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¿Qué hay detrás del apoyo de la Liga Internacional Socialista a la campaña belicista de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia?

Los marxistas definen su actitud frente a una guerra analizando las profundas fuerzas históricas y materiales que la causan y que se manifiestan en el desarrollo del conflicto. El Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), si bien se opone a la invasión de Ucrania por parte del gobierno del presidente ruso Vladimir Putin, ubica la guerra actual en el contexto de un análisis marxista más amplio de todo el siglo XX, en particular de los procesos históricos desencadenados por la disolución de la Unión Soviética y las siguientes tres décadas de guerra imperialista librada por EE.UU. y la OTAN.

Los oportunistas pequeñoburgueses adoptan una actitud diametralmente opuesta. Basan sus puntos de vista en análisis superficiales de los acontecimientos y los límites de su propia orientación hacia el capitalismo y su sistema de Estados nación.

Una de las expresiones más sorprendentes de esta actitud está ejemplificada por una amalgama morenista y shachtmanista llamada Liga Internacional Socialista (LIS). En los últimos meses, la LIS ha emitido declaraciones con títulos como “¡No a la agresión del imperialismo ruso a Ucrania! ¡Fuera la OTAN y EE.UU. del este europeo! ¡Basta de guerras al servicio de los imperialistas!” y “¡Fuera el imperialismo ruso de Ucrania! ¡Solidaridad con los trabajadores y el pueblo ucraniano! ¡Basta de guerras promovidas por los imperialistas!”

Estos pseudoizquierdistas buscan camuflar su apoyo a las políticas imperialistas de EE.UU. y la OTAN con eslóganes “antiimperialistas” falsos. Uniéndose a la frenética propaganda de guerra de los medios corporativos occidentales en la promoción de la “resistencia ucraniana”, independientemente de que sean respaldados por la OTAN y en gran medida siendo de extrema derecha, la LIS presenta el presunto expansionismo agresivo del “imperialismo ruso” como el factor determinante en el estallido de la guerra. guerra. En la medida en que se menciona la participación de la OTAN, afirman que su presencia “no es garantía para la paz” y “alimenta de excusas a Putin”.

La LIS respaldó con entusiasmo las protestas de “agresión antirrusa” que tuvieron lugar en Alemania y otros países europeos, encubriendo el papel de sus liderazgos burgueses, que exigen una escalada militar por parte de sus Estados imperialistas, destilan odio contra el pueblo ruso y promueven el chovinismo ucraniano.

Protesta del MST/ISL frente a la embajada rusa en Buenos Aires, Argentina. (Twitter)

En América Latina, donde la burguesía nacional asumió una actitud más reticente hacia el conflicto en Ucrania, la propia LIS organizó manifestaciones que apelan a los sentimientos reaccionarios entre la clase media acomodada. En Argentina, el principal partido de la LIS, el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), realizó una protesta frente a la embajada rusa en Buenos Aires, en la que se mezclaron banderas de la LIS con pancartas derechistas que mostraban a Putin como Hitler y con el lema “Slava Ukraini” (Gloria a Ucrania).

El 4 de marzo, la LIS publicó sus “Relatos desde Kiev”, una serie de comentarios sobre la guerra de Oleg Vernyk (o Vernik), el líder de su grupo afiliado en Ucrania, la Liga Socialista Ucraniana (USL). Hablando con el lenguaje de un chovinista pequeñoburgués, proclamó: “El ejército ucraniano es mucho más pequeño en composición y menos preparado. No somos un Estado imperialista. Pero ayer, nuestros muchachos mostraron milagros de heroísmo. ¡Y aguanta! ¡Viva Ucrania!”

La conferencia pro-OTAN de la LIS

Estos puntos de vista tuvieron un mayor desarrollo en un evento online organizado por la LIS el 9 de marzo titulado 'Conversatorio internacional desde Kiev', con Vernyk como orador principal. La conferencia confirmó de manera completa que la supuesta oposición de la LIS a la OTAN es un engaño.

