Han aparecido muchos comentarios en los medios los días pasados que describen las luchas de poder sobre la dirección del nuevo gobierno alemán como si fuera una mera competencia entre individuos, conflictos generacionales, o fatídicas tragedias griegas. El diario Süddeutsche Zeitung se refirió al dirigente social-demócrata (SPD) Martin Schulz como una “trágica figura” y tituló un artículo sobre el actual Ministro de Exteriores del SPD Sigmar Gabriel “Juego, set, derrota”,
Se busca en vano un análisis de las cuestiones políticas que impulsan los conflictos. Hay una razón simple para ello. Amargos conflictos se están propagando a los partidos políticos y en el seno de estos por cuestiones de política exterior, en particular las relaciones de Alemania con los Estados Unidos. Pero nadie quiere discutirlo abiertamente, porque quedaría evidenciado el vasto fortalecimiento militar que están planeando. Esto encontraría una fuerte oposición por parte de la población.
En el número de enero/febrero de la revista IP, publicada por el Consejo Alemán para Relaciones Exteriores (DGAP), hay un artículo titulado “En un apuro” que brinda una imagen de los debates sobre política exterior que tienen lugar a puertas cerradas.
El artículo distingue entre dos bandos: los “atlantistas” esperan “que después del mandato de Trump, los Estados unidos vuelvan a su papel de pilar del orden mundial liberal”, y quieren “‘mantener’ las relaciones transatlánticas aún en la era de Donald Trump”. Los “post-atlantistas” temen “que la retirada de los estados Unidos [sea] permanente”, y quieren “emanciparse de los Estados Unidos” y “concentrarse mucho más fuertemente en Europa”.
Los autores de IP son de la opinión de que ambas partes “son incapaces de reconocer la escala de los desafíos que confrontan a Alemania y a Europa”. Esos desafíos son vistos principalmente en el ámbito militar. Un enorme aumento en el gasto militar será necesario tanto para retener la alianza con los estados Unidos, como en particular para separarse de Washington.
Aunque el intento de retener la alianza con los EUA funcione a largo plazo, no habrá un “regreso a la situación anterior”. La exigencia de un “reparto equilibrado de la carga entre Europa y los EUA dentro de la OTAN” seguirá existiendo cuando Trump no esté, y los Estados Unidos tendrán “cada vez menos ganas de tolerar el pacifismo europeo”, según IP.
Dicho de otra manera, la perspectiva de los atlantistas es realista solo si Alemania está dispuesta a participar en las guerras futuras de los Estados Unidos y a por lo menos duplicar el gasto militar para alcanzar el objetivo de la OTAN del 2 por ciento del PIB, que sería equivalente a un gasto militar adicional anual de entre €30 y €40 mil millones de euros.
Los planes de los post-atlantistas serían todavía más caros, según los autores de IP. Los acusan de subestimar “radicalmente el significado continuo del poder militar y la dependencia de los europeos respecto a los Estados Unidos en todas las cuestiones de seguridad”. El post-atlantismo “no está ni cerca de ser fácil de implementar como sus representantes querrían que creyéramos”.
En cualquier caso, el “gobierno tendrá que gastar mucho más que el actual 1,2 por ciento del producto interno bruto en defensa” continúa el artículo de IP. De una importancia aún mayor es “que el gobierno [juegue] un papel más activo en la política de seguridad europea en el futuro”, que “corresponda con la realidad del peso económico y político del país”.
La idea de que otras potencias europeas se dejarán “proteger” por Alemania es considerada una ilusión por los autores de IP. Recuerdan que “La integración europea después de 1945 solo fue posible por la garantía de seguridad estadounidense”, y prosiguen, “Las divisiones dentro de la OTAN son siempre al mismo tiempo divisiones internas europeas”.
Si Alemania quiere basarse en Francia —“la única potencia nuclear y con mucho la mayor potencia militar convencional que va quedando en la UE” tras la salida de Gran Bretaña— “presumiblemente tendría que hacer concesiones en política económica, en la forma de un quid pro quo, algo a lo que se ha resistido persistentemente a hacer”.
