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Perspectiva

¡Los trabajadores tienen que demandar nuevas elecciones en Alemania!

A raíz del comienzo oficial de las negociaciones exploratorias entre los democratacristianos (CDU/CSU, siglas en alemán) y los socialdemócratas (SPD, siglas en alemán), la conspiración política siendo fraguada en Berlín ha entrado en una nueva etapa. A espaldas de la población, la clase gobernante está tomando pasos hacia instalar el Gobierno más derechista de Alemania desde la caída del Tercer Reich de Hitler

El programa de Gobierno en discusión es tan antiobrero, belicista y reaccionario que la primera ronda de negociaciones no solo tomó lugar a puertas cerradas en la sede central del SPD, la Casa Willy Brandt, sino detrás de ventanas polarizadas para que la prensa no pudiese ni sacar fotografías. Los 39 participantes han aceptado no dar entrevistas para prevenir que el contenido de las discusiones se filtre al público.

Tal secretismo está siendo justificado oficialmente por el hecho de que las negociaciones de coalición entre los democratacristianos, el Partido Democrático Libre (FDP, siglas en alemán) y los verdes fracasaron el 19 de noviembre después de que los participantes divulgaran información y comentaran al respecto en entrevistas al público, en programas de radio y en las redes sociales.

En realidad, la burguesía está recurriendo a estas medidas secretas por temor al aumento de la oposición a sus políticas de militarismo, rearme interno y austeridad social. Según una encuesta reciente del Insa, solo el 30 por ciento de los que respondieron apoyarían una continuación de la gran coalición, mientras que hay un apoyo público importante por nuevas elecciones.

Bajo estas condiciones, el Partido Socialista por la Igualdad (SGP; Sozialistische Gleichheitspartei) vuelve a hacer un llamado a exigir nuevas elecciones. No se puede permitir que una pequeña camarilla de conspiradores derechistas haga lo que quiera sin un mandato popular. En una nueva campaña electoral, el SGP expondría los verdaderos objetivos de los partidos burgueses, incluyendo el SPD, el Partido Verde y La Izquierda (Die Linke), y lucharía por la construcción de una alternativa socialista al capitalismo, la guerra y el autoritarismo.

Durante los últimos días, los dirigentes de los tres partidos en las negociaciones han dejado abundantemente claro que la nueva edición de la gran coalición no será una simple continuación de las previas. El camino que seguirá será mucho más reaccionario. Serán tres sus enfoques: la política exterior y militar, la austeridad y los recortes sociales y, a fin de suprimir la oposición contra ambos, la expansión de la policía y el aparato de espionaje.

El ministro de asuntos exteriores, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, está intentando mantener su puesto en el nuevo Gobierno y continuar su campaña para un masivo rearme militar y una política de competencia entre potencias. Esto no solo va dirigido contra Rusia y China, sino también contra Estados Unidos.

La semana pasada en Der Spiegel, Gabriel comparó a Europa con los “vegetarianos”, ya que estos tienen que hacerse valer en “un mundo lleno de carnívoros”, y exigió un agresivo rearme y una política de guerra. Alemania ya no puede depender “ni de los franceses, los británicos ni, por encima de todos, de los estadounidenses para que hagan valer nuestros intereses en el mundo”.

Al igual que el reaccionario teórico político, Herfried Münkler, al que se refiere constantemente, Gabriel cree que Alemania solo podrá recobrar su estatus de gran potencia al convertirse en el “hegemón” y el “gestor de tareas” de la Unión Europea. Con este fin en mente, él y otros dirigentes del SPD están presionando para que haya una estrecha cooperación con el presidente francés, Emmanuel Macron, quien también aboga por reforzar militarmente a la UE.

El diplomático pro-SPD, Michael Steiner, defendió esta postura en el Süddeutsche Zeitung. Señalando que los alemanes son solo el uno por ciento de la población global y que su riqueza depende del comercio con los otros países, escribió, “Necesitamos que la UE sea un protagonista poderoso, valioso y global y que pueda definir los acontecimientos globales en igualdad de condiciones”. Algunos de “los ámbitos en los que debemos trabajar con la UE”, indica Steiner, son, “En primer lugar, la seguridad: lazos militares más estrechos, cooperación policial y seguridad fronteriza conjunta… En segundo lugar, los negocios y las finanzas… Lo tercero, la política exterior”.