En nombre de la LIS, Vernyk elogió al Estado ucraniano y al gobierno derechista de Volodymyr Zelensky, a quien elogió por haber “mostrado características personales muy positivas”. Descartó la presencia de fuerzas fascistas y de extrema derecha en el aparato estatal y el ejército ucranianos como nada más que un “mito”, y exigió en la práctica que EE.UU. y la OTAN entren en confrontación militar directa con Rusia, algo que probablemente provocaría una guerra nuclear. En palabras de Vernyk:

Muchas organizaciones de izquierda dicen que sí, que hay un conflicto, una lucha de dos imperialismos en Ucrania, pero no estamos dispuestos a apoyar a ninguno. Y a nadie, a ninguna parte. Pero vamos a mirar la situación real, la actual, ¿quién empezó una guerra contra quién? El imperialismo ruso… Antes de la guerra, EE. UU. había enviado solamente 100 armas antitanques a Ucrania, pero hubo un escándalo enorme, como si hubiera mandado un montón de armas. Ya durante dos semanas el presidente Zelensky está pidiendo a la OTAN que cierren el espacio aéreo de Ucrania y defienda al pueblo ucraniano. Pero ¿qué nos responde la OTAN? Responde que “bueno, queridos amigos, este es vuestro problema, vuestro conflicto y no queremos participar en ello, no somos una parte de la guerra”.

Al contrario de lo que afirma engañosamente la LIS, la participación de Estados Unidos (así como de las potencias imperialistas europeas) en la guerra contra Rusia en Ucrania va mucho más allá del despliegue de unas pocas armas. La cantidad de armas estadounidenses y europeas vertidas en el país, antes y después de la invasión, ha sido masiva y está creciendo. Como informó el World Socialist Web Site, la administración Biden está impulsando un paquete de ayuda militar y financiera de $40 mil millones para Ucrania que “lleva el total asignado a la guerra en Ucrania en menos de tres meses a la asombrosa cifra de $53 mil millones”. Además, los movimientos de Finlandia y Suecia para unirse a la OTAN son las últimas provocaciones y preparativos imperialistas para una guerra directa contra Rusia, lo que reivindica totalmente el análisis realizado por el CICI.

Pero estos son solo los episodios más recientes del avance sistemático de EE. UU. y la OTAN en Europa del Este desde la disolución estalinista de la Unión Soviética en 1991. El objetivo es rodear y, en última instancia, colonizar Rusia.

Estos esfuerzos se intensificaron significativamente con el golpe de Estado de la extrema derecha respaldado por Estados Unidos en Kiev en 2014 que transformó a Ucrania en una base militar de facto para las ambiciones imperialistas de la OTAN. Desde entonces, las potencias de la OTAN se han involucrado en provocaciones cada vez más belicosas contra Rusia, con ejercicios militares conjuntos con el ejército ucraniano y tratados diplomáticos como la Asociación Estratégica Estados Unidos-Ucrania, que plantea la amenaza de una guerra directa con Moscú.

El supuesto punto de partida de la posición de la LIS —“quién comenzó una guerra contra quién”— es fundamentalmente antimarxista. Para los internacionalistas revolucionarios, la pregunta determinante no es “quién disparó el primer tiro”, sino cuál es el carácter general de una guerra dada y las fuerzas sociales detrás de ella. En sus escritos sobre la primera guerra imperialista, Lenin a menudo recordaba el famoso dicho de Clausewitz: “La guerra es una continuación de la política por otros medios”, afirmando que “los marxistas siempre han considerado correctamente esta tesis como la base teórica de las opiniones sobre el significado de cualquier guerra”.

Como advirtió Lenin, “si no has estudiado las políticas de ambos grupos beligerantes durante un período de décadas —para evitar factores accidentales y la cita de ejemplos aleatorios— si no has demostrado qué relación tiene esta guerra con las políticas anteriores, entonces no entiendes de qué se trata esta guerra” [“Guerra y revolución”, mayo de 1917]. La actitud criticada por Lenin, transformada en un método sistemático de encubrimiento político, es precisamente lo que guía la respuesta de la LIS a la guerra.

Los planteamientos errados de la tesis del “imperialismo ruso”

Esto es especialmente cierto en la caracterización de Rusia de la LIS como un país imperialista, que arranca completamente el concepto de imperialismo de su contexto histórico. Para el marxismo, el imperialismo es la época de la etapa más alta de desarrollo del capitalismo, marcada por el dominio del capital financiero, que surgió a fines del siglo XIX y se ha extendido hasta nuestros días. Ya sea en la guerra o en la paz, las principales potencias capitalistas siguen políticas imperialistas en el sentido de que buscan resolver la contradicción entre el crecimiento de las fuerzas productivas globales y las limitaciones de las fronteras de los Estados nacionales a través del impulso por dominar el mundo.