No puede haber dudas de que estas cuestiones fueron discutidas en detalle durante las negociaciones de la coalición entre los partidos conservadores y el SPD, y que ellos determinarán la política exterior del gobierno entrante. La misma edición de IP contiene un discurso pronunciado por el Ministro de Exteriores Gabriel, el 11 de diciembre de 2017, en el funeral del editor en jefe de IP, Sylke Tempel, quien sufriera un accidente fatal. En él, se ponía explícitamente a sí mismo en el bando de los post-atlantistas, con todas las consecuencias que ello acarrea.
Gabriel no compartió “la esperanza de muchos transatlantistas alemanes, de que después de un período excepcional bajo la presidencia de Trump regresaremos a nuestra vieja colaboración”. Se han creado nuevos hechos bajo Trump que hacen que “un ‘volver a ir’ ya no sea posible”. “La obviedad con la que veíamos el papel estadounidense como protector” está empezando “a romperse”. Esto puede verse en el hecho de que “estamos en desacuerdo con los EUA en asuntos centrales —ya sea sobre el acuerdo con Irán o sobre el libre comercio global”—.
En los Estados Unidos, ellos “nos perciben como un competidor y a veces incluso un opositor”, apostilló Gabriel. “Ya no se ve al mundo como una comunidad global, sino, como en el ya famoso artículo de Cohen and McMaster en el New York Times, como una lid en la que conflictos regulen el mundo en vez de acuerdos vinculantes entre sí”.
Gabriel no dejó dudas de que ello significa un regreso a las políticas de gran potencia de Alemania anteriores a 1945. “No podemos acordonarnos y separarnos de los problemas del mundo”, declaró. “Eso significa que también necesitamos definir nuestros intereses y ya no contentarnos con la afirmación bienintencionada de estar persiguiendo una política exterior basada en los valores. Creo que debemos reconocer la necesidad de formular nuestros intereses y tener una visión estratégica del mundo”.
Esta resurrección del militarismo y de políticas de gran potencia forma el meollo del acuerdo de coalición al que llegaron la Unión Demócrata Cristiana, la Unión Cristiana Social y el SPD. El capítulo “La responsabilidad de Alemania con la paz, la libertad y la seguridad en el mundo” abarca 20 páginas, y se refiere a numerosos países, regiones y continentes considerados por el imperialismo alemán una vez más como sus esferas de influencia: desde los Balcanes occidentales a Rusia, Ucrania, Afganistán, Turquía, Medio Oriente, África, América Latina y Asia.
La sección “Ejército moderno” promete “hacer que esté disponible el mejor equipamiento, entrenamiento y cuidado de los soldados posible”, para que el ejército “pueda cumplir propiamente las tareas que se le asignen en todas sus dimensiones”. Además, el SPD y los partidos conservadores se comprometieron a aumentar el gasto militar al 2 por ciento del PIB para 2024 con la formulación “Queremos alcanzar los objetivos de capacidad acordados por la OTAN y cerrar las brechas de capacidad”.
El acuerdo de la coalición deja claro que el rearme abarcativo y las ambiciones de gran potencia han sido elaborados en estrecha cooperación con los grupos de reflexión de política exterior de Berlín. En la sección “Asegurar capacidades estratégicas para actuar en política exterior, de seguridad y de desarrollo”, el documento declara, “Dados los desafíos internacionales, Alemania tiene que fortalecer sus capacidades de análisis estratégico e intensificar su comunicación estratégica”. A este fin, el gobierno “invertirá en la expansión de pericia en política exterior, de seguridad y de desarrollo”, y fortalecerá las “instituciones existentes”. Esto incluirá la Academia Federal para la Policía de Seguridad, la Conferencia de Seguridad de Munich, el Instituto Alemán de Asuntos Exteriores y el Consejo Alemán para Relaciones Exteriores.
El Sozialistische Gleichheitspartei se opone a la gran coalición, y exige nuevas elecciones, la publicación de todos los acuerdos secretos alcanzados durante las conversaciones para la coalición y listas de sus participantes. El SGP también exige a los miembros del SPD que voten en contra del acuerdo de la coalición.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 14 de febrero de 2018)