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Biden promueve los sindicatos como un bastión contra la creciente rebelión de las bases

En un discurso en la Casa Blanca frente a ejecutivos sindicales el miércoles por la tarde, el presidente Biden prometió una serie de medidas para fortalecer el aparato sindical oficial. La audiencia seleccionada incluyó, entre otros, a Liz Shuler, la recién instalada presidenta de la AFL-CIO.

Biden dijo que tenía la intención de “ser el presidente más prosindical” en la historia de Estados Unidos. “Cuando el Congreso aprobó la Ley de Relaciones Laborales de 1935”, declaró, “no solo decía que se pueden tener sindicatos ... Dijo que nosotros, el Gobierno, deberíamos fomentar los sindicatos y la negociación colectiva”.

Joe Biden (Gage Skidmore/Wikimedia Commons)

Sus comentarios repitieron los temas de su discurso en marzo de este año, cuando respaldó abiertamente los esfuerzos del sindicato Retail, Wholesale and Department Store Union (RWDSU) para sindicalizar a los trabajadores del almacén de Amazon en Bessemer, Alabama.

La agresiva promoción de los sindicatos por parte de Biden expresa el temor cada vez mayor dentro de la clase dominante hacia el movimiento de las bases que está comenzando a escaparse del control del aparato burocrático.

El discurso del miércoles se produce cuando la pandemia de coronavirus vuelve a salirse de control, alcanzando un promedio de más de 160.000 casos y más de 1.200 muertes por día. Los sindicatos, incluidos el American Federation of Teachers (AFT) y el National Education Association (NEA), están desempeñando un papel esencial para hacer cumplir la reapertura de las escuelas para clases presenciales, que ya ha provocado un aumento masivo de infecciones entre niños y maestros.

Además, entre bastidores, la Administración de Biden está discutiendo intensamente con los dirigentes sindicales la creciente rebelión de los trabajadores de base contra la colaboración de los sindicatos con la patronal para imponer contratos entreguistas, una rebelión que comenzó en Volvo Trucks en el verano, donde los trabajadores rechazaron tres contratos respaldados por el United Auto Workers (UAW), y ahora en el fabricante de autopartes Dana, donde los trabajadores han rechazado abrumadoramente un contrato respaldado por el UAW y el United Steelworkers (USW). En ambos casos, el World Socialist Web Site ha ayudado a los trabajadores a establecer comités de base para organizar la oposición.

En su discurso, Biden presentó los sindicatos existentes como instrumentos esenciales para elevar y defender el nivel de vida de los trabajadores. Entre las mejoras obtenidas por los trabajadores que los sindicatos ayudan a proteger, dijo, están los “seguros médicos, pensiones, salarios más altos con lugares de trabajo más seguros que nos protegen de la discriminación y el hostigamiento… la jornada de ocho horas, un fin de semana, la tasa de 1,5 veces el sueldo por horas extra, estándares de seguridad, licencias remuneradas por enfermedad, victorias para todos nosotros”.

Estos logros se ganaron a través de amargas luchas de los trabajadores, incluso durante el movimiento de masas que condujo a la formación de los sindicatos industriales en las primeras décadas del siglo veinte. Pero las organizaciones corporativistas representadas por su público durante el discurso han colaborado durante décadas en la destrucción de todas estas conquistas pasadas.

La situación en Dana es emblemática. En las plantas supervisadas por el UAW y el USW, de acuerdo con los contratos que han impuesto a la fuerza, la jornada de ocho horas es inexistente. Los trabajadores se ven obligados regularmente a trabajar 12 horas al día, siete días a la semana, durante semanas seguidas, en condiciones brutales de explotación.

En toda la industria automotriz, el UAW ha abolido efectivamente la jornada de ocho horas mediante la imposición de “horarios de trabajo alternativos”, con jornadas de 10 o incluso 12 horas y fines de semana con paga regular (no el sueldo por horas extra). El año pasado, el UAW impuso un acuerdo con Fiat Chrysler (ahora Stellantis) que exige un horario de 12 horas y siete días para trabajadores calificados en la planta de ensamblaje de Sterling Heights en las afueras de Detroit.

Los sindicatos también han presidido la eliminación sistemática de los planes de pensiones con beneficios definidos (a diferencia de los beneficios de jubilación vinculados a la bolsa de valores) y la destrucción de la cobertura médica para los trabajadores y jubilados. Solo el 4 por ciento de los trabajadores del sector privado tiene actualmente planes completos de beneficios definidos, frente al 60 por ciento en la década de 1980. La proliferación de planes de beneficios y salarios de dos niveles garantiza salarios de nivel de pobreza con pocos o ningún beneficio para los trabajadores más jóvenes.

