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La huelga de los trabajadores rusos de Wildberries y la creciente inestabilidad del régimen de Putin

En medio de la incesante propaganda de guerra contra Rusia en los medios de comunicación occidentales, la evolución de la clase trabajadora rusa recibe poca o ninguna cobertura. Pero en el último mes, la huelga de los trabajadores de Wildberries, un gigantesco sitio de compras en línea, ha tenido una amplia resonancia. Wildberries es una plataforma en la que pequeños y medianos empresarios venden productos. Éstos pagan una comisión a la empresa por los servicios del sitio. La propietaria de Wildberries es la milmillonaria Tatyana Bakalchuk, con un patrimonio neto estimado de 13.300 millones de dólares en 2021.

Para garantizar la entrega de los productos a los clientes, la empresa cuenta con 1) gestores (que toman los pedidos a distancia y se aseguran de que los productos lleguen a su destino); 2) trabajadores de almacén (responsables de comprobar que no haya defectos y de embalar los productos); 3) mensajeros (que llevan los productos a domicilio o a una estación de entrega); 4) propietarios y empleados de las estaciones de entrega (responsables de recibir, almacenar y entregar los productos al cliente).

El 3 de marzo, Wildberries anunció nuevas normas según las cuales, si el comprador devuelve el producto por defectos o porque le enviaron un artículo equivocado, se considera culpable al trabajador del puesto de entrega y se le retiene de su salario la totalidad del precio del producto. Esto se adoptó supuestamente 'para proteger contra el fraude en los puestos de entrega'.

La empresa no era conocida por tener buenas condiciones de trabajo ni siquiera antes de que se implantaran estas nuevas normas, y sufre una rotación de personal muy elevada. Todas las penurias de la crisis económica en Rusia recaen sobre los hombros de los trabajadores y pequeños empresarios que han firmado contratos con la empresa. Bakalchuk tiene una reputación escandalosa como empresaria.

Los propietarios y empleados de los puntos de distribución perdieron la paciencia. Al principio, el 14 de marzo, protestaron en la sede de la empresa, en vano. Al día siguiente comenzó una huelga en toda regla en la que participaron centros de distribución de San Petersburgo, Moscú, Nizhni Nóvgorod, Ekaterimburgo, Barnaul, el Kuzbass, Irkutsk, Chita, Vladivostok y otros. No todos los trabajadores participaron, pero ejercieron cierta presión sobre la empresa.

Aunque la acción de Wildberries no fue una huelga masiva, hizo mucho ruido y varios funcionarios del gobierno decidieron intervenir. La Oficina Federal del Trabajo, el Cuerpo de Diputados de la Duma Estatal, el Ministerio de Industria y Comercio y otros organismos gubernamentales comenzaron inmediatamente a investigar a Wildberries. La explicación oficial de esta investigación fue que 'para preservar la estabilidad social durante la operación especial en Ucrania, se tomaron decisiones rápidas para resolver la situación entre las partes en conflicto'.

En respuesta, Wildberries se retiró, la huelga terminó y las autoridades prometieron encontrar una solución al conflicto.

Incluso hay planes para aprobar una 'Ley Bakalchuk', que supuestamente permitirá una mayor supervisión de gigantes minoristas como Wildberries. Aunque la huelga en sí puede haber tenido un impacto inmediato limitado, da que pensar e indica lo inseguro que se siente el régimen de Putin. El Kremlin optó por intervenir inmediatamente en un conflicto laboral relativamente pequeño para evitar un estallido más amplio de tensiones sociales.

En otro indicio de lo preocupado que estaba el régimen de Putin, el 14 de marzo —es decir, durante la huelga de Wildberries— el presidente ruso hizo un viaje a Ulan-Ude, la capital de Buriatia. El propósito de este viaje era dar un espectáculo de cómo el líder de Rusia se comunica con la clase obrera. Putin visitó una fábrica de aviones, donde le hicieron una visita guiada y habló con los trabajadores.

Este encuentro tuvo un claro carácter propagandístico. Su objetivo era subrayar la supuesta 'consolidación de la sociedad'. Durante el encuentro con los trabajadores, Putin reiteró los típicos tópicos nacionalistas. Señaló que aunque 'somos personas diferentes, tenemos una sola Madre Patria'. En un comentario sobre la reunión, Alexei Martynov, director del Instituto de Estados Modernos, escribió: 'La lógica de la unidad, la lógica del pueblo ruso, la lógica del carácter ruso es que cuanto más nos presionan, más nos unimos, y al final siempre ganamos, a lo largo de toda la historia milenaria de nuestro gran Estado, no importa lo amenazados que estemos, no importa qué horda se nos oponga: los tártaro-mongoles, los europeos, Occidente o cualquier otro'.

