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1968: La huelga general y la revuelta estudiantil en Francia

Parte 3—Cómo la JCR de Alain Krivine brindó cobertura a las traiciones del estalinismo

Este es el tercereo de una serie de artículos que tratan sobre los acontecimientos de mayo-junio de 1968 en Francia. La parte 1, publicada el 7 de junio , aborda el desarrollo de la revuelta estudiantil y la huelga general hasta su punto culminante a fines de mayo. La parte 2, publicada el 11 de junio, examina cómo el Partido Comunista (PCF) y el sindicato que controla, la CGT, le permitieron al presidente Charles de Gaulle recuperar el control.

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El presidente De Gaulle y su Quinta República le debieron su supervivencia política en mayo de 1968 al Partido Comunista Francés estalinista (Parti Communiste Français-PCF) y su brazo sindical, la Confederación General de Trabajadores (Confédération Générale du Travail—CGT).

Sin embargo, la influencia del PCF había disminuido marcadamente entre 1945 y 1968. Para estrangular la huelga general, los estalinistas contaron con el apoyo de otras fuerzas políticas que adoptaron una postura más radical, pero se aseguraron de que el PCF mantuviera su dominio político sobre el movimiento de masas.

A este respecto, desempeñó un papel clave el Secretariado Unificado pablista, dirigido por Ernest Mandel y sus partidarios franceses, la Juventud Comunista Revolucionaria (Jeunesse Communiste Révolutionnaire-JCR) dirigida por Alain Krivine, y el Partido Comunista Internacionalista (Parti Communiste Internationaliste-PCI) dirigido por Pierre Frank. Impidieron que la radicalización de la juventud se convirtiera en una alternativa revolucionaria seria, y así ayudaron a los estalinistas a controlar la huelga general.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, el PCF había adquirido una autoridad política considerable debido a la victoria del Ejército Rojo soviético sobre la Alemania nazi y el propio papel del partido francés en el movimiento antifascista Résistance. La burguesía francesa, en la forma del régimen de Vichy, se había desacreditado a través de su colaboración con los nazis, y había un poderoso anhelo dentro de la clase trabajadora por una sociedad socialista, extendiéndose a los miembros del PCF. Sin embargo, el líder del PCF en ese momento, Maurice Thorez, usó toda su autoridad política para restablecer el dominio burgués. Thorez participó personalmente en el primer Gobierno de posguerra establecido por De Gaulle, y fue fundamental para asegurar el desarme de la Résistance.

El apoyo al PCF disminuyó gradualmente, debido a su papel en la reestabilización de la sociedad burguesa en el período de la posguerra. El partido había apoyado las guerras coloniales contra Vietnam y Argelia, y quedó desacreditado después de la revelación de los crímenes de Stalin en el discurso de Nikita Khrushchev en 1956. Esto fue seguido por la represión sangrienta de las revueltas populares de las tropas estalinistas en Hungría y Polonia. A pesar de que en 1968 el PCF seguía siendo el partido con el mayor número de miembros de clase trabajadora, había perdido en gran parte su autoridad entre los estudiantes y la juventud.

En particular, la Federación de Estudiantes Comunistas (Union des Étudiants Communistes-UEC) se encontraba en una profunda crisis. A partir de 1963, surgieron varias fracciones en la UEC: entre "italianos" (partidarios de Gramsci y del Partido Comunista Italiano), "marxistas-leninistas" (partidarios de Mao Zedong) y "trotskistas", que fueron expulsados y continuaron estableciendo sus propias organizaciones. Este período marcó el origen de la llamada "extrema izquierda", cuya aparición en la escena política marcó "la ruptura emergente de una parte activa de la juventud militante con el PCF", según la historiadora Michelle Zancarini-Fournel, en su libro sobre el movimiento de 1968. [1]

La autoridad de la CGT también fue objeto de una presión creciente en 1968. Los sindicatos rivales –como Force Ouvrière y CFDT (Confédération Française Démocratique du Travail)— en ese momento bajo la influencia del reformista de izquierda Parti Socialiste Unifié (PSU)— asumieron posturas militantes y desafiaron a la CGT. El CFDT, en particular, fue capaz de obtener apoyo en el sector de servicios y empleados públicos.

Bajo estas circunstancias, los pablistas, organizados en la Secretariado Unificado, desempeñaron un papel muy importante en la defensa de la autoridad de los estalinistas y en posibilitar la traición de la huelga general.

