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Cumbre de la Unión Europea intensifica amenazas de guerra en Oriente Próximo y de ataques contra los migrantes

Ayer, los jefes de Estado de la Unión Europea (UE) se reunieron para lo que se había anunciado inicialmente como una cumbre técnica e informal en Bruselas sobre el financiamiento de la UE y los procedimientos electorales. El contenido de la reunión fue muy diferente, sin embargo, y mucho más siniestro. El informe del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, deja claro que el objetivo principal de la cumbre era debatir sobre los preparativos de la UE para grandes guerras.

"Acordamos que la UE gastará más en frenar la migración ilegal, en defensa y seguridad, así como en el programa Erasmus+", declaró Tusk. Sin embargo, esta referencia al programa de estudios internacionales de la UE fue simplemente añadida para dar una falsa apariencia de popularidad a una cumbre cuya agenda militarista y antirrefugiados no tiene respaldo popular alguno.

Se discutieron las intervenciones militares en Oriente Próximo y África, y se intensificaron las medidas para evitar que los refugiados que huyen de estas guerras lleguen a Europa. Esto destacó que los planes establecidos en la Conferencia de Seguridad de Múnich de este fin de semana –dedicada a los intentos de la UE de desarrollarse como una potencia militarista cada vez más independiente de Washington y liderada por un eje Berlín-París— dominan la agenda de la UE.

Después de los ataques estadounidenses e israelíes en Siria que mataron a las tropas rusas y sirias y pusieron a toda la región al borde de una guerra total, Tusk atacó a Moscú, Teherán y al presidente sirio, Bashar al Asad. Dijo: "El régimen de Asad está atacando brutalmente a hombres, mujeres y niños inocentes. Sus patrocinadores, Rusia e Irán, están permitiendo que esto suceda. Los instamos a detener esta violencia".

Esto sucedió solo una semana después de que el presidente Emmanuel Macron de Francia, el antiguo poder colonial en Siria, pidiera restaurar la conscripción militar en Francia y bombardear a Siria por acusaciones de uso de armas químicas por parte del Gobierno.

El jueves, la canciller alemana, Angela Merkel, hizo eco de las amenazas de Macron en un debate en el Bundestag (Parlamento). "Lo que vemos en este momento, los terribles acontecimientos en Siria, la lucha de un régimen no contra los terroristas, sino contra su propio pueblo, el asesinato de niños, la destrucción de hospitales, todo esto es una masacre que debe ser condenada", dijo. A pesar del recrudecimiento del peligro de una guerra entre las principales potencias en la región, Merkel agregó que la UE debería aumentar la presión sobre los principales patrocinadores de Asad, Rusia e Irán.

La cumbre comenzó, sin embargo, con un minuto de silencio por los dos oficiales franceses asesinados en Mali el miércoles y una discusión sobre el apoyo de la UE a la guerra neocolonial de Francia en ese país. Emilien Mougin y Timothé Dernoncourt fueron asesinados y el coronel François-Xavier Héon resultó herido cuando su vehículo blindado se topó con una bomba colocada al costado de un camino cerca de Gao y la frontera con Níger. En respuesta, la ministra de Defensa de Francia, Florence Parly, alardeó horriblemente de que las operaciones francesas habían matado a 450 personas desde que comenzó la guerra en el 2014.

La UE y los financiadores internacionales, principalmente los jeques del golfo Pérsico, donaron 414 millones de euros a la llamada fuerza G5 Sahel, compuesta por tropas de las antiguas colonias francesas de Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger y que París utiliza como carne de cañón para la guerra y para evitar que los refugiados lleguen a Europa.

A fin de negarles a los refugiados que huyen de su derecho a buscar asilo en Europa, la UE también está ayudando a Italia a financiar la construcción de campos de prisioneros en Libia. En estos campos, según lo indicó un informe reciente de Amnistía Internacional, los refugiados son torturados, atacados sexualmente e incluso vendidos como esclavos. El presidente de Nigeria, Mahamadou Issoufou, que asistió a la cumbre, elogió la ayuda financiera y se comprometió a hacer que su Gobierno y los Estados de la región traten de bloquear la inmigración. "El Sahel es una de las fronteras de Europa. El Sahel es un escudo, un dique que nunca debe estallar", dijo.

