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Perspectiva

La crisis global de alimentos intensifica la lucha de clases internacional

La guerra entre EE.UU. y la OTAN contra Rusia en Ucrania ha prendido el polvorín de la lucha de clases global. En cuestión de semanas, la guerra y las sancione sin precedentes de EE.UU. y la Unión Europea contra Rusia han desestabilizado profundamente las fuerzas productivas globales, sumiendo en caos las cadenas de suministro globales, que ya se encontraban frágiles. Esto ha agrado las tendencias inflacionarias y menoscabado la producción global de comida y combustible.

Una cola para keroseno en Kandy, Sri Lanka el 22 de marzo de 2022 (WSWS Media)

La crisis social y económica que ya se estaba exacerbando antes de la guerra ha hecho metástasis, empujando a miles de millones de personas al borde de la miseria y el hambre.

El impacto está comenzando a dar paso a la reacción. Ha habido huelgas y manifestaciones importantes en todo el mundo en la mayor ola de protestas sociales desde el inicio de la pandemia de COVID-19.

Los políticos y geoestrategas imperialistas que dedicaron varios años a elaborar los planes para una guerra están descubriendo que, a pesar de su cuidadosa planificación, los pusieron en marcha encima de una falla social masiva.

Las protestas son racial y religiosamente heterogéneas, son internacionales y están basadas en una clase obrera que es más grande, urbana y interconectada que nunca antes. Tanto en los países más avanzados como en los menos desarrollados, las protestas giran en torno a la misma demanda: el aumento en el coste de vida es intolerable, las condiciones necesitan cambiar, lo necesitan hacerlo ahora.

Esta es la fuerza social que cuenta con el poder para detener el impulso hacia una guerra mundial y prevenir un desastre nuclear. Este movimiento global está viendo nuevos desarrollos cada hora.

El jueves por la noche, una gran protesta bloqueó la carretera hacia la residencia privada del presidente Gotabaya Rajapakse de Sri Lanka en los suburbios en las afueras de Colombo, exigiendo su renuncia. El Gobierno de derecha está implementando un brutal régimen de austeridad del FMI cuando las masas se ven privadas de medicamentos, comida, leche y combustible.

El diésel se agotó; la divisa escasea; y los apagones dejan el país en la oscuridad por largos periodos. Una maestra de primaria de 31 años en Batticaloa declaró a Indian Express: “El domingo, hice cola para la gasolina desde las 4 am. Escasea la leche en polvo. Hay que pelearse por el arroz y el dal. No hay candelas y muchas medicinas desaparecieron. Tengo un salario, ¿pero podemos comer dinero?”.

Hay movimientos similares en Oriente Próximo y el norte de África, que dependen de Ucrania y Rusia para le grueso de su trigo y aceite para cocinar. En estas regiones, está por comenzar el Ramadán, una festividad musulmana de ayuno y festines.

Naciones Unidas declaró el jueves que las condiciones sociales están “en un punto de quiebre” en toda la región debido a la escasez de comida. El jueves, el New York Timesindicó que la escasez y los aumentos de los precios “están aplastando los presupuestos tanto a nivel de hogar como de los Gobiernos en los países que ya no les sobraba nada, presentando la posibilidad del tipo de malestar social popular no visto desde las protestas de la Primavera Árabe hace una década, que en parte se debieron al fuerte incremento en los precios de los alimentos”.

En Egipto, señaló el Timesnerviosamente, “los videos de personas ordinarias desahogándose por los precios de la comida se han vuelto virales en las redes sociales con la etiqueta ‘revolución de los hambrientos’”.

La dictadura de el-Sisi respaldada por EE.UU. ha desplegado el ejército para distribuir la comida y establecer controles de precios. El-Sisi dio un discurso a la nación urgiendo a la población a “racionar” el consumo de alimentos durante el Ramadán.

En Túnez, donde los trabajadores dieron inicio a la Primavera Árabe, Middle East Eye escribió el jueves que “se intensificaron las huelgas la semana pasada”, lo que hizo que “Ezra Zia, subsecretaria estadounidense para Seguridad Civil, Democracia y Derechos Democráticos del Departamento de Estado, visitara el país”.

La semana pasada en Irak, hubo revueltas involucrando a miles de personas por la escasez seria de alimentos y harina, cuando el país sigue sufriendo los efectos de la invasión y ocupación estadounidenses que se cobraron un millón de vidas.

También ha habido protestas al sur del Magreb, en países donde la clase obrera ha visto aumentos explosivos en su tamaño y peso social y está compuesta mayoritariamente por jóvenes con Internet en la palma de sus manos. El hogar subsahariano promedio gasta el 65 por ciento de su ingreso en comida. El miércoles, el titular del Banco de Desarrollo Africano declaró sobre el aumento en el precio de los alimentos causado por la guerra en Ucrania que “Si no manejamos esto muy rápido, va a desestabilizar el continente”.

Las protestas en Sudán por la escasez empeorada por la guerra han coincidido con huelgas poderosas de maestros y jóvenes. Ayer, hubo una protesta masiva en Jartum por la incapacidad del Gobierno a detener el aumento descontrolado en el coste de vida. Un manifestante de 23 años fue asesinado.

