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Miles marchan para conmemorar el aniversario del derrocamiento de Ben Ali en Túnez

El domingo, miles de personas marcharon en Túnez para conmemorar el aniversario del derrocamiento del presidente Zine El Abedine Ben Ali el 14 de enero del 2011. Ese evento desencadenó la llamada “primavera árabe”. Solo 11 días después, un movimiento revolucionario de trabajadores estalló en Egipto y derrocó a otro dictador respaldado por el imperialismo, Hosni Mubarak. Siete años después, la burguesía árabe ha demostrado ser incapaz de resolver ninguno de los problemas que condujeron a los levantamientos obreros en Túnez y Egipto.

La burguesía en todo Oriente Próximo y sus patrocinadores imperialistas todavía están consumidos por temor a la revolución social. La marcha de ayer se produjo después de las protestas de los trabajadores en Irán y una semana de enfrentamientos insurreccionales de jóvenes de clase trabajadora contra la policía que comenzaron en el antiguo cinturón minero al sur de Túnez, donde comenzó el levantamiento del 2011.

La nueva ola de protestas acontece a raíz del enojo por el desempleo masivo, la corrupción y la ley financiera del 2018. El régimen tunecino respondió enviando al ejército y encarcelando a 800 personas como parte de un esfuerzo para aplastar el movimiento y asegurar que el aniversario de ayer no condujera a una nueva insurrección.

La marcha oficial se llevó a cabo bajo condiciones de sitio policial. En ella, participó la Unión General del Trabajo de Túnez (UGTT), aliada clave del partido oficialista, Nidaa Tounes, el nuevo nombre de la Agrupación Constitucional Democrática (RCD, por sus siglas en francés) de Ben Ali. Solo unos pocos miles de personas asistieron a la marcha, mucho menos que el número de jóvenes que han tenido enfrentamientos con la policía en el sur de Túnez y en la ciudad capitalina, Túnez, desde el comienzo del año.

No obstante, como informó France24, incluso “la alta seguridad de un evento controlado por la policía no pudo ocultar la creciente ira social en Túnez desde el comienzo del año”. El informe continuó: “Siete años después de la partida de Ben Ali, quien ahora vive en Arabia Saudita, muchos tunecinos dicen que han ganado libertades pero que han perdido sus niveles de vida. Entre los manifestantes, rápidamente surgieron lemas más radicales: ‘Gobierno, dimita’, ‘La gente quiere enterrar la ley de finanzas’ y ‘El país se levanta mientras el Gobierno celebra la revolución...’”.

El levantamiento revolucionario en Túnez en el 2011 reivindicó la perspectiva revolucionaria trotskista propuesta por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (ICFI). Seguido rápidamente por el levantamiento aún más grande en Egipto, dejó en claro que la restauración del capitalismo por parte de la burocracia estalinista en la Unión Soviética no puso fin a la era de la revolución socialista mundial inaugurada por la Revolución de Octubre de 1917. A través de una ola internacional de huelgas y luchas insurreccionales, la clase obrera demostró que sigue siendo la principal fuerza revolucionaria en la sociedad capitalista.

La lucha del 2011 en Túnez comenzó en medio de gran indignación por el desempleo y la corrupción estatal, cuando Mohamed Bouazizi, un graduado universitario forzado a trabajar como vendedor de verduras, se inmoló con fuego después de que un funcionario confiscara su carrito de verduras. El movimiento fue alimentado por la aparición de WikiLeaks y su publicación de despachos del Departamento de Estado filtrados, incluso en Túnez. Estos mostraron que los diplomáticos estadounidenses que en público elogiaban a Ben Ali, se referían en privado a su régimen como totalmente corrupto.

Pese a los incansables y predecibles esfuerzos del partido Nidaa Tounes y sus seguidores para presentar la revolución como un callejón sin salida, la oposición ha continuado creciendo debido a su propio historial de estancamiento económico y represión desde el 2011. Incluso en los medios de comunicación, se habla sobre la posibilidad de un nuevo 2011. Mohamed Ali, un trabajador de una fábrica de neumáticos que fue privatizada por un precio simbólico, les dijo a los periodistas en la protesta de Túnez ayer: “Mi problema no es la revolución, es el Gobierno”.

Feres, un estudiante de secundaria en el distrito de clase obrera de Ettadhamen, conocido como el “corazón de la revolución”, describió su enojo cuando intentó hablar con el presidente Beji Caid Essebsi, un miembro veterano del partido de Ben Ali, cuando Essebsi visitó Ettadhamen. “Tratamos de hablar con él y los policías nos insultaron. Túnez es nuestro país, pero este no es nuestro Gobierno. Estamos aquí en la pobreza y nos desprecian”.

Lo que se está preparando, en Túnez e internacionalmente, es un resurgimiento de la clase obrera. Pero esta vez no será dirigido contra un dictador en particular, como Ben Ali o Mubarak, sino contra el sistema capitalista en su conjunto. Como le comentó Michaël Ayari de la ONG International Crisis Group a Middle East Eye, “El proverbio popular que dice ‘Ben Ali se fue, pero los cuarenta ladrones se quedaron’, es cierto... Si antes, la mafia estaba claramente identificada en la mente de las personas con el clan Trabelsi [es decir, la familia de Ben Ali], ahora es el Estado en su totalidad que se considera una entidad criminal”.

