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Yo nunca fui un trotskista

Líder pablista de Francia Insumisa habla sobre la guerra en Ucrania y la lucha de clases

En la manifestación del Primero de Mayo en Marsella, los reporteros de WSWS se encontraron con Samuel Johsua. Miembro de largo tiempo del movimiento pabloísta, Johsua abandonó el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) para unirse al Frente de Izquierda. Elegido en 2014 en los distritos 13 y 14 de Marsella, ahora es miembro del partido Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon.

Samuel Johsua

Johsua se unió al Partido Comunista Francés Stalinista (PCF) a la edad de 13 años, después del golpe de estado de 1961 durante la guerra de independencia de Argelia de Francia. Fue activo en la Unión de Estudiantes Comunistas (UEC), donde conoció al líder pabloísta Alain Krivine, uniéndose más tarde a la Juventud Comunista Revolucionaria Pabloísta, que se convirtió en la Liga Comunista Revolucionaria (LCR). Profesor emérito de educación, es autor de Las escuelas entre crisis y refundación (1999) y Otra escuela es posible (2003).

No se puede entender la entrevista con Johsua sin recordar la división fundamental entre el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (ICFI, sigla en inglés) y el movimiento pabloísta en 1953. El ICFI movilizó a quienes todavía defendían la lucha marxista de Trotsky contra el estalinismo y el capitalismo, y la perspectiva de una lucha de la clase obrera internacional por el poder y el socialismo. Las fuerzas lideradas por Michel Pablo y Ernest Mandel argumentaron que la clase obrera ya no podía jugar un rol revolucionario, un papel que recayó en las burocracias estalinistas y nacionalistas burguesas.

La entrevista con Johsua revela el abismo que separa a LFI del marxismo, y el obstáculo que representa el pabloísmo para una lucha revolucionaria de la clase obrera por el socialismo. El problema no es, como afirma Johsua, que los trabajadores no estén dispuestos a luchar. Los partidos que los medios de comunicación capitalistas promueven como la “extrema izquierda” son partidos pequeñoburgueses vinculados a las burocracias sindicales, y que apoyan a la OTAN y al imperialismo, incluso ante el genocidio en Gaza y los llamados de Macron para enviar tropas a Ucrania para luchar contra Rusia.

Restándole importancia a las traiciones de las burocracias sindicales a las luchas de clases, y en particular a la lucha del año pasado contra los recortes a las pensiones de Macron en Francia, Johsua propone una perspectiva totalmente desmoralizada. Ignorando el papel de las burocracias y los partidos que estrangulan a los trabajadores, culpa a la clase obrera por la ausencia de lucha revolucionaria. Mientras que Mélenchon obtuvo 8 millones de votos en las elecciones presidenciales de 2022, Josua afirma que Mélenchon tampoco pudo movilizar a sus votantes. En resumen, nada se puede hacer.

Según Johsua, la cuestión de la unificación internacional de la clase obrera es una cuestión que se debe plantear ritualmente, una vez al año, el Día del Trabajo. Esta perspectiva antimarxista y nacionalista es extremadamente peligrosa: la unificación internacional de la clase obrera en lucha es la única forma de detener la guerra imperialista, el genocidio, el gobierno policial y la austeridad social.

La manifestación en Marsella el 1 de mayo de 2024.

A medida que una nueva generación de jóvenes se moviliza internacionalmente contra el genocidio en Gaza, es esencial construir un movimiento revolucionario y socialista internacional, basado en las lecciones de las grandes luchas del siglo XX y XXI. La base política e histórica de tal movimiento es la defensa del trotskismo por parte del ICFI contra su falsificación por el pabloismo y otras tendencias pequeñoburguesas ligadas al estalinismo.

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WSWS: ¿Por qué manifiestas el Primero de Mayo?

Johsua: El Primero de Mayo es una tradición que se ha pagado caro. Se necesitaron algunos disturbios para obtener el derecho a marchar el Primero de Mayo, y una vez al año se explica que hay una unidad internacional de los trabajadores que se debe mostrar.

También es una oportunidad para resaltar los problemas del momento: el auge de la extrema derecha en todo el mundo y también, lamentablemente, en nuestro país. Esta subida, si lo pensamos un poco, está vinculada a las ofensivas contra la destrucción de logros de los trabajadores. Mucha gente votó por Macron para bloquear a Le Pen en las últimas elecciones presidenciales. En lugar de ser una barrera contra el fascismo, resultó ser una calzada hacia él.

Está el regreso de la guerra en Europa con Rusia y luego lo que está sucediendo en Gaza con esta masacre permanente llevada a cabo por Israel, a pesar de las críticas de otros gobiernos. Se discute el término genocidio, el tribunal de la ONU dice que hay un riesgo, este riesgo no debe ser tomado. Justo ayer Netanyahu dijo que iba a invadir Rafah, por lo que todos saben que eso significa un desastre humanitario. Tenemos que obtener un alto el fuego y una solución política duradera e incluso la liberación de los rehenes.

