Español
Perspectiva

Rebaja la calificación crediticia de EE.UU.: otra señal de que se agrava la crisis

El recorte de la calificación crediticia de largo plazo de Estados Unidos por parte de la agencia Fitch Ratings el martes es un hito importante en el declive económico y financiero histórico del imperialismo estadounidense, junto a la crisis cada vez más profunda en el Estado norteamericano.

La rebaja refleja el aumento masivo de la deuda federal estadounidense, que se ha visto impulsada por una serie de rescates bancarios y empresariales, acompañados por un gasto militar desenfrenado para financiar guerras interminables.

La caída de la calificación de Fith fue de AAA a AA+, equiparándola con la rebaja de la calificadora Standard & Poor’s en 2011, después de un conflicto en el Congreso sobre el aumento del techo de la deuda durante el Gobierno de Obama.

Representando a Wall Street, Fith exigió que el Gobierno estadounidense responda a la creciente crisis de la deuda por medio de una intensificación de los ataques a la posición social de la clase trabajadora recortando el gasto social.

Fitch se quejó de que “solo ha habido un progreso limitado en abordar los desafíos de mediano plazo relacionados al aumento de los costes del seguro social y Medicare debido a una población cada vez más envejecida”.

En otras palabras, si bien los rescates bancarios y el gasto militar han causado la crisis de la deuda, la solución de Wall Street es empobrecer y arrojar a la gran mayoría de la población a la miseria.

El explosivo aumento de la deuda del Gobierno de EE.UU. ha sido ilustrado por los pronósticos de la Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés).

En 2007, justo antes de la crisis financiera mundial, cuando las ilusiones sobre la fortaleza de la economía estadounidense estaban en su apogeo, la CBO predijo que la deuda federal pública se reduciría al 22 por ciento del PIB en una década.

Ahora ronda el 100 por ciento, y la CBO prevé que aumentará hasta el 107 por ciento en 2031.

El crecimiento de la deuda se ha visto alimentado por la profundización de la crisis de la economía y el sistema financiero estadounidenses.

La respuesta a la crisis financiera de 2008 fue el desembolso de cientos de miles de millones de dólares en rescates corporativos, combinado con la inyección de dinero en el sistema financiero por parte de la Reserva Federal en el marco de su programa de flexibilización cuantitativa. Cientos de miles de millones de dólares más fueron entregados a las corporaciones en respuesta a la crisis del COVID, mientras la Reserva Federal inyectaba aún más dinero en los mercados financieros.

En respuesta a una serie de pánicos bancarios este año, la Administración de Biden dio a entender de hecho que todos los depósitos bancarios serían respaldados por el Gobierno federal.

Por si fuera poco, Estados Unidos ha elevado su gasto militar a cifras récord, con nuevos aumentos por venir, junto con subvenciones a empresas para que reubiquen sus operaciones en Estados Unidos, especialmente en áreas de alta tecnología, como parte de su guerra económica contra China.

Al anunciar la decisión, Fitch dijo que se había tomado debido a un “deterioro constante de las normas de gobierno de los últimos 20 años”. Como para subrayar el punto, el anuncio se hizo el mismo día en que se le imputaron cuatro acusaciones al expresidente Trump por sus intentos de anular el resultado de las elecciones de 2020.

Un informe del New York Times dijo que los funcionarios del Gobierno de Biden habían sido informados antes de la rebaja y dieron a conocer su oposición. Indica que “los representantes de Fitch repetidamente mencionaron la insurrección del 6 de enero de 2021 como un área de preocupación sobre la gobernabilidad de Estados Unidos”.

En una columna del Financial Times (FT) dedicada en gran parte a extractos del informe de Fitch, el autor apuntó que “la herramienta de metadatos del FT sugería que la etiquetáramos bajo 'mercados emergentes'“.

La rebaja de Fitch suscitó estridentes denuncias de los funcionarios del Gobierno de Biden, que la tildaron de “imprecisa”, “absurda” y “amplia y correctamente ridiculizada”.

La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, dijo que la decisión era “arbitraria y basada en datos obsoletos”.

“La decisión de Fitch no cambia lo que los estadounidenses, los inversores y la gente de todo el mundo ya saben: que los bonos del Tesoro siguen siendo el activo más seguro y líquido del mundo, y que la economía estadounidense es fundamentalmente fuerte”, afirmó.

Si realmente fuera así, la titular financiera del Gobierno no tendría que decirlo.

La realidad es que el sistema financiero estadounidense se ha visto sacudido por una serie de crisis en la última década y media.

En 2008, el sistema bancario estaba al borde del colapso. En marzo de 2020, el mercado del Tesoro estadounidense se congeló, de tal forma que durante varios días prácticamente no hubo compradores de deuda pública estadounidense, supuestamente el activo más seguro y líquido del mundo. Y en marzo de este año, Estados Unidos registró tres de las cuatro mayores quiebras bancarias de su historia.

También están en juego varios procesos decisivos a más largo plazo.

En agosto de 1971, el Acuerdo de Bretton Woods, uno de los pilares fundamentales del sistema monetario de posguerra, se vino abajo cuando Estados Unidos retiró el respaldo en oro del dólar estadounidense, que había sido canjeable a 35 dólares por onza.

Desde entonces, el sistema financiero mundial ha operado sobre la base del dólar, funcionando como dinero fiat. Al no estar respaldado por un valor real en forma de oro, su preeminencia ha dependido de dos factores: la estabilidad política de Estados Unidos como principal potencia capitalista y la fortaleza de su economía y su sistema financiero.

Ambos fundamentos se encuentran en un avanzado estado de deterioro.

Esta situación tiene importantes ramificaciones económicas y políticas. EE.UU. solo ha podido organizar rescates corporativos, inyectar cantidades aparentemente interminables de dinero en el sistema financiero y elevar el gasto militar a récords cada vez mayores –haciendo lo que ningún otro gobierno puede hacer— gracias al papel global del dólar.

La decisión de Fitch es otra señal de que esta posición se ve amenazada. Otras potencias, como China, Brasil, India y Arabia Saudí, están intentando cerrar acuerdos comerciales al margen del dólar.

Los bancos centrales están aumentando sus compras de oro como una reserva de valor más segura, y existe la amenaza siempre de una crisis en el mercado del Tesoro estadounidense, de 25 billones de dólares, como consecuencia de una corrida de la deuda pública estadounidense.

La clase dominante estadounidense está respondiendo a esta crisis cada vez más profunda mediante la escalada de una “guerra en dos frentes”: contra la clase trabajadora en el interior y contra los rivales de Washington en el exterior.

La rebaja de la calificación se utilizará, como indica Fitch con su referencia al aumento de los costes del seguro social y Medicare, para acelerar el ataque contra la posición social de la clase obrera.

Y esto no se limita a Estados Unidos. Como señaló el Australian Financial Review, la rebaja de la calificación de EE.UU. es una “llamada de atención a otras naciones en líos fiscales”, una descripción que se puede aplicar a los Gobiernos de todo el mundo cuyas deudas han aumentado a un nivel récord.

La erupción global del imperialismo estadounidense, expresada más claramente en la escalada de la guerra en Ucrania, marca un esfuerzo de Estados Unidos por apuntalar su hegemonía global, y la preeminencia del dólar estadounidense, por medios militares.

Como siempre ocurre, las crisis económicas se resolverán mediante la lucha de clases. La clase obrera debe responder a los ataques cada vez más profundos de la clase dominante desarrollando su lucha política por un programa socialista internacional y la construcción del partido revolucionario para luchar por este programa.

(Publicado originalmente en inglés el 2 de agosto de 2023)

Loading