Los orígenes del pablismo

El pablista Secretariado Unificado surgió a principios de la década de 1950 como resultado de un ataque político contra el programa de la Cuarta Internacional (CI). El secretario del CI, Michel Pablo, rechazó todo el análisis del estalinismo que formó la base para la fundación de la Cuarta Internacional por parte de León Trotsky en 1938.

Tras la derrota del proletariado alemán en 1933, Trotsky llegó a la conclusión de que el alcance de la degeneración estalinista de la Internacional Comunista hacía insostenible cualquier política basada en la reforma de la Internacional. Partiendo de la traición política del Partido Comunista Alemán, que hizo posible la asunción del poder por parte de Hitler, y el posterior rechazo de la Internacional Comunista para extraer las lecciones del desastre alemán, Trotsky concluyó que los partidos comunistas se habían pasado definitivamente al bando de la burguesía. Insistió en que el futuro de la lucha revolucionaria dependía de la construcción de una nueva dirección proletaria, y escribió en el programa fundador de la Cuarta Internacional: "La crisis de la dirección proletaria, convertida en la crisis de la cultura humana, solo puede resolverla la Cuarta Internacional”.

Pablo rechazó esta visión. Concluyó, a partir del surgimiento de nuevos Estados obreros deformados en Europa del Este, que el estalinismo podría desempeñar un papel históricamente progresista en el futuro. Tal perspectiva equivalía a la liquidación de la Cuarta Internacional. Según Pablo, no había ninguna razón para construir secciones de la Cuarta Internacional independientemente de las organizaciones de masas estalinistas. En cambio, la tarea de los trotskistas se había reducido a ingresar a los partidos estalinistas existentes y apoyar a los presuntos elementos de izquierda en sus direcciones.

Pablo terminó rechazando toda la concepción marxista de un partido proletario, la cual insiste en la necesidad de una vanguardia consciente política y teóricamente. Para Pablo, el papel de liderazgo podía asignarse a las fuerzas no marxistas y no proletarias, como los sindicalistas, los reformistas de izquierda, los nacionalistas pequeñoburgueses y los movimientos de liberación nacional en los países coloniales y excoloniales, que serían empujados hacia la izquierda bajo la presión de las fuerzas objetivas. Pablo se puso personalmente al servicio del Frente de Liberación Nacional argelino, el FLN (Front de Libération Nationale), y después de su victoria se unió al Gobierno argelino por un período de tres años.

La embestida de Pablo dividió la Cuarta Internacional. La mayoría de la sección francesa rechazó sus revisiones y fue expulsada burocráticamente por una minoría liderada por Pierre Frank. En 1953, el Partido Socialista de los Trabajadores de EUA (Socialist Workers Party—SWP) respondió a las revisiones pablistas con una crítica devastadora y emitió una Carta abierta llamando a la unificación internacional de todos los trotskistas ortodoxos. Esto se convirtió en la base para la formación del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (ICFI), que incluía a la mayoría francesa.

Sin embargo, el SWP no mantuvo su oposición al pablismo por mucho tiempo. Durante los siguientes 10 años, el SWP redujo cada vez más sus diferencias con los pablistas y finalmente se unió a ellos para formar el Secretariado Unificado (SU) en 1963. La dirección del SU había sido asumida por Ernest Mandel, mientras que Pablo desempeñó un papel cada vez más secundario y abandonó el Secretariado Unificado poco después. La base para la reunificación en 1963 fue un apoyo acrítico a Fidel Castro y su "Movimiento 26 de julio" nacionalista pequeñoburgués.

Según el Secretariado Unificado, la toma del poder por parte de Castro en Cuba equivalía a la creación de un Estado obrero, con Castro, Ernesto "Che" Guevara y otros líderes cubanos desempeñando el papel de "marxistas naturales".

Esta perspectiva sirvió no solo para desarmar a la clase trabajadora en Cuba, la cual nunca tuvo sus propios órganos de poder; también desarmó a la clase obrera internacional prestando apoyo acrítico a las organizaciones nacionalistas estalinistas y pequeñoburguesas y fortaleciendo su control sobre las masas. Al hacerlo, el pablismo surgió como una agencia secundaria del imperialismo y su papel se volvió aún más importante en condiciones en que los antiguos aparatos burocráticos estaban cada vez más desacreditados ante los ojos de la clase trabajadora y la juventud.

