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Perspectiva

Los demócratas y la prensa ocultan nuevas revelaciones de complicidad del ejército y a policía en el intento de golpe del 6 de enero

Más de cinco meses después del intento de golpe de Estado del 6 de enero, continúa la campaña para ocultarle al pueblo estadounidense el alcance de la conspiración y de las fuerzas fascistizantes movilizadas por Trump y el Partido Republicano con el apoyo de altos cargos en el FBI, el Pentágono y la Policía del Capitolio.

Los simpatizantes de Trump invaden el Capitolio, 6 de enero de 2021, Washington D.C. (AP Photo/John Minchillo)

Existe una división de trabajo entre ambos partidos del capitalismo estadounidense. El Partido Republicano se ha alineado en gran medida con el Führer en potencia de Trump, repitiendo las falsas acusaciones de que la elección fue un fraude y que la invasión del Capitolio por parte de los Proud Boys, Oath Keepers, supremacistas blancos y neonazis fue un evento irrelevante.

Por su parte, el Gobierno de Biden y el grueso de la prensa buscan ocultar las revelaciones impactantes, algunas de ellas de audiencias en el Congreso presididas por los propios demócratas, que documentan el papel crucial de los aliados de Trump dentro del Estado en sabotear cualquier defensa del complejo del Capitolio.

Prometiéndole a los cómplices republicanos de Trump “bipartidismo” y “unidad”, el Partido Demócrata, también un partido del Wall Street y el ejército, está aterrado ante las consecuencias políticas y sociales de las revelaciones que exponen el hedor a dictadura detrás de la fachada de “democracia” estadounidense. La cúpula demócrata y los principales medios, como el New York Times, el Washington Post y los noticieros televisivos y radiales, minimizan sistemáticamente o ignoran de plano cada nueva revelación.

El martes, la Comisión Supervisora y de Reforma de la Cámara de Representantes sostuvo una audiencia con el director del FBI, Christopher Wray, el director del personal del Ejército, el teniente general Walter Piatt, y el actual comandante del Ejército en el Pacífico, el general Charles Flynn.

Durante la audiencia, salieron a la luz los siguientes hechos:

* El FBI no reaccionó a más de 50 reportes distintos en la red social Parler, en las palabras de la presidenta de la comisión, Carolyn Maloney, de “amenazas específicas de violencia planeadas para el Capitolio”. En una advertencia, un usuario de Parler instó a los fascistas a ir a Washington D.C. el 6 de enero para enfrentar a “Antifa” y “comenzar a eliminar gente”.

* El director Wray se rehusó a responder por qué el FBI no publicó una evaluación específica de la amenaza del 6 de enero ni coordinó con el Departamento de Seguridad Nacional para designar el 6 de enero como un Evento Nacional Especial de Seguridad. Tampoco explicó por qué el FBI no ha entregado los documentos solicitados por el comité.

* El general Piatt admitió que no quiso utilizar las tropas federales como una “fuerza para despejar el Capitolio”, incluso cuando el edificio se encontraba asediado por milicias fascistizantes y legisladores desesperados que suplicaban por ayuda.

* Ningún general pudo explicar por qué duraron varias horas para enviar tropas de la Guardia Nacional para despejar el Capitolio. Este absurdo impedimento de que necesitaban un plan del “concepto de la operación” fue desmentido en un testimonio previo por el entonces comandante de la Guardia Nacional de D.C., William Walker. Walker dijo que Piatt y Flynn justificaron su rechazo de la solicitud inicial de permiso para desplegar las tropas de la Guardia Nacional a la 1:49 p.m. con base en que desplegar soldados en el Capitolio se “vería mal”.

Walker testificó posteriormente en marzo que tenía 155 guardias nacionales completamente equipados y listos y que su envío a tiempo al Capitolio habría “asegurado el perímetro” y “hecho una diferencia”.

