El viernes por la noche, un terremoto sacudió en Marruecos las zonas montañosas cercanas a la ciudad de Marrakech, causando al menos 2.000 muertos y más de 2.000 heridos. De los heridos, más de 1.400 se encuentran en estado crítico, según el Ministerio del Interior marroquí.
Se prevé que el número de muertos aumente trágicamente, ya que las zonas más afectadas son aldeas montañosas remotas a las que los equipos de rescate tienen dificultades para llegar debido a las deficiencias de las infraestructuras y la planificación de emergencias. Aún no está claro cuántos miles de personas más pueden seguir sepultadas bajo los escombros.
El terremoto del viernes tuvo su epicentro cerca de Ighil, en la provincia de Al-Haouz, a unos 70 kilómetros al sur de Marrakech, la cuarta ciudad más grande de Marruecos. El seísmo, de magnitud 6,8, sacudió la cordillera del Alto Atlas a una profundidad relativamente baja de 18,5 kilómetros, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus) siglase n inglés). Ha sido el terremoto más mortífero en Marruecos desde 1960, cuando un seísmo de magnitud 5,8 sacudió las proximidades de Agadir, matando al menos a 12.000 personas.
Funcionarios de la ONU calculan que el seísmo ha afectado a 300.000 personas. El seísmo se sintió en todo Marruecos, incluidas las ciudades costeras de Imsouane y Essaouira, a 180 y 200 km al oeste de Marrakech; en la capital, Rabat, a 350 km al norte del epicentro; y en Portugal y Argelia.
La mayoría de las víctimas mortales se registraron en las provincias montañosas de Al-Haouz y Taroudant. Según el Ministerio del Interior marroquí, el número de muertos ascendió a 1.293 en la región de Al-Haouz, 452 en la región de Taroudant, 191 en la ciudad de Chichaoua, 41 en la región de Ouarzazate, 15 en la prefectura de Marrakech, 11 en la provincia de Azilal, 5 en la prefectura de Agadir Ida-Outanane, 3 en la provincia de Casablanca y 1 en la provincia de Youssoufia. El pueblo de Tafeghaghte, a 65 km al suroeste de Marrakech, quedó casi totalmente destruido.
Los hospitales de Marrakech están registrando una gran afluencia de heridos, y las autoridades están haciendo un llamamiento a los residentes para que donen sangre.
La región está situada en una conocida zona sísmica y alberga a miembros de la comunidad amazigh (o bereber) de Marruecos. El régimen del rey marroquí Mohamed VI ha aislado sistemáticamente la región para centrarse en proyectos de desarrollo en grandes ciudades como Marrakech y ha reprimido a sus habitantes cuando han protestado contra ello.
Samia Errazzouki, investigadora que estudia Marruecos en la Universidad de Stanford, afirmó: 'Esta región, fuera de cualquier catástrofe natural y en un día normal, es una de las regiones de más difícil acceso, ya que las infraestructuras son muy deficientes. Las carreteras y el acceso a esta región ya son difíciles, antes de añadir dificultades como escombros o problemas con las carreteras. Va a hacer falta un milagro para llevar ayuda inmediata allí'.
'Estas regiones han sufrido terremotos históricamente, pero también han sido marginadas. En momentos en los que la gente pedía, exigía ayuda, infraestructuras y desarrollo como en el movimiento Hirak en 2016, a los que lo hacen los meten en la cárcel', añadió. 'En un buen día, esta región es de difícil acceso y está privada de infraestructuras básicas. El sistema hospitalario allí es pésimo'.
Crece la indignación por la lenta respuesta de la monarquía a la catástrofe y la inacción del rey Mohammed VI, que se encontraba en una residencia en Francia cuando se produjo el seísmo. The Guardian señaló: 'A pesar de que regresó para presidir la reunión de respuesta de emergencia, algunos dijeron que se podrían haber perdido horas vitales debido a la necesidad de contar con la aprobación y el control de palacio'.