Esto fue confirmado en Sri Lanka, solo un año después de la unificación del SWP estadounidense y los pablistas. En 1964, un partido trotskista con influencia de masas, el Partido Lanka Sama Samaja (siglas en inglés, LSSP), se unió a un Gobierno de coalición nacionalista burgués bajo el Partido de la Libertad de Sri Lanka. El precio pagado por el LSSP fue abandonar a la minoría tamil del país a favor del chauvinismo cingalés. El país aún sufre las consecuencias de esta traición, que reforzó la discriminación de la minoría tamil y llevó a la sangrienta guerra civil que plagó a Sri Lanka durante tres décadas.

Los pablistas también desempeñaron un papel crucial en Francia para ayudar a mantener el dominio burgués en 1968. Cuando uno examina su papel durante los eventos clave, dos cosas son sorprendentes: su postura apologética con respecto al estalinismo y su adaptación acrítica a las teorías antimarxistas de la "Nueva Izquierda", la cual predominaba en el entorno estudiantil.

Alain Krivine y el JCR

La Cuarta Internacional tenía una influencia considerable en Francia al final de la Segunda Guerra Mundial. En 1944, el movimiento trotskista francés, que se había dividido durante la guerra, se reunió para formar el Parti Communiste Internationaliste (PCI). Dos años más tarde, el PCI tenía alrededor de 1,000 miembros y presentó 11 candidatos en las elecciones parlamentarias, que recibieron entre el 2 y el 5 por ciento de los votos. El periódico de la organización La Vérité se vendía en quioscos y disfrutaba de un amplio número de lectores. Su influencia se extendió a otras organizaciones; toda la dirigencia de la organización juvenil socialista, con un total de 20.000 miembros, apoyaba a los trotskistas. Los miembros del PCI desempeñaron un papel destacado en el movimiento de huelgas que sacudió al país y obligó al PCF a retirarse del Gobierno en 1947.

En los años siguientes, sin embargo, la orientación revolucionaria del PCI fue atacada repetidamente por elementos dentro de sus propias filas. En 1947, la socialdemócrata SFIO (Sección Française de l'Internationale Ouvrière) se movió bruscamente hacia la derecha, disolvió su organización juvenil y expulsó a su líder trotskista. El ala derecha del PCI, liderada por su secretario en ese momento, Yvan Craipeau, reaccionó desechando cualquier perspectiva revolucionaria. Un año después, esta ala fue expulsada, después de haber argumentado a favor de disolver el PCI en el movimiento amplio de izquierda liderado por el filósofo francés Jean-Paul Sartre (Rassemblement Démocratique Révolutionnaire-RDR). Muchas de las principales figuras del ala expulsada, incluido el propio Craipeau, volvieron a emerger más tarde en el PSU.

En el mismo año, 1948, otro grupo Socialisme ou barbarie (Socialismo o Barbarie), encabezado por Cornelius Castoriadis y Claude Lefort, renuncia al PCI. Este grupo respondió al comienzo de la Guerra Fría rechazando el análisis de Trotsky que definió la Unión Soviética como un Estado obrero degenerado y argumentando, en cambio, que el régimen estalinista representaba una nueva clase dentro de un sistema de "capitalismo burocrático". Desde ese punto de vista, el grupo desarrolló una serie de posiciones hostiles al marxismo. Los escritos de Socialisme ou Barbarie iban a tener una influencia considerable en el movimiento estudiantil, y uno de sus miembros, Jean François Lyotard, más tarde protagonizaría el desarrollo de la ideología asociada con el posmodernismo.

El mayor golpe al movimiento trotskista en Francia, sin embargo, fue asestado por el pablismo. El PCI se vio debilitado tanto política como organizativamente por la política de liquidación de Michel Pablo y la posterior expulsión de la mayoría de la sección por parte de la minoría pablista. La mayoría del PCI, dirigida por Pierre Lambert, será el tema de la parte final de esta serie. La minoría pablista, dirigida por Pierre Frank, se concentró después de la división en proporcionarle un apoyo práctico y logístico al movimiento de liberación nacional, el FLN, en la guerra de Argelia. Durante la década de 1960, perdió gran parte de la influencia dentro de las fábricas. Sin embargo, tuvo apoyo en círculos estudiantiles y tuvo un papel importante en dichas capas en 1968. Su miembro principal, Alain Krivine, fue uno de los rostros más conocidos de la revuelta estudiantil, junto con figuras como el anarquista Daniel Cohn-Bendit y el maoísta Alain Geismar.