La posición de Rusia en esta lucha internacional es la de una economía subordinada, basada principalmente en la exportación de mercancías (y no de capital). Las potencias imperialistas de la OTAN están financiando su guerra indirecta en Ucrania con el objetivo de obtener el control de la vasta masa terrestre rusa, que contiene una de las mayores reservas de petróleo, gas y minerales estratégicos del mundo. Además, esta campaña imperialista dirigida por Estados Unidos es parte de un preparativo de guerra más amplio contra China. Rusia, por su parte, interviene militarmente en el exterior buscando no colonias para la explotación, sino garantías geoestratégicas contra la intervención imperialista.

La LIS es particularmente incapaz de explicar cómo surgió Rusia de la disolución de la Unión Soviética como una nueva potencia imperialista. Esta posición no es en ningún sentido una continuación de la tradición del trotskismo, que ha explicado históricamente que la restauración del capitalismo en la URSS implicaría la transformación de Rusia nuevamente en un país semicolonial. En realidad, la posición de la LIS es un desarrollo de las posiciones de la oposición pequeñoburguesa dirigida por Max Shachtman y James Burnham, quienes rompieron con la Cuarta Internacional allá por 1939-40.

La base de la oposición shachtmanista fue el repudio de la definición de Trotsky de la Unión Soviética como un Estado obrero degenerado y de su burocracia como una casta, y no como una clase social. Variantes del shachtmanismo —como la representada por C.L.R James (tendencia Johnson-Forrest)— proponían que la Unión Soviética representaba una nueva forma de “capitalismo de estado” con tendencias imperialistas. En su ruptura total y abierta con las perspectivas de la Cuarta Internacional, James exclamó: “El trotskismo ortodoxo no puede encontrar ninguna necesidad objetiva de una guerra imperialista entre la Rusia estalinista y el imperialismo estadounidense. Es la única tendencia política en el mundo que no puede reconocer que el conflicto es una lucha entre dos poderes por el dominio mundial”. [ Capitalismo de Estado y Revolución Mundial, 1950]

La caracterización de la LIS de la Rusia de hoy como una potencia imperialista contiene en sí misma la suposición de que la Unión Soviética no constituyó un Estado obrero degenerado, sino un desarrollo intermedio hacia un Estado capitalista imperialista. La disolución de la URSS habría representado sólo la culminación de ese proceso. El significado histórico de la Revolución de Octubre, en lugar del pistoletazo a la revolución socialista mundial, se reduce a un mero atajo en el desarrollo del capitalismo nacional ruso.

En su defensa reaccionaria del Estado nacional ucraniano, la LIS deja revelar aún más las implicaciones de su fallida concepción histórica. Al abogar por la colaboración con las fuerzas militares de Zelensky, Vernyk afirma que se debe apoyar al régimen ucraniano porque, supuestamente en oposición al “totalitarismo” ruso, es solo una “democracia burguesa común”. En su declaración antes mencionada del 21 de enero, la LIS declara que “La piedra de tropiezo para el establecimiento del control completo y total del Imperialismo ruso sobre el territorio de la antigua URSS viene siendo Ucrania”.

A partir de estas afirmaciones, se puede concluir que la desintegración de la Unión Soviética, un evento histórico progresista según el punto de vista político reaccionario de la LIS, resultó en dos productos distintos: 'Rusia imperialista' por un lado, y 'Ucrania democrática' por el otro. El corolario lógico de esta perspectiva es que, para eliminar el “imperialismo ruso” y dar nacimiento a otras “democracias burguesas comunes”, es necesaria una mayor partición y paralización de Rusia.

Los marxistas deben rechazar las falsas concepciones del “imperialismo ruso” y la “Ucrania democrática”. Los Estados ruso y ucraniano tienen características fundamentalmente comunes como producto reaccionario de la disolución de la Unión Soviética. Ambos están gobernados por oligarquías capitalistas sin remedio, descendientes de la burocracia estalinista y herederos de la propiedad robada del Estado soviético, que son fundamentalmente incapaces de hacer valer sus intereses independientes del imperialismo.

