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Perspectiva

La importancia internacional de la elección federal alemana y la campaña del Partido Socialista por la Igualdad

La elección federal alemana se celebrará el 26 de septiembre en medio de la pandemia global del COVID-19, que ha exacerbado enormemente la lucha de clases global y las tensiones internacionales entre las principales potencias.

La campaña electoral está dominada por las mismas problemáticas que están llegando a un punto de inflexión en todo el mundo. Mientras que todos los partidos capitalistas, independientemente de los resultados electorales, están preparando un Gobierno de militarismo, contagios masivos y una enorme polarización social, la resistencia entre los trabajadores está creciendo. El Partido Socialista por la Igualdad (Sozialistische Gleichheitspartei, SGP) da voz y una perspectiva socialista a esta oposición.

Manifestación con pancartas del SGP (crédito: WSWS)

Alemania solo ha tenido tres cancilleres en las últimas cuatro décadas: Helmut Kohl, Gerhard Schröder y Angela Merkel. Bajo la superficie de este sistema profundamente osificado, se han desarrollado contradicciones explosivas a las que ninguno de los partidos establecidos tiene respuesta.

Lo que caracteriza las elecciones es el profundo abismo que separa a todos los partidos representados en el Bundestag (Parlamento alemán) de la masa de la población. Ninguno de ellos es capaz de abordar, ni mucho menos de dar respuesta, a las preocupaciones y necesidades que preocupan a millones de votantes.

Esto se puso de manifiesto durante el último debate del jueves de todos los principales candidatos de los partidos con representación parlamentaria. En los 90 minutos de emisión, ni un solo político pronunció ni una sola palabra sobre la pandemia del COVID-19, que se ha cobrado más de un millón de vidas solo en Europa, incluidas más de 93.000 en Alemania. Todos los partidos apoyan la política de abrir los centros de trabajo y escuelas que sacrifica cada día vidas humanas en beneficio de las empresas.

Además, apenas han tocado todos los demás problemas sociales urgentes: el aumento de la pobreza, la precariedad del empleo, las escuelas deterioradas, los hospitales sin personal suficiente, los despidos masivos en la industria y las infraestructuras deterioradas. Esto se debe a que todos los partidos se han comprometido a exprimir de la población trabajadora los cientos de miles de millones de euros que entregaron a los bancos y las empresas durante la pandemia, prácticamente sin condiciones.

Hace treinta años, la unidad alemana se celebró como un triunfo de la democracia y la libertad. Pero, ¿qué ha sido de ella? En interés de la oligarquía financiera, se está infectando a los niños, destruyendo cientos de miles de puestos de trabajo y aplastando los últimos derechos sociales. Para la inmensa mayoría de la población, es imposible influir en la política mediante el voto.

Los sondeos electorales y sus fuertes fluctuaciones reflejan también el profundo distanciamiento de la política oficial respecto a la población. Ningún partido ha logrado más del 25 por ciento de apoyo, y ninguno es capaz de inspirar a los votantes ni de conservar su lealtad. Un tercio de los votantes sigue indeciso, incluso en vísperas de las elecciones.

En Alemania, las contradicciones del capitalismo mundial, que la clase dominante intentó resolver en el siglo pasado mediante la guerra y el fascismo, vuelven a estallar de forma explosiva. La escalada de las guerras comerciales y los conflictos entre grandes potencias están minando la industria exportadora alemana. El intento de dominar Europa con la ayuda de la Unión Europea está reavivando viejas enemistades.

Los partidos establecidos responden acercándose y compitiendo por concebir fantasías de gran potencia y exigencias de expansiones del ejército, para las que no hay ningún apoyo popular.

En su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, el viernes, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier anunció que el próximo Gobierno federal aceleraría y aumentaría el retorno de Alemania a una política exterior agresiva y de gran potencia.

“En este momento de transición política en mi país, quiero asegurarles: Alemania seguirá siendo, incluso después de estas elecciones, un país que es consciente de sus responsabilidades internacionales y las asume”, dijo el jefe de Estado. Alemania y Europa deben “hacerse más fuertes”, también en términos militares. Por eso, Berlín está “invirtiendo más en sus capacidades de defensa en estos tiempos inestables”, continuó Steinmeier.

El impulso a la guerra cuenta con el apoyo de todos los partidos del Parlamento. El candidato democristiano a canciller, Armin Laschet, por ejemplo, prometió más dinero para el ejército alemán durante el debate del jueves. Para estar a la altura del “estatus internacional de Alemania”, exigió, hay que dotarla de drones armados y de la “mejor tecnología” en todos los aspectos. El candidato socialdemócrata a canciller, Olaf Scholz, también se declaró partidario de un aumento masivo del gasto militar y pidió una “Europa fuerte y soberana”.

La candidata de Los Verdes, Annalena Baerbock, también apeló a “nuestra propia soberanía estratégica” y se sumó al llamamiento al rearme y a los drones armados. Debido a que Alemania ha sido demasiado “amistosa y demasiado silenciosa”, Europa ha dejado un vacío en política exterior que ahora llenan Rusia y China, se quejó la candidata del Partido Verde.