La cumbre de la UE también discutió las tensiones fronterizas con Turquía, incluso con Chipre por la exploración de gas desde sus costas, y con Grecia después de que embarcaciones griegas y turcas chocaran frente un islote en el mar Egeo el 12 de febrero. Disputas sobre el islote, conocido como Imia en griego y Kardak en turco casi llevan a ambos países a la guerra en 1996. La cumbre de Bruselas recibió informes del presidente chipriota, Nicos Anastasiades, y del primer ministro griego, Alexis Tsipras, e inequívocamente se alineó con Chipre y Grecia contra Turquía en las disputas.

Tusk declaró: "En nombre de todos los líderes de la UE, me gustaría expresar nuestra solidaridad con Chipre y Grecia, y hacer un llamamiento urgente a Turquía para que ponga fin a estas actividades". También amenazó con suspender una reunión planificada con el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, el próximo mes en Bulgaria si Turquía no cesa sus actividades: "Estamos dispuestos a cooperar con Turquía y evaluaremos en nuestro Consejo Europeo de marzo si las condiciones están allí para celebrar la reunión de líderes con Turquía en Varna el 26 de marzo".

La cumbre también discutió el brexit. Tusk advirtió sin rodeos que la UE estaba preparando un ultimátum para Reino Unido sobre las relaciones con la UE después del brexit, declarando: "Presentaré el proyecto de directrices sobre la futura relación UE-Reino Unido en la cumbre de marzo. Nuestra intención es adoptar estas directrices, ya sea que el Reino Unido esté listo con su visión de nuestras relaciones futuras, o no".

También aumentan los conflictos dentro de la UE sobre cómo resolver el déficit presupuestario resultante después del brexit y la pérdida de la contribución británica al presupuesto de la UE. Varios Estados más pequeños, incluidos los Países Bajos y Austria, insistieron en que no se compensara el déficit y exigieron que la UE recortara los subsidios a la agricultura y a las regiones más pobres de Europa.

Esta cumbre expone una vez más la bancarrota de la UE. Ya es ampliamente impopular, debido a su papel en la aplicación de la austeridad desde su fundación en 1992, y particularmente desde el colapso de Wall Street en el 2008. Ahora, después de un cuarto de siglo de guerras imperialistas en los Balcanes, Oriente Próximo y África han convertido a decenas de millones de personas en refugiados, está emergiendo como una Fortaleza militarista en Europa, que responde a conflictos crecientes en su periferia preparando grandes guerras con Siria, Irán o incluso Rusia con armas nucleares.

Las expectativas de que la UE podría unificar a la Europa capitalista se han derrumbado después del brexit, además, y la escalada de conflictos internacionales está desgarrando a las potencias europeas. Tampoco los principales funcionarios de la UE se molestan en mantener la ficción de que buscan mantener la unidad europea. Sorprendentemente, el primer ministro belga, Charles Michel, decidió organizar una reunión por separado con ciertos mandatarios seleccionados la noche antes de la cumbre, rechazando a otros Estados de la UE, como Reino Unido.

En el Château de Val-Duchesse, Michel invitó a los líderes de Alemania, Francia, Italia, España, los Países Bajos, Irlanda, Bulgaria, Finlandia, Luxemburgo, Polonia, Portugal y Eslovaquia. En este entorno más informal y con menos países representados, un funcionario belga le dijo a Express que los jefes de Estado "realmente pueden hablar libremente y discutir cualquier cosa que tengan en mente".

El primer ministro Boyko Borisov de Bulgaria, quien ostenta la Presidencia rotativa de la UE, dijo a los periodistas que la reunión en el Château de Val-Duchesse fue una reunión de "liderazgo regional". Dijo que habían hablado sobre una serie de conflictos en Europa del Este, "que van desde Grecia a Macedonia, desde Serbia a Kosovo, Turquía, Rusia, a la disputa entre Eslovenia y Croacia sobre la delimitación de la frontera de la bahía de Piran".

Dijo además que la cumbre de Varna con Erdoğan sería "fuerte", y declaró: "Si alguien imagina que es una tarea agradable recibir al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, a Tusk y a Erdoğan para cenar, probablemente sea un recién llegado a la política o no tiene idea de nada. Esta es una reunión extremadamente difícil, extremadamente cargada de expectativas y con tensiones... Estoy lejos de imaginar que podremos llegar a un acuerdo sobre las cuestiones planteadas, sobre todas ellas o sobre parte de ellas".

(Artículo publicado originalmente en inglés el 24 de febrero de 2018)

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