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Perspectiva

La batalla de gritos entre Trump y Zelenski expone el conflicto entre EE.UU. y las potencias europeas

El vicepresidente JD Vance (derecha) critica al presidente ucraniano Volodímir Zelenski (izquierda) cuando el presidente Donald Trump escucha en el Despacho Oval en la Casa Blanca el 28 de febrero de 2025, Washington D.C. [AP Photo/Mystyslav Chernov]

El presidente estadounidense Donald Trump y vicepresidente JD Vance llevaron a cabo una batalla de gritos televisada al público con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski durante su visita a la Casa Blanca el viernes, exponiendo la crisis provocada por el fracaso de la guerra de EE.UU. y la OTAN con Rusia en Ucrania y el enfrentamiento creciente entre Estados Unidos y las potencias imperialistas europeas.

Tras reuniones en la Casa Blanca esta semana con el presidente francés Emmanuel Macron y el primer ministro británico Keir Starmer, Zelenski llegó el viernes a la Casa Blanca esperando una ceremonia anunciada para firmar un acuerdo que entregaría los recursos minerales de Ucrania a los Estados Unidos.

En cambio, se desecharon los planes para firmar el acuerdo y Zelenski fue expulsado de la Casa Blanca después de una confrontación sin precedentes.

Durante el intercambio de 13 minutos, Trump y Vance dieron una imagen devastadora del estado actual de la guerra entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia. “En este momento, ustedes van por ahí y obligan a los reclutas a ir al frente porque escasean de hombres”, dijo Vance.

“No estás en una muy buena posición”, agregó Trump. “Estás jugando con la vida de millones de personas, estás jugando con una Tercera Guerra Mundial”. Agregó: “Su país está en grandes problemas. No van a ganar esto”.

Trump continuó: “Les dimos, a través de este estúpido presidente [Joe Biden], $350 mil millones en equipo militar. Ustedes están enterrados allí. Su gente se está muriendo. Se están quedando sin soldados”.

Incluso mientras criticaba las presidencias de Obama y Biden, Trump se esforzó por identificarse con el envío de armas a Ucrania, declarando: “Obama les dio sábanas y yo les di los Javelin”, refiriéndose a los misiles antitanque proporcionados a Ucrania por Estados Unidos durante la primera Administración de Trump.

Al regañar públicamente a Zelenski, Trump trató de resonar con la desilusión interna con la guerra de Ucrania, que no goza de ningún apoyo significativo fuera de los partidarios de clase media-alta del Partido Demócrata.

Pero cualesquiera que sean las intenciones de Trump, la confrontación pública en el Despacho Oval fue un testimonio de la profunda crisis del imperialismo estadounidense, de la cual el colapso de la guerra de Ucrania es una muestra particularmente aguda.

El proyecto de convertir a Ucrania en una guarnición de la OTAN ahora abarca cinco Administraciones, tanto demócratas como republicanas. Comenzando con la declaración del Gobierno de Bush en 2008 de que Ucrania “se convertirá” en miembro de la OTAN, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN han gastado cientos de miles de millones de dólares y han apostado la reputación del imperialismo estadounidense en el proyecto de usar a Ucrania como apalancamiento para desestabilizar y, se esperaba, destruir a Rusia.

La guerra de Ucrania fue el proyecto principal de política exterior de la Administración de Biden. Al arrastrar a Rusia a una guerra en sus fronteras, el Gobierno de Biden esperaba unificar la alianza de la OTAN bajo la hegemonía estadounidense. Un mes después de la invasión rusa de Ucrania en 2022, Biden declaró: “La OTAN nunca ha estado más unida de lo que está hoy”.

Desde sus inicios, la OTAN tenía como objetivo unificar las potencias imperialistas europeas en el marco de una pax americana: primero, contra la Unión Soviética, luego contra Rusia. En este marco, Estados Unidos gastó vastos recursos para servir como árbitro de las tensiones imperialistas intraeuropeas y transatlánticas.

El intento de Biden de unificar la alianza de la OTAN librando una “guerra caliente” contra Rusia buscó encubrir la realidad básica de una creciente brecha entre Estados Unidos y sus aliados de la OTAN.

