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Perspectiva

Rusia derriba dron estadounidense, mientras la OTAN planea gran escalada en Ucrania

El martes, un dron militar MQ-9 Reaper se estrelló cerca de la costa rusa durante un enfrentamiento con dos aviones de combate rusos a 9.700 km del territorio estadounidense.

Independientemente de si la aeronave estadounidense fue derribada por un avión ruso, como alegan los estadounidenses, o si se estrelló cuando se vio obligada a realizar maniobras evasivas, como alegan los rusos, fue la primera vez que la Fuerza Aérea de Rusia derriba un avión estadounidense desde el final de la guerra fría.

Dron MQ-9 Reaper (crédito: US Air Force) [Photo: US Air Force]

El derribo representa otro hito peligroso en la escalada de la guerra entre Estados Unidos y Rusia, que se está intensificando y haciendo metástasis a escala global.

En una rueda de prensa, el Pentágono no ofreció información relevante sobre el incidente. Se rehusó a explicar dónde estaba el dron, qué estaba haciendo cerca del espacio aéreo ruso, si estaba armado o el tipo de misión que estaba realizando, más allá de “vigilancia”.

El Pentágono no negó las afirmaciones de Rusia de que el dron tenía apagado su transpondedor y que se dirigía hacia espacio aéreo ruso.

El oficial estadounidense comentó al New York Times que la aeronave estaba volando aproximadamente 120 km al suroeste de Crimea, lo que la colocaría a 160-240 km de Rusia continental.

Las operaciones de vigilancia estadounidenses sobre el mar Negro y el espacio aéreo de la OTAN son un componente crítico de las operaciones de la Fuerza Aérea ucraniana, que no solo es financiada y armada por el ejército estadounidense, sino que dirigida también.

En febrero, el Washington Post reportó que casi todos los bombardeos de largo alcance del ejército ucraniano han dependido de blancos suministrados por Estados Unidos.

En octubre, el reportero David Common de la Canadian Broadcasting Company estuvo a bordo de un vuelo de reconocimiento de la OTAN cerca de la frontera ucraniana. Señaló que la OTAN “comparte esta inteligencia en tiempo real con los ucranianos”. También dijo que los pilotos “describen que han visto cómo desaparece la firma radar de los rusos después de ser atacados por aviones y misiles ucranianos”.

Concluyó que esta realidad “da la sensación de que la OTAN realmente está involucrada en el conflicto ucraniano”.

Los voceros del Pentágono respondieron al derribo del martes con perogrulladas casi absurdas. Fue el resultado de una acción “infantil”, “insegura” y “poco profesional” de los tripulantes rusos, afirmaron.

El vuelo era de “rutina”, como si entregar información para fijar blancos para las tropas de combate en la mayor guerra en Europa desde la Segunda Guerra Mundial constituyera una “rutina”.

Tales declaraciones no explican nada. Como lo explicó el investigador político de Rand Corporation, Samuel Charap, “Apostaría que el MQ-9 estaba operando en un área de particular importancia militar para Rusia”. Añadió: “Los rusos debieron tener una razón clara para lo que hicieron; no fue un caso de dar golpes a ciegas y al azar. Y los pilotos rusos habrían recibido instrucciones de un control en tierra, no actuando independientemente”.

Para entender el incidente, hay que entender el contexto.

El 20 de enero, el presidente del Estado Mayor estadounidense, Mark Milley, prometió que Ucrania y sus aliados “pasarán a la ofensiva para liberar a una Ucrania bajo ocupación rusa”. Esta declaración tan extraordinaria apostaba toda la credibilidad de la OTAN y EE.UU. en la derrota militar de Rusia.

Pero, menos de dos meses después, ha quedado claro que este objetivo es poco probable, pese a los envíos masivos de fondos y equipo militar, sin una expansión masiva de la participación estadounidense en el conflicto.

El lunes, el día previo al derribo del dron, el Washington Post publicó su evaluación más pesimista del conflicto hasta la fecha.

“Ucrania carece de tropas cualificadas y municiones, mientras aumentan las pérdidas y el pesimismo”, fue el título. Decía: “La calidad de las fuerzas militares ucranianas, que en su día se consideraron una ventaja sustancial sobre Rusia, se ha visto degradada por un año de bajas que han retirado del campo de batalla a muchos de los combatientes más experimentados, lo que ha llevado a algunos funcionarios ucranianos a cuestionar la preparación de Kiev para montar la tan esperada ofensiva de primavera”.

Y añadía: “Los funcionarios estadounidenses y europeos han calculado que hasta 120.000 soldados ucranianos han muerto o resultado heridos desde el comienzo de la invasión rusa a principios del año pasado”.

Las fuerzas ucranianas están “sufriendo una escasez básica de municiones, incluidos proyectiles de artillería y bombas de mortero, según el personal militar sobre el terreno”. Un comandante ucraniano entrevistado por el Post dijo que los “pocos soldados con experiencia de combate” están “todos muertos o heridos”.

El comandante añadió: “Siempre se cree en un milagro”, señalando que podría ser “una masacre y cadáveres”, pero “habrá una contraofensiva de cualquier manera”. Describió la rotación de efectivos en su unidad: “De unos 500 soldados, unos 100 murieron en combate y otros 400 resultaron heridos, lo que provocó una rotación completa”.

Para EE.UU. y las potencias de la OTAN, los ucranianos no son más que carne de cañón en el conflicto con Rusia. Sin embargo, incluso con la gigantesca inversión militar estadounidense en Ucrania, los actuales niveles masivos de muertes en la guerra, que según el ministro británico de Defensa, Ben Wallace, se acercan a los “niveles de desgaste de la Primera Guerra Mundial”, están inclinando la balanza de fuerzas a favor de Rusia, cuya población es tres veces mayor.

Según documentos internos del Gobierno estadounidense publicados como parte de los Papeles del Pentágono, la razón preeminente de la participación de Estados Unidos en Vietnam era evitar una “derrota humillante”. Esta es precisamente la situación a la que se enfrenta Estados Unidos, a menos que amplíe masivamente su participación en la guerra.

Esta ampliación se está preparando. El martes, pocas horas después de que el Pentágono anunciara el derribo del dron, Politico informó que un grupo de senadores de ambos partidos políticos estadounidenses pidió al Pentágono que se preparara para enviar cazas F-16 a Ucrania.

Declarando que “nos encontramos en un momento crítico del conflicto”, los senadores pidieron al Pentágono que “estudie detenidamente la posibilidad de proporcionar aviones F-16 a Ucrania”.

En última instancia, la consecución de los objetivos de Estados Unidos en el conflicto es imposible fuera del despliegue directo de tropas de la OTAN en la zona de guerra.

Pero dada la falta total de apoyo popular para tal acción, se necesitará algún acontecimiento masivo para movilizar el apoyo público para la intervención requerida.

Cualquiera que fuera la misión del dron de vigilancia estadounidense, sin duda estaba relacionada con los próximos pasos de Washington en el conflicto, que amenazan con hacer que toda la sangre derramada hasta ahora no sea más que un anticipo.

Esta guerra, que ya ha tenido consecuencias tan terribles para los pueblos de la antigua Unión Soviética, se está saliendo rápidamente de control. Hay que detenerla. Es urgentemente necesario construir un movimiento internacional de masas contra la guerra, orientado a las crecientes luchas de la clase obrera y armado con un programa socialista.

(Publicado originalmente en inglés el 14 de marzo de 2023)

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