En cuanto a las normas de seguridad, durante los últimos 18 meses los sindicatos han desempeñado un papel clave en obligar a los trabajadores a trabajar en medio de una pandemia mortal que ha matado a más de 670.000 personas solo en los Estados Unidos. Cuando los trabajadores automotores bajaron sus herramientas en marzo de 2020, fue el UAW, en estrecha colaboración con las empresas automotrices, el que organizó el regreso al trabajo. Y fueron los sindicatos los que ayudaron a garantizar que solo hubiera ocho grandes huelgas el año pasado, el tercer nivel más bajo desde 1947.

Biden agregó que “los trabajadores que se unen a los sindicatos obtienen poder ... En un término simple, un sindicato significa que hay democracia”. Los trabajadores automotrices de Volvo Trucks podrían estar en desacuerdo, después de que votaron en junio y julio para rechazar tres contratos entreguistas presentados por el UAW, solo para que el UAW organizara una nueva votación sobre el tercer contrato, que declaró que había sido aprobado por 17 votos. Es una rutina de los sindicatos tratar de aprobar acuerdos sin darles a los trabajadores la oportunidad de leer el contrato completo, como lo intentaron hacer el UAW y el USW durante la semana pasada en Dana.

La promoción agresiva de Biden de los sindicatos está motivada por dos factores interrelacionados.

En primer lugar, Biden representa a un sector de la clase dominante que ve los sindicatos como instrumentos críticos para la supresión de la lucha de clases. Mientras que Trump y las facciones dominantes del Partido Republicano han cultivado organizaciones fascistizantes como punta de lanza contra el malestar de la clase trabajadora, los demócratas se han centrado en utilizar a los sindicatos como fuerza de policía laboral sobre los trabajadores.

Sin embargo, décadas de traiciones han minado profundamente la credibilidad de estas organizaciones desde el punto de vista de los trabajadores. En el caso del almacén de Amazon en Bessemer, la campaña de la confederación AFL-CIO y el RWDSU fracasó estrepitosamente, a pesar del apoyo que recibió de prácticamente todos los medios de comunicación y de la mayoría de la élite política. Solo el 13 por ciento de los trabajadores de la planta votaron a favor de incorporar al sindicato. La Junta Nacional de Relaciones Laborales respondió el mes pasado recomendando una nueva votación.

En segundo lugar, Biden y los demócratas ven los sindicatos como instrumentos importantes para promover el chovinismo nacional y el militarismo, particularmente a raíz de la humillante debacle en Afganistán. En su discurso del miércoles, Biden avanzó su propia versión del nacionalismo de “Estados Unidos primero” de Trump, respaldado durante mucho tiempo por los ejecutivos sindicales en la audiencia: “La Ley Comprar Productos Estadounidenses se convirtió en una promesa vacía”, dijo. “Voy a hacerla realidad”.

Biden destacó específicamente el papel del UAW en aumentar la producción de vehículos eléctricos en las empresas automotrices. “Las Tres Grandes [empresas automotrices con sede en Detroit] han decidido que, con el apoyo de estos sindicatos…, controlaremos el mercado”. La clase gobernante estadounidense ve el dominio del mercado de vehículos eléctricos como un factor central en la competición económica con China, la cual va de la mano con una política militar cada vez más agresiva.

La estrategia de la Administración de Biden es el corporativismo: la integración del Gobierno con las corporaciones y los sindicatos basada en la defensa del sistema capitalista y los intereses de la clase dominante. Medidas como la Ley PRO, que Biden defendió el miércoles, tienen como objetivo fortalecer esta alianza tripartita.

Los “sindicatos” de los que habla Biden y con los que se reunió el miércoles no guardan relación con la función tradicionalmente asociada con el término “sindicato”. Son sindicatos corporativistas, controlados por ejecutivos de clase media-alta que viven de la explotación de los trabajadores que dicen representar. Biden quizás dijo más de lo que pretendía cuando explicó su apoyo a los sindicatos el miércoles así: “¿Cuándo le ha ido mejor a la clase media cuando a los ricos no les ha ido increíblemente bien?”.Concluyó con una nota de preocupación. “Wall Street podría irse a la huelga”, dijo, pero si hubiere un movimiento de huelga en la clase trabajadora, “estaríamos en un verdadero problema”. Añadió: “Digo eso para hacer un punto genérico. Creo que subestimamos significativamente, y creo que incluso ustedes a veces subestiman, el increíble valor que aportan a la seguridad y el crecimiento de la economía”.

En declaraciones a una asamblea de burócratas privilegiados, el mensaje fue claro: ustedes juegan un papel fundamental en la prevención de “problemas reales” y en la defensa de la “seguridad y protección” de la clase dominante. Los trabajadores de base, sin embargo, tendrán su propia voz.

(Publicado originalmente en inglés el 10 de septiembre de 2021)

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