WSWS: ¿Por qué no hay un llamado de Mélenchon para movilizar a los trabajadores, y a los 8 millones de votantes que votaron por él en las elecciones presidenciales de 2022, contra la guerra y el genocidio en Gaza? LFI también es objeto de amenazas de procesamiento por sus declaraciones sobre Gaza.

Johsua: No creo que el problema sea un llamado a movilización. Muchos sectores han sido convocados a movilizarse por Mélenchon, pero podemos ver que el internacionalismo en general tiene mucha dificultad para expresarse en Francia, especialmente las manifestaciones por Gaza, que son menos importantes en Francia que en el extranjero. Deben haber razones mucho más fundamentales, el equilibrio general de poder entre la izquierda y la derecha ha deteriorado considerablemente. En las encuestas, la izquierda es el 50 por ciento, pero la izquierda no es pro palestina.

Estoy decepcionado al principio dado el poder de los medios de comunicación, después de un mes, vimos las masacres, me dije que la opinión cambiaría. De hecho ha cambiado, las personas que apoyan a Israel son minoría, y también lo son los palestinos. Han cambiado a “ya no decimos, nos apartamos”.

En Francia Insumisa, no hemos abandonado esto, lo tenemos en mente. Hemos visto cosas inconcebibles. [La oficial de LFI] Rima [Hassan] y la presidenta del grupo parlamentario son citadas por la policía por enaltecer el terrorismo. Eso debería escandalizar a todos. Creo que más bien hay una falta de confianza en sí mismo por parte de las personas para cambiar las cosas. Que un movimiento extraordinario puso a millones de personas en las calles contra las pensiones, pero perdimos. La idea de que puedes influir en algo es problemática.

WSWS: Durante la reforma de las pensiones contra Macron, dos de cada tres franceses estaban a favor de una huelga general, y la gente se manifestó en masa. ¿Por qué crees que se perdió la lucha lucha?

Johsua: ¿Los que tenían el control del movimiento hicieron lo correcto? Eso es discutible. Creo que teníamos las encuestas a nuestro favor, la gente estaba convencida, pero no tuvimos éxito porque este gobierno se apoya en las instituciones y las fuerzas de la represión. Se debería haber convocado una huelga general, pero la convocatoria no es suficiente. Tiene que ser activada.

En 1968, al principio no hubo huelga general. La gente se dijo, vamos. Cuando ves lo que ha funcionado en Europa, son los movimientos que ocupan las plazas, en España, en Atenas, estaban los indignados. Me dije a mí mismo que esto es lo que deberíamos hacer, pero como me dijo mi amigo Olivier Besancenot: “No podemos, porque nunca nos habrían permitido ocupar un lugar. El nivel de represión del gobierno francés sería significativo y nada que vaya más allá de los sindicatos ha sido visto en Francia durante mucho tiempo”.

WSWS: En el apogeo de las protestas, los sindicatos decidieron negociar con [la primera ministra Elisabeth] Borne.

Joshua: Eso es discutido … Hubo un llamado a bloquear el país, pero no tuvimos éxito. Sobre las negociaciones de los sindicatos con Borne, dijeron que sí, pero no fueron. Los trabajadores no presionaron lo suficiente. Hay una crisis de compromiso militante, excepto entre los jóvenes. Cuando las élites intelectuales, como en Estados Unidos o en Sciences Po Paris, apoyan a Gaza, indica cómo se orientan los jóvenes, como lo hacen en la cuestión ecológica.

WSWS: ¿Cuál es la posición de LFI sobre la guerra en Ucrania?

Johsua: Condenamos la agresión rusa y estamos a favor de dar a los ucranianos los medios para defenderse. A nivel europeo, LFI votó para armar a Ucrania. Luego está la cuestión de la OTAN, podemos ver que todo esto refuerza la OTAN con la entrada de Suecia en particular. En LFI estamos por la disolución de la OTAN.

Donde se pone complicado es: ¿qué deberíamos hacer ahora? La idea propuesta es encontrar una salida a través de las negociaciones, para que las poblaciones puedan lograr la autodeterminación y que esto se pueda hacer dentro del marco de la OSCE, que tiene la ventaja de no ser la OTAN. Tenemos que encontrar soluciones como el acuerdo de Minsk, que no fue respetado. Estamos en contra de la adhesión de Ucrania a la UE bajo estas condiciones.

WSWS: ¿Cuál es su posición sobre el papel de la OTAN y las fuerzas fascistas en Ucrania, sobre la oposición de la población ucraniana al régimen ucraniano?

