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Detrás del éxito electoral de la AfD en las elecciones alemanas

"¿Cómo se pudo llegar a esto?". Muchas personas se están haciendo esta pregunta después del éxito electoral de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD, siglas en alemán) en las elecciones federales celebradas el domingo.

Con la AfD, más de noventa diputados —abiertamente nazis, racistas y xenófobos— entrarán en el Parlamento 72 años después de la caída del Tercer Reich de Hitler. Alexander Gauland, candidato principal de 76 años de edad, lo explicó con toda claridad, llamando a los alemanes a estar orgullosos de los logros de los soldados alemanes en las dos guerras mundiales, es decir, en el orgullo de una guerra criminal de agresión, el Holocausto y el asesinato a sangre fría de millones de civiles, partidarios y prisioneros de guerra.

Mientras muchos trabajadores y jóvenes están profundamente consternados por el surgimiento de la AfD, la indignación de los medios de comunicación y los partidos establecidos es peor que hipócrita. Han allanado el camino ideológico y político para este partido y ahora están explotando su éxito electoral para justificar una ulterior sacudida a la derecha. Sin entender este contexto, es imposible entender el surgimiento de la AfD y cómo combatirla.

No hay una sola declaración de Gauland y de otros políticos del AfD que no haya sido pronunciada en una forma similar por los políticos de los partidos "respetables" o de los periodistas de los medios del establecimiento.

Esto comenzó hace siete años con el tratado racista "Alemania se abolió", un libro escrito por el político socialdemócrata (SPD), Thilo Sarrazin. Antes de que el libro fuera impreso, Sarrazin apareció en un programa de entrevistas tras otro. El bombo producido por los medios de comunicación alrededor del libro impulsó sus ventas. Desde entonces, los prejuicios racistas más despreciables han vuelto a ser formas aceptables de discurso público.

Luego, a principios del 2014, se inició una modificación sistemática de la historia. Mientras los principales representantes gubernamentales proclamaban el fin de la moderación militar, Der Spiegel publicó un artículo, "La transformación del pasado”, donde apeló a una reevaluación de la culpabilidad alemana durante las dos guerras mundiales. Se basó en las opiniones de dos historiadores de la Universidad Humboldt de Berlín, Herfried Münkler y Jörg Baberowski.

Münkler calificó de "absurda" la acusación de que Alemania era la principal responsable de la Primera Guerra Mundial. Más temprano, explicó el motivo de esta revisión histórica, afirmando: "No es posible llevar a cabo una política responsable en Europa si se considera que tenemos la culpa de todo. Con respecto a 1914, esto es un mito".

Baberowski minimizó los crímenes de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Defendió a Ernst Nolte, el apologista nazi más conocido entre los historiadores alemanes de la posguerra, y afirmó que Hitler no era "vicioso", porque "no quería que la gente hablara del exterminio de los judíos en su mesa".

Ningún periodista, académico o político se opuso a esta extraordinaria apología de Hitler. Sólo el Sozialistische Gleichheitspartei (SGP, Partido Socialista por la Igualdad) y su organización Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS) protestaron contra estas declaraciones y se refirieron a otras falsificaciones históricas en los escritos de Baberowski, incluyendo la afirmación de que Stalin "impuso" la guerra de aniquilación llevada a cabo en el este por el ejército de Hitler o Wehrmacht.

Posteriormente se desató una tormenta de calumnias. El Frankfurter Allgemeine Zeitung, Cicero, Die Zeit y una serie de otros periódicos y publicaciones denunciaron el JEIIS y lo acusaron de intimidar al renombrado profesor.

Esto no cambió en el 2015, cuando Baberowski hizo uso de todos los canales disponibles para agitar contra las políticas sobre refugiados de la canciller Angela Merkel, por lo que fue aplaudido por las publicaciones neonazis en Alemania y Estados Unidos. Incluso después de que un tribunal de Colonia encontrara que el profesor podía ser descrito como un extremista de derecha, Sabine Kunst, la presidenta de la Universidad Humbold y miembro del SPD, emitió una resolución que declaraba que las críticas de Baberowski eran "inaceptables" y amenazó a los estudiantes críticos con consecuencias.

Ninguna declaración del líder de la AfD, Gauland, no ha salido también de Baberowski. El caso Baberowski muestra que tales opiniones políticas gozan de un amplio apoyo entre la élite académica y política. Junto con el SPD, el partido La Izquierda (Die Linke) también respaldó a Baberowski. Evrim Sommer, que ahora es diputado parlamentario de La Izquierda, lo invitó a una fiesta y echó a todos que lo criticaron.

A principios de este año, Ben Gomes, responsable del motor de búsqueda de Google, se reunió con los principales políticos alemanes. Poco después, Google censuró al World Socialist Web Site y otros sitios progresivos. Los artículos del WSWS sobre Baberowski prácticamente desparecieron de los resultados de búsqueda.

