Español
Perspectiva

La ola de ómicron: los hechos científicos frente a las ficciones de Biden

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) reportó ayer la pasmosa cifra de 288.579 casos nuevos de COVID-19 en EE.UU., el segundo total más alto en toda la pandemia, según la variante ómicron se propaga a una velocidad sin precedentes por todo el país.

En medio de esta catastrófica nueva fase de la pandemia, el presidente estadounidense Joe Biden pronunció un discurso la tarde de ayer que combinó mentiras, distorsiones, contradicciones y muchos engaños creídos por él mismo. No avanzó ni una sola propuesta concreta que reduciría significativamente la propagación del virus.

Todo el discurso de Biden giró en torno al relato de que la pandemia es un problema de los no vacunados, intentando transformar una verdad parcial —que aquellos no vacunados corren más riesgo— en una afirmación completamente falsa de que las personas vacunadas están seguras y que no hace falta ninguna medida adicional de salud pública fuera de promover las vacunas.

El presidente Joseph Biden en el comedor estatal de la Casa Blanca en Washington, 21 de diciembre de 2021 (AP Photo/Patrick Semansky)

“Si no estás completamente vacunado, tienes buenas razones para estar preocupado”, dijo Biden. “Tienes un alto riesgo de enfermarte. Y si te enfermas, es probable que contagies a otros, incluyendo a amigos y familiares. Y los no vacunados tienen un riesgo significativamente mayor de acabar en un hospital o incluso de morir”.

Pero Biden dijo que los que están vacunados “tienen muchas, muchas menos razones para preocuparse. Tienen un alto grado de protección contra una enfermedad grave”. Biden añadió que los casos de COVID-19 en personas vacunadas “tienen muy pocas probabilidades de provocar una enfermedad grave” y que las personas vacunadas están “protegidas de padecer una enfermedad grave y de morir”.

Incluso si se aceptara esta afirmación como cierta, el hecho es que solo el 61% de la población estadounidense está “completamente vacunada”, lo que actualmente se define como tener dos dosis de la vacuna Pfizer o Moderna o una dosis de Johnson & Johnson. Entre los que no están totalmente vacunados se encuentra una gran mayoría de niños (solo el 16,7 por ciento de los niños de entre 5 y 11 años tienen siquiera una dosis de la vacuna) y todos los menores de cinco años, para quienes no existe ninguna vacuna.

Pero incluso esto subestima la gravedad de la situación. La capacidad de la variante ómicron para eludir las vacunas existentes significa que estar “completamente vacunado” requiere una tercera dosis de “refuerzo”. Solo el 18% de la población estadounidense se ha puesto la dosis de refuerzo. Incluso se discute ahora que para estar protegido contra ómicron no solo se requiere una tercera dosis, sino una cuarta, algo que Israel ha aprobado ahora para las personas mayores de 60 o más cuatro meses después de su tercera dosis.

El principal mensaje de Biden fue hacer un llamamiento a la población estadounidense para que se vacune y reciba sus dosis de refuerzo. “Las personas con vacunas de refuerzo están muy protegidas”, dijo. “Únanse a ellos, únanse a nosotros”.

Sin embargo, incluso si toda la población no vacunada y sin refuerzos siguiera su consejo hoy, el impacto de las vacunas tardaría dos semanas en surtir pleno efecto. Mientras tanto, el virus infectará, al ritmo actual, a millones de personas. Es el equivalente a decirle a la gente que está en un edificio en llamas que termine tranquilamente su almuerzo y luego baje a la ferretería local a comprar un extintor.

Además, toda la presentación de Biden se basa en una mentira: que solo los no vacunados deben preocuparse por el aumento masivo de nuevos casos.

Biden aceptó como inevitable que millones de personas se infectarán. “Veremos a algunas personas totalmente vacunadas contraer COVID, potencialmente un gran número. Habrá casos positivos en todas las oficinas, incluso aquí en la Casa Blanca, entre los vacunados”. Sin embargo, es “altamente improbable” que los vacunados se enfermen gravemente, afirmó Biden.

Pero el virus tiene como objetivo toda la sociedad, no los individuos. Con las nuevas infecciones que se cuentan por millones, incluso un pequeño porcentaje de casos graves y muertes puede producir una catástrofe.

Un análisis reciente realizado por ABC News de los datos de 34 estados descubrió 16.700 muertes por infecciones en personas vacunadas entre abril y noviembre de este año, y el 20 por ciento de todas las muertes en esos estados fueron de personas vacunadas. Si esa cifra es representativa de todo el país, eso significa que 300 personas vacunadas mueren cada día en Estados Unidos. Y estas muertes tuvieron lugar antes de la actual oleada de la variante Omicron, que es mucho más resistente a las vacunas.

El discurso de Biden pretendía justificar la posición de que no debe haber ningún cambio en la política, independientemente de la rapidez con la que se propague el virus. Hizo hincapié en mantener las escuelas abiertas para las clases presenciales, lo que es necesario para que los padres puedan permanecer en el trabajo.

“También debemos mantener abiertas nuestras escuelas de prescolar a doceavo grado”, dijo Biden. “La ciencia es clara y abrumadora. Sabemos cómo mantener a nuestros hijos a salvo del COVID-19 en la escuela... Los niños están tan seguros en la escuela como en cualquier otro lugar”.

