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Perspectiva

El matonismo imperialista y el plan de la CIA para asesinar a Julian Assange

Las revelaciones de que la CIA discutió el asesinato de el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, confirman la criminalidad alarmante de la clase gobernante estadounidense y británica. Por todo derecho, deben desechar el caso de extradición estadounidense contra Assange que sigue siendo procesado en el Tribunal Supremo británico, y se debe emprender la investigación y persecución de los conspiradores en los niveles más altos de los Gobiernos de EE.UU. y Reino Unido y sus agencias de inteligencia.

Julian Assange siendo arrastrado de la Embajada ecuatoriana en Londres, abril de 2019

Según una investigación de Yahoo News publicada el domingo, el director de la CIA bajo el presidente Donald Trump, Mike Pompeo, declaró WikiLeaks un “servicio de inteligencia no estatal hostil” en 2017 para que sus empleados y socios fueran blancos legítimos de las actividades de “ofensiva de contrainteligencia” de la CIA.

Pompeo luego pidió que se elaboraran planes para el secuestro o asesinato de Assange. El reporte se basa en información de más de 30 fuentes estadounidenses. Tanto Pompeo como la CIA se rehusaron a comentar al respecto.

Estas fuentes, exfuncionarios estadounidenses de alto rango, explicaron que la caza estadounidense de Assange se intensificó dramáticamente después de la publicación de las filtraciones “Bóveda 7” en marzo de 2017, que expusieron los detalles íntimos de las operaciones de espionaje de la CIA. Tres fuentes declararon que discutieron planes para asesinar al fundador de WikiLeaks y que Trump presuntamente solicitó “opciones” de la agencia para ello. Los jefes de la CIA aparentemente pidieron y recibieron “esbozos” de los planes de asesinato y discutieron “si matar a Assange era posible y si era legal”, según la fuente.

Los planes para secuestrar a Assange, en caso de un escape apoyado por Rusia de la Embajada ecuatoriana en Londres, donde Assange solicitó asilo, incluyeron atropellar a un vehículo diplomático ruso, tiroteos con agentes rusos en as calles de Londres y, como último recurso, disparar a las llantas del avión ruso que intentara sacar a Assange del país. Un alto oficial le dijo a Yahoo que Reino Unido acordó a “llevar a cabo los tiros si fuera necesario”.

La investigación de Yahoo confirma y ofrece una mayor elaboración a las acusaciones de un caso judicial en marcha en España de que la firma UC Global, que ofreció servicios de seguridad a la Embajada ecuatoriana en Londres, trabajaba con la CIA para espiar a Assange y discutió secuestrarlo y asesinarlo.

No hay nada sorprendente sobre la existencia de planes para asesinar a Assange. El imperialismo estadounidense ha desplegado a sus asesinos profesionales en todo el mundo para proteger sus intereses por décadas. El plan para asesinar a Assange recuerda al asesinato del disidente chileno Orlando Letelier en 1976, cuyo carro estalló en Washington D.C., a tan solo una milla de la Casa Blanca. Organizado por la policía secreta de Augusto Pinochet, el asesinato fue facilitado por la inteligencia estadounidense bajo la Operación Condor, a pesar de que esto siempre ha sido negado.

Lo distinto hoy es el carácter cada vez menos sutil de la violencia y represión de la clase gobernante. Tales planes que antes se organizaban a través de cómplices, se mantenían en secreto y se negaban fervorosamente ahora están siendo llevados a cabo de forma cada vez más abierta.

El asesinato y descuartizamiento admitidos del periodista saudí Jamal Khashoggi en el Consulado saudí en Turquía en 2018, a manos de agentes del príncipe heredero Mohamed bin Salmán, tan solo generaron “condenas” simbólicas de los Gobiernos de EE.UU. y Reino Unido.

Hace apenas una semana, el New York Times glorificó el asesinato estadounidense-israelí del físico iraní Mohsen Fakhrizadeh.

El asesinato del propio Assange fue discutido ampliamente poco después de las filtraciones de los documentos de las guerras de Irak y Afganistán y de los cables diplomáticos estadounidenses. En 2012, WikiLeaks produjo un video llamado “Asesinando a Assange” que reunió las amenazas de muerte pronunciadas por figuras prominentes en los dos años previos.

Los comentadores de Fox News llamaron al Gobierno de Obama a “dispararle ilegalmente a ese hijo de p***”, “que la CIA lo elimine” y afirmaron, “si te atrapamos, te vamos a colgar”. El expresidente republicano de la Cámara de Representantes, Newt Gringrich dijo que Assange “estuvo involucrado en terrorismo” y “debería se tratado como un combatiente enemigo”. El entonces vicepresidente Joe Biden se mostró de acuerdo, tildando a Assange de “terrorista de alta tecnología”. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, presuntamente preguntó en privado, “¿No podemos simplemente bombardearlo con un dron?”.

