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Peter Schwarz: La Unión Europea y los Estados Unidos Socialistas de Europa

Publicamos aquí el texto del discurso pronunciado por Peter Schwarz, secretario del Comité Internacional de la Cuarta International (CICI), al Mitin Internacional online celebrando el Primero de Mayo, organizado por el CICI y el WSWS el pasado domingo 4 de mayo.

Estimados camaradas,

En tres semanas, cerca de 400 millones de votantes en 28 países europeos irán a las urnas a elegir a un nuevo Parlamento Europeo. En realidad, sólo una fracción de las personas con derecho a votar lo hará. Y se espera un resultado récord para los partidos políticos que rechazan la Unión Europea (UE).

Se trata principalmente de partidos de extrema derecha, que se oponen a la UE desde el punto de vista nacionalista y de promoción del chovinismo. Estos partidos se benefician del hecho que todos los otros partidos burgueses están defendiendo a la Unión Europea - incluyendo la variedad de pseudo-izquierda como SYRIZA en Grecia y Die Linke en Alemania.

Estos partidos alegan que la UE ofrece una protección contra un retorno a los conflictos nacionales, la guerra, la dictadura y todos los horrores que acosaron a Europa en el siglo 20.

¡Pero qué fraude!

En realidad, la UE es el principal instrumento para incitar divisiones sociales, fomentar los antagonismos nacionales y desarrollar formas autoritarias de gobierno.

Toda la historia de la Unión Europea ha confirmado la visión marxista, articulada por León Trotsky en 1917, que "una unión económica de Europa completa y coherente a medias, originada desde arriba por medio de un acuerdo de los gobiernos capitalistas es pura utopía".

"La unión económica de Europa", Trotsky continuó, "que ofrece ventajas colosales a productores y consumidores por igual, y en general a todo el desarrollo cultural, se convierte en la tarea revolucionaria del proletariado europeo en su lucha contra el proteccionismo imperialista y su instrumento - el militarismo".

La Unión Europea no representa la unidad de los pueblos europeos, sino más bien la dictadura de los más poderosos intereses económicos y financieros en Europa. Constituye el marco en el que las potencias europeas organizan sus ataques contra la clase trabajadora, llevan a cabo sus conflictos, y planifican sus guerras.

Desde la crisis financiera de 2008, Bruselas, instigado por Berlín, ha impuesto medidas de austeridad brutales contra Grecia, España, Portugal e Irlanda. Se ha condenado a millones al desempleo y la pobreza; incluyendo la destrucción de la educación, servicios de salud y jubilación; y dejó sin futuro a la nueva generación de jóvenes.

Los países de Europa del Este, que ingresaron en la UE hace exactamente 10 años, se han transformado en plataformas de mano de obra barata para las corporaciones internacionales. Ellos han pasado por innumerables rondas de privatizaciones y recortes en los servicios sociales, que han dejado en ruinas toda la infraestructura pública.

Siguiente en la lista de la contrarrevolución social están Francia e Italia. La Comisión de la UE, la prensa financiera y todos los demás portavoces de la aristocracia financiera internacional insisten en que debe ser destruido lo que queda de las conquistas sociales duramente logradas en el período de posguerra.

Alemania, supuestamente la economía más fuerte de Europa, no es una excepción en este asalto a los trabajadores. Ya en la actualidad, uno de cada tres trabaja en condiciones precarias, y una de cada cuatro no tiene trabajo a tiempo completo, y uno de cada seis está en riesgo de vivir en la pobreza.

El resurgimiento del militarismo alemán y la promoción de la guerra en Ucrania son el resultado directo de estos crecientes antagonismos.

Ante la creciente oposición social, una profundización de una crisis económica que podría resultar en un colapso del euro y la desintegración de la Unión Europea, el imperialismo alemán está repudiando las restricciones impuestas, debido a sus crímenes en la Segunda Guerra Mundial, contra la militarización del país. Al igual que en 1914 y en la década de 1930, ahora recurre al militarismo y la guerra para enfrentar sus insolubles contradicciones económicas y sociales.

En el pasado, el papel dominante de Alemania en la Unión Europea se basaba principalmente en su fuerza económica. En el futuro, para mantener su papel dominante necesitará de su poderío militar.

El resurgimiento del militarismo expondrá aún más abiertamente el carácter reaccionario de la UE. Anteriormente, se definía principalmente por cuestiones económicas - tales como la libre circulación de capitales y mercancías y la moneda común. En el futuro, la lucha contra un enemigo común sustituirá al económico como la base de la cohesión interna de la Unión Europea.

Teniendo en cuenta los enormes costos del rearme y la oposición popular masiva a éste, el giro hacia el militarismo inevitablemente estará acompañado de nuevos ataques contra los derechos sociales y democráticos de la clase trabajadora alemana.

La Unión Europea ya juega el papel principal en la creación de la estructura de un estado policial.