Esta es otra mentira. En la medida en que existen datos, incluyendo del estado de Míchigan, han demostrado que las escuelas son una fuente importante de brotes en la comunidad en general. Todos los estudios serios sobre el tema han demostrado que el cierre de las escuelas reduce masivamente la transmisión comunitaria del COVID-19.

La reapertura de las escuelas en el otoño, en medio de la oleada de la variante delta, ha provocado un fuerte aumento de las infecciones y las muertes entre los niños. Más de 1.000 niños han muerto ya por la enfermedad, la mitad de los cuales fallecieron en los últimos cuatro meses.

La propagación de la variante ómicron en Sudáfrica y el Reino Unido ha provocado un fuerte aumento de las hospitalizaciones entre los niños, especialmente los menores de cinco años, para los que no hay vacuna. Dirigiéndose a los padres horrorizados ante la posibilidad de que su hijo pequeño se contagie de COVID-19, Biden se limitó a decir: “Una cosa que pueden y deben hacer ustedes y aquellos en su entorno es vacunarse completamente y ponerse la dosis de refuerzo”.

Sin embargo, incluso los adultos vacunados y con tercera dosis pueden contraer el virus, como lo reconoció el propio Biden, lo que significa que pueden transmitirlo a sus hijos pequeños.

Biden también aconsejó que los millones de estadounidenses que están viajando y reuniéndose en grupos para la temporada de festividades no cambien sus planes. “Sé que algunos estadounidenses se preguntan si pueden celebrar con seguridad las fiestas con su familia y amigos”, dijo. “La respuesta es sí... Si están vacunados, y en particular si tienen una vacuna de refuerzo. Deberían estar cómodos celebrando las fiestas tal y como las planearon”.

Una vez más, las personas vacunadas pueden transmitir el virus, lo que significa que, incluso si solo viajan y se reúnen personas “completamente vacunadas” durante las fiestas, los aviones y los hogares de millones potencialmente se convertirán en lugares “superpropagadores” de ómicron. El impulso de Biden para que la población se reúna durante las vacaciones “no es solo desinformación. Es un asesinato social premeditado”, comentó el epidemiólogo Seth J. Prins.

Quizás la mayor mentira de todas fue la afirmación de Biden de que el país está en una posición mucho mejor hoy que en marzo de 2020, al comienzo de la pandemia. En marzo de 2020, se registraron menos de 1.000 muertes por COVID-19. Hoy, hay más de 800.000. El número de muertes diarias entonces era de menos de 100; hoy es de más de 1.200.

En cuanto a la afirmación de Biden de que se ha producido una mejora significativa en la infraestructura sanitaria, incluso a los niveles actuales, la oleada de la variante ómicron ya ha desbordado las capacidades de análisis y rastreo de contactos en Estados Unidos, dada la escasez de kits de pruebas rápidas y las colas en los centros de análisis. El sistema de salud estadounidense se ha visto enormemente deteriorado tras dos años de pandemia, con su personal médico agotado y muchos afectados por el trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Por último, Biden afirmó que toda esta situación era imprevista e imprevisible. “No creo que nadie previera que esto se iba a extender tan rápidamente como lo hizo”. El presidente debe pensar que el pueblo estadounidense es tonto. Los científicos y los epidemiólogos, junto con el World Socialist Web Site, han estado advirtiendo durante más de un año que la transmisión continua del virus llevaría a la evolución de nuevas cepas más infecciosas.

Todas estas mentiras y falsificaciones estaban destinadas a una audiencia en particular: Wall Street. La tarea de Biden era asegurar a la élite corporativa y financiera que no se tomaría ninguna medida que socavara sus ganancias y la interminable acumulación de riqueza de la clase dominante. Wall Street respondió a sus comentarios con entusiasmo, y el índice Dow Jones subió ayer 560 puntos (1,6%).

En este momento, el indicador más fiable de que se está haciendo algo serio para salvar vidas sería una caída en los mercados. Pero esto requiere la intervención de la clase trabajadora. Hay que rechazar la política de Biden de “vivir con el COVID-19”, que se repite en lo esencial en todos los grandes países capitalistas.

La clase obrera debe luchar por una política de “COVID Cero”, es decir, la eliminación y eventual erradicación del virus. El hecho de que tal estrategia es viable lo demuestra China, un país de 1,4 mil millones de habitantes donde se han limitado las muertes a menos de 5.000 en los últimos dos años. Esta política ha sido rechazada en Estados Unidos y en los principales países capitalistas porque las medidas de salud pública necesarias para aplicarla, incluyendo el cierre de la producción no esencial y el cierre de las escuelas, combinado con pruebas masivas, localización de contactos y vacunación, van en contra de los intereses de la oligarquía corporativa y financiera.

Por ello, la lucha por esta estrategia debe ser asumida por la clase obrera, mediante la formación de comités de base para exigir y hacer cumplir las medidas necesarias para salvar vidas, y mediante el desarrollo de un movimiento revolucionario contra las élites gobernantes y todo el sistema capitalista.

(Publicado originalmente en inglés el 21 de diciembre de 2021)

Loading