No cabe duda de que se produjeron discusiones de alto nivel sobre un posible asesinato de Assange bajo Obama. Las revelaciones del domingo demuestran que el Gobierno de Trump, en respuesta a las continuas publicaciones de WikiLeaks que dañaban seriamente el imperialismo estadounidense y provocaban un estallido de las tensiones de clases internas, buscó de manera más imprudente este objetivo. Es más, la filtración de esta información por parte de tantas fuentes debe estar relacionado con la guerra cada vez más intensa entre facciones de los círculos gobernantes en torno al intento golpista del 6 de enero de Trump.

La participación estrecha del Estado británico en estos planes arroja luz sobre el fallo sorprendente del 4 de enero de la jueza distrital Vanessa Baraitser de que Assange no debería ser extraditado a EE.UU. debido al “riesgo sustancial” de suicidio. El fallo fue desafiado por EE.UU. que recibió más posibilidades para apelar la decisión en una audiencia frente al Tribunal Supremo el 27-28 de octubre.

Claramente, este tipo de “suicidio” que Baraitser tenía en mente era un asesinato orquestado por el Estado estadounidense. La persecución pseudolegal de Assange era una operación auxiliar para la misión de asesinarlo o capturarlo que discutía la CIA. No bien estuviera en las garras del sistema carcelario estadounidense, podría terminar como Jeffrey Epstein, quien supuestamente se colgó en su celda en agosto de 2019 antes de ser llamado a rendir testimonio sobre un caso de trata sexual que implicaba a docenas de las figuras más poderosas en la sociedad estadounidense.

Conociendo este plan, la clase gobernante británica evidentemente consideró que no tenía una negación creíble en enero para un asesinato tan descarado de un periodista cuyo encarcelamiento ha presidido durante la última década. Todas las acciones emprendidas por las cortes británicas desde el rechazo original a extraditarlo, no obstante, han favorecido al Gobierno estadounidense. Al continuar con el caso, el Estado británico es conscientemente cómplice de la conspiración en curso para asesinar o, de otra forma, silenciar a Assange pro siempre.

Los medios de comunicación en todo el mundo también son cómplices, ante todo el “liberal” Guardian en Reino Unido y New York Times en Estados Unidos. En el momento de edición, el Times no había reportado las revelaciones de Yahoo News del todo. El Guardian tan solo publicó un artículo en la noche del lunes (9 pm, horario británico de verano) y lo enterró en su sección de “Medios”.

A pesar de sentirse obligados a mostrarse tardíamente en contra de la extradición de Assange, estos periódicos siguen haciendo todo lo posible para ocultar las implicaciones del caso, que revela la criminalidad absoluta e irreformable del imperialismo estadounidense, británico y mundial. Han retratado los procedimientos de extradición como un caso de excesos mal asesorados de Gobiernos avergonzados que deberían ser gobernados por tribunales más sabios.

Estas últimas exposiciones hacen añicos este fraude. La única conclusión que se puede extraer es que la extradición de Assange necesita ser desechada inmediatamente. Estados Unidos no tiene incluso el derecho formal a solicitar esta extradición: bajo el derecho británico, nadie puede ser extraditado a un país donde puede que enfrenten la pena capital. Y Reino Unido no tiene derecho a procesar este caso. Ambos Gobiernos son parte de planes para secuestrar y asesinarlo.

Por sí solos, estos hechos no ofrecen ninguna garantía para la seguridad de Assange, En su fallo contra la extradición, Baraitser afirmó que en cuanto a la evidencia de la defensa sobre UC Global y el espionaje de la CIA, “no hay razón para asumir que esto esté relacionado con los procedimientos” y que “los productos de cualquier vigilancia no serían vistos por ningún fiscal asignado a este caso”.

La declaración de Baraitser demuestra que no hay ninguna ruta puramente judicial para obtener la libertad de Assange. Lo que hace falta es la construcción de un movimiento internacional de masas basado en la clase obrera.

Construir tal movimiento requiere un rechazo completo de los llamados realizados por la campaña oficial Don’t Extradite Assange [No extraditen a Assange] al primer ministro Boris Johnson, el presidente Joe Biden e incluso, cuando era presidente, a Trump. Todas estas figuras, junto con sus titulares de inteligencia y sus asociados, están implicadas en un plan para asesinar al fundador de WikiLeaks. La lucha por liberar a Assange va de la mano de la lucha por someter a estos matones imperialistas a un tribunal.

(Publicado originalmente en inglés el 27 de septiembre de 2021)

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