Existen diferencias con respecto a la cuestión europea, ya que la CSU y un ala de la CDU insisten en tener una mayor “soberanía nacional” y estrechar las relaciones con los gobiernos derechistas en Hungría y Austria. Son, en esencia, diferencias tácticas. Todos los participantes concuerdan en lo fundamental de llevar a cabo un enorme rearme y expandir el aparato militar y de seguridad alemán.

Lo mismo es cierto con respecto a las políticas de austeridad del exministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble de la CDU, que han provocado un desastre social tanto en Grecia y otros países miembros de la UE, como en la misma Alemania. Pese a que la desigualdad social ha llegado a su nivel más alto desde 1913 y las proporciones de pobres y personas sin techo no dejan de aumentar, todos los partidos defienden firmemente las medidas de austeridad. Al mismo tiempo, planean recortar los impuestos y aumentar dramáticamente el gasto militar, algo que solo es posible mediante el ahondamiento de los recortes sociales.

En respuesta a la política de “Estados Unidos ante todo” de Donald Trump y la cada vez mayor rivalidad con China, las mayores corporaciones alemanas han emprendido una nueva ola de despidos masivos y recortes salariales. Siemens, ThyssenKrupp, Bombardier, Air Berlin, Opel y Deutsche Bank están prescindiendo de decenas de miles de puestos de trabajo.

Las negociaciones de coalición están sucediendo en medio del crecimiento de una ola de militancia obrera en el país. Miles de trabajadores están en huelga esta semana en el sector metalúrgico y de ingeniería, después de que comenzarán las negociaciones salariales de 3,9 millones trabajadores. Hay indicios de que esto pueda convertirse en una huelga más grande para principios de febrero.

El aumento de las luchas obreras—y el rechazo generalizado al militarismo—constituye la razón por la que la CDU/CSU y el SPD están buscando que la política interna del país gire fuertemente a la derecha. Procuran mejorar los servicios policiales y de inteligencia en anticipación a batallas violentas entre clases y están adoptando las consignas del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD, siglas en alemán), el cual ha regresado al Parlamento alemán siete décadas después de la caída de Hitler.

Sigmar Gabriel está demandando que las consignas propias de la derecha, como “identidad”, “Leitkultur” (cultura predominante) y “Heimat” (la Patria) puedan ser incorporados en el programa del SPD. En línea con los pioneros ideológicos del nacionalsocialismo (nazismo) durante la República de Wiemar, el dirigente de la CSU, Alexander Dobrindt, está exigiendo una “revolución conservadora”. Su copartidario, Manfred Weber, quien encabeza el EPP conservador en el Parlamento Europeo, declaró en una reunión de la CSU hace poco: “En el 2018, el tema centra europeo será la solución final a la cuestión de los refugiados”, una formulación que evoca inconfundiblemente la “solución final a la cuestión de los judíos” de Hitler.

Con una velocidad abrumadora, los partidos de la élite política están retomando las mismas tradiciones políticas que se consideraban como varios metros bajo tierra. Esto también aplica para la dirección del partido La Izquierda. Su líder parlamentario, Dietmar Bartsch manifestó su apoyo a la política de gran poder promovida por Gabriel, mientras que la facción que lideran Sahra Wagenknecht y Oskar Lafontaine ha estado agitando en contra de los refugiados y abogando por un cierre de fronteras.

El Partido Socialista por la Igualdad es el único partido que se opone a esta conspiración derechista. Movilizaría todos los recursos en nuevas elecciones para exponer las maquinaciones reaccionarias de los partidos burgueses y luchar por un programa que exprese los intereses de la clase obrera en Alemania e internacionalmente, conectando la lucha contra la guerra con la lucha contra el capitalismo y ofreciendo un camino socialista por fuera del callejón sin salida en el que se encuentra el orden social en la actualidad.

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