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Reapertura durante un aumento de la variante delta profundiza contradicciones en economía global

Hay una contradicción creciente en el centro de la agenda económica que los centros de mayor importancia de la economía mundial están aplicando, particularmente los Estados Unidos y Europa.

Por un lado, la política de la reapertura, sin importar los peligros de salud de la variante delta, y la oposición intransigente a cualquier política de erradicación, se aplica en la base de que no se podía permitir que nada impactase negativamente el aumento especulativo de Wall Street y otros mercados bursátiles durante los últimos 18 meses.

Una trabajadora trae bebidas a una mesa en la Tienda de combustibles y Restaurante de Puckett, viernes, 10 de septiembre de 2021, en Nashville, Tennessee. (Fotografía de AP/Mark Humphrey)

Por el otro lado, la ola continua de nuevas infecciones por todo el mundo que esta política ha producido está afectando todas las partes de la economía, llevando al trastorno de las cadenas logísticas globales, el desarrollo de impedimentos y presiones inflacionarias crecientes a causa de escaseces. Problemas en el suministro de chips informáticos han atraído la mayor atención, pero hay escaseces desde los componentes más básicos hasta los más complejos.

La dificultad en la cadena logística se refleja en datos sobre la inflación. Hasta agosto, el índice de precios del productor estadounidense, que mide los precios mayoristas de productos, al salir de la fábrica y entrar en el mercado, se levantó por 8,3 por ciento, el aumento anual más grande desde 2010.

Comentarios de ejecutivos estadounidenses y analistas económicos, reportados en un artículo del Financial Times titulado “Modelo empresarial estadounidense se oscurece mientras la variante Delta vuelca pronósticos”, apuntaban a una desaceleración en el crecimiento económico.

Las aerolíneas más grandes estadounidenses han reportado una reducción en la demanda y han tenido que bajar sus pronósticos sobre el crecimiento de ingresos por el resto del año.

El director general de Home Depot Craig Menear dijo en una conferencia de inversionistas la semana pasada que la compañía no había dado una orientación sobre su rendimiento este año porque había “simplemente demasiada incertidumbre” y aún no se sabía cómo terminaría el asunto de la variante Delta.

El número de compañías en el índice S y P 500 que bajan sus pronósticos de crecimiento de facturación se ha levantado de 37 por ciento a 47 por ciento entre el segundo y el tercer trimestre.

La situación a la que enfrentan las pequeñas empresas también se está empeorando. Un reporte de blog por el Innovation Group, emitido el fin de semana, dijo que la proporción de pequeñas empresas reportando diminuciones de los ingresos ha sido constantemente por las últimas tres semanas “a niveles elevados que no hemos visto desde el marzo”.

Al mismo tiempo que se disminuye la proporción de pequeñas empresas reportando crecimientos de los ingresos, solo 8 por ciento, es “evidencia de que la recuperación de pequeñas empresas puede estar deteniéndose frente al resurgimiento de la variante Delta”.

En Europa ha habido un auge económico durante unos cuantos meses. Pero por cuánto tiempo podrá perdurar es un asunto distinto.

En una rueda de prensa la semana pasada, después de una reunión de su consejo rector el jueves pasado, presidenta del Banco Central Europeo (BCE) Christine Lagarde dio una evaluación generalmente positiva, pero advirtió que Delta podría “desacelerar la recuperación del comercio mundial y la reapertura total de la economía”.

Erik Nielsen, el economista principal de UniCredit, dijo al Financial Times que habría un crecimiento apreciable durante el tercer trimestre, pero “con el invierno hay el riesgo de una desaceleración. Nuestro índice principal se está desplomando hasta el fin del año, por eso hay advertencias de que esta recuperación no será tan sencilla como la gente piensa”.

El problema en la industria automotriz, a causa de la escasez de chips informáticos, no ha disminuido. Compañías importantes en Europa han detenido sus líneas de producción, y la producción total está a un nivel 30 por ciento por debajo del nivel que había alcanzado antes de la pandemia.

Uno de los aspectos más significantes del reporte de Lagarde en la reunión del BCE, durante la que decidieron reducir marginalmente su adquisición de activos, de €80 mil millones al mes a entre €60 mil millones y €70 mil millones, bajo su Programa de Adquisición de Emergencia de la Pandemia, fue el problema de la inflación.

La tasa de inflación de agosto subió a 3 por ciento, mucho encima del objetivo del BCE de 2 por ciento. Como su contraparte en los Estados Unidos, presidente de la Reserva Federal Jerome Powell, Lagarde afirmó que fue a causa de factores “temporales” que resultaban de carencias.

