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Perspectiva

La victoria electoral de Wilders en Países Bajos: ¿cómo detener la guerra y el fascismo?

La victoria electoral del extremista de derecha Geert Wilders en las elecciones parlamentarias de Países Bajos es producto del colapso completo de las fuerzas exizquierdistas y también refleja el giro hacia la derecha de toda la elite política. Demuestra que la lucha contra el fascismo y la guerra exige un movimiento independiente y socialista de la clase trabajadora.

Geert Wilders, líder del ultraderechista Partido por la Libertad (PVV), habla con los medios luego de una reunión con la presidenta de la Cámara de Representantes Vera Bergkamp, dos días después de que Wilders ganara la mayor cantidad de votos en una elección general, en La Haya, Países Bajos, 24 de noviembre de 2023 [AP Photo/Peter Dejong]

El Partido por la Libertad (PVV) de Wilders, que es conocido por sus campañas de odio contra el Islam y contra los migrantes, duplicó su voto a poco menos del 25 por ciento. El PVV se convirtió por mucho en la fuerza más fuerte en el fragmentado panorama partidario holandés.

Wilders incluso tiene la posibilidad de convertirse en el próximo jefe de Gobierno en la quinta economía más grande de la UE. El partido VVD liberal de derecha del todavía actual primer ministro Mark Rutte y el recién fundado NSC del renegado demócrata cristiano Pieter Omtzigt han indicado su voluntad de proporcionarle una mayoría.

Si Wilders finalmente liderará el Gobierno no es la cuestión decisiva. Se implementarán las políticas de los fascistas y se seguirá acelerando el giro a la derecha de todos los partidos de la burguesía. Como siempre, los partidos del establishment y los medios de comunicación justificarán la adopción del programa de extrema derecha diciendo que las “preocupaciones de la población” deben tomarse en serio. En realidad, ha sido la promoción de la extrema derecha por parte de la clase dominante lo que ha allanado su camino hacia el poder.

Cualquiera que sea el resultado de las negociaciones gubernamentales en Países Bajos, los trabajadores de toda Europa se enfrentan a un fuerte giro hacia la derecha por parte de toda la burguesía. Las fuerzas fascistas se han integrado durante mucho tiempo en varios Gobiernos, y su programa de guerra, dictadura y agitación contra los refugiados se está implementando en todo el continente.

Todos los Gobiernos europeos y todos los partidos establecidos apoyan el genocidio perpetrado por el Gobierno israelí de extrema derecha en Gaza. Toda la población ha sido tomada como rehén, hambrienta y sometida a un bombardeo permanente, que ya se ha cobrado la vida de 20.000 personas, entre ellas al menos 7.000 niños. En todo el continente, esta política esencialmente fascista va acompañada de una incitación repugnante contra los musulmanes, que la extrema derecha ha colocado en el centro de su programa durante años, y de ataques contra los opositores a la guerra. Los derechos democráticos fundamentales están siendo abolidos.

Al mismo tiempo, estos mismos Gobiernos están trabajando en Ucrania con los herederos de los colaboradores nazis, antisemitas y fascistas para librar su guerra por delegación contra Rusia. Setenta y ocho años después del final de la Segunda Guerra Mundial, los tanques alemanes vuelven a rodar contra Rusia. Un horrendo rearme está teniendo lugar en toda Europa. Alemania y Países Bajos ya han duplicado sus presupuestos militares en los últimos años y han integrado sus ejércitos muy estrechamente.

Esta desquiciada política de guerra va acompañada de una devastación social extrema en todos los países europeos. La inflación está diezmando los salarios de los trabajadores, se han recortado los presupuestos de salud y educación y se están eliminando los programas sociales restantes. Incluso según las cifras oficiales, los salarios reales en los Países Bajos han caído un 7 por ciento en el último año.

Sin embargo, esta política de guerra y austeridad se enfrenta a una enorme oposición en la clase trabajadora. Las protestas de un millón de personas en Francia contra los recortes de pensiones de Macron, las huelgas masivas en Reino Unido, contra los recortes salariales reales y las prohibiciones de huelgas, y las enormes manifestaciones contra el genocidio en Gaza son solo el comienzo de una lucha de clases en plena escala.

La extrema derecha está siendo impulsada deliberadamente por la clase dominante para reprimir brutalmente a esta oposición. En Italia, llevaron al poder a Giorgia Meloni, cuyo pedigrí político se remonta directamente a Mussolini. El canciller alemán Olaf Scholz (SPD) está colaborando estrechamente con ella para organizar la deportación masiva de refugiados e implementar recortes sociales. En Francia, los ministros de Macron marcharon junto con la fascista Marine Le Pen para promover el genocidio en Gaza. En Alemania, el partido Alternativa para Alemania (AfD) está totalmente integrado en el trabajo parlamentario, mientras las redes terroristas de extrema derecha en el aparato estatal están respaldadas por las más altas autoridades.

Wilders también fue cortejado sistemáticamente en Países Bajos durante la campaña electoral. Todos los partidos adoptaron su programa y colocaron la inmigración en el centro de sus campañas. Fue un intento transparente de volver a los refugiados y los migrantes en el chivo expiatorio de la profunda crisis social, la aguda escasez de viviendas y el aumento de los costos de la atención médica, que han sido los resultados de una política seguida por todos los partidos principales en interés del capital financiero.

