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Millones marchan en Francia tras el tiroteo a Charlie Hebdo

En medio de una masiva operación de seguridad, millones de personas y decenas de jefes de Estado marcharon ayer en Francia en mítines aprobados por el estado para denunciar el ataque terrorista de la semana pasada a las oficinas de Charlie Hebdo.

Las marchas -convocados en medio del creciente pánico por los ataques y los histéricos llamados a la unidad nacional de los principales partidos políticos de Francia y medios de prensa- adquirieron un carácter irreal. Sólo en París miles de policías y soldados se movilizaron. Helicópteros volaban por encima y francotiradores se alinearon en los tejados mientras una delegación de casi 50 jefes de estado extranjeros se unía a la marcha, todo esto mientras los ministros de interior de las principales potencias se reunían en París para discutir un incremento coordinado de medidas de seguridad.

Si bien las marchas eran presentadas como un evento para defender la libertad de expresión y demostrar la unidad nacional e internacional en la lucha contra el terrorismo islamista, conflictos políticos dividían a los propios manifestantes. El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, quién libró una guerra de varios meses este verano contra la población indefensa de la Franja de Gaza matando más de 2,000 palestinos, marchó junto con el presidente palestino Mahmoud Abbas.

El presidente ucraniano Petro Poroshenko, cabeza de un régimen de extrema derecha antiruso instalado luego del golpe de febrero de 2014, atendió junto con el ministro de relaciones extranjeras Sergei Lavrov, quién ha declarado que la OTÁN está ejerciendo una política de cambio de régimen para derrocar al gobierno ruso.

Varias cabezas de estado de regímenes títeres de Francia en África atendieron e hicieron un llamado para que Francia o la OTÁN aceleren sus intervenciones militares en sus propios países. Mahamadou Issoufou, el presidente de Nigeria, declaró a i-Telé de que es "urgente" de que la OTÁN ocasione una nueva guerra en Libia. "El sur de Libia se ha convertido en un refugio para terroristas, Libia está desestabilizando el Sahel", Issoufou declaró.

El presidente maliense Keita Ibrahim agradeció las tropas francesas que invadieron su país en el 2013 para luchar contra los insurgentes islamistas.

El primer ministro británico David Cameron -cuyo gobierno se aproxima cada vez más a abandonar la Unión Europea (UE) por razones de derecha y nacionalistas- marchó junto con la canciller alemana Angela Merkel, la principal defensora de las impopulares medidas de austeridad de la UE que han devastado los estándares de vida por todo el continente.

Sin embargo, el supuesto líder de la "guerra contra el terror", el gobierno de los Estados Unidos, no estuvo representado. No sólo el presidente estadounidense Barack Obama rechazó la marcha, sino que el Fiscal General Eric Holder, quién estaba en París para discutir la intensificación de las medidas de seguridad luego del ataque a Charlie Hebdo, tampoco atendió. Algunos medios de prensa especularon que Washington intentó castigar al presidente francés François Hollande por abogar por un aflojamiento de las sanciones económicas impuestas a Rusia en medio de la crisis ucraniana.

En cuanto al propio régimen francés, sus llamados por la unidad nacional y la defensa de la liberad fueron desmentidos por las declaraciones de una "guerra contra el Islam radical" del primer ministro Manuel Valls durante su llamado el sábado para que los ciudadanos franceses se unan a la marcha.

En París, 1.5 millones de personas marcharon, mientras que 2 millones marcharon en otras partes de Francia, de acuerdo a estadísticas oficiales. En estas se incluyen a 300,000 en Lyon, 115,000 en Rennes, 100,000 en Burdeos y 70,000 en Grenoble y Saint-Étienne. Sólo 60,000 marcharon en el puerto mediterráneo de Marsella, la segunda ciudad más grande de Francia, que también tiene la más grande población musulmana de cualquier ciudad francesa.

Si bien las millones de personas que atendieron las marchas sin lugar a dudas sentían una sincera conmoción y horror ante el asesinato de 12 personas en las oficinas de Charlie Hebdo, estas no han tenido tiempo de reflexionar sobre los varios temas políticos planteados por los asesinatos y la respuesta del gobierno de Hollande.

En la medida de que la amplios estratos de gente sí reflexione sobre los temas planteados por el tiroteo, hay un amplio malestar e incluso oposición a las depravadas caricaturas anti-musulmanas de Charlie Hebdo y su apoyo a las guerras de Francia en el extranjero.

Luego de un minuto de silencio ordenado por el estado en escuelas públicas en respuesta a la matanza, muchos estudiantes de secundaria respondieron a la prensa criticando a la revista: "No me gusta el contenido (de las caricaturas), pero estoy en contra del ataque", declaró Yacine a Le Monde. "Pero los caricaturistas son inocentes en este asunto".

"Hay culpas en ambos lados", declaró Erica, quién dijo ser católica. "Acabar con 12 vidas es un crimen contra la humanidad", dijo y añadió que los caricaturistas en Charlie Hebdo "buscaban  problemas".

Allende declaró que la situación era "peligrosa", y añadió de que "si mataron a Charlie, es porque no respetaba la religión. Ellos atacaron al Islam... Si Charlie continúa, la juventud aquí hará algo".

Detrás de la atmósfera de histeria atizada por el establishment político francés y los medios hay un intento de imponer una agenda política definida y reaccionaria. En un país que ha vivido dos guerras mundiales y numerosas luchas revolucionarias, la matanza de 12 personas está siendo elevada al nivel de una tragedia nacional sin precedentes en un intento de revertir la decayente suerte de Hollande, el presidente más impopular de Francia desde la Segunda Guerra Mundial.

Al hacer un llamado a la unidad nacional liderado por la policía y las fuerzas de seguridad, Hollande busca impulsar la credibilidad de un gobierno detestado por sus políticas de austeridad; legitimar la participación francesa en la reaccionaria "guerra contra el terror" liderada por Washington en Medio Oriente y África; y facilitar combinaciones políticas de derecha en un intento desesperado de estabilizar al estado.

Como dejó clara la invitación de Hollande a la líder del Frente Nacional (FN) Marine Le Pen al Palacio Presidencial del Eliseo el viernes, lo que se está tramando es la integración adicional del neo-fascista FN dentro de las políticas burguesas oficiales en Francia. Esto remarca la evolución autoritaria y antidemocrática de las políticas europeas y la necesidad por la unificación de la clase trabajadora europea entre las diferencias religiosas y étnicas para una lucha revolucionaria para el socialismo.

Mientras más gente comience a reflexionar sobre los asuntos políticos vinculados con el tiroteo de Charlie Hebdo, llegarán a la idea de que el propio gobierno francés tiene responsabilidad política. Los dos pistoleros islamistas que llevaron a cabo el ataque terrorista, Said y Cherif Koauchi, son un producto tóxico del fracaso del capitalismo en ofrecer alguna esperanza a amplios estratos de las masas trabajadoras.

La juventud musulmana sufre de niveles extremos de desempleo tan altos como 40 por ciento en algunos de los suburbios de Francia, en dónde los hermanos Kouachi encontraban empleos de bajos salarios en los márgenes de la vida económica. Esta juventud confronta una ola de medidas islamofóbicas, como la prohibición a la burka y pañuelos musulmanes. Estas tensiones son intensificadas por el abandono del imperialismo francés de su previa oposición a la invasión estadounidense de Irak del 2003 y su alineación con las guerras estadounidenses como Afganistán, Libia, Siria y, una vez más, Irak.

Son estas condiciones que han llevado a que los elementos más atrasados y desorientados lleven a cabo horribles crímenes como el tiroteo.

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