En la República Democrática del Congo, según un reporte publicado el jueves por Al Jazeera, “el aumento en los precios de los combustibles, agravado por la pandemia de COVID-19 y más recientemente por la invasión rusa a Ucrania, ha generado temores sobre un mayor malestar social”, lo que obligó al Gobierno a reorganizar su gabinete para atajar la ira social.

En Sudáfrica, donde hubo grandes revueltas el verano pasado, el director de una importante organización sin fines de lucro para jóvenes describió la situación social como “una bomba de tiempo que está sonando y podría estallar en nuestro rostro en cualquier momento”.

Este movimiento también se está desenvolviendo en los centros globales imperialistas. En España, una huelga de transportistas que ha durado varias semanas ha paralizado el transporte a nivel internacional y movilizado un gran apoyo de la clase obrera por el aumento en el coste de vida. El Gobierno del PSOE-Podemos ha ordenado a los comerciantes y minoristas que limiten las cantidades que sus clientes pueden comprar, cuando las principales organizaciones patronales exigen que se tomen acciones para prevenir un inmenso estallido social.

En Alemania y Austria se raciona el diésel. El mes pasado se produjeron grandes manifestaciones por el coste de vida en Albania.

En Estados Unidos, el centro de operaciones del imperialismo mundial, el movimiento huelguístico emergente está impulsado sobre todo por la inflación y la escalada del coste de vida. Cinco mil profesores están en huelga en Sacramento, California, tras una huelga de dos semanas de los profesores de Minneapolis, Minnesota, en marzo.

En una huelga de 600 trabajadores de refinerías de petróleo en Richmond, California, los trabajadores explican que no pueden permitirse llenar sus propios coches con la gasolina que refinan.

Cincuenta mil trabajadores de las tiendas de comestibles en California tienen una huelga prevista en los próximos días, mientras que un contrato para decenas de miles de trabajadores portuarios en la costa oeste expira en cuestión de semanas.

En Estados Unidos y Canadá, el Gobierno ha prohibido o bloqueado importantes huelgas de los trabajadores ferroviarios de BNSF y Canadian Pacific.

El aumento de los precios en los principales países imperialistas intensificará la lucha de clases a medida que continúe la guerra. Según los datos del jueves del Departamento de Comercio de EE.UU., la inflación les costará a los hogares 433 dólares más cada mes en promedio o 5.200 dólares en el próximo año. Dado que la mitad del país tiene menos de 500 dólares en ahorros de emergencia, los trabajadores se verán abocados a la lucha a causa de la necesidad urgente.

El impacto de la guerra en las condiciones de vida se va a intensificar dramáticamente en todos los países en las próximas semanas. Las reservas estratégicas de alimentos son lamentablemente insuficientes en todos los países, excepto en China.

Para empeorar las cosas, Ucrania y Rusia no solo son los principales productores de alimentos básicos y petróleo, sino que Rusia y Bielorrusia también lideran la producción mundial de la mayoría de los fertilizantes, que Putin ha anunciado que estarán sujetos a estrictas restricciones de exportación en respuesta a las sanciones de Estados Unidos y la UE. Esto podría reducir el rendimiento de los cultivos a nivel mundial a la mitad.

Con la pandemia y la amenaza de una guerra mundial como telón de fondo inmediato, está pendiente un ajuste de cuentas social de proporciones históricas. Desde la Primavera Árabe y las protestas mundiales de 2018-19, la respuesta de la clase gobernante a la pandemia del COVID-19 ha antepuesto sus ganancias a la vida y ha provocado la muerte de 20 millones de personas.

Acabar con la guerra significa acabar con el capitalismo, y esto requiere una conducción política. A diferencia del período anterior, la clase obrera internacional no tiene lealtad política a los partidos del estalinismo, la socialdemocracia ni el nacionalismo burgués, a los que considera directamente responsables de las condiciones de pobreza y desigualdad existentes.

En cada país, los sindicatos constituyen un bloqueo para este movimiento en desarrollo, al servicio de los Gobiernos y las corporaciones capitalistas, aislando a los trabajadores, impidiéndoles hacer huelga y exigiéndoles que apoyen la campaña bélica de EE.UU. y la OTAN, sin importar los peligros y sin importar el coste para los trabajadores.

Los representantes de la pseudoizquierda de clase media que una vez profesaron su apoyo verbal al socialismo son ahora defensores de las guerras de la OTAN y fervientes defensores de los sindicatos.

Los peligros de una guerra mundial son grandes, pero el camino se abre para que el movimiento trotskista transforme este movimiento objetivo en un movimiento autoconsciente por la revolución socialista.

Las protestas espontáneas, por muy militantes que sean, son insuficientes para cambiar las condiciones sociales. El Partido Socialista por la Igualdad debe construirse en todos los países, y las experiencias históricas de la clase obrera internacional deben introducirse en las luchas en desarrollo para que adquieran un carácter conscientemente socialista y contra la guerra. Sobre esta base, se puede desarrollar una estrategia de la clase obrera para la revolución socialista incluso más rápidamente que la estrategia de destrucción imperialista de la clase gobernante.

(Publicado originalmente en inglés el 1 de abril de 2022)

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