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Agitación en los mercados y amenaza de quiebra de Credit Suisse, mientras se extienden las consecuencias del colapso de SVB

Las consecuencias de la quiebra del Silicon Valley Bank (SVB) están calando hondo en el sistema financiero estadounidense y extendiéndose a escala internacional, ya que el gran banco mundial suizo Credit Suisse se enfrenta a la perspectiva de la quiebra.

Un cartel muestra el nombre de Credit Suisse en el parqué de la Bolsa de Nueva York, el miércoles 15 de marzo de 2023. [AP Photo/Seth Wenig]

Los mercados financieros estadounidenses sufrieron ayer importantes turbulencias mientras, al otro lado del Atlántico, el banco central suizo afirmaba que proporcionaría liquidez a Credit Suisse después de que uno de sus principales inversores, el Banco Nacional Saudí, dijera que no iba a prestar más ayuda financiera.

Resumiendo la situación, el artículo principal del Wall Street Journal (WSJ) comenzaba así: 'Los mercados de los activos más seguros y líquidos del mundo, los bonos del Estado emitidos por EE.UU. y otros países ricos, se vieron sometidos a una inmensa presión el miércoles tras una semana de preocupaciones sobre la salud de los bancos mundiales'.

La decisión de las autoridades financieras estadounidenses y de la administración Biden de rescatar a los ricos depositantes no asegurados en SVB y en el quebrado Signature Bank, alegando 'riesgo sistémico', y la decisión de la Reserva Federal de proporcionar mayor liquidez pusieron freno a una crisis, al menos temporalmente, sólo para crear otra.

Las medidas de rescate de la semana pasada han sumido en el caos la política monetaria de la Reserva Federal. La expectativa del mercado es que, en lugar de seguir subiendo los tipos, haga una pausa o incluso indique una reducción en el futuro.

Tal fue la volatilidad que se interrumpió temporalmente la negociación de varios contratos de intereses en el mercado de futuros. El rendimiento del bono del Tesoro a dos años, el más sensible a las expectativas de interés, ha bajado del 5% la semana pasada a menos del 4%. No se veía un movimiento de esta magnitud desde la época del crack bursátil de octubre de 1987.

Una de las razones de este violento movimiento es que los especuladores que habían tomado posiciones cortas en bonos con la expectativa de que su precio caería a medida que subieran los tipos de interés (ambos se mueven en direcciones opuestas) ahora han tenido que cubrir sus posiciones cuando los precios de los bonos empezaron a subir a medida que bajaban los tipos de interés.

El WSJ citaba los comentarios de Matt Smith, director de inversiones de la empresa londinense de gestión de activos Ruffer, quien señalaba que, si bien las medidas del Gobierno habían eliminado la incertidumbre sobre los depositantes no asegurados en el SVB, la habían creado en otros lugares.

'Hay un aforismo que dice que nunca se puede suprimir la volatilidad, sólo se puede trasladar a otro lugar', afirmó.

Los movimientos de los especuladores y operadores financieros son sólo la expresión inmediata de procesos más profundos: el temor a que la economía estadounidense entre en recesión y la quiebra de SVB sea sólo el principio de un colapso del sistema financiero.

Como dijo un gestor de inversiones: 'La gente no quiere verse atrapada por el próximo Silicon Valley Bank o el próximo Credit Suisse'.

La creciente incertidumbre ha provocado un estrechamiento de la liquidez en el mercado del Tesoro estadounidense, cimiento del sistema financiero mundial. La liquidez se refiere a la facilidad con la que se pueden realizar operaciones sin causar grandes perturbaciones.

Un índice, citado por el WSJ, mostraba que la volatilidad del mercado de bonos había subido a su nivel más alto en tres años, mayor que el registrado durante la crisis financiera de marzo de 2020, al comienzo de la pandemia, cuando el mercado se congeló y sólo volvió a la vida gracias a una inyección de 4 billones de dólares de dinero por parte de la Reserva Federal.

La interconexión entre los mercados financieros y la economía en general se puso de relieve en un tuit del ex presidente de la Fed de Boston, Eric Rosengren.

'Las crisis financieras crean destrucción de demanda. Los bancos reducen la disponibilidad de crédito. Los consumidores posponen las grandes compras. Las empresas aplazan el gasto', escribió, pidiendo a la Fed que pausara las subidas de los tipos de interés 'hasta que se pueda evaluar el grado de destrucción de la demanda.'

