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Perspectiva

La complicidad silenciosa de la prensa estadounidense con la masacre israelí en Gaza

Los principales medios de comunicación estadounidenses, encabezados por el New York Times, están tratando como algo intrascendente el asesinato masivo de manifestantes palestinos en Gaza sin armas por parte del ejército israelí.

El viernes, cuando decenas de miles de palestinos se congregaban cerca de la militarizada frontera con Israel para protestar la expropiación israelí de territorio palestino y demandar el derecho de los refugiados palestinos a volver a sus tierras natales, las tropas israelíes y francotiradores abrieron fuego, matando al menos a 16 personas e hiriendo a unas 1.400 más.

Millones de personas por todo el mundo reaccionaron con espanto y horror al ver las escenas de asesinatos deliberados con balas vivas. Un video muestra como un joven corría en dirección opuesta de la malla fronteriza cuando fue disparado en la espalda y matado por las tropas israelíes. Otra grabación de al menos dos de los que fallecieron los muestra caminando lentamente y sin armas hacia la frontera israelí.

Las Fuerzas de Defensa De Israel (FDI) desplegaron tropas y más de cien francotiradores para dispararles a manifestantes desarmados en pueblos y ciudades del diminuto enclave, al igual que a miles que se congregaron frente a la frontera con Israel.

Según Hamas, el grupo islamista burgués que controla el enclave palestino, solo cinco de aquellos que murieron el viernes pertenecían al brazo militar de Hamas, el resto eran civiles.

Estados Unidos intervino en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para bloquear una resolución avanzada por Kuwait solicitando una investigación independiente sobre el tiroteo masivo, mientras que un vocero israelí rechazó categóricamente cualquier indagación, felicitando a los soldados israelíes por “defender la soberanía israelí”.

El principal vocero del ejército israelí, el brigadier general Ronen Manelis, advirtió que las FDI intensificarían su violencia en la frontera de Gaza y que, pese a limitar sus acciones a la malla fronteriza, estaban preparadas para “actuar contra estas organizaciones terroristas en otras partes también”, es decir, dentro de Gaza.

Apoyando completamente la masacre israelí en línea con el Gobierno estadounidense y los dos principales partidos, el New York Times publicó un artículo superficial sobre la masacre en su tirada del sábado y no se refirió al respecto en la edición del domingo ni en su página web, a pesar de que las FDI y el Gobierno del primer ministro, Benjamín Netanyahu, alentados por la respuesta hermetizada de los Gobiernos y los medios occidentales, seguían atacando el sábado grupos más pequeños de manifestantes, hiriendo a muchos de ellos.

La misma edición del domingo del supuesto “periódico de referencia” destacó un largo artículo sobre las presuntas atrocidades del Gobierno sirio y otro artículo denunciando la pesca ilegal de abulón en Sudáfrica.

La masacre israelí fue si acaso mencionada en los programas televisivos de entrevistas del domingo y no ha provocado ninguna declaración editorial de ninguno de los principales medios de comunicación.

La manifestación del viernes fue anunciada como el comienzo de seis semanas de protestas pacíficas llamadas la “Marcha del Retorno”, que están programadas hasta el 15 de mayo, el septuagésimo aniversario del establecimiento del Estado de Israel, el cual conmemoran los palestinos como Nabka (Día de la Catástrofe), el mismo día en que EUA planea abrir su embajada en Jerusalén. El traspaso de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, anunciado el año pasado por el presidente Donald Trump, es una provocación inmensa, ya que los palestinos sostienen que Jerusalén será la capital de un Estado futuro.

La masacre involucró la mayor cantidad de muertes en un día desde la guerra de Israel contra Gaza en el 2014, la cual mató a 2.250 palestinos, la mayoría civiles. Esto siguió los ataques criminales contra el sitiado y empobrecido enclave en el 2008-2009 y en el 2012, cobrando 1.217 y 147 vidas, respectivamente, su gran mayoría civiles. Todos estos crímenes de guerra contaron con el respaldo de Washington.

Israel ha impuesto un bloqueo a Gaza desde el 2007 en colaboración con Egipto, lo que ha dejado devastados, junto a la destrucción de infraestructura por parte del ejército israelí, tanto al territorio como a sus 1,9 millones de habitantes. Los apagones han ocasionado escasez de agua y la falta de tratamiento para las aguas negras, los salarios para miles de trabajadores del sector público han sido recortados o eliminados, mientras que el Gobierno de Trump ha retenido su financiamiento de ayuda alimentaria y de la Agencia de Obras Públicas y Socorro de la ONU, que asiste a 1,2 millones de personas en Gaza.

Uno puede imaginarse los escandalizados editoriales, comentarios y exclusivas de noticias que inundarían los medios impresos y de difusión si algo similar fuese llevado a cabo por fuerzas sirias o rusas. Cuando Alexei Navalny, el oponente ultraderechista y antiinmigrante de Vladimir Putin, es arrestado, llega inmediatamente a las primeras planas.

Por semanas, un escándalo completamente inventado sobre el presunto envenenamiento de un exespía ruso y doble agente británico, Sergei Sprikal y su hija adulta, basado en acusaciones totalmente infundadas del involucramiento del Gobierno ruso, ha sido utilizado como un pretexto para una escalada enorme de la ofensiva diplomática y militar encabezada por Washington contra Moscú.

Sin embargo, los mismos medios toman como un asunto ordinario que asesinen a palestinos a tiros, como si fueran insectos.

Las corporaciones de redes sociales, como parte de su campaña para reprimir la libertad de expresión en el Internet, han estado tomando cartas en el asunto. Bajo la presión de Israel y EUA, Facebook clausuró la semana pasada la página de uno de los principales medios de comunicación palestinos, la agencia de prensa Safa, la cual tiene 1,3 millones de seguidores. Facebook justificó su acción como un paso en contra de “el discurso de odio” y la “instigación”.

Las acciones criminales y provocativas de Israel contra Gaza, con su promesa de intensificarlas a medida que se acerque el 15 de mayo, tienen que ser vistas en el contexto de la determinación mutua de Tel Aviv y Riad de librar una guerra contra Irán, contando con la aprobación o la participación directa de Washington. Netanyahu, al incitar una respuesta más amplia por parte de los palestinos y los trabajadores de la región, pretende crear las condiciones necesarias para una intervención masiva de EUA contra Irán y sus aliados regionales.

El silencio en la prensa estadounidense es un acto de complicidad con crímenes de guerra. Es un silencio en representación de la burguesía internacional, la cual apoya abierta o tácitamente las políticas homicidas del régimen matón. Más allá de todo el cotorreo cínico de la prensa capitalista sobre los “derechos humanos” —en momentos que les sirve para justificar las guerras neocoloniales que buscan cambios de régimen y saqueos—, el viejo refrán sigue vigente: toda moral es una moral de clase.

La clase obrera internacional ha de ser advertida: los eventos en gaza pregonan lo que se avecina. La reacción social, el militarismo y el impulso hacia la dictadura están afectando a todas las principales potencias ante el recrudecimiento de la crisis del capitalismo global y las señales cada vez más generalizadas de resistencia de la clase trabajadora. Un parte esencial de la respuesta de la clase obrera debe ser en defensa de las masas palestinas y en lucha por la unidad de todos los trabajadores, de todas las religiones y nacionalidades, en Oriente Próximo y el resto del mundo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 2 de abril de 2018)

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