La orientación podrida de la LIS hacia el estado burgués ucraniano y la OTAN no es simplemente platónica. Sus partidarios en Ucrania se sientan en mesas de negociación con agentes imperialistas, se comprometen con políticos de extrema derecha y construyen su electorado entre las fuerzas paramilitares fascistas.

El historial sucio de la LIS en Ucrania

La LIS no ofrece ninguna explicación de los orígenes políticos y la trayectoria de las fuerzas que fundaron su Liga Socialista Ucraniana (LSU). Esto es comprensible, ya que una mirada a sus antecedentes y vínculos revela el historial político más sórdido.

En su sitio web, la LIS informa que la fundación de la LSU se produjo hace menos de un año, en abril de 2021. Las palabras de apertura del evento estuvieron a cargo del líder del grupo, Oleg Vernyk, presentado como presidente del sindicato Zakhyst Pratsi (Defensa Laboral). Exhibiendo el sello de toda tendencia política oportunista, Vernyk declaró que la USL repudia “los conflictos tradicionales en el entorno marxista” y en cambio propone la “unificación de esfuerzos” de “todas las organizaciones y círculos marxistas que existen en Ucrania.”

Si bien las divisiones de principios que surgieron dentro del movimiento marxista a lo largo del siglo XX —más decisivamente el “río de sangre” que separa el trotskismo y el estalinismo— no interesan a la LSU, se inclina a dividir las tendencias políticas según su orientación hacia diferentes estados nacionales burgueses. En una entrevista reciente con el sitio web ruso Levoradikal, Vernyk se define “a mí y a mis camaradas de la LSU” como la “izquierda proucraniana”, en contraposición a la “izquierda prorrusa [que], por supuesto, domina la izquierda en Ucrania'. Afirma que su posición se reduce a “luchar constantemente tanto contra el imperialismo ruso en Ucrania como contra el imperialismo occidental al mismo tiempo”. Eso es una mentira descarada.

Las conexiones entre Vernyk y sus sindicatos (él también está en la dirección de los Sindicatos Democráticos de Ucrania) y las fuerzas políticas proimperialistas que promovieron el golpe de Maidan son evidentes. En una de sus declaraciones de 2014, los Sindicatos Democráticos de Ucrania afirman: “La Unión de Sindicatos Democráticos de Ucrania, representada por sus líderes y miembros sindicales, ha estado en el Maidan Europeo en la capital de Ucrania, Kiev, desde el primer día de protestas masivas contra la brutal violencia del gobierno para anular la elección histórica del pueblo ucraniano. Integración europea'.

Al revelar su papel como agente de las potencias imperialistas europeas y su perspectiva nacionalista puramente burguesa, la declaración llama a la “formación de un gobierno proeuropeo de confianza popular” y “un amplio debate público que involucre a los políticos, la sociedad civil y a los socios europeos sobre cómo implementar el acuerdo”. Este programa reaccionario se llevaría a cabo más tarde, con Vernyk sentado a la mesa con representantes de las clases dominantes europeas y ucranianas para discutir el futuro capitalista del país.

Varias fotos en la página de Facebook de los Sindicatos Democráticos de Ucrania, ahora dedicada a compartir declaraciones de la LSI y LSU, muestran sus banderas izadas junto con las del partido fascista Svoboda (Libertad), una de las principales fuerzas en el golpe de Estado de extrema derecha en 2014. En uno de ellos, ambas banderas se exhiben juntas en una pared de lo que aseguran fue la “ocupación del Ayuntamiento de Kiev” en diciembre de 2013.

Svoboda, partido que glorifica al Ejército Insurgente Ucraniano (UPA, siglas en ucraniano) y a su líder Stepan Bandera, que ayudó a los nazis en las horribles masacres de la población judía durante la Segunda Guerra Mundial, publicó una declaración en 2010 que decía: “Para crear una Ucrania verdaderamente ucraniana en las ciudades del Este y el Sur... tendremos que cancelar el parlamentarismo, prohibir todos los partidos políticos, nacionalizar toda la industria, todos los medios de comunicación, prohibir la importación de cualquier literatura a Ucrania desde Rusia... reemplazar por completo a los líderes del servicio civil, la gestión educativa, militares (especialmente en el este), liquidar físicamente a todos los intelectuales de habla rusa y a todos los ucranianofóbicos (rápido, sin un disparo de prueba. Cualquier miembro de Svoboda puede registrar a los ucranianofóbicos aquí), ejecutar a todos los miembros de los partidos políticos antiucranianos. ...'