Krivine se había unido al movimiento juvenil estalinista en 1955, a la edad de 14 años, y en 1957 era parte de una delegación oficial que asistía a un festival juvenil en Moscú. Según su autobiografía, fue allí donde se encontró con miembros del FLN argelino y desarrolló una actitud crítica hacia las políticas del Partido Comunista, con respecto a Argelia. Un año después, comenzó a colaborar con el PCI pablista en la cuestión argelina. Krivine afirma que inicialmente no estaba al tanto de los antecedentes del PCI, pero esto es muy poco probable, ya que dos de sus hermanos pertenecían a la dirección de la organización. En cualquier caso, se unió al PCI a más tardar en 1961, mientras continuaba trabajando oficialmente dentro de la organización estudiantil estalinista, la UEC (Union des étudiants communistes).

Krivine se destacó rápidamente en la dirección del PCI y del Secretariado Unificado. A partir de 1965, Krivine, de 24 años, pertenecía a la máxima dirección del partido, el Politburó, junto a Pierre Frank y Michel Lequenne. En el mismo año fue nombrado miembro del comité ejecutivo del Secretariado Unificado como sustituto de Lequenne.

En 1966, la sección de Krivine de la UEC en la Universidad de París (La Sorbona) fue expulsada por los dirigentes estalinistas por negarse a apoyar al candidato presidencial del conjunto de la izquierda, François Mitterrand. Junto con otras secciones rebeldes de la UEC, pasó a establecer el JCR (Jeunesse Communiste Révolutionnaire), que consistía casi exclusivamente de estudiantes y, a diferencia del PCI, no se comprometía expresamente con el trotskismo. En abril de 1969, el JCR y el PCI se fusionaron oficialmente para formar la Ligue Communiste (desde 1974, Ligue Communiste Révolutionnaire-LCR) después de que el ministro del Interior francés prohibiera ambas organizaciones un año antes.

En retrospectiva, Krivine ha tratado de presentar el JCR en 1968 como una organización joven y en gran parte ingenua, caracterizada por un entusiasmo embriagador pero poca experiencia política: "Éramos una organización de unos cientos de miembros, cuya edad promedio apenas correspondía a la edad legal de un adulto en ese momento: veintiún años. No es necesario señalar que, impulsados por la tarea siguiente, de una reunión y manifestación a otra, no tuvimos tiempo para pensar las cosas bien. En vista de nuestras modestas fuerzas nos sentíamos como en casa en las universidades, en las huelgas y en las calles. La solución del problema del Gobierno se llevó a cabo en otro nivel, sobre el cual apenas teníamos influencia”. [2]

De hecho, tales afirmaciones simplemente no se sostienen ante ningún examen. Con 27 años de edad, en 1968, Alain Krivine era aun relativamente joven, pero ya había adquirido una considerable experiencia política. Tenía conocimiento interno de las organizaciones estalinistas, y como miembro del Secretariado Unificado estaba completamente familiarizado con los conflictos internacionales dentro del movimiento trotskista. En este momento, ya había abandonado la universidad, pero luego regresó para dirigir las actividades del JCR.

La actividad política del JCR en mayo-junio de 1968 no puede atribuirse a la inexperiencia juvenil, sino que fue guiada por la línea política desarrollada por el pablismo en la lucha contra el trotskismo ortodoxo. Quince años después de su ruptura con la Cuarta Internacional, el Secretariado Unificado había cambiado no solo su orientación política sino también su orientación social. Ya no era una corriente proletaria, sino un movimiento pequeñoburgués.

Durante una década y media los pablistas habían buscado congraciarse con los arribistas en los aparatos estalinistas y reformistas y habían cortejado a los movimientos nacionales. La orientación social de tales movimientos fue absorbida de forma natural por los pablistas. Lo que había comenzado como una revisión teórica del marxismo se había convertido en una parte orgánica de su fisonomía política, en la medida en que está permitido transferir términos de la fisiología a la política.

