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Mientras se acerca la represión en Cataluña, el Partido Popular español convoca protestas en Barcelona

Cientos de miles marcharon ayer en una protesta convocada en Barcelona por fuerzas políticas de derechas, una semana después de que el gobierno regional catalán celebrara un referéndum sobre la secesión y ante la posible declaración unilateral de independencia por parte de los independentistas el martes.

Después de intentar impedir violentamente el referéndum por la independencia del fin de semana pasado en Cataluña, la élite gobernante de Madrid se dirige rápidamente hacia reprimir y hacia un régimen militar en la región.

Bajo la consigna “¡Basta! Recuperemos la sensatez”, entre 350.000 y 400.000 personas marcharon por las calles de Barcelona. Muchos ondeaban banderas españolas, la bandera imperial de España, la bandera europea y también senyeres (banderas catalanas no independentistas).

La manifestación fue convocada por Societat Civil Catalana y respaldada por organizaciones de derechas incluyendo al gobernante Partido Popular (PP) y Ciudadanos, con el apoyo semi-oficial del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Grupos de la extrema derecha se unieron a las protestas incluyendo a la Falange, del dictador fascista del siglo veinte Francisco Franco, la Plataforma por Cataluña, la Plataforma por una Cataluña Cívica, Somatemps, VOX, y otros.

Societat Civil Catalana aspira a construir una alternativa anti-independentista a la secesionista Asamblea Nacional Catalana, aunque apenas tiene unos pocos miles de miembros. Sus vínculos con la extrema derecha son bien conocidos. En su congreso fundacional en 2014, se encontraban entre los invitados Santiago Abascal (VOX), una delegación del Frente Nacional de Francia, una delegación representando a la Fundación Nacional Francisco Franco, y el neonazi Movimiento Social Republicano, partido hermano del griego Amanecer Dorado.

Durante la marcha se coreó principalmente “Puigdemont [el presidente regional catalán] a la cárcel”, “Soy español”, “Viva España, viva Cataluña, viva la Guardia Civil”, y “¿Diálogo? No. A la cárcel”. Cuando la marcha pasó por la sede de la Policía Nacional en Via Laietana, los manifestantes aplaudieron y corearon “no estáis solos”. Al mismo tiempo, coreaban “traidores” contra la policía regional catalana, los Mossos d’Esquadra.

Además de los miles de simpatizantes de derechas y de extrema derecha, muchos de los cuales se desplazaron allí en trenes, coches y cientos de autocares desde diferentes partes de España organizados por Societat Civil Catalana, y capas de la clase media alta de los barrios ricos de Barcelona, los manifestantes también atrajeron a capas de la clase trabajadora del “cinturón rojo” de Barcelona.

El Confidencial escribió, “hoy han venido miles de catalanes del cinturón obrero de Barcelona, desde Lleida y ciudades de Tarragona, así como familias de barrios ‘nobles’ como Sarrià. El transporte público desde zonas obreras como Santa Coloma de Gramenet estaba lleno de gente con banderas”.

Un trabajador de Lleida declaró a El Confidencial: “Me ha costado decidirme porque no quiero que parezca que vengo a defender a Rajoy [el presidente del gobierno, del PP] … pero ahora no me puedo quedar en casa, porque van a proclamar la independencia el martes”.

La presencia del PP en el cinturón rojo de Barcelona es mínima, y el crecimiento del anti-independentista Ciudadanos en los últimos años en esta zona ha sido en detrimento del PSOE, cuyas políticas de austeridad a nivel nacional han hecho que se desplome su apoyo a lo largo de los años desde la crisis económica de 2008. En las pasadas elecciones, Podemos pasó a controlar esta zona.

Hay una amplia oposición a las políticas de la extrema derecha y al fascismo, en un país que sufrió bajo la brutal dictadura fascista de Franco de 1939 a 1978. Reflejando la hostilidad popular generalizada al fascismo, los organizadores les pidieron a los manifestantes que no llevaran sus “banderas preconstitucionales” (o sea, banderas franquistas). La dirigente del partido derechista Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas, publicó un polémico tuit pidiendo a la gente que no mostrara banderas fascistas “delante de la prensa”.

Sin embargo, también hay mucha oposición al independentismo en la región, y el último sondeo del Centro de Estudios de Opinión (CEO), financiado por Cataluña, muestra que a la pregunta “¿quiere que Cataluña sea un Estado independiente?”, el 49,4 por ciento de los catalanes respondieron que ‘no’, y los que estaban a favor de la secesión representaban el 41,1 por ciento.

