Las políticas antiinmigrantes del gobierno de Estados Unidos, enormemente escaladas por la administración Trump, han creado miedo y pánico generalizados entre miles de comunidades de inmigrantes en todo el país.
Las escenas de Rómulo Avelica-González siendo detenido, con su hija de 13 años observando, o Guadalupe García de Rayos tras las rejas de un vehículo blindado de Inmigración y Aduanas (ICE) con su familia y amigos tratando de impedir que éste arrancara, están sin duda grabados en la mente de millones de inmigrantes como ejemplos de lo que podría sucederles si algún evento desafortunado les hace caer en manos de agentes locales de ICE.
El efecto sobre la salud de los inmigrantes, así como sobre la salud de sus hijos e incluso de sus hijos no nacidos, ha sido documentado recientemente en varios estudios.
El primero, publicado en enero de este año, utiliza Postville, Iowa como caso de estudio.
En 2008, bajo la administración Bush, la pequeña ciudad de Postville en Iowa fue escenario de la más grande redada de inmigración en un solo lugar de trabajo en la historia de Estados Unidos hasta ese momento. Una mañana de mayo, agentes de ICE allanaron el matadero y la fábrica de carne de la ciudad, deteniendo cerca de 400 inmigrantes. Los inmigrantes fueron acusados de varios “crímenes” relacionados con la posesión de documentos de identidad falsos: robo de identidad, fraude de documentos, y el uso de números de seguridad social robados. Más de la mitad de los trabajadores fueron hallados culpables en tan sólo cuatro días. Fueron juzgados en audiencias de cinco en cinco, sentenciados a cinco meses de prisión y finalmente fueron deportados.
Investigadores de la Universidad de Michigan compararon los certificados de nacimiento de 52.000 niños nacidos antes y después de la redada. La comparación reveló que “las madres latinas en todo el estado tenían 24% más probabilidades de dar a luz a bebés de tamaño inferior al del año anterior ... El peso de los bebés blancos no latinos se mantuvo constante, lo que sugiere que singularmente, las poblaciones latinas fueron estresadas por el incidente”.
Los problemas asociados con bebés con bajo peso al nacer incluyen dificultad para alimentarse y ganar peso, infecciones, problemas respiratorios, problemas neurológicos, problemas gastrointestinales y síndrome de muerte súbita infantil (SIDS), entre otros. El estudio muestra que las draconianas políticas de inmigración en los Estados Unidos están afectando mucho más que a los inmigrantes mismos: también impactan la vida de los niños inmigrantes, incluso antes de comenzar sus vidas.
En otro estudio, publicado la primavera pasada, los investigadores de Michigan publicaron los resultados de una encuesta de salud que fue interrumpida por una importante redada de ICE en el condado de Washtenaw. En noviembre de 2013, bajo la administración de Obama, el ICE llevó a cabo una redada de alto perfil, estilo militar en la comunidad local. El estudio encontró que “las 151 personas que respondieron a la encuesta después de las redadas reportaron peor estado general de salud que los 325 que ya la habían completado. ... Muchos dijeron que después de las redadas, tenían demasiado miedo de abandonar sus hogares para conseguir comida o atención médica, y mostraron síntomas de trastorno de estrés postraumático”.
Redadas como la de Postville y Washtenaw se expandieron enormemente bajo el programa de “comunidades seguras” de Obama (planeado bajo Bush, pero desarrollado bajo Obama) que se centró en el arresto de los inmigrantes en las comunidades en vez de la frontera. Para relaciones públicas y consideraciones económicas, la administración Obama generalmente llevó a cabo redadas más pequeñas que la de Postville, pero con mucha más frecuencia, lo que resultó en la deportación de 2,7 millones de inmigrantes durante sus ocho años en el cargo.
Los arrestos de inmigrantes bajo el gobierno de Trump han aumentado casi un tercio desde que asumió el cargo, en comparación con el mismo período del año pasado.
A raíz de la primera orden ejecutiva firmada por el Presidente Trump, la Academia Americana de Pediatría advirtió que “el mensaje que estos niños recibieron hoy, proveniente de los más altos niveles de nuestro gobierno federal, exacerba ese miedo y ansiedad. Ningún niño debe vivir con miedo … de hecho, el miedo y el estrés, particularmente la exposición prolongada a un estrés grave —conocido como estrés tóxico— pueden dañar el cerebro en desarrollo y afectar la salud de los niños negativamente a corto y largo plazo”.
Las afecciones físicas y emocionales sufridas por los inmigrantes, provenientes de vivir en una situación tan precaria son compartidas por la clase obrera y por los pobres. Resistir el trauma de vivir en la pobreza y la inseguridad económica ha contribuido a una disminución de la esperanza de vida por primera vez desde el auge de la epidemia de SIDA de los años noventa.
Los padres en hogares de bajos ingresos a menudo deben trabajar dos o tres empleos para llegar a fin de mes. No tienen el tiempo adecuado para cuidar a sus hijos, estimular su crecimiento o participar en sus vidas. Millones carecen de acceso a la atención sanitaria adecuada y tienen hijos que sufren innecesariamente.
En un estudio de la Universidad de Stanford titulado “Destacando a los pobres: el estrés fisiológico crónico y la brecha ingreso-logro”, los autores reportan que los niños de bajos ingresos enfrentan una “serie desconcertante de demandas psicosociales y físicas que ponen mucha presión sobre sus capacidades de adaptación y parecen ser tóxicos para el cerebro en desarrollo”.
“Los niños que crecen en la pobreza muestran menor rendimiento académico debido a su exposición a una amplia variedad de riesgos. Estos riesgos, a su vez, se van acumulando unos sobre otros para elevar los niveles de estrés crónico (y tóxico) dentro del cuerpo. Y este estrés tóxico directamente obstaculiza el desempeño académico de los niños pobres al comprometer su capacidad para desarrollar el tipo de habilidades necesarias para desempeñarse bien en la escuela”.
Problemas similares, como el bajo peso al nacer, han surgido en lugares como Flint, Michigan, donde los residentes experimentaron una exposición prolongada al agua envenenada con plomo. El impacto psicológico que tales crímenes sociales han causado en la clase trabajadora aún no ha sido descubierto completamente.