Ninguna persona en la audiencia del martes mencionó que Charles Flynn es el hermano menor del general retirado Michael Flynn, el exasesor de seguridad nacional de Trump. Varios días antes de la intentona golpista del 6 de enero, Michael Flynn urgió públicamente a Trump que declarara la ley marcial y celebrara nuevas elecciones a punta de pistola en los estados clave que le habían dado el margen de victoria a Biden.

El mismo día, la Comisión Administrativa de la Cámara de Representantes sostuvo una audiencia con el inspector general de la Policía del Capitolio, Michael Bolton, durante el cual Bolton discutió los contenidos de su cuarto “reporte flash”. En el reporte y durante la audiencia reveló lo siguiente.

* El Equipo de Contención y Respuesta a Emergencias de la Policía del Capitolio (CERT, por sus siglas en inglés) gastó un total de $90.075 en 2018 y 2019 en entrenamientos impartidos por un contratista paramilitar privado controlado por exasesinos neofascistas de Fuerzas Especiales que se curtieron en las mugrientas guerras coloniales estadounidenses en Afganistán e Irak.

* El mismo equipo de CERT no respondió a las solicitudes urgentes de la policía asediada dentro del Capitolio durante el golpe de Estado. Durante un interrogatorio, se reveló que un oficial de CERT le dijo a un oficial de fuerzas especiales que CERT no quiso utilizar municiones “menos que letales” porque “no quiso causar que la gente se cayera por las gradas”.

* El CERT tampoco llevó a cabo “evacuaciones de líderes”, es decir, el rescate de ciertos legisladores demócratas específicos y del vicepresidente Mike Pence frente a los milicianos con entrenamiento militar que irrumpieron en el Capitolio y demandaron que fueran ahorcados.

La presidenta de la comisión, Zoe Lofgren, le preguntó a Bolton si el hecho de que el CERT no fuera desplegado “puso a los líderes del Congreso o incluso al vicepresidente en peligro”. Bolton hizo hincapié en que, “Es preocupante que no estuvieran ahí”.

Prácticamente ninguno de estos hechos ha sido reportado por la prensa ni mencionado por el Gobierno de Biden ni los congresistas líderes demócratas. Los supuestos “progresistas” dentro del Partido Demócrata se unieron a la conspiración de silencio, incluso respecto a la integración de fuerzas paramilitares neonazis en el Partido Republicano y las instituciones estatales de represión. No ha aparecido ni una sola palabra sobre estas revelaciones en las cuentas de Twitter de Bernie Sanders ni Alexandria Ocasio-Cortez o sus compañeras legisladoras del “Squad”.

A inicios de marzo, cuando Walker rindió testimonio por primera vez sobre los ciento noventa y nueve minutos que transcurrieron entre la primera solicitud el 6 de enero a los mandos militares para que enviaran tropas de la Guardia Nacional y su aprobación final, el WSWS escribi ó: “Si los hechos documentados por Walker hubieran ocurrido en cualquier otro país, se considerarían correctamente como un intento de golpe de Estado militar. El testimonio de Walker, sin embargo, ha sido en gran medida ignorado y minimizado por la prensa”.

Tres meses y medio después, la información que han sacado a la luz las pocas y cuidadosamente delimitadas audiencias del Congreso confirman este análisis. Sin embargo, la degeneración de la democracia estadounidense es tal que un intento de golpe fascistizante por parte de un presidente de EE.UU. en el poder está siendo barrido bajo la alfombra por la clase gobernante, en nombre de la “unidad” y la defensa de una política bipartidista de guerra y reacción social.

Los trabajadores necesitan ver estos acontecimientos como una grave advertencia. En defensa de los derechos democráticos y en oposición al crecimiento de las fuerzas fascistas, no se le puede conceder ninguna confianza al Partido Demócrata ni cualquier otra facción de la clase gobernante. Solo una lucha unificada de la clase obrera, tanto nacional como internacionalmente, y conscientemente en busca del socialismo puede frenar el impulso del capitalismo hacia la guerra, la pobreza masiva y la dictadura.

(Publicado originalmente en inglés el 18 de junio de 2021)

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