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Perspectiva

Jugando a una política temeraria al borde del volcán

El 23 de julio de 1939, León Trotsky, quien se encontraba exiliado en México, se reunió con periodistas y ofreció su evaluación de la situación internacional. A pesar de estar confinado detrás de los muros de una villa en Coyoacán, el dominio de Trotsky de la política global no tenía paralelo.

Hablando en inglés, Trotsky les dijo a los reporteros reunidos: “El sistema capitalista se encuentra ante un impasse. De mi parte, no veo ninguna salida normal, legal ni pacífica a este impasse. La salida solo puede ser creada por una explosión histórica tremenda.

“Las explosiones históricas son de dos categorías: las guerras y las revoluciones. Creo que tendremos ambas”. Todos los Gobiernos y los partidos de masas establecidos se estaban viendo abrumados por los eventos. En una metáfora punzante, Trotsky comparó sus acciones con “juegos de niños al pie de un volcán a punto de estallar”.

El análisis de Trotsky pronto sería confirmado. El volcán de la segunda guerra imperialista mundial estallaría solo cinco semanas luego.

La descripción de Trotsky del mundo en vísperas de la Segunda Guerra Mundial asume una relevancia extraordinaria en la situación actual. Todos los Gobiernos se están comportando con una imprudencia impactante.

Pero el más temerario de todos es el Gobierno de los Estados Unidos. Sus líderes se han trepado hasta el cráter y están arrojando explosivos hacia su cámara de magma ardiente, rojo y bullente.

El presidente Joe Biden se reúne con el presidente Vladímir Putin, 16 de junio de 2021 en Ginebra, Suiza (AP Photo/Patrick Semansky)

Tras haber arrinconado al presidente ruso Vladímir Putin con la intención de dejarlo sin otra opción más que una desastrosa invasión de Ucrania, el presidente estadounidense Joe Biden ha puesto en marcha varios procesos militares, económicos, políticos y sociales que no puede controlar y cuyo resultado es incapaz de prever.

Este nivel de imprudencia solo se puede explicar como la acción de un régimen que está recurriendo a la guerra para distraer de y contrarrestar la acumulación de tensiones sociales extremas dentro del propio EE.UU.

Estados Unidos ha estado sumido en una crisis interna inédita desde los tiempos de la guerra civil. Existen cuatro elementos principales en esta crisis:

1) La pandemia de COVID-19, que ha arrasado todo el país, y su cifra oficial de muertos que se acerca a un millón.

2) Una crisis política más grave que cualquier otra desde la guerra civil. El 6 de enero de 2021, el presidente en funciones intentó derrocar violentamente la Constitución y prevenir el traspaso de poderes a su sucesor debidamente elegido.

3) La fragilidad cada vez mayor de un sistema económico que se sostiene a partir de una especulación parasitaria alimentada por el bombeo ilimitado de liquidez por parte de la Reserva Federal. A inicios de 2022, se dejó de poder controlar la inflación.

4) Después de cuatro décadas de ser suprimida, la lucha de clases reemergió en 2021, cuando estallaron importantes huelgas industriales que asumieron la forma de una insurrección contra los sindicatos burocráticos y propatronales. Es evidente que la clase obrera se está radicalizando.

La interacción entre estas crisis ha generado un nivel alto de ansiedad y desorientación de la élite gobernante. Este es el factor principal en la decisión del Gobierno de Biden de provocar la guerra entre Ucrania y Rusia, esperando que produzca un sentido de “unidad nacional”.

Pero instigar la guerra tendrá el efecto contrario. Intensificará todos los elementos de la crisis estadounidense y, sobre todo, acelerará y expandirá la lucha de clases. La intransigente propaganda de guerra ha tenido un efecto leve en la clase obrera, que se opone —en medio de una crisis social dentro de EE.UU.— al desvío de recursos sociales y el sacrificio de vidas en otra cruzada militar.

La histeria antirrusa no es un barómetro veraz del sentimiento social real en EE.UU. En cambio, es un termómetro que mide la fiebre de guerra que se ha apoderado de la clase media-alta adinerada y reaccionaria.

Las tendencias básicas de la vida social se pondrán de manifiesto en la medida en que los trabajadores se vean impulsados a luchar abiertamente en defensa de sus propios intereses. Estas luchas asumirán un carácter internacional y formarán las bases sociales para un movimiento contra la guerra.

Este es el análisis sobre el cual el Partido Socialista por la Igualdad basa su oposición a la guerra.

(Publicado originalmente en inglés el 7 de marzo de 2022)

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