Al extraer las lecciones de la derrota de las revoluciones europeas de 1848, Marx distinguió la perspectiva de la pequeña burguesía de aquella de la clase obrera: "La pequeña burguesía democrática, lejos de querer transformar a toda la sociedad en interés de los proletarios revolucionarios solo aspiran a un cambio en las condiciones sociales que hará que la sociedad existente sea lo más tolerable y cómoda posible para ellos mismos".[3] Esta caracterización aplicaba igualmente en 1968 para los pablistas. Esto quedó claro a partir de su actitud acrítica hacia los movimientos anarquistas y otros movimientos pequeñoburgueses, movimientos contra los cuales Marx y Engels habían luchado sin cuartel en un periodo anterior. También fue evidente su énfasis, tanto en ese entonces como hoy, en cuestiones como raza, género y orientación sexual, junto a su entusiasmo por los líderes de los movimientos nacionalistas, que desprecian a la clase trabajadora y –como fue el caso con los populistas rusos combatidos por Lenin— a los estratos de la clase media rural.

"Más guevarista que trotskista"

Sobre todo, el JCR de Krivine se caracterizó por su apoyo completamente acrítico a la dirección cubana, el tema que estaba en el corazón de la unificación que tuvo lugar en 1963. El autor de una reseña histórica de la LCR, Jean-Paul Salles, se refiere a "la identidad de una organización, que antes de mayo del 68 parecía en muchos aspectos más guevarista que trotskista”. [4]

El 19 de octubre de 1967, 10 días después de su asesinato en Bolivia, el JCR organizó una reunión en conmemoración del Che Guevara en la Mutualité de París. El retrato de Guevara estuvo presente en las reuniones de JCR. En su autobiografía de 2006, Alain Krivine escribe: "Nuestro punto de referencia más importante con respecto a las luchas de liberación en los países del tercer mundo fue indudablemente la revolución cubana, que nos llevó a ser llamados 'trotsko-guevaristas' ... En particular, el Che Guevara personificaba el ideal del luchador revolucionario en nuestros ojos".[5]

Con su glorificación del Che Guevara, la LCR evadió los problemas urgentes relacionados con la construcción de una dirección en la clase trabajadora. Si hay un único denominador común en la azarosa vida del revolucionario argentino-cubano, es su inquebrantable hostilidad hacia la independencia política de la clase trabajadora. En cambio, representaba el punto de vista de que una pequeña minoría armada –una tropa de guerrilla que opera en áreas rurales— podía liderar el camino hacia la revolución socialista, independientemente de la clase trabajadora. Esto no requería ni una teoría ni una perspectiva política. La acción y la voluntad de un pequeño grupo eran cruciales, mientras que era rechazada la capacidad de la clase trabajadora y las masas oprimidas para alcanzar una conciencia política y liderar su propia lucha de liberación.

En enero de 1968, el periódico del JCR Avant-Garde Jeunesse propagó las concepciones de Guevara de la siguiente manera: "Independientemente de las circunstancias actuales, los guerrilleros deben desarrollarse hasta que, después de un período más o menos largo, puedan atraer a toda la masa de los explotados en una lucha frontal contra el régimen".

Sin embargo, la estrategia de la guerrilla planteada por Guevara en América Latina no podría transferirse tan fácilmente a Francia. En cambio, Mandel, Frank y Krivine atribuyeron el papel de la vanguardia a los estudiantes. Ellos glorificaron las actividades espontáneas de los estudiantes y sus batallas callejeras con la policía. Las concepciones de Guevara sirvieron para justificar el activismo ciego a expensas de cualquier orientación política seria. Al hacerlo, los pablistas se adaptaron por completo a las teorías antimarxistas de la Nueva Izquierda, que desempeñaron un papel de liderazgo entre los estudiantes, bloqueando así el camino hacia una genuina orientación marxista.

No habían virtualmente diferencias políticas reconocibles entre el "trotskista" Alain Krivine, el anarquista Daniel Cohn-Bendit, el maoísta Alain Geismar y otros líderes estudiantiles prominentes en los eventos de 1968. Aparecieron, lado a lado, en las batallas callejeras en el Barrio Latino. Jean-Paul Salles escribe: "Durante la semana del 6 al 11 de mayo, los miembros de la JCR se mantuvieron a la vanguardia y participaron en todas las manifestaciones junto con Cohn-Bendit y los anarquistas, incluida la noche de las barricadas".[6] El 9 de mayo, la JCR celebró una reunión preparada mucho antes en la Mutualité, en el Barrio Latino, escenario de las batallas callejeras más feroces de la época. Más de 3.000 asistieron a la reunión y uno de los oradores principales fue Daniel Cohn-Bendit.