Durante las elecciones locales de Ucrania de 2020, Vernyk hizo una declaración oficial en apoyo del candidato de derecha Yuriy Levchenko y su partido del Poder Popular, que había aceptado como candidatos a los líderes de su sindicato. Vernyk escribió: “En nombre del Comité Central del VNPS 'Defensa Laboral' expreso mi gratitud al partido político 'Poder Popular del equipo de Levchenko', que de hecho demuestra el apoyo a los sindicatos independientes de Ucrania y nomina audazmente y en principio sus activistas a los gobiernos locales”.

El partido del Poder Popular, apoyado por Vernyk, fue fundado en 2020 por Levchenko poco después de romper con Svoboda, a la que representaba como diputado en Kiev. Un episodio representativo en su carrera política ocurrió en octubre de 2017, cuando Levchenko arrojó una bomba de humo dentro del parlamento para interrumpir la votación de un proyecto de ley para un “Arreglo pacífico de la situación en ciertas áreas de las regiones de Donetsk y Lugansk”.

La siniestra orientación de la LSU hacia la extrema derecha ucraniana se evidencia aún más en una publicación en la página de Facebook de Vernyk. En una foto, fechada en noviembre de 2017, posa junto a policías uniformados descritos como miembros de la Patrulla de Tareas Especiales, entre los cuales, según se informa, está inaugurando una sección sindical. Escribe en el pie de foto: “Ha llegado el momento en que los soldados del regimiento, sobre cuyos hombros descansa la dura vida cotidiana de la operación antiterrorista, comenzarán a luchar de manera independiente y responsable por sus derechos socioeconómicos y laborales en las filas de nuestro militante sindicato independiente”.

La Policía de Patrulla de Tareas Especiales fue un producto directo del golpe de 2014. Bajo el nuevo régimen, se creó como una red de “batallones de voluntarios” formada por fuerzas paramilitares, algunas de ellas abiertamente fascistas, como el infamemente conocido Batallón Azov, que lleva como emblema una variante de la esvástica nazi. Yuriy Bereza, un político fascista y comandante del batallón Dnepr-1, explicó la importancia de estas milicias: “Los batallones de voluntarios, que se crearon dentro de la estructura del Ministerio del Interior, son probablemente una de las reformas más importantes que trajeron verdaderos patriotas a la policía”.

Vernyk (left) stands next to Special Tasks Patrol Police officers. (Credit: Facebook)]


El hombre de la LSI en Ucrania, Oleg Vernyk, tiene un pasado extremadamente sospechoso. En 2003, estuvo en el centro de las acusaciones de una 'estafa política y financiera' en Ucrania que involucró a 'al menos 12 y probablemente muchas más (más de 20) organizaciones en todo el mundo', según la Liga por el Partido Revolucionario (LRP, siglas en inglés) en Estados Unidos, uno de los que cayeron en esta estafa.

Mientras dirigía la sección ucraniana del Comité por una Internacional de los Trabajadores (CIT), Vernyk y sus colegas se presentaron bajo diferentes identidades a varias “organizaciones occidentales”, declarando su interés en establecer un grupo afiliado en Ucrania y con ese pretexto recopilar apoyo económico de cada uno de ellos. Estas operaciones fraudulentas y los falsos partidos políticos creados por ellas duraron años, exponiendo al mismo tiempo la podredumbre de las relaciones “internacionales” buscadas por estas diversas organizaciones de pseudoizquierda. El escándalo llevó al CIT a emitir una declaración en agosto de 2003 anunciando su decisión de “suspender inmediatamente a Oleg Vernik, miembro del IEC del CIT, y recomendar su expulsión a la próxima reunión del IEC”.

Otra figura que supuestamente participó en esta estafa fue Ilya Budraitskis, el entonces representante de la sección rusa del CIT, ahora líder del pablista Movimiento Socialista Ruso y, como Vernyk y la LSI, un apologista del golpe de Maidan.

