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Comité Internacional de la Cuarta Internacional
Cómo el WRP traicionó al trotskismo: 1973-1985

La degeneración del régimen partidario

La clase sobre la cual ese viraje estaba basado había sido prefigurada en la destrucción de los cuadros sindicales del partido en la industria básica en 1974-75, lo cual creó las condiciones del peligroso crecimiento de la influencia de la clase media —representada especialmente por fuerzas como los Redgrave y Alex Mitchell, en quienes Healy se apoyaba cada vez más, así como en las docenas de individuos desclasados y sin raíces obreras que trabajaban en el centro— en la dirección del partido. Esta capa social en el partido se convirtió en la principal correa de transmisión para la penetración de intereses de clase ajenos dentro del WRP. La “lucha” de 1975-79 contra los socialdemócratas reflejó la impaciencia de estos radicales pequeñoburgueses hacia la clase obrera y su inhabilidad para conducir una lucha sistemática contra los laboristas y la burocracia sindical. Más aún, elementos de entre los periodistas, actores o actrices que pasaron de Fleet Street y del West End al Comité Político del WRP, sin aprendizaje en la lucha de clases, proporcionaron un lazo físico con recursos económicos con los cuales el partido nunca había contado. De forma aparte de la lucha diaria de la militancia del partido en la clase trabajadora, se conseguían enormes cantidades de dinero. La dirección central adquirió una independencia de las bases que destruyó el centralismo democrático.

Alex Mitchell

El partido estaba dividido entre “los de arriba” —una camarilla de individuos exaltados alrededor de Healy— y “los de abajo”, los cientos de miembros militantes a quienes se les negaba cualquier papel en la toma de decisiones y que simplemente seguían órdenes. Esto creó en el partido una serie de relaciones políticas destructivas. La dirección se volvió cada vez más insensible hacia las relaciones reales entre el partido y los trabajadores al nivel de la lucha de clases. El contacto entre el centro y las células del WRP asumió un carácter puramente administrativo, parecido al de las sucursales con una oficina matriz. Healy se convirtió en una figura remota a quien la mayoría de los miembros no conocía —y de quienes él sabía muy poco—. Sus viajes a Beirut, Damasco, Bagdad, Abu Dhabi y Trípoli eran indudablemente mucho más frecuentes que sus visitas a Glasgow, Sheffield, Manchester y Cardiff.

La diplomacia de alto nivel de Healy y su repentino acceso a vastos recursos materiales, basados principalmente en su utilización oportunista de Vanessa Redgrave como tarjeta de presentación en Oriente Próximo, tuvo un efecto corrosivo en la línea política del partido y su relación con la clase trabajadora. Cualesquiera que fueran sus intenciones originales, fue parte de un proceso a través del cual el WRP se convirtió en prisionero político de fuerzas ajenas de clase. En el preciso momento en el que era indispensable una corrección de rumbo, el “éxito” de su labor en Oriente Próximo, que desde el comienzo careció de un punto básico de referencia proletario, hizo al partido cada vez menos dependiente de su penetración en la clase trabajadora en Reino Unido y a nivel mundial. La cercanía y la íntima conexión que el WRP había desarrollado con la clase trabajadora británica e internacional a lo largo de décadas de lucha por principios trotskistas se vieron cada vez más debilitadas. Su aislamiento de la clase trabajadora creció en proporción directa al abandono de estos principios. Un acto significativo ilustra este proceso. En las elecciones de mayo de 1976, el voto a favor de los laboristas creció al marchar los trabajadores a las urnas —a pesar de su odio hacia Callaghan— para llevar a cabo una sólida votación de clase contra los conservadores. Thatcher llegó al poder como resultado directo de un abrupto giro hacia la derecha por parte de la clase media, la misma fuerza social sobre la cual la dirección del WRP, con su llamado a un referéndum electoral sobre el Partido Laborista, había basado, a partir de 1975, su lucha contra los socialdemócratas. Aun cuando reportaba los totales de los votos, el WRP se jactó: “Nosotros no llamamos a una victoria de los laboristas para que llegaran al poder” (News Line, 5 de mayo de 1979). Aquí el WRP estaba glorificando su insensibilidad política hacia la clase trabajadora.

El artículo continuaba diciendo: “Nosotros creemos que la lección más importante de los pasados cuatro años y medio bajo los laboristas y de la debacle electoral es que la clase trabajadora se ha quedado sin dirección a causa de los laboristas y los líderes del TUC”.

Al hacer esta declaración, el Comité de Redacción del News Line no se daba cuenta de que había elaborado la más devastadora acusación contra el papel del propio WRP en los pasados cuatro años.

Si la clase trabajadora se había quedado sin dirección, fue porque su vanguardia revolucionaria y sus secciones más politizadas habían sido mal conducidas por la dirección del WRP que, habiendo cumplido con su aventura derrotista, ahora retrocedía de sus consecuencias como oportunista miedoso.