Durante el mismo período en América Latina, el Secretariado Unificado apoyó incondicionalmente la perspectiva guerrillera del Che Guevara. En su noveno Congreso Mundial celebrado en mayo de 1969 en Italia, el SU instruyó a sus secciones sudamericanas a seguir el ejemplo del Che Guevara y unirse con sus partidarios. Esto significaba darle la espalda a la clase trabajadora urbana, a favor de una lucha guerrillera armada para llevar la lucha del campo a las ciudades. La mayoría que apoyó esta estrategia incluía a Ernest Mandel y los delegados franceses, Pierre Frank y Alain Krivine. Mantuvieron firmemente esta estrategia durante no menos de 10 años, a pesar de que la perspectiva de la lucha de tipo guerrillero fuese una fuente de disputas dentro del Secretariado Unificado, ya que sus consecuencias catastróficas se hicieron cada vez más visibles. Miles de jóvenes que habían seguido este camino y tomado la lucha guerrillera sacrificaron sus vidas sin sentido, mientras que las acciones de las guerrillas, incluyendo secuestros, toma de rehenes y enfrentamientos violentos con el ejército, solo sirvieron para desorientar políticamente a la clase trabajadora.

Los estudiantes como la "vanguardia revolucionaria"

La posición absolutamente acrítica tomada por los pablistas respecto al papel de los estudiantes es evidente a partir de un largo artículo sobre los eventos de mayo, escrito por Pierre Frank a principios de junio de 1968, poco antes de la prohibición de la JCR.

"En general, se reconoce que la vanguardia revolucionaria en mayo fue la juventud", escribió Frank, y agregó: "La vanguardia, que era políticamente heterogénea y dentro de la cual solo se organizaban las minorías, tenía en general un alto nivel político. Reconocía que el objetivo del movimiento era derrocar al capitalismo y establecer una sociedad que construyera el socialismo. Reconocía que la política de ‘caminos pacíficos y parlamentarios hacia el socialismo’ y de ‘coexistencia pacífica’ era una traición al socialismo. Rechazaba todo nacionalismo pequeñoburgués y expresaba su internacionalismo de la manera más impactante. Tenía una conciencia fuertemente antiburocrática y una determinación feroz para asegurar la democracia en sus filas”. [7]

Frank incluso llegó a describir a la Sorbona como la "forma más desarrollada de 'poder dual'" y "el primer territorio libre de la República Socialista de Francia". Continuó: "La ideología que inspira a los estudiantes, de oposición a la sociedad de consumo neocapitalista, los métodos que utilizaron en su lucha, el lugar que ocupan y ocuparán en la sociedad (que hará que la mayoría de ellos sean empleados oficinistas del Estado o capitalistas) le dieron a esta lucha una característica eminentemente socialista, revolucionaria e internacionalista”. La lucha de los estudiantes demostró “un nivel político muy alto en un sentido marxista revolucionario”. [8]

En realidad, no había rastros de conciencia revolucionaria en el sentido marxista por parte de los estudiantes. Las concepciones políticas que prevalecieron entre los estudiantes tuvieron su origen en el arsenal teórico de la llamada "Nueva Izquierda" y se habían desarrollado durante muchos años en oposición al marxismo.

La historiadora Ingrid Gilcher-Holtey escribe sobre el movimiento del 68 en Francia: "Los grupos de estudiantes que impulsan el proceso son grupos que se basan explícitamente en los mentores intelectuales de la Nueva Izquierda o fueron influenciados por sus temas y críticas, en particular los escritos de la ‘Internacional Situacionista’, el grupo en torno a ‘Socialismo o Barbarie’ y ‘Argumentos’. Tanto su estrategia de acción (directa y provocadora) como su propia concepción (antidogmática, antiburocrática, antiorganizacional, antiautoritaria) encajan en el sistema de coordenadas de la Nueva Izquierda”. [9]

En lugar de considerar a la clase trabajadora como una clase revolucionaria, la Nueva Izquierda veía a los trabajadores como una masa atrasada completamente integrada en la sociedad burguesa a través del consumo y los medios. En lugar de la explotación capitalista, la Nueva Izquierda enfatizó el papel de la alienación en su análisis social, interpretando la alienación en un sentido estrictamente psicológico o existencialista. La "revolución" no debía ser dirigida por la clase obrera, sino por la intelectualidad y los grupos al margen de la sociedad. Para la Nueva Izquierda, sus fuerzas impulsoras no eran las contradicciones de clase de la sociedad capitalista, sino el "pensamiento crítico" y las actividades de una élite ilustrada. El objetivo de la revolución ya no era la transformación de las relaciones de poder y propiedad sino los cambios sociales y culturales, como las alteraciones en las relaciones sexuales. Según los representantes de la Nueva Izquierda, tales cambios culturales eran un requisito previo para una revolución social.

Dos de los líderes estudiantiles más conocidos de Francia y Alemania, Daniel Cohn-Bendit y Rudi Dutschke, fueron influenciados por la "Internacional Situacionista", que propagaba un cambio de conciencia mediante acciones provocativas. Originalmente formados como un grupo de artistas con raíces en las tradiciones de Dada y el surrealismo, los situacionistas hicieron hincapié en la importancia de las actividades prácticas. Como dice un artículo reciente sobre los situacionistas: "La disrupción, radicalización, el uso indebido, la revalorización y la reproducción lúdica de situaciones cotidianas concretas son los medios para elevar y revolucionar permanentemente la conciencia de aquellos en el dominio omnipotente del sueño profundo que surge de todo ‘aburrimiento penetrante’. [10]

Tales puntos de vista están a años luz de distancia del marxismo. Niegan el papel revolucionario de la clase trabajadora, que tiene sus raíces en su posición en una sociedad caracterizada por conflictos de clases insuperables. La fuerza motriz de la revolución es la lucha de clases, con una base objetiva. En consecuencia, la tarea de los revolucionarios marxistas no es energizar a la clase trabajadora con actividades provocativas, sino elevar su conciencia política y proporcionar un liderazgo revolucionario capaz de permitirle asumir la responsabilidad de su propio destino.

Los pablistas no solo declararon que los grupos anarquistas, maoístas y otros grupos pequeñoburgueses, que desempeñaron el papel principal en el Barrio Latino, demostraron "un nivel político muy alto en un sentido marxista revolucionario" (Pierre Frank), sino que también propusieron puntos de vista políticos similares y participaron con entusiasmo en sus actividades aventuristas.

Las batallas callejeras inspiradas por los anarquistas en el Barrio Latino no contribuyeron en nada a la educación política de los trabajadores y estudiantes y nunca representaron una amenaza seria para el Estado francés. En 1968, el Estado tenía un aparato de policía moderno y un ejército que se había forjado en el curso de dos guerras coloniales, y podía contar con el apoyo de la OTAN. No podría ser derrocado por el tipo de tácticas revolucionarias utilizadas en el siglo XIX, es decir, la construcción de barricadas en las calles de la ciudad capital. Aunque las fuerzas de seguridad fueron, en general, responsables de los enormes niveles de violencia que caracterizaron las batallas callejeras en el Barrio Latino, hubo un elemento indudable de romanticismo revolucionario infantil en la forma en que los estudiantes armaban con entusiasmo barricadas y jugaban su juego del gato y el ratón con la policía.

Continuará

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Notas:

1. Michelle Zancarini-Fournel, "1962-1968: Le champ des possibles" en 68: Une histoire collective, París: 2008

2. Daniel Bensaid, Alain Krivine, Mai si! 1968 - 1988: Rebelles et repentis, Montreuil: 1988, p. 39

3. Karl Marx y Friedrich Engels, "Discurso a la Autoridad Central de la Liga Comunista"

4. Jean-Paul Salles, La Ligue communiste révolutionnaire, Rennes: 2005, p. 49

5. Alain Krivine, Ça te passera avec l'âge, Flammarion: 2006, pp. 93-94

6. Jean-Paul Salles, ibid ., P. 52

7. Pierre Frank, "Mai 68: estreno fase de la révolution socialiste française"

8. Pierre Frank, ibid

9. Ingrid Gilcher-Holtey, "Mai 68 en Frankreich" en 1968: Vom Ereignis zum Mythos, Frankfurt am Main: 2008, p. 25

10. archplus 183, Zeitschrift für Architektur und Städtebau, mayo de 2007

(Artículo publicado originalmente el 31 de mayo de 2018)

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