La campaña de meses de duración que rodeó los acontecimientos en Colonia en la víspera del Año Nuevo 2015-16 sirvió como una campaña publicitaria para la AfD. Unos cuantos incidentes de empujones y asaltos, que a menudo ocurren en eventos donde se consumen grandes cantidades de alcohol, fueron enormemente exagerados por los medios de comunicación con el fin de fomentar una campaña contra los refugiados. Esta campaña iba dirigida a revertir la amplia ola de simpatía por los refugiados, buscando difundir el miedo y el pánico. Organizaciones feministas y de pseudoizquierda encabezaron el apoyo por esta campaña inmunda con el pretexto de que el tema en juego era defender a las mujeres de las violaciones en masa.

Por último, los enfrentamientos al margen de la cumbre del G-20 en Hamburgo, provocados por la policía, sirvieron para legitimar una campaña contra el "extremismo de izquierda", es decir, cualquier crítica izquierdista hacia el capitalismo. El ministro de Justicia, Heiko Maas, incluso pidió un concierto "rock contra la izquierda". En cambio, el terrorismo de los extremistas de derechas fue ignorado o minimizado, aunque, según cifras de la Fundación Amadeu Antonio, 179 personas en Alemania han muerto como consecuencia de la violencia extremista de derecha desde 1990.

La misma actitud ha caracterizado la respuesta de los partidos establecidos al éxito electoral de la AfD. La élite gobernante se preocupa sobre todo por la resistencia potencial de la izquierda. Esta es la razón por la que el SPD decidió entrar en la oposición. El SPD pretende bloquear el desarrollo de una genuina oposición de izquierda al cambio que va hacia la derecha de la política oficial.

Todos los partidos se están apoderando de la AfD como pretexto para llevar a cabo un nuevo cambio hacia la derecha. Afirman que el partido ultraderechista obtuvo apoyo porque sus propias políticas no eran lo suficientemente de derecha..

En realidad, exactamente lo contrario es cierto. Sus políticas derechistas son las principales responsables del éxito de la AfD. Esto aplica especialmente al SPD, La Izquierda y los Verdes, quienes procuran presentarse como socialistas, izquierdistas o progresistas. Haber presidido décadas de recortes sociales y la redistribución de la riqueza para beneficiar a los ricos ha hecho posible que los demagogos derechistas de la AfD apelen a sectores empobrecidos y enojados de la población. Esto es particularmente evidente en las zonas pobres del este de Alemania, que en el pasado eran bastiones del partido La Izquierda y que ahora han votado por la AfD.

Este proceso es un fenómeno internacional. En Estados Unidos, los estrechos vínculos de los demócratas con Wall Street y los militares hicieron posible que el multimillonario derechista Trump se presentara como un luchador contra el establecimiento. En Francia, décadas de ataques a la clase obrera por parte del Partido Socialista condujeron al crecimiento del Frente Nacional.

El éxito electoral de la AfD proporciona una acusación devastadora contra lo que ha sido considerada como la "izquierda" desde el movimiento estudiantil de 1968. Influenciados por las concepciones teóricas de la Escuela de Frankfurt y el posmodernismo, se opusieron a una orientación de la clase trabajadora y se centraron en cuestiones de identidad, de medio ambiente y estilo de vida.

Los Verdes, que surgieron como la verdadera encarnación del movimiento de protesta de 1968, abandonaron incluso su compromiso verbal con el socialismo en su fundación de 1980. Con su entrada en un Gobierno dirigido por el SPD, los antiguos pacifistas se transformaron en 1998 en defensores de la guerra, y apoyaron los recortes sociales en el marco de la Agenda 2010. Ahora se están preparando para formar un gobierno con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) conservadora y el Partido Democrático Libre neoliberal (FDP).

La Izquierda sigue un camino similar. El partido, el cual emergió de los restos del antiguo partido gobernante estalinista (SED) en Alemania Oriental y de un ala del SPD y de la burocracia sindical en Alemania Occidental, consideró que su principal tarea inicial era la supresión de la oposición a las horrendas consecuencias sociales de restauración capitalista. Desde entonces, el La Izquierda se ha integrado firmemente al aparato estatal en el este de Alemania y se ha movilizado como un partido abiertamente derechista del orden burgués.

Para conservar su fachada izquierdista, el partido La Izquierda se apoya en grupos de pseudoizquierda como Marx21 y SAV, que se presentan falsamente como socialistas mientras apoyan las políticas derechistas de La Izquierda y haciendo carreras exitosas en sus filas. No buscan ganar trabajadores para el socialismo, sino subordinar la ira generalizada hacia la AfD hacia el Partido de Izquierdas, que tiene la responsabilidad principal de la subida de la AfD. Estos grupos no son ni izquierdistas ni socialistas, sino que hablan por sectores acomodados de la clase media preocupados por una distribución "más justa" de la riqueza dentro del 10 por ciento más alto de la sociedad.

El Sozialistische Gleichheitspartei es el único partido que lucha por un programa que conecta la lucha contra la desigualdad social, el fascismo y la guerra con la lucha por una sociedad socialista. Junto con sus organizaciones hermanos a nivel internacional, el SGP está construyendo un partido socialista revolucionario para unir a los trabajadores de todo el mundo. Esta es la única perspectiva viable para detener el surgimiento de la AfD y otras tendencias de extrema derecha.

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