Janine Wissler, del partido La Izquierda, se ofreció como socia de coalición al SPD y a los Verdes, asegurando que las críticas ocasionales de su partido a la OTAN no significaban en absoluto que estuviera a favor de su disolución o incluso de la retirada de Alemania de la mayor alianza militar del mundo.

La agresiva política interior y exterior en interés de la oligarquía financiera va acompañada de feroces ataques a los derechos democráticos. Al igual que en la década de 1930, la clase dominante está reaccionando a la crisis capitalista con formas de gobierno autoritarias y, en última instancia, fascistas. La política oficial adopta cada vez más la forma de una conspiración contra la población.

Incluso cuando la Gran Coalición fue expulsada del poder hace cuatro años, los partidos pasaron cuatro meses a puerta cerrada negociando la continuación de la misma odiada constelación gubernamental. Al hacerlo, convirtieron al partido fascista Alternativa para Alemania (AfD) en el partido oficial de la oposición en el Parlamento, integraron a la extrema derecha en el sistema político y avanzaron sistemáticamente su programa.

Las redes terroristas de derecha en el ejército, la policía y los servicios de inteligencia pudieron operar sin obstáculos. Hans-Georg Maaßen, simpatizante de la AfD, dirigió la Oficina para la Protección de la Constitución, la agencia de inteligencia nacional de Alemania. El Partido Socialista por la Igualdad fue incluido en la lista de vigilancia del servicio de inteligencia. Los profesores de extrema derecha, como el historiador Jörg Baberowski, fueron promovidos y protegidos por la élite política y los medios de comunicación.

Pero la resistencia a este giro a la derecha es enorme. El rechazo al fascismo y a la guerra está muy arraigado en la población tras los crímenes del imperialismo alemán en el siglo XX. Esto hace que los planes de todos los partidos para continuar e intensificar las políticas de derecha sean aún más explosivos. Al igual que en 2017, ya está quedando claro que las maniobras e intrigas para formar un Gobierno durarán meses.

El Sozialistische Gleichheitspartei se opone a esta conspiración derechista y da voz y una perspectiva socialista a la oposición a este bandazo a la derecha, a la política de contagios masivos y a la desigualdad.

En seis emisiones electorales e innumerables declaraciones de posición y panfletos, nosotros —junto con nuestros camaradas de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Turquía y otros países — asumimos una postura en todas las cuestiones políticas importantes y articulamos una perspectiva clara.

El núcleo de nuestra campaña electoral ha sido la oposición a la política de “anteponer el lucro a la vida”. Junto con nuestros partidos hermanos de la Cuarta Internacional, estamos luchando por una estrategia coordinada a nivel mundial para erradicar el COVID-19. Esto incluye confinamientos y cierres de escuelas hasta que la pandemia esté bajo control, un amplio programa de vacunación internacional y la compensación para los trabajadores por todos los ingresos perdidos.

Luchamos por una respuesta socialista internacional a la cuestión climática. Solo un plan global basado en el conocimiento científico puede detener el cambio climático. Hay que reorganizar la economía para que sirva a las necesidades del pueblo y del medio ambiente, no a los intereses lucrativos.

Somos el único partido que se opone intransigentemente al militarismo alemán. Exigimos la retirada inmediata de todas las tropas de los países extranjeros y la disolución del ejército alemán. En lugar de armamento y guerra, hay que invertir miles de millones en salud y educación. Y nos oponemos a los extremistas de derecha. Hay que drenar el pantano marrón fascista y disolver los servicios secretos.

Hemos puesto en marcha comités de acción para conseguir lugares de trabajo seguros en empresas importantes y hemos creado una red de comités de acción para una educación segura en las escuelas. En todas estas iniciativas hemos trabajado estrechamente con nuestros camaradas internacionales para vincularlas globalmente.

En todo el mundo se están desarrollando luchas de clases. Los trabajadores del aeropuerto de WISAG, que se resistieron al robo de salarios y a los despidos, las enfermeras y los conductores de tren de Berlín, que se han hecho huelga contra los bajos salarios y el insoportable estrés laboral, y los huelguistas de IKEA y del sector de la construcción, forman parte de este movimiento internacional.

Para tener éxito, estas luchas deben convertirse en el punto de partida de una ofensiva internacional contra el sistema capitalista. Esta es la única manera de evitar una nueva recaída en la barbarie.

La lucha por esta perspectiva socialista no termina el 26 de septiembre. Luchamos por cada voto porque un resultado fuerte para el SGP es una señal importante de la creciente oposición a los contagios masivos, la desigualdad y la guerra. Pero la tarea crucial es preparar a los trabajadores para las luchas de clase que se avecinan y construir el SGP y la Cuarta Internacional como la nueva dirección socialista de la clase obrera.

(Publicado originalmente en inglés el 25 de septiembre de 2021)

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