Los problemas de Credit Suisse, que han ido en aumento en los últimos años, tras perder decenas de miles de millones de dólares por su respaldo al fondo fallido Archegos Capital y a la empresa de servicios financieros quebrada Greensill, lo han convertido en un eslabón muy débil del sistema bancario europeo y en uno de los primeros afectados por las turbulencias del SVB.

Al mismo tiempo, la noticia de que Credit Suisse, un banco mundial con importantes operaciones en Estados Unidos, necesita el respaldo del banco central agrava la crisis en este país.

La declaración conjunta de la agencia suiza de regulación financiera FINMA y el Banco Nacional Suizo afirma que 'no hay indicios de un riesgo directo de contagio para las instituciones suizas debido a las actuales turbulencias en el mercado bancario estadounidense'.

Si realmente fuera así, ¿por qué se ha hecho la oferta de aumentar la liquidez?

Resulta significativo que, según un informe del Financial Times, el Banco Central Europeo considerara la posibilidad de emitir una declaración para intentar calmar a los mercados, pero decidió no hacerlo por temor a que sólo sirviera para aumentar el pánico.

Un analista financiero citado por el FT comentó: 'Parece inevitable que el Banco Nacional Suizo tenga que intervenir y proporcionar un salvavidas', señalando que el banco central y el gobierno eran 'plenamente conscientes de que la quiebra de Credit Suisse o incluso cualquier pérdida de los titulares de depósitos destruiría la reputación de Suiza como centro financiero'.

Credit Suisse se preparaba para un golpe por sus pérdidas anteriores, que ascendían a decenas de miles de millones de dólares, y el informe publicado el martes de que había 'debilidades materiales' en sus controles de información financiera, lo que provocó un retraso en la publicación de su informe anual la semana pasada.

Luego llegó la declaración del presidente del Banco Nacional Saudí en una entrevista en Bloomberg TV de que no se dispondría de más fondos, citando preocupaciones regulatorias si sus participaciones superaban el 10%.

La cotización del banco cayó un 30% al inicio de la sesión de ayer, antes de cerrar con un descenso del 24%, lo que eleva la caída total al 39% este año y al 85% en los dos últimos.

Si Credit Suisse quebrara o incluso tuviera más problemas graves, los efectos serían mayores que los derivados de la quiebra del SVB.

Es el segundo mayor banco suizo después de UBS, y es un actor importante en los mercados internacionales, incluidas operaciones sustanciales en EE.UU. y posee activos por valor de $580.000 millones, el doble que el SVB en quiebra. Está clasificado como 'institución financiera de importancia sistémica' en virtud de las normas elaboradas tras la quiebra de Lehman Brothers, que le obligan a poseer mayores cantidades de capital que los demás.

Se predice que los acontecimientos de la semana pasada, empezando por la quiebra del banco Silvergate, relacionado con las criptomonedas, siguiendo con SVB y Signature, la segunda y tercera quiebras bancarias más importantes de la historia en EE.UU., y ahora la perspectiva de un rescate de Credit Suisse, son sólo las primeras etapas de una crisis que se avecina.

En una carta a los inversores, el Consejero Delegado de BlackRock, Larry Fink, pronosticó una 'crisis de lenta evolución' en el sistema financiero estadounidense tras la quiebra de SVB y que se avecinaban 'más embargos y cierres'.

Dijo que el colapso de SVB era un ejemplo del 'precio que estamos pagando por décadas de dinero fácil'.

La situación real es que Fink, junto con el resto de la oligarquía financiera y sus adláteres, se han beneficiado enormemente del 'dinero fácil' proporcionado por la Fed, que ha disparado su riqueza a la estratosfera.

Cuando el castillo de naipes financiero amenace con derrumbarse, Fink y los de su calaña no pagarán el precio. Serán rescatados como lo fueron en 2008 y como las acciones de Biden han dejado claro que lo serán de nuevo.

Son los trabajadores y sus familias los que pagarán en forma de ataques más profundos a los salarios, intensificación de las condiciones de explotación, destrucción de empleo y recortes del gasto social, igual que ocurrió después de 2008, pero peor.

La respuesta de la clase dominante a la profundización de la crisis mundial del sistema de beneficios es imponer la carga de la crisis a la clase obrera, y no se detendrá ante nada para lograr este objetivo.

En consecuencia, la clase obrera se enfrenta a la tarea de desarrollar su propio movimiento político independiente en la lucha por un programa socialista, comenzando con el fin de la propiedad privada de los bancos y el sistema financiero, llevándolos a la propiedad pública bajo control democrático como el primer paso en la construcción de un nuevo sistema económico para satisfacer las necesidades humanas, no el beneficio privado.

(Publicado originalmente en inglés el 15 de marzo de 2023)

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