 5.500 millones de dólares, menos del 1 por ciento de su presupuesto militar.

No han de permitir que nada interfiera con la acumulación de ganancias de las grandes empresas. Ante la creciente repugnancia de la opinión pública por el derroche de los superricos durante la pandemia y los rescates corporativos multimillonarios, el G7 se comprometió a establecer, en una fecha no especificada, “un ambicioso impuesto mínimo global” sobre las corporaciones. Pero el comunicado aseguró a todos los interesados que éste seguiría siendo tan bajo como “el 15 por ciento en cada país”.

La cumbre fue anunciada como una vuelta a la normalidad después de las tensas relaciones entre las principales potencias durante la Presidencia de Donald Trump, pero estuvo dominada en un grado extraordinario por el aumento de las tensiones interimperialistas, incluso entre el Reino Unido y la Unión Europea sobre los acuerdos comerciales post-Brexit.

A pesar de los esfuerzos de Biden para alinear a la fuerza a sus rivales, al final de la cumbre, los comentaristas subrayaron que la salida de Trump no ha arreglado las relaciones entre Estados Unidos y Europa, ni la profunda crisis política interna de Estados Unidos, que vio a Trump intentar un golpe de Estado el 6 de enero para tratar de tomar el Capitolio estadounidense y bloquear la certificación de la victoria electoral de Biden.

Varios señalaron que Biden tendrá 82 años si se presenta a las elecciones de 2024, llegando rápidamente al final de su carrera política. El exembajador de la UE en Washington, David O'Sullivan, se preguntó: “¿Es este un interregno entre Trump 1.0 y Trump 2.0? Nadie lo sabe... Creo que la mayoría de la gente opina que debemos aprovechar la oportunidad con esta administración para fortalecer la relación [del G7] y esperar que ésta pueda sobrevivir más allá de las elecciones de mitad de mandato y de 2024.”

La cuestión fundamental que plantea la cumbre del G7 es cómo se va a combatir el creciente peligro de guerra, la amenaza de la pandemia y la creciente catástrofe social a la que se enfrenta la humanidad.

En las últimas décadas, las mismas fuerzas que han llevado a las potencias imperialistas al conflicto y a la guerra han ido creando las condiciones para que se desarrolle la oposición de la clase obrera.

Analizando la “La globalización del capitalismo y el nuevo levantamiento de la clase obrera” en una perspectiva del WSWS del 7 de junio, David North señaló: “En la historia existe la retribución. Por todos los crímenes cometidos por el capitalismo contra la clase obrera en los últimos 40 años, la clase dominante, en el proceso mismo de atacar a la clase obrera y enriquecerse enormemente, ha contemplado una vasta expansión e integración del sistema de producción capitalista. El resultado más significativo y revolucionario de este proceso, impulsado por los asombrosos avances de la ciencia y la tecnología, es el crecimiento masivo de la clase obrera mundial”.

Esta gigantesca fuerza social debe ser movilizada ahora a través de la construcción del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, basado en una perspectiva socialista revolucionaria contra la reacción social, el militarismo y la guerra.

(Publicado originalmente en inglés el 13 de junio de 2021)

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