Edward Snowden ha revelado que los servicios secretos de Gran Bretaña, Alemania y Francia están colaborando estrechamente con sus socios estadounidenses en espiar a millones de personas en Europa y en todo el mundo.

Europol y otros organismos de las policías europeas han construido masivas bases de datos registrando el paradero y datos personales de millones de ciudadanos europeos.

Y las fronteras de Europa se han transformado en una fortaleza donde miles de refugiados mueren cada año.

Los nuevos años de austeridad y el resurgimiento del militarismo han revelado el carácter totalmente reaccionario de lo que una vez fue erróneamente llamado el "movimiento obrero" europeo, dirigido por los partidos socialdemócratas, los mal llamados comunistas y los sindicatos.

Hace 100 años, los principales partidos de la Segunda Internacional traicionaron su programa anti-guerra y apoyaron a sus respectivas clases dominantes en la Primera Guerra Mundial. Hoy en día, no hay nada que los socialdemócratas pueden traicionar. En su programa y en la práctica están promoviendo sin reservas el militarismo y los ataques a la clase trabajadora.

Hace 10 años el canciller alemán, Gerhard Schröder, un socialdemócrata, estableció un punto de cambio en la política europea atacando los derechos y condiciones de los trabajadores con su "Agenda 2010". Ahora, el canciller del PSD, Frank-Walter Steinmeier, está liderando la campaña por el resurgimiento del militarismo alemán.

En Italia, los sucesores del antiguo Partido Comunista se han comprometido a destruir todos los avances sociales conquistados por los trabajadores italianos en décadas de amarga lucha. El primer ministro Matteo Renzi es el niño mimado de los empresarios, los estafadores financieros y los bancos.

En Francia, el presidente del Partido Socialista, François Hollande, ha reaccionado a la última derrota electoral nominando a la figura más derechista de su partido como primer ministro. La misión de Manuel Valls consiste en intensificar la guerra contra la clase trabajadora y apelando al chauvinismo.

Esto, inevitablemente, fortalecerá al neo-fascista Frente Nacional. Esto no es un efecto secundario indeseado, sino un objetivo político perseguido conscientemente. Hollande prefiere aceptar un gobierno del Frente Nacional que hacer alguna concesión a la creciente oposición de la clase obrera.

Los ataques a los trabajadores preparados por Valls no se pueden llevar a cabo con métodos democráticos. La clase dominante juguetea cada vez más con la idea de llamar a los fascistas para reprimir la lucha de clases. Esto no se limita a Francia. El apoyo por la Unión Europea de un golpe de estado fascista en Kiev marca un cambio radical en este sentido.

Los socialdemócratas tienen el pleno apoyo de los sindicatos. Ya no son las organizaciones de trabajadores de antes, sino aparatos burocráticos privilegiados. A sus funcionarios se les paga generosamente para vender a los trabajadores. Hoy en día, todos los despidos, reducción de salarios y cierres de plantas llevan la firma de estos traidores. Cuando no pueden impedir completamente las protestas y las huelgas, se aseguran que no lleguen a ninguna parte.

Los partidos como Die Linke en Alemania, el Front de Gauche en Francia y SYRIZA en Grecia juegan un papel especialmente repugnante. Estos están estrechamente vinculados a los sindicatos. Hacen todo lo posible para evitar que la clase trabajadora construya independientemente su propio partido revolucionario. De vez en cuando, emplean frases "izquierdistas" para engañar a los trabajadores. Pero en la práctica, están defendiendo incondicionalmente el capitalismo y la Unión Europea.

Nuestro movimiento es completamente hostil a estas organizaciones y se diferencia de ellos en todos los sentidos.

Rechazamos la Unión Europea y todas sus instituciones antidemocráticas, incluido el Parlamento Europeo. Nuestra respuesta a la Unión Europea son los Estados Unidos Socialistas de Europa. Esto no es sólo un eslogan, sino la base de un programa socialista revolucionario.

Los trabajadores y trabajadoras de toda Europa se están oponiendo a la destrucción de sus medios de vida y al peligro de guerra. Nosotros luchamos para unirlos en una lucha común contra el capitalismo.

Nos oponemos a toda forma de chovinismo anti-inmigrante, racismo y nacionalismo, incluyendo la promoción del separatismo en Escocia, Cataluña, el norte de Italia y Bélgica. Eso sólo inflamaría más divisiones entre los trabajadores en un momento en que es esencial una lucha unida contra el enemigo común.

Estamos a favor de la formación de gobiernos de los trabajadores en todos los países y la unificación de Europa sobre una base socialista.

Esta es la única manera de prevenir el descenso de Europa hacia el nacionalismo y la guerra, y crear las condiciones para la utilización y el desarrollo de sus amplios recursos y fuerzas productivas en interés de la sociedad en su conjunto.

El Partido Socialista por la Igualdad (PSI) en Gran Bretaña y el Partei für Soziale Gleichheit (PSG) en Alemania participan en las elecciones europeas para luchar por este programa y para construir secciones del CICI en toda Europa.

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