¿Qué es la LIS?

La LIS es una amalgama política de tendencias nacionales con diferentes orígenes anti-trotskistas, que tienen en común la necesidad de ocultar sus antecedentes de oportunismo y traiciones a la clase trabajadora bajo una nueva fachada política.

Fue fundado en 2019 por iniciativa del MST argentino, partido que se originó en una escisión del Movimiento al Socialismo (MAS) de Nahuel Moreno en 1992. Si bien es imposible encontrar una explicación a las razones políticas que llevaron para romper con el MAS y su agrupación internacional, la LIT-CI, su registro posterior no ha hecho más que reforzar los aspectos más podridos del morenismo.

Entre 1997 y 2005, el MST se presentó en la alianza electoral “Izquierda Unida” (IU) con el estalinista Partido Comunista de Argentina. Tomaron prestado el nombre de una de las alianzas oportunistas establecidas entre el MAS de Moreno y el ya desacreditado PC tras la dictadura militar argentina. Y, aun después de que se rompiera su alianza con los estalinistas en 2005, el MST continuó manteniéndolo como su modelo político fundamental. En 2015 se unió al Frente de Izquierda y de Trabajadores (FIT), liderado por el Partido Obrero (PO) y el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), donde permanece hasta hoy. El PO inició una iniciativa junto con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (EEK, siglas en griego) en Grecia y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (DIP, siglas en turco) en Turquía para “refundar” la Cuarta Internacional en alianza con los estalinistas rusos.

La venezolana Marea Socialista (Marea Socialista, MS), otra sección fundadora de la LIS, fue creada durante el ascenso al poder del gobierno nacionalista burgués de Hugo Chávez, al cual definió como una revolución. En 2008, la MS se unió al gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) de Chávez, dejándolo más tarde en 2015 mientras afirmaba representar al “chavismo real” contra las “desviaciones” cometidas por el nuevo presidente Nicolás Maduro.

La orientación hacia sus propios Estados nacionales burgueses y sus establishments políticos es lo que define las políticas de cada sección de la LIS. Esto genera el potencial permanente para una implosión organizacional. Las elecciones presidenciales del año pasado en Chile lo demostraron claramente, con las secciones chilena y turca de la LIS emitiendo declaraciones contradictorias sobre la victoria del candidato pseudoizquierdista Gabriel Boric sobre su rival de extrema derecha José Antonio Kast. Mientras que el Movimiento Anticapitalista chileno “hizo un claro llamado a votar en contra de Kast” a favor de Boric y celebró “la derrota del pinochetismo”, el turco Sosyalist Emekçiler Partisi (Partido Socialista de los Trabajadores, SEP por sus siglas en turco) dijo que los “revolucionarios” no deberían “entusiasmarse con que Boric gane la presidencia”.

La LIS no fue ni pudo ser creada a partir de un análisis crítico de su propia experiencia política, mucho menos a través de una apropiación principista de los 80 años de historia del movimiento trotskista, con el que ha roto todo vínculo. Más bien, parte de un intento de falsificar esta historia y afirmar que la Cuarta Internacional, de hecho, nunca existió, siendo nada más que un proyecto que fue abortado con el asesinato de Trotsky en 1940.

En 2020, la LIS realizó un evento titulado “Ciclo León Trotsky”, supuestamente para celebrar la vida del gran revolucionario ruso. El líder de la LIS, Alejandro Bodart, resumió la visión fraudulenta de su organización sobre la historia de la Cuarta Internacional después de la muerte de Trotsky:

[La] distancia entre su [de Trotsky] experiencia y capacidad, y la de los cuadros que continuaron su obra, resulto gigante... La Cuarta [Internacional] fue decimada y efectivamente paralizada durante la guerra. Y cuando se reorganizó al final de la misma, sus dirigentes resultaron no estar a la altura de las difíciles circunstancias... A estas difíciles circunstancias, se sumaron una serie de tremendos errores por parte de la dirección de la Cuarta, que terminó dividiendo y dispersando al movimiento trotskista... Los que seguimos peleando por construir un partido revolucionario mundial lo hicimos separados, construyendo corrientes internacionales centradas en algún partido más desarrollado con grupos afines en otros países.