Mientras se retrasa la operación de rescate, los habitantes de muchos pueblos están utilizando herramientas caseras o sus propias manos para desenterrar a los muertos de entre los escombros. La destrucción causada por el terremoto ha dejado a muchos supervivientes sin hogar, con escasez de agua y alimentos, y de otras ayudas necesarias, mientras muchos se preparan para pasar una tercera noche sin cobijo.
Desde la aldea de Ait Yahya, en la provincia de Taroudant, Ayman Al Zubair, de Al Jazeera, informó: 'Hay un aire de tristeza entre la gente, y expresaron su temor [sobre] cuándo llegará la ayuda para ellos. ... Han recibido algo de ayuda en forma de alimentos, pero su principal demanda es un lugar donde alojarse. En la zona también escasea el agua, y hay animales muertos que aún no han sido incinerados, por lo que se teme que puedan surgir enfermedades'.
Un residente de Amizmiz, a 55 km al sur de Marrakech, declaró a Al Yazira que todos sus habitantes perdieron sus casas, y que cada familia llora a sus seres queridos fallecidos en el terremoto.
'Vivimos en una situación de crisis', declaró a Al Jazeera otro residente de Amizmiz. 'Pedimos que el rey Mohamed VI intervenga y nos envíe ayuda porque estamos viviendo una situación traumática', dijo, añadiendo que el pueblo carece de electricidad, alimentos y otras ayudas necesarias.
Un residente de la aldea de Moulay Brahim, Yassin Noumghar, de 36 años, dijo: 'Perdimos nuestras casas, también perdimos gente, y hemos dormido dos días a la intemperie. No hay comida. Sin agua. También hemos perdido la electricidad. Sólo queremos que nuestro gobierno nos ayude'.
Como en el terremoto masivo de febrero de 2023 en Turquía y Siria, el horrible número de muertos en el terremoto de Marruecos no es principalmente un desastre natural, sino sobre todo un desastre social arraigado en la grotesca desigualdad social del sistema capitalista. Con infraestructuras de construcción adecuadas y seguras, las ciudades pueden sobrevivir a terremotos incluso más potentes que el que sacudió Marruecos el viernes. Sólo cuatro personas murieron por los daños causados por el terremoto de magnitud 7,4 que sacudió Fukushima en Japón en 2022.
Más de 50.000 murieron en Turquía y Siria, y miles más han muerto ahora en Marruecos, porque las autoridades estatales ignoran las directrices básicas de seguridad y no se construyen viviendas e infraestructuras seguras.
En Marruecos, a pesar de los recientes terremotos, muchos edificios y especialmente viviendas rurales en zonas sísmicas no están construidos para resistir tales temblores. Esto quedó aún más patente cuando los directores de los hoteles de Marrakech, desesperados por tranquilizar a los turistas que acudían a la ciudad, hablaron de la enorme diferencia entre los daños relativamente limitados del terremoto en la propia Marrakech y la devastación en los pueblos cercanos.
Samuel Roure, que preside la asociación de casas de huéspedes de Marrakech, declaró a Le Monde: '[C]uando veo las imágenes del terremoto y leo sobre Marrakech en los medios de comunicación, no tengo la sensación de estar viviendo en el mismo país. ... Llevo recorriendo la medina desde las 7:30 de la mañana y, de los 10.000 riads (casas y habitaciones de huéspedes) de la ciudad, apenas 50 se han derrumbado'. Añadió que en Marrakech, a diferencia de los pueblos circundantes duramente afectados, 'las infraestructuras están intactas, el aeropuerto funciona, al igual que las redes de telecomunicaciones, agua y electricidad'.
Con programas masivos de obras públicas centrados en crear infraestructuras sociales esenciales y reforzar las viviendas, la humanidad podría construir ciudades resistentes a los terremotos en todo el mundo. Sin embargo, el sistema capitalista es incapaz de asignar los recursos necesarios para ello, ya que en su lugar se gastan billones de dólares en guerras imperialistas y rescates bancarios para los superricos. Para poner fin a las muertes innecesarias por terremotos es necesaria la lucha de la clase obrera internacional contra el capitalismo, luchando por subordinar el beneficio privado a las necesidades sociales esenciales.
(Publicado originalmente en inglés el 10 de septiembre de 2023)