El hecho de que Wilders y los otros partidos de extrema derecha aún logren hacerse pasar por una fuerza antisistema y canalizar la frustración política en una dirección reaccionaria es el resultado de la completa bancarrota de las fuerzas oficiales de “izquierda”. Están tan abiertamente en el campo proguerra que incluso las fuerzas de extrema derecha que critican la guerra de la OTAN contra Rusia desde un punto de vista nacionalista-militarista pueden sacar provecho del estado de ánimo antibélico entre la población hasta cierto punto. Hoy en día, no hay literalmente ningún partido establecido que represente ni siquiera parcialmente los intereses de la población trabajadora.

El canciller alemán Olaf Scholz, el líder del Partido Laborista británico Keir Starmer y el presidente de los Estados Unidos Joe Biden, que se hace pasar por amigo de los trabajadores en los Estados Unidos, defienden la política del genocidio, la guerra y los ataques sociales. El Partido Laborista Holandés (PdA) desempeñó un papel pionero en esto. El llamado “ modelo pólder”, que estableció una estrecha cooperación entre los sindicatos, las asociaciones empresariales y el Gobierno en la década de 1980, sirvió de modelo para gobernantes socialdemócratas Tony Blair (Reino Unido) y Gerhard Schröder (Alemania) en sus políticas amplias de contrarrevolución social.

El PdA se presentó a las últimas elecciones parlamentarias bajo la dirigencia del veterano vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, que encarna las políticas antiobreras de la Unión Europea y apoya firmemente la guerra de Ucrania y el genocidio israelí en Gaza. Aunque el PdA se fusionó con los verdes, ambos partidos juntos solo alcanzaron el 15,5 por ciento de los votos.

El Partido Socialista exmaoísta desempeñó un papel clave al negarles a los trabajadores y jóvenes la oportunidad de votar por una oposición de izquierda a la campaña de odio xenófobo. Este partido, que recibió hasta un 30 por ciento de apoyo en varias encuestas en los últimos años, recibió solo el 3,1 por ciento de los votos. Durante la campaña electoral, el partido hizo campaña por una política más dura hacia los solicitantes de asilo y pidió “un cese temporal de la migración económica”.

Sus partidos hermanos en el Parlamento Europeo, dondequiera que hayan estado involucrados en los Gobiernos, han aplicado las políticas de militarismo y recortes sociales de una manera particularmente agresiva. Syriza formó una coalición con el partido de extrema derecha Anel en Grecia en 2015 para imponer los recortes sociales más brutales. En España, Podemos se unió al Gobierno del Partido Socialista en 2020 y ha estado apoyando activamente las políticas de austeridad y guerra desde entonces.

Los sindicatos se han transformado en fuerzas policiales corporativas que reprimen la resurgente lucha de clases y hacen cumplir los dictados de los Gobiernos. Solo este año, han sofocado los movimientos huelguísticos en Francia, Reino Unido, Alemania y muchos otros países, imponiendo recortes masivos a los salarios reales de los trabajadores.

Esta supresión de la lucha de clases y la ausencia de cualquier alternativa de izquierda en el espectro oficial significa que, en medio de la crisis más profunda del capitalismo desde la década de 1930, las fuerzas más derechistas pueden dominar e incluso ganar elecciones.

A diferencia de la década de 1930, cuando la clase dominante utilizó movimientos de masas fascistas para aplastar el movimiento obrero organizado, los extremistas de derecha hoy en día no tienen organizaciones de masas. Pero eso no hace que la situación sea menos peligrosa. Ejercen una influencia considerable y controlan gran parte del aparato estatal represivo, utilizado contra la clase trabajadora para aplastar y aterrorizar cualquier oposición.

Cada vez que los partidos de extrema derecha forman o participan en el Gobierno, la ira y la oposición en la clase trabajadora se agudizan. Pero la lucha contra los extremistas de derecha solo puede tener éxito si tiene una perspectiva política clara. El movimiento debe dirigirse no solo contra Wilders, Meloni y compañía., sino contra todo el orden capitalista, sus partidos y su aparato estatal, y a favor del socialismo. La cuestión central que enfrentan los trabajadores y los jóvenes es cómo construir su propia dirección revolucionaria.

Cuando los políticos “liberales” y pseudoizquierdistas piden la “unidad de los demócratas” contra los extremistas de derecha en discursos dominicales ocasionales, buscan seguir sofocando la lucha de clases y hacer cumplir las políticas más derechistas. Esto no sirve para luchar contra la extrema derecha, sino para fortalecerla.

El frente único de todos los partidos detrás de sus políticas genocidas y criminales tiene causas objetivas profundas. “Por la tensión de clase demasiado alta y los antagonismos internacionales, las llaves de seguridad de la democracia se funden o se rompen. Esta es la esencia del cortocircuito de la dictadura”, escribió León Trotsky en 1929. Entonces y en la actualidad, la crisis capitalista ofrece solo dos alternativas: la dictadura y la guerra o la revolución socialista.

Las protestas masivas contra el genocidio de Israel y las huelgas que se están desarrollando en todas partes deben convertirse en un poderoso movimiento contra el capitalismo y por una sociedad socialista. Esto es por lo que el Partido Socialista por la Igualdad (Alemania) está luchando junto con sus partidos hermanos en Reino Unido, Francia y Turquía en las elecciones europeas del próximo año. Apoya nuestra campaña electoral ahora y construye el Comité Internacional de la Cuarta Internacional como un nuevo partido de masas de la clase trabajadora para detener la guerra y el fascismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de noviembre de 2023)

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