La crisis política en Túnez plantea con particular nitidez el problema fundamental que enfrenta la clase trabajadora a nivel internacional: la construcción de una dirección revolucionaria. Los siete años desde el levantamiento del 2011 han demostrado de manera concluyente la bancarrota tanto de la clase dominante, como de las organizaciones que se hicieron pasar por la “izquierda” en Túnez. Están del otro lado de las barricadas de la clase trabajadora.

Promoviendo una perspectiva nacional, arraigada en sectores acomodados de la clase media y en la burocracia sindical oficialista de Túnez, bloquearon cualquier intento de los trabajadores para tomar el poder en el 2011. Encadenaron a los trabajadores a una perspectiva de esperar a los acuerdos entre el Estado tunecino, los bancos internacionales y las potencias imperialistas, mientras libraban guerras en Libia, Siria y Mali. Luego, en el 2014, se alinearon detrás del regreso al poder de los compinches de Ben Ali con el partido Nidaa Tounes, que ha gobernado el país en una coalición con el partido islamista Nahda desde el 2015.

En resumen, llevaron a la clase obrera y a la revolución a un callejón sin salida. Ahora, ante un nuevo resurgimiento, no quieren una revolución ni la toma de poder de la clase trabajadora. Quieren, a lo sumo, jugar con las políticas del régimen existente.

Dirigiéndose a la marcha oficial en Túnez, Hamma Hammami, líder de la coalición pequeñoburguesa del Frente Popular, dijo: “Seguiremos presionando al Gobierno hasta que revise la nueva ley financiera que empobrece a los pobres y enriquece a los ricos”.

En cuanto a la UGTT, denunció a los trabajadores que se enfrentaban a la policía de Essebsi, llamándolos “sospechosos” e “invasores de la propiedad estatal”. El domingo, la central sindical dejó muy claro el domingo en Le Monde, el órgano de prensa más importante de Francia, la antigua potencia colonial de Túnez, que apoya las negociaciones de Essebsi con el Fondo Monetario Internacional sobre el presupuesto. Le Monde se regocijó de que el Gobierno tunecino “haya podido contar hasta ahora con el apoyo de la UGTT, con la que ha establecido una relación de trabajo fructífera”.

Esta “relación de trabajo fructífera” ha consistido en conversaciones a puertas cerradas con el personal de los bancos internacionales y el antiguo régimen de Ben Ali.

Un funcionario no identificado de la UGTT le dijo a Le Monde que el primer ministro tunecino, Youssef Chahed, “ha disfrutado de nuestro apoyo tácito”. Continuó, “los opositores de Chahed están tratando de desestabilizar el Gobierno. Pero estamos muy apegados a la estabilidad política actual”.

El funcionario de la UGTT le presumió a Le Monde la reducción del número de huelgas antes del último estallido de luchas en Túnez como prueba de la buena voluntad de la UGTT, es decir, la determinación del sindicato de estrangular la oposición de la clase trabajadora al régimen de Essebsi.

El diario francés escribió explícitamente que el sindicato podría convocar algunas huelgas, pero solo para evitar que la oposición de la clase trabajadora se escape de su control: “La UGTT probablemente tomará las armas en los próximos días en el frente social, pero solo para supervisarlo mejor. Como suele ocurrir en la historia de la Túnez contemporánea, los zigzags de la UGTT pueden ser decisivos…”.

Dichos comentarios reflejan las esperanzas en los círculos gobernantes de que la represión y las promesas que Essebsi hizo el sábado de aumentar el gasto social serán suficientes para terminar con las protestas de la semana pasada. El ministro de Asuntos Sociales, Mohamed Trabelsi, anunció aumentos al presupuesto de asistencia social de 100 millones de dinares (40,2 millones de dólares) y a la ayuda a familias pobres de 150 dinares (50 euros) a 180-210 dinares (60-70 euros) por mes. Con el salario mínimo mensual de 326 dinares (111 euros) que cubre solo dos semanas de compras para una familia de cuatro, sin embargo, el aumento propuesto de entre 30 y 60 dinares es una miseria que no resolverá nada.

Como todas las otras vías están agotadas, a la clase trabajadora en Túnez e internacionalmente no le queda más remedio que construir una dirección revolucionaria y montar una lucha directa por el poder.

Como explicó el CICI en su declaración del 2011 sobre el estallido de los acontecimientos en Túnez, “El único programa viable para la clase trabajadora y las masas oprimidas de Túnez y de todo el Magreb y Oriente Próximo es el programa avanzado por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional de la revolución socialista ... Llamamos a todos aquellos que buscan poner fin a la dictadura y la explotación en Túnez y en toda la región a emprender la lucha por construir secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional”.

Los autores también recomiendan:

El levantamiento masivo en Túnez y la perspectiva de la revolución permanente [17 de enero de 2011; disponible en inglés]

(Artículo publicado originalmente en inglés el 15 de enero de 2018)

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