Señalando las conclusiones políticas derivadas de esta fabricación histórica, Bodart continúa: “[R]ecuperar el legado de la [Quarta Internacional] nos requiere superar las limitaciones que hemos tenido. Este es el desafío que la LIS está encarando al intentar reagrupar a los revolucionarios que provenimos de distintas experiencias y tradiciones, de distintas corrientes del trotskismo, en base a un programa principista para la revolución socialista”.

La negativa de la LIS a abordar las luchas internas que se desarrollaron dentro de la Cuarta Internacional durante y después de la Segunda Guerra Mundial cumple un papel político fundamental. Al borrar y falsificar la historia de la lucha prolongada del trotskismo ortodoxo contra todo tipo de revisionismo, intenta evitar la identificación obvia de la política oportunista que ejerce con la de los renegados anti-trotskistas de la Cuarta Internacional. El propio Bodart y su MST estuvieron hasta hace poco representados en el pablista Secretariado Unido con estatus de observadores.

En su documento “¿Qué tipo de organización internacional necesitamos?” la LIS aboga por un “modelo diferente de construcción internacional”, rechazando abiertamente los principios bajo los cuales se fundó la Cuarta Internacional, y declara que “la LIS no se construye sobre la igualdad al 100 %”.

Al explicar el tipo de heterogeneidad política que defiende, dice que “las diferencias parciales, como la naturaleza de clase de la URSS, que es una discusión muy clásica del pasado, no pueden ser motivo de separación”.

La “discusión muy clásica del pasado” a la que se refieren, lejos de ser una cuestión abierta para el movimiento trotskista, fue la causa de una separación definitiva entre el trotskismo y el oportunismo pequeñoburgués. El camino tomado por aquellos que se opusieron a la designación de la URSS como un estado obrero por parte de la Cuarta Internacional, como Max Shachtman, terminó en colaboración directa con el imperialismo estadounidense, donde la LIS se encuentra hoy.

Otro antepasado histórico de las secciones de la LIS, Tony Cliff, rompió con la Cuarta Internacional en 1950 sobre la base de la “teoría” shachtmanista del capitalismo de Estado, definiendo la Unión Soviética como una nueva forma de sociedad de clases y a la burocracia estalinista como una nueva clase dominante. Rechazando la defensa de la URSS contra el imperialismo, Cliff inició la consigna “ni Washington ni Moscú”.

Rechazando todos los fundamentos históricos de la Cuarta Internacional y basándose en el revisionismo shachtmanista y pablista, la LIS es una de las muchas organizaciones anti-trotskistas de clase media que abusan de la dignidad del trotskismo e invocan la necesidad de una organización “internacional” solo como una tapadera para sus agendas oportunistas nacionales.

Las advertencias previsoras del CICI y la actitud internacionalista revolucionaria ante la guerra

Como señalamos que la guerra actual en Ucrania tiene sus raíces en las consecuencias de la disolución de la Unión Soviética, una posición revolucionaria de principios en relación con la guerra actual debe surgir de una evaluación política correcta del gran evento histórico de 1990-1991.

En su documento, “Nuestra visión del mundo. Nuestra estrategia”, proclama la LIS que “no fue una contrarrevolución triunfante lo que abrió paso a la restauración capitalista, sino una revolución democrática tras otra lo que terminó con el dominio del estalinismo en un tercio del planeta”. Con esta celebración reaccionaria, la LIS reclama su lugar en la podrida tradición de los morenistas y otras organizaciones pablistas que dieron una cobertura política a la restauración estalinista del capitalismo en la Unión Soviética.

El CICI vio claramente la disolución de la Unión Soviética y la restauración del capitalismo por parte de la burocracia soviética como la culminación de la contrarrevolución estalinista, reivindicando plenamente el pronóstico y la perspectiva de la Cuarta Internacional. Los morenistas, sin embargo, afirmaron que representaba un nuevo tipo de “revolución democrática” no prevista por Trotsky que refutaba fundamentalmente el programa de la Cuarta Internacional.