La misma agencia de sondeos mostró que solo el 32 por ciento de los catalanes con ingresos familiares de menos de €900 querían la independencia. Es solo en capas más de clase media y que ganan más de €1.800 por mes —mucho más que el promedio de la región de €1.400 al mes— que el respaldo al independentismo alcanza más del 40 por ciento. Entre los que ganan más de €4.000 por mes, el 54 por ciento quieren la independencia respecto de España.

El hecho de que tales cantidades de gente puedan ser convocadas en manifestaciones organizadas por la derecha y la extrema derecha es testimonio de la bancarrota de los nacionalistas catalanes, quienes, habiendo aplicado políticas de austeridad durante años, son incapaces de hacer ningún llamamiento serio a la clase trabajadora de España para que se oponga a la brutal represión por parte de Madrid.

También deja claro que la violenta represión policial en Cataluña no era necesaria para bloquear la secesión. Su principal propósito era crear condiciones para la represión violenta de la clase trabajadora, en Cataluña y en toda España.

Aunque hay una oposición masiva a la represión militar que está preparando Madrid, respaldada por Ciudadanos y el PSOE, no hay un solo partido que apele a que los trabajadores se movilicen en una lucha común en España y en Cataluña contra la represión que se está preparando.

Los independentistas catalanes son despreciados en amplias capas de la clase trabajadora por sus políticas de austeridad. Bajo su control, en la región se hicieron recortes del 31 por ciento en el gasto de sanidad y 26 por ciento en gasto social de 2009 a 2015.

El referéndum de la semana pasada no les dio un mandato apabullante para una declaración unilateral de independencia el martes. Declararon que el 90 por ciento de los votantes apoyaron la secesión en el referéndum; sin embargo, con una concurrencia del 42 por ciento del electorado, esto solo representa a 2,26 millones de los 5,3 millones de votantes registrados. Los que estaban motivados para votar tendían a votar por la independencia.

El partido pequeño-burgués Candidaturas de Unidad Popular (CUP), con sus diez escaños capaces de inclinar la balanza en el parlamento regional, está exigiendo que Puigdemont declare la independencia inmediatamente. Una de sus dirigentes, Eulalia Reguant, parlamentaria de la CUP, exigió propuestas para asumir el control territorial de Cataluña, incluyendo sus puertos y aeropuertos.

Tal escenario viene siendo planeado por el gobernante PP, que está preparando una represión militar y policial. El sábado, el presidente del gobierno Mariano Rajoy le dijo a El País, “España no se dividirá, y se mantendrá la unidad nacional. Para ello, usaremos todos los instrumentos que la ley nos da. Le corresponde al gobierno tomar la decisión y hacerlo en el momento adecuado”.

Al preguntársele si aplicaría el artículo 155 para que Madrid se haga con el control del gobierno regional, y el uso potencial del ejército para reprimir a la oposición social, dijo: “No descarto nada de lo que dice la ley”.

Felipe González, el antiguo presidente del gobierno del PSOE, que estuvo en Berlín el fin de semana para conmemorar el 25 aniversario del fallecimiento del Canciller Willy Brandt, de manera similar salió en apoyo de activar el artículo 155 en declaraciones a la prensa en Berlín.

La crisis catalana también está exponiendo divisiones dentro del partido de la pseudo-izquierda Podemos. A escala nacional, todavía está fomentando ilusiones en el PSOE, apelando al secretario general Pedro Sánchez para que deje de respaldar al gobierno en minoría del Partido Popular. La principal arenga de Podemos es el diálogo entre los independentistas catalanes y el gobierno de Rajoy, algo que Rajoy ha rechazado reiteradamente.

La sección de Podemos en Cataluña ha manifestado ahora que está a favor de los independentistas. Su dirigente Dante Fachin dijo al diario catalán naciodigital.cat que apoyaría la declaración unilateral de independencia, declarando, “si Puigdemont reclama una República [catalana] y un proceso constituyente, nos implicaremos”.

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional condena la represión del fin de semana pasado al referéndum sobre la independencia de Cataluña y los planes de Madrid de mantener a la región dentro de sus fronteras mediante la ocupación militar. Al mismo tiempo, se opone a la política del nacionalismo catalán y a la del español, desde la izquierda.

Como escribió en ¡Una estrategia independiente de clase para la clase trabajadora española y catalana!, los obreros de toda España “tienen que reivindicar sus intereses de clase interviniendo independientemente en esta crisis. Esto significa oponerse resueltamente a las acciones de Madrid y urgir a sus hermanos y hermanas de clase en Cataluña unírseles para librar una lucha común contra la austeridad y la guerra, y por una España obrera que forme parte de los Estados Unidos Socialistas de Europa”.

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