Sin embargo, indicando una preocupación fundamental del BCE y la Reserva Federal, planteó la cuestión del esfuerzo para subir los sueldos por trabajadores que enfrentan los precios crecientes.

“Un componente que estamos abordando, vigilando y chequeando con atención es el efecto secundario, es el impacto que aumentos de precios tendrán durante negociaciones salariales, y eso podría impulsar un aumento de precios y la inflación más persistente y de duración más larga en el futuro”, dijo Lagarde, respondiendo una pregunta sobre la inflación durante su conferencia de prensa.

Como lo hacen en los Estados Unidos, el BCE se confía en la continuación por los sindicatos de su papel establecido de suprimir las exigencias por aumentos salariales. Ella dijo, “no creemos que estos aumentos y estas negociaciones salariales fueren muy fuertes”. Pero sus comentarios subrayan los temores del establecimiento financiero de que los trabajadores rompieren con los sindicatos y empezaren a actuar independientemente.

Forzar que los trabajadores acepten cualquier trabajo disponible, sin importar el salario bajo o los peligros de salud, se planteó en una entrevista recientemente con el presidente del Banco de la Reserva Federal de St. Louis, James Bullard, con el Financial Times .

Bullard, uno de los líderes más conservadores de la gerencia de la Reserva Federal, quien favorece una reducción más rápida del programa de estímulo monetario de la Reserva Federal, dijo que había una demanda alta de trabajadores y más posiciones disponibles que desempleados.

El problema, dijo él, era que los trabajadores no los quieren aceptar en este momento. “Pueden darse el lujo de tener cuidado en cuál trabajo aceptar, o puede que se sientan que pueden conseguir un trabajo mejor por esperar o buscar con más diligencia”.

En una demostración gráfica de la orientación de clase brutal del establecimiento gobernante, él dijo que un problema que retrasaba el suministro de labor barata era que, a causa de los pagos de estímulo de $1.400, “hogares tienen muchos ingresos”.

Los milmillonarios de Wall Street han visto un aumento de su riqueza a un nivel récord como un resultado directo de la inyección de billones de dólares en el sistema de financiación.

Pero el llamado es por incluso más, y por eso los pagos miserables a los trabajadores, enfrentando precios crecientes así como una miríada de otros problemas, son vistos como impedimentos al proceso de extraer cada vez más plusvalor y ganancias de su labor.

Mientras tanto, la especulación de Wall Street, basada en el dinero extremadamente barato de la Reserva Federal, alcanza niveles cada vez más vertiginosos. Un comentario por el columnista del Wall Street Journal Andy Kessler, publicado el fin de semana, notó unos de los ejemplos más extremos de esta insanidad financiera.

Joby Aviation, que planea comenzar servicios de taxi aéreo eléctrico para 2024, tiene un valor más alto que el de Lufthansa. Más temprano durante este año, Tesla tenía un valor más alto que el combinado de las próximas nueve compañías automotrices, antes de reducirse a “sólo” las próximas seis.

Y la lista continuaba: Airbnb tiene un valor más alto que el combinado de las cadenas hoteleras Marriott y Hilton; el sitio de cambio de criptomonedas Coinbase tiene un valor más que el de Nasdaq; Beyond Meat, cuyos productos se producen con proteínas de guisante, tiene un valor más alto que el del mercado global de guisantes, y la plataforma de autos usados Carvana tiene un valor encima del de Volvo, Honda, Ford o Hyundai. Y hay muchos ejemplos más en su lista.

La locura financiera, dijo Kessler, se atribuye, sobre todo, al “temor de perder” pero, como notó, cuando las ventas empiezan, éste se convierte en “el temor de perder todo mientras los especuladores abandonan el mercado como las ratas que abandonan un barco que se hunde”.

Sin embargo, el colapso de la burbuja especulativa, un colapso de un tipo que no se ha visto jamás antes, no será solo una corrección de mercado y un regreso a algo semejante a “lo normal”.

Éste es el punto al que ha llegado la dependencia de la economía estadounidense en la manía de mercado, para que tuviere consecuencias económicas y sociales amplias, avanzando más allá de los efectos del fracaso económico de 2008. Inmediatamente planteará cuestiones revolucionarias ante la clase obrera­–la necesidad de realizar una lucha por el poder político como el prerrequisito de una reorganización total de la economía basada en fundaciones socialistas.

(Artículo publicado originalmente en inglés 14 de septiembre de 2021)

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