El conflicto interimperialista está ahora en el centro de la geopolítica. La profundización del conflicto de Estados Unidos con las potencias europeas se produce cuando el Gobierno de Trump intenta responder a la crisis de la hegemonía global de Estados Unidos a través de una reorientación de la política exterior de Estados Unidos, dirigida a dominar el continente americano y crear una base de suministro para la guerra con China, el mayor competidor geopolítico del imperialismo estadounidense.

Como explicó el secretario de Defensa, Pete Hegseth, a principios de este mes, “Las crudas realidades estratégicas impiden que Estados Unidos de América se concentre principalmente en la seguridad de Europa... Estados Unidos está priorizando la disuasión de la guerra con China en el Pacífico, reconociendo la realidad de la escasez y haciendo las compensaciones de recursos”.

El 7 de enero, apenas dos semanas antes de asumir el cargo, Trump planteó la posibilidad de usar la fuerza militar para anexar Groenlandia, un territorio de ultramar de Dinamarca, miembro tanto de la OTAN como de la Unión Europea.

Apenas dos días antes de su reunión con Zelenski, Trump anunció que Estados Unidos impondría aranceles del 25 por ciento a los productos de la Unión Europea, declarando que la UE se formó “para joder a Estados Unidos”.

En respuesta, el portavoz de comercio de la Comisión Europea, Olof Gill, dijo: “La UE reaccionará con firmeza e inmediatamente contra las barreras injustificadas al comercio libre y justo”.

El presidente español, Pedro Sánchez, ha añadido que “vamos a defender nuestros intereses cuando nuestras economías sean atacadas con aranceles totalmente injustificados y que supongan una amenaza velada a nuestra soberanía económica”.

Pero la batalla de gritos del viernes arrojó gasolina a las llamas que se propagan en la Alianza Atlántica. “Hoy, quedó claro que el mundo libre necesita un nuevo líder”, dijo la máxima diplomática de la Unión Europea, Kaja Kallas, en un discurso. El ex primer ministro francés François Hollande agregó: “La Administración de Trump ya no es nuestro aliado”.

A principios de la semana, el Telegraph informó que Alemania y Francia estaban en conversaciones para estacionar bombarderos franceses con capacidad nuclear en Alemania “mientras Estados Unidos amenaza con retirar sus fuerzas del continente”.

Los esfuerzos de Trump por reorientar la política exterior de Estados Unidos han desencadenado una crisis dentro de la élite política estadounidense. Varios sectores de la burguesía se oponen profundamente al giro de Trump, considerando que abandonar el conflicto con Rusia y romper la OTAN sería catastrófico para la influencia global estadounidense. Si bien apoyan el asalto de Trump a los programas sociales y los derechos democráticos, la cuestión ucraniana impacta directamente en el dominio global del imperialismo estadounidense.

“Putin gana el espectáculo del Despacho Oval con Trump y Zelenski”, declaró el Consejo Editorial del Wall Street Journal, que por lo demás ha respaldado plenamente las políticas de Trump. El Journal escribió que la guerra en Ucrania proporcionó a Estados Unidos la capacidad de socavar a Rusia “sin que los soldados estadounidenses tuvieran que disparar un tiro”. Ese “interés central no ha cambiado, pero reprender a Ucrania frente a todo el mundo hará que sea más difícil de lograr”.

Elissa Slotkin, la principal “demócrata de la CIA” en el Senado de los Estados Unidos, emitió una declaración preocupada de que la confrontación con Zelenski “no fue un gran día para nadie más que para Putin, o tal vez para Xi Jinping”. Es decir, que un giro en Ucrania podría socavar, en lugar de fortalecer, al imperialismo estadounidense en su conflicto con China. Slotkin acaba de ser elegida para pronunciarse en nombre de los demócratas en respuesta al discurso de Trump el próximo martes ante una sesión conjunta del Congreso.

No existe una facción antibélica de la élite política estadounidense. El Partido Demócrata está comprometido con la escalada de la guerra contra Rusia. Trump, por su parte, tiene la intención de establecer un imperio colonial estadounidense destinado a preparar el escenario para el conflicto con China, avivando en el proceso el conflicto con las potencias imperialistas europeas.

En esta crisis cada vez más profunda, la clase trabajadora debe adoptar una posición independiente e internacionalista, sin alinearse con ninguna facción de la clase dominante en ningún país. Los trabajadores en todos los países deben unirse bajo la bandera del internacionalismo socialista, que se opone a los planes de guerra de las potencias imperialistas a través de la unidad internacional de la clase obrera.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de febrero de 2024)

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