Por medio de una lucha para desenmascarar las ilusiones promovidas por la burocracia estalinista y sus apologistas pablistas, el CICI advirtió a la clase obrera soviética e internacional que la disolución de la Unión Soviética no abriría el camino para el florecimiento del capitalismo y una coexistencia pacífica con el imperialismo. Por el contrario, conduciría a la fragmentación del territorio de la URSS y la intensificación de la agresión por parte de las potencias imperialistas, sin mencionar una disminución sin precedentes en el nivel de vida de la clase obrera soviética. Estas fueron las tendencias que se manifestaron en los siguientes 30 años de guerras libradas por Estados Unidos y la OTAN, de las cuales la actual guerra en Ucrania es una continuación.

Después del Golpe de Agosto en la URSS en 1991, David North visitó Kiev en nombre del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, dando una conferencia en un club de trabajadores. En esta conferencia, basada en el análisis trotskista de la economía mundial y el peligro de la restauración capitalista en la Unión Soviética, dijo: “A medida que Rusia y Ucrania intenten integrarse en las estructuras del imperialismo mundial sobre una base capitalista, rápidamente se encontrarán no solo enfrentados con todos los problemas masivos a las que se enfrentan todas las demás naciones del tercer mundo, ninguna de las cuales ha encontrado respuestas exitosas a sus problemas, sino con dificultades adicionales y especialmente angustiosas”.

Como explicó North, “la única solución que se puede encontrar es la que se basa en el programa del internacionalismo revolucionario”. Él continuó:

El retorno al capitalismo, para el cual la agitación chovinista de los nacionalistas es solo un disfraz, solo puede conducir a una nueva forma de opresión. En lugar de que cada una de las nacionalidades soviéticas se acerque a los imperialistas por separado con la cabeza gacha y las rodillas dobladas, pidiendo limosnas y favores, los trabajadores soviéticos de todas las nacionalidades deberían forjar una nueva relación, basada en los principios de la igualdad social real y la democracia, y sobre esta base emprender la defensa revolucionaria de todo lo que vale la pena conservar del patrimonio de 1917.

Los últimos 30 años de expansión de la OTAN hacia el este y el cerco implacable de Rusia, que provocó una invasión desesperada en Ucrania, han reivindicado claramente estas advertencias. La narrativa de los morenistas y otros grupos pseudoizquierdistas de una “Rusia imperialista” que libra una guerra expansionista no provocada, por otro lado, carece de cualquier base histórica o materialista.

Como explicó anteriormente el WSWS, incluso si esta definición fuera correcta (y no la es), esto no justifica el apoyo de los morenistas a la OTAN y al estado nacional ucraniano. El “derrotismo” socialista se aplica a todas las partes en un conflicto interimperialista.

Hace casi 80 años, Trotsky explicó que “Un 'socialista' que predica la defensa nacional es un reaccionario pequeñoburgués al servicio del capitalismo en descomposición”. La tarea de los marxistas en Ucrania no es defender su “propio” Estado nacional respaldado por el imperialismo contra Rusia en la guerra, sino promover una perspectiva revolucionaria internacionalista basada en el derrotismo socialista para unificar y movilizar a la clase obrera ucraniana, rusa e internacional contra las potencias de la OTAN, así como los regímenes de Kiev y el Kremlin.

Los marxistas rusos también deben basar su perspectiva en el derrotismo socialista, movilizando a masas de trabajadores y jóvenes contra el régimen de Putin con la demanda del fin inmediato de la reaccionaria invasión. Los únicos aliados de los trabajadores rusos son sus hermanos y hermanas de clase ucranianos e internacionales. Esta posición es una parte integral de un programa único para la clase obrera ucraniana e internacional basado en una estrategia revolucionaria socialista mundial. Esto significa construir secciones del CICI en Ucrania, Rusia y en todo el mundo.

También están completamente ausentes de las explicaciones pseudoizquierdistas de la guerra actual sus raíces en la crisis insoluble del capitalismo mundial, llevada a un nivel explosivo por la pandemia de COVID-19. Junto con la guerra, la respuesta criminal de la clase dominante capitalista a la pandemia está alterando el nivel de vida de cientos de millones de personas en todo el mundo y empujando a las masas proletarias al camino de la revolución socialista.

La gran ola de protestas y huelgas que estalla en todo el mundo, desde Sri Lanka hasta Turquía, Brasil y en todos los continentes, es la fuerza fundamental para un movimiento internacional contra la guerra, la desigualdad social y la política de muerte masiva hacia la pandemia, y por el socialismo.

(Publicado originalmente en inglés el 17 de mayo de 2022)

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