Johsua: Tuvimos la misma pregunta cuando Mussolini invadió Abisinia, había un régimen fascista y un régimen hiper reaccionario, ¿qué deberíamos hacer? Trotsky dijo que debemos defender el derecho de los pueblos a la autodeterminación y, por lo tanto, defender a Abisinia. Cuando la pregunta surgió de nuevo en 1940 durante la Segunda Guerra Mundial, Trotsky luchó para que Estados Unidos, el principal poder militar de la época, entrara en la guerra, en oposición a la mayoría de los trotskistas en la sección estadounidense que no querían la integración en una guerra inter imperialista. No estamos luchando por Zelensky, estamos defendiendo un país bajo ataque.

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Los reporteros de WSWS disputaron esta falsa identificación de la guerra del régimen ruso en Ucrania con la invasión del régimen fascista italiano a Abisinia (la monarquía etíope) en 1935. No se puede determinar una actitud marxista hacia una guerra simplemente preguntando “¿quién disparó primero?”. La situación de Ucrania aliada a la OTAN e invadida por las tropas rusas no es similar a la de un país colonial invadido por una potencia imperialista.

Esta ecuación falsa deja fuera el papel decisivo de las potencias imperialistas de la OTAN, que dominan las finanzas internacionales y la economía. Los trabajadores deben oponerse al régimen capitalista reaccionario de Rusia y a su guerra, pero deben oponerse sobre todo a los planes de Macron y otros líderes de la OTAN para controlar y saquear tanto a Rusia como a Ucrania.

También rechazaron la falsificación de la historia del trotskismo implicada en la engañosa afirmación de que supuestamente Trotsky aprobó el papel del imperialismo estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. Trotsky luchó para que la clase obrera estadounidense e internacional liderara la lucha contra el hitlerismo mientras preservaba su independencia de clase. La Política Militar Proletaria propuesta por Trotsky pedía entrenamiento militar y escuelas militares para trabajadores y oficiales de trabajadores, dirigidas en los Estados Unidos por organizaciones de trabajadores, los sindicatos recién construidos en las grandes luchas de clases de la década de 1930 en los Estados Unidos.

Los reporteros de WSWS señalaron que esto separaba a Trotsky del pacifismo de los renegados pequeñoburgueses del trotskismo como Max Shachtman, quien, después de la conquista nazi de Francia propuso una posición pacifista e incluso se unió al esfuerzo de guerra del imperialismo estadounidense. Shachtman denunció tanto a Trotsky como a la Unión Soviética, a la que llamó “imperialismo ruso”. Este mismo argumento se recoge ahora, tres cuartos de siglo después, por las fuerzas pequeñoburguesas en Europa que respaldan la guerra total contra Rusia.

Johsua respondió apoyando los ataques Shachtmanitas contra Trotsky y el análisis trotskista de la Unión Soviética, repitiendo sus falsificaciones de la historia del trotskismo, y admitiendo que nunca había sido trotskista.

Respondió: “No nos referimos a las mismas tradiciones. Hubo una divergencia, sí, en la cuestión de la naturaleza de la URSS. Trotsky se equivocó, pero eso no es lo que quiero debatir hoy. En esta cuestión, nunca fui un trotskista, la contrarrevolución no mantuvo la base de la revolución. Trotsky quería que los Estados Unidos entraran en la guerra para evitar que Hitler ganara, no solo el armamento del proletariado estadounidense”.

Esta falsificación proimperialista de la historia del trotskismo subyace en la adaptación de los elementos de la clase media afluente que lideran LFI para apoyar la guerra imperialista. Como admite Johsua, el rechazo al análisis de Trotsky de la Unión Soviética y la falsa identificación de la Unión Soviética con los crímenes del fascismo, que dominó la propaganda burguesa y socialdemócrata de la Guerra Fría, fue muy influyente en el movimiento estudiantil de clase media posterior a 1968. Fue en este medio que la corriente pabloísta desarrolló una base social en Francia y en toda Europa.

Hoy, los prejuicios históricos de este acomodado y complacido medio pequeñoburgués lo preparan para desempeñar un papel reaccionario. El principal peligro hoy, subrayado por el genocidio en Gaza así como el llamado de Macron para enviar tropas a Ucrania, es que los Estados Unidos y sus aliados intensificarán masivamente la guerra. Esto allana el camino para que la confrontación militar OTAN-Rusia se intensifique hasta la guerra nuclear.

Los funcionarios de LFI, estableciendo una amalgama simplista entre Putin y el fascismo del siglo XX, justifican una capitulación al imperialismo y la guerra. Su indiferencia a los lazos del imperialismo con el neofascismo ucraniano, y al estrangulamiento de las luchas de clase por las burocracias sindicales, expone el abismo político que separa a los académicos y a los burócratas sindicales pequeñoburgueses de LFI de los trabajadores y la juventud.

La movilización de los trabajadores y una nueva generación de jóvenes radicalizados por el genocidio, la guerra y la represión requiere una lucha política contra este medio corrupto, basada en la defensa de las tradiciones revolucionarias del marxismo y el trotskismo. Esta es la perspectiva avanzada por el Partido Socialista por la Igualdad, la sección francesa del ICFI.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 25 de mayo de 2024)

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