Putin intentó trazar una línea divisoria entre su régimen y los países occidentales, señalando que 'para Occidente, los territorios son importantes, pero para nosotros (Rusia), lo son las personas'. Esta fue su justificación para la intervención de Rusia en el Donbass y el inicio de la invasión de Ucrania.

Pero en realidad, para Putin, la vida de las personas solo es importante en la medida en que pueda contribuir a preservar su propia existencia y la de su régimen, que se alza sobre las ruinas de la sociedad soviética. Putin intenta por todos los medios ocultar las contradicciones de clase de la sociedad rusa para asegurarse el apoyo a su guerra en Ucrania. Para ello necesita un Estado fuerte y una nación 'consolidada'.

Pero esta 'unidad' es un mito, como subraya un informe del Labor Protest Monitor sobre la conflictividad laboral en Rusia en 2022. Los párrafos finales del informe afirman:

1. Las protestas laborales no han desaparecido. Su número no ha disminuido, aunque hubo un periodo [hacia el comienzo de la guerra] en el que casi cesaron. Sin embargo, posteriormente la situación volvió al nivel del año pasado.

2. En los últimos años, la dinámica [de los conflictos laborales] ha cambiado significativamente: hay más fluctuaciones y su alcance ha aumentado. El panorama resultante puede calificarse de febril. Pero al mismo tiempo se mantiene la tendencia de crecimiento, es decir, la tendencia general de las fluctuaciones no es a la baja, sino al alza, lo cual es alarmante.

3. Las protestas se producen en la inmensa mayoría de las regiones del país, más o menos con la misma frecuencia. Las tensiones laborales persisten en casi todo el país.

4. La distribución de las protestas por sectores no ha cambiado prácticamente. La estructura sigue siendo la misma: sanidad, transporte e industria. En los últimos años, el transporte y la sanidad han tomado la delantera o se han mantenido en segundo lugar.

5. En 2022, el impago total o parcial de los salarios volvió a recuperar su estatus de 'supercausa' [de conflicto laboral].

El informe continúa,

El principal resultado de 2022 puede considerarse un cambio dramático relacionado con las formas de protestas laborales. Las quejas y 'peticiones' difícilmente pueden considerarse formas de protesta en toda regla, más bien se trata de casos en los que la situación se ha vuelto intolerable para los trabajadores, pero éstos son conscientes de que el conflicto abierto les resulta imposible. Esto es un indicador del estrechamiento del 'corredor de posibilidades', cuando los trabajadores no sólo no tienen la oportunidad de expresar su desacuerdo con las acciones del empresario, sino que también tienen menos oportunidades de participar en la regulación de las relaciones laborales. En el futuro, esta situación contribuirá a la acumulación de una irritación latente, cargada de potencial para una profunda alienación, cuando no una explosión social.

Sobre la base de este informe, se puede concluir que la situación política y económica del país es mucho menos estable de lo que puede parecer a primera vista. El régimen de Putin intenta presentarse como un buen jugador en la escena mundial y capaz de bloquear el desarrollo de una crisis interna. Por eso también podemos anticipar una intensificación de las falsificaciones y represiones históricas por parte del régimen capitalista y restauracionista de Rusia.

El régimen de Putin entiende que necesita ocultar su carácter burgués de todas las formas posibles, para mantener su estatus de supuesto 'Estado del pueblo'. Sin embargo, a pesar de su aislamiento y de las sanciones impuestas al país, el desarrollo de la crisis financiera mundial también afectará inevitablemente a Rusia. Esto, a su vez, conducirá a una manifestación cada vez más clara de la esencia capitalista del régimen. Por mucho que Putin juegue a ser un gobernante todopoderoso, está sujeto a las leyes de la economía capitalista, lo que significa que lanzará un ataque brutal contra los derechos y la posición social de los trabajadores para mantener su posición en el conflicto con el imperialismo. A la luz de esta dinámica, podemos anticipar que este año estallará la lucha de clases en Rusia, alcanzando su nivel en Occidente.

(Publicado